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Resumen de Grupo de familia en un interior

Manuela B. Mena Marqués

  • La configuración de una tradición pictórica es un fenómeno de extraordinaria complejidad que, en el caso del retrato, ofrece notables dificultades. El arte contemporáneo ha introducido unos principios de libertad creadora que no existían en el pasado y que carecían de sentido en todo lo que al retrato se refiere. Peter Burke ha mostrado que el retrato monárquico no es tanto una representación más o menos verosímil de una persona concreta cuanto la creación de una figura institucional y simbólica. El retrato cortesano ha seguido los pasos de las pinturas que representaban al monarca y a su familia, y han planteado el mismo tipo de problemas. El género empieza a independizarse de esas "obligaciones" a partir del siglo XVIII y es en el siglo XIX cuando irrumpe el retrato burgués con toda su fuerza. Sin embargo, esta situación no es en modo alguno definitiva pues, a su vez, la pintura realizada en el siglo XX se perfilará con parámetros muy distintos a los anteriores y desarrollará modelos diferentes. La exposición sobre el retrato español que en estos momentos se despliega en el Museo del Prado es, sin duda, uno de los acontecimientos culturales del otoño. Junto a imágenes ya habituales en el propio Museo hay otras muchas que vuelven a España por vez primera (espectacular y desconocido, por ejemplo, el autorretrato de Picasso que cierra la muestra).Visitar estos días el Museo y caminar por su pasillo central puede producir una extraña sensación. Por obra y gracia de la exposición sobre el retrato español allí instalada, el espectador puede llegar a tener la sensación de ser un intruso que camina, indiscreto, ante los rostros y miradas de los protagonistas de nuestra Historia. El pasillo central, en efecto, se ha convertido por unos meses en una especie de gran galería donde reyes y nobles, monstruos y bufones, clérigos, niños y artistas nos observan sorprendidos mientras cuelgan, inmóviles, en las paredes del museo.

    La configuración de una tradición pictórica es un fenómeno de extraordinaria complejidad que, en el caso del retrato, ofrece notables dificultades. El arte contemporáneo ha introducido unos principios de libertad creadora que no existían en el pasado y que carecían de sentido en todo lo que al retrato se refiere. Peter Burke ha mostrado que el retrato monárquico no es tanto una representación más o menos verosímil de una persona concreta cuanto la creación de una figura institucional y simbólica. El retrato cortesano ha seguido los pasos de las pinturas que representaban al monarca y a su familia, y han planteado el mismo tipo de problemas. El género empieza a independizarse de esas "obligaciones" a partir del siglo XVIII y es en el siglo XIX cuando irrumpe el retrato burgués con toda su fuerza. Sin embargo, esta situación no es en modo alguno definitiva pues, a su vez, la pintura realizada en el siglo XX se perfilará con parámetros muy distintos a los anteriores y desarrollará modelos diferentes. La exposición sobre el retrato español que en estos momentos se despliega en el Museo del Prado es, sin duda, uno de los acontecimientos culturales del otoño. Junto a imágenes ya habituales en el propio Museo hay otras muchas que vuelven a España por vez primera (espectacular y desconocido, por ejemplo, el autorretrato de Picasso que cierra la muestra).Visitar estos días el Museo y caminar por su pasillo central puede producir una extraña sensación. Por obra y gracia de la exposición sobre el retrato español allí instalada, el espectador puede llegar a tener la sensación de ser un intruso que camina, indiscreto, ante los rostros y miradas de los protagonistas de nuestra Historia. El pasillo central, en efecto, se ha convertido por unos meses en una especie de gran galería donde reyes y nobles, monstruos y bufones, clérigos, niños y artistas nos observan sorprendidos mientras cuelgan, inmóviles, en las paredes del museo.


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