He aquí dos opiniones bien dispares sobre el sentido de las proposiciones regias, que van desde la consideración de las mismas como un acto meramente protocolario, reiterativo y atemporal, reducido a la simple declaración de buenas intenciones y encaminado a la obtención de un servicio, hasta su valoración como principal vehículo de transmisión oral entre la monarquía y la opinión pública, representada en este caso por los integrantes de los distintos brazos concurrentes a Cortes.
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