Este trabajo analiza las instituciones eclesiásticas locales y el poblamiento altomedieval del valle de Izagaondoa, a la luz de la hagionimia histórica. Este territorio, intensamente romanizado, tuvo una continuidad poblacional ininterrumpida, reflejada en una temprana y tupida implantación de iglesias propias y establecimientos monásticos. La erección de las primeras iglesias propias se intuyen hacia el siglo V o VI, mientras que los monasterios se implantaron a partir del VIII. El valle de Izagaondoa constituye un escenario privilegiado para este tipo de análisis y un ejemplo paradigmático de la evolución del cristianismo tardoantiguo y altomedieval navarro.
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