Ayuda
Ir al contenido

Dialnet


Resumen de Africanistas y junteros: el ejército español en África y el Oficial José Enrique Varela Iglesias

Antonio Atienza Peñarrocha

  • Resumen de la Tesis: ¿Africanistas y Junteros. El Ejército español en África y el oficial José Enrique Varela Iglesias¿ La presente tesis intenta aclarar algunas cuestiones relativas a las divisiones internas en el Ejército en el período crítico de la Restauración, y durante la II República. Para ello, realiza un estudio sobre las actividades del Ejército español en las duras campañas de Marruecos a través de la biografía del que fuera uno de sus más destacados oficiales, José Enrique Varela Iglesias, que realizó la carrera de las armas desde simple soldado hasta general, ganando en su trayectoria dos veces la mayor condecoración española al valor, la Cruz Laureada de San Fernando. La hipótesis de trabajo, es que la división inicial entre ¿africanistas¿ y ¿junteros¿, basada en la diferente concepción de cómo debían ser recompensados los méritos de guerra, se desarrolla precisamente por el planteamiento de la guerra de Marruecos. Los avatares de estas campañas norteafricanas influyeron en esta división, agravándola a raíz del Desastre de Annual y la progresiva profesionalización del Ejército de África. Dicho Desastre, con su exigencia de responsabilidades, creó nuevas tensiones, que facilitarían la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera. Durante este nuevo régimen las tensiones en la familia militar se agravaron, y aún se exacerbaron más durante la II República por las reformas introducidas por el ministro de la Guerra, Manuel Azaña. En este último período, el Ejército se politiza intensamente, y al estallar la Guerra Civil, el Ejército no puede responder como un cuerpo unido, sino que se fragmenta, siendo esta ruptura interna uno de los factores importantes que ayudan a explicar la propia Guerra Civil. El elemento investigador principal, es el importante archivo personal del general Varela, que ayuda a explicar la gestación de estas divisiones, y las extremadas posturas que provocaron. Conclusiones 1.- Las divisiones del Ejército español. El Ejército español se dividió a lo largo de la primera parte del siglo XX por las siguientes razones: 1.- La discusión entre los partidarios de los ascensos por méritos o por elección, y los defensores del escalafón cerrado. Un sector del Ejército reivindicaba el escalafón cerrado porque era su tradición, y porque pensaba que evitaba el favoritismo. Por el contrario, otro sector defendía la escala abierta y los ascensos por méritos, como un medio de premiar a los soldados más capaces o más entregados, y evitar la burocratización. Esta discusión, cuyos orígenes se encuentran en las primeras campañas africanas, se agravó cuando las Juntas de Defensa, creadas en principio para exigir mejoras laborales y salariales, adoptaron la reivindicación de la supresión de los ascensos por méritos. De esta forma nació la división entre ¿junteros¿ y ¿africanistas¿. 2.- El debate de las responsabilidades de Annual: una parte del Ejército exigió que se depuraran las responsabilidades por el desastre de Annual, mientras que otra parte, por compañerismo o corporativismo, o porque pensaban que atañían en grado considerable al poder civil que no había dotado de medios suficientes a los militares para llevar a cabo la misión de ocupación y pacificación del Protectorado, optaban por silenciar dichas responsabilidades. Esta división fue mucho más difusa que la anterior 3.- La crisis militar no se cerró durante la Dictadura de Primo de Rivera, sino que se agravó. El Dictador optó por una política pendular hacia sus compañeros de armas: primero defendió el abandono del Protectorado pero después lanzó la ofensiva final en Marruecos; cerró el escalafón abierto, es decir, los ascensos por méritos de guerra, pero estableció los ascensos por elección, y quiso obligar a los artilleros a asumirlos, lo que provocó la aparición de la protesta y oposición de éstos; restableció la Academia General Militar, lo que fue entendido como una degradación de las Academias especiales de cada Arma; y persiguió a aquellos oficiales que manifestaron su oposición contra él, aunque se mostró muy clemente con los insubordinados. Un sector importante del Ejército se sintió engañado y le restó su apoyo, conspiró contra él, y se politizó hacia el republicanismo, o se inscribió en la Masonería. El Dictador no supo maniobrar frente a la oposición del Cuerpo de Artillería, ni supo llevar a cabo su proyectada reforma del Ejército 4.- La República tampoco liquidó las diferencias. Los políticos y los republicanos utilizaron al Ejército como un ariete para derribar a la dictadura y a la monarquía, sumergiéndolo de lleno en las intrigas políticas, lo que era un contrasentido en unas fuerzas que pretendían precisamente apartar al Ejército de las disputas políticas. La política reformista de Azaña estuvo mal ejecutada, y ahondó la división, porque se apoyó en un sector del Ejército, el ¿juntero¿, frente al otro; no supo hacer ¿tabula rasa¿ del pasado e inició procesos por responsabilidades que sembraron la inquietud entre muchos militares, de forma partidista, pues Sanjurjo no fue implicado; revisó a la baja los ascensos, creando un conflicto innecesario; practicó una justicia partidista, favoreciendo a los militares republicanos y enfrentándolos con sus compañeros; y dio protagonismo a los militares en las represiones obreras, con lo que reprodujo errores anteriores de la política nacional, al convertir al Ejército en instrumento de la política interior. El Ejército se politizó intensamente, muchos militares asumieron ideologías radicales y se convirtieron en instructores de milicias de partidos y sindicatos, con lo que a las diferencias anteriores, se unieron las derivadas de las ideologías políticas. Cuando la política se radicalizó, una parte del Ejército se sintió amenazado, mientras el otro se sintió llamado a la revolución. 5.- Estas divisiones acabaron fragmentando al Ejército, y cuando estalló la Guerra Civil, ambos bandos dispusieron de profesionales de la milicia preparados para dirigir la contienda. En uno de los dos bandos ¿el nacional-, los civiles cedieron todo el poder a los militares, que impusieron una unidad absoluta; mientras que en el otro ¿ el gubernamental o republicano-, el Ejército tuvo un protagonismo político menor frente a los partidos revolucionarios y los sindicatos, que no pudieron forjar una unidad semejante a la existente en el bando contrario. Sin embargo, es necesario subrayar la extraordinaria movilidad de los grupos en los que se dividió el Ejército. Es frecuente que militares de un sector pasen a otro contrario en función de los acontecimientos o de sus intereses. No se puede establecer un patrón de militar juntero-masón-republicano, ni de un militar africanista-religioso-monárquico. Muchos africanistas eran monárquicos porque gozaban del aprecio y de la estima ¿y del favor- del rey; otros se hicieron republicanos porque pensaron que Alfonso XIII no frenó o no depuso a Primo de Rivera, o todo lo contrario, porque pensaron que abandonó a Primo de Rivera. Durante la República, bastantes militares monárquicos que se habían distanciado del rey se reconciliaron con la idea de la monarquía, y otros republicanos se desengañaron del nuevo régimen. En el momento De máxima tensión, la Guerra Civil, muchos militares republicanos se inclinaron por la sublevación contra el Gobierno del Frente Popular, mientras otro 2.- Varela y los ascensos. La vida de Varela ejemplifica estos hechos. Varela era un oficial partidario de los ascensos por méritos de guerra. Ello le llevó a enfrentamientos con las Juntas, y a su conversión en uno de los líderes africanistas más destacados, además de la relevancia que adquirió por sus actos heroicos y su maestría en la táctica y el uso de tropas indígenas. Su biografía muestra que los ascensos, a partir de 1917, tras la protesta de las Juntas, no eran tan fáciles de conseguir, por el contrario, dependían de la aquiescencia de sus superiores y de la situación política del momento. También nos deja entrever su africanismo, el enfriamiento de sus sentimientos monárquicos, y su convicción de que el Gobierno Frentepopulista iba a ser rebasado por la revolución. El estudio de su archivo permite determinar las tensiones y recelos existentes entre diversas partes del Ejército. 3.- La complicada guerra de Marruecos. La guerra de Marruecos se convirtió en una contienda larga, a causa de la timidez de los Gobiernos españoles, que no querían intervenir de forma decisiva en el territorio coartados por las potencias europeas; que no podían desarrollar una campaña larga por la oposición de la buena parte de la sociedad española, manifestada en huelgas y protestas, como las que desencadenaron la Semana Trágica de Barcelona. Los Gobiernos, en consecuencia, no se atrevieron a realizar grandes reclutamientos ni grandes inversiones en material bélico. Además la rifeña era una sociedad atomizada e inadecuada para un sistema colonial como era el de Protectorado, que presupone la existencia de un Gobierno indígena preexistente. En la práctica, dicho Gobierno no existía, por lo que por un lado las autoridades españolas tenían las manos atadas por los Tratados internacionales para implantar un sistema colonial de ocupación plena, y por otro no tenían otra salida más que realizar dicha ocupación. La respuesta rifeña fue ambivalente. Un sector de la sociedad aceptó la presencia española como factor de modernidad y para medrar o aprovecharse del poder del ocupante español; otro sector rechazó la presencia europea, pero no por motivos nacionalistas o patrióticos, sino por factores religiosos y económicos. Por consiguiente, no se puede hablar de una lucha ¿por la independencia¿ más que a partir de la derrota de Annual, cuando en España algunas voces plantearon el abandono del Protectorado, y los líderes rifeños se envalentonaron. En todo caso, ese independentismo era minoritario y restringido al Rif, no se planteaba como nacionalismo marroquí. El Ejército se encontró con una guerra muy complicada, en un ambiente agreste, con un enemigo disperso, conocedor del terreno, practicante de la guerra irregular; y sobre todo, con escasez de medios y con falta de objetivos claros por parte del poder civil. Temiendo la protesta social, los Gobiernos de Madrid se resistieron a apoyar una política más agresiva y decisiva. A pesar de todo, el Ejército pudo desarrollar la guerra gracias al valor personal de oficiales y soldados; al uso de sistemas de guerra colonial ya probados por otros Ejércitos, como la creación de unidades indígenas y profesionales; a la adopción de material bélico moderno, como la aviación, los carros de combate o la guerra química. Sobre todo, el Ejército fue capaz de desarrollar sistemas pioneros de guerra moderna: bombardeos aéreos, desembarco anfibio y adopción de la guerra irregular como forma de enfrentarse al enemigo. Los oficiales españoles se mimetizaron con los rifeños: adoptaron su vestimenta, aprendieron su lengua, respetaron sus costumbres, y se ganaron su respeto. Hasta que punto triunfaron en este empeño de ganarse a la población indígena, lo revela la importante participación de ésta en la Guerra Civil. 4.- Un ejército subordinado al poder civil. A lo largo de este período, el Ejército español entra en la modernidad que supone su absoluta subordinación al poder político, evidenciada en que la carrera de un militar llega hasta la coronelía, y no el generalato: la entrada en la categoría superior de mando ya no es una cuestión de antigüedad, sino de confianza política. Durante el período estudiado, los jefes van comprendiendo que ser general no es un derecho, al que se accede por escalafón, sino que es un grado que depende de la voluntad política del Estado. En este sentido, los ¿junteros¿ aparecen como más reaccionarios, o más decimonónicos, al exigir ascender y ser generales por lo que consideraban un derecho, mientras que los ¿africanistas¿, surgen como más modernos, al ser partidarios de los ascensos por elección, basados en los méritos, la experiencia y los estudios. En este sentido, Varela, con su intensa carrera, es un ejemplo perfecto. Por otro lado, se ha de destacar que esta subordinación del poder militar al civil que supone el nombramiento directo de los generales, se produce sobre todo durante la Dictadura de Primo de Rivera. A pesar de todas sus dificultades, el Ejército entendía la necesidad de reformas. Por esta razón, la II República, a pesar de las reformas introducidas, no tuvo que enfrentarse a una insubordinación militar generalizada, como sí atravesaron la monarquía de Alfonso XIII, con la rebelión de las Juntas, y la Dictadura, con la insurrección artillera, que tuvieron prácticamente carácter de huelga. Las rebeliones que afrontó la República fueron débiles, con el rasgo de pronunciamientos. El Ejército, profundamente dividido, era más respetuoso con el poder civil, que lo que los dirigentes políticos estaban dispuestos a reconocer. La insurrección que abrió la Guerra Civil pudo haber sido abortada por el Gobierno, pero no lo fue, precisamente porque se deseaba aplastar de una forma más espectacular y decisiva; y si esta insurrección, con el asesinato de Calvo Sotelo, se hizo más fuerte, no fue lo suficiente como para tomar el poder. 5.- La división del Ejército, factor determinante de la Guerra Civil. El Ejército no es más que una prolongación de la sociedad, es ¿pueblo uniformado¿. Su división indica precisamente la que también dividía a la sociedad de su tiempo, entre los defensores de un modelo de Estado burocratizado, y los partidarios de una reforma constitucional y la transformación de España en una sociedad democrática. Es significativo que el movimiento de las Juntas-defensores de la escala cerrada, identificado como más progresista por los líderes de la II República, fuera precisamente más levantisco e insubordinado que el africanismo, cuyo rasgo de máxima rebeldía hasta la Guerra Civil fue el incidente de Ben Tieb, y que sin embargo acató todas las normas emanadas en su contra durante la Dictadura y la República. Por consiguiente, las divisiones en el Ejército han sido mal analizadas. No obstante, es conveniente subrayar la importancia que esta división en la familia militar acarreó en la sociedad de su época: aumentó la inestabilidad política, e impulsó al Ejército al primer plano de la vida nacional. Es aventurado decir, como afirmó Ricardo de la Cierva, ¿Que cuando en España en Ejército está unido no hay guerra civil posible y que sólo cuando se desune puede haberla¿2411; en todo caso, la 2411 Vizcaíno Casas, F., Mis audiencias con Franco y otras entrevistas, Sedmay, Madrid, 1976, p. 246. La frase fue dicha en una entrevista, al preguntársele cual era la principal lección histórica de la Guerra Civil. desunión militar fue un factor desestabilizador de la sociedad que contribuyó, junto a muchos otros elementos, en el desencadenamiento de la tragedia de 1936


Fundación Dialnet

Dialnet Plus

  • Más información sobre Dialnet Plus