Se conserva en España un interesante conjunto de retablos esculpidos tardogóticos, repartidos desigualmente por la Península y el mundo insular, procedentes de los antiguos Países Bajos. Deben ser valorados en función de la devoción y sensibilidad artística de determinados grupos sociales, a veces relacionados con la actividad comercial a nivel internacional. En este artículo se plantean los diversos problemas que aún presentan muchas de estas piezas, y que son de difícil resolución: ausencia de documentación, procedencia, adscripción a un taller, cronología y, en algún caso, determinar si realmente son obras importadas.
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