En la evolución de los acontecimientos históricos, culturales y existenciales se interroga el autor por el significado que se puede aplicar para la persona, no en su dimensión masculina, sino femenina. Ésta se concreta en una mujer que la ética teológica presenta como la Mujer Fuerte. La Teología moral contempla a María como la mujer a quien el mismo Dios Padre quiso honrar como a la verdadera Madre de su Hijo, a quien la historia recuerda como María de Nazaret, la antropología contempla como arquetipo femenino y de quien la cultura habla con admiración por su función de virgen y de madre. Dios no hubiera podido colocar en lugar más preferente a la mujer y a la madre.
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