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Resumen de Constantia et fortitudine: La corte de Carlos III y el gobierno de Italia, 1706-1714

Roberto Quirós Rosado

  • La guerra de Sucesión española constituye uno de los periodos cruciales en el devenir histórico de los sistemas políticos de la Edad Moderna. La muerte sin descendencia de Carlos II de España, el último representante de la rama madrileña de la casa de Austria, y la cesión de su herencia al duque de Anjou, nieto del monarca francés Luis XIV y que tomaría la "maiestas" con el nombre de Felipe V, acabaron produciendo un conflicto a escala planetaria al postularse como soberano alternativo el segundogénito del emperador Leopoldo I de Habsburgo: el archiduque Carlos.

    La figura del príncipe austriaco, Carlos III de España para sus sostenedores, desde las poblaciones de la corona de Aragón hasta el propio papa Clemente XI, ha sido objeto de diversos estudios monográficos. Asimismo, el impacto bélico en la península Ibérica y en la alta diplomacia europea ha vivido en las décadas recientes un reseñable impulso en el ámbito académico. Sin embargo, dos de los epicentros de su poder político, el reino de Nápoles y el Estado de Milán, han quedado oscurecidos para la historiografía. Con tales premisas, en las siguientes páginas se indagará en los aspectos constitutivos del dominio carolino sobre la Italia austriaca. El análisis de las prácticas gubernativas del Habsburgo en la península transalpina bajo su directa o teórica jurisdicción permitirá replantear los orígenes y los métodos de gestión regios, antes y después de la elevación del soberano al Imperio (1711). Dicho fenómeno coincidiría en el tiempo con los grandes procesos de construcción de monarquías ejecutivas, eminentemente las borbónicas de Versalles y Madrid, o la propia vienesa con el mencionado césar Leopoldo y su inmediato sucesor, José I.

    La tesis se estructura a partir de cinco apartados temáticos con estrecha vinculación interna. A través de los diversos elementos estudiados se pretende ahondar en la compleja realidad del "Stato" lombardo y del "Reame" napolitano, así como en la evolución del gobierno cortesano del monarca austriaco a lo largo de la guerra sucesoria y tras las paces de 1713 y 1714. Redes de poder, espacios ministeriales y gobierno áulico entre las cortes de Barcelona y Viena abarcan el primer bloque. El segundo engloba los procesos de captación de las elites de los diferentes territorios dominados por los Habsburgo en Italia, así como de aquellas parentelas satélites del poder de la Augustísima Casa, merced a una consciente "economía del honor". El regalismo del rey Carlos, en su más amplia acepción, permite profundizar en la concepción económica de la Iglesia radicada en Milán y Nápoles y su vinculación a negociados diplomáticos de tinte confesional en Centroeuropa. Un cuarto ámbito de análisis toma como sujeto de estudio a los españoles insertos en los ministerios provinciales (magistraturas, secretarías de gobierno, administración de provincias y visitas judiciales) y articuladores de las medidas ejecutivas implantadas desde las cortes carolinas hacia Italia. Cierra la tesis un apartado específico sobre la representatividad diplomática de las elites napolitanas y lombardas ante el monarca, mostrándose como el fiel de una balanza de equilibrios entre privilegios seculares de los territorios y prácticas autoritarias de la monarquía.

    Para llevar a cabo dicha indagación, ha primado el uso de los recursos historiográfico-metodológicos ofrecidos por la Nueva Historia Política a través de mecanismos de interpretación que se han articulado en torno a ejes complementarios. Los estudios sobre la Corte, provenientes de la escuela de "Europa delle Corti" y desarrollados con enorme impulso en el ámbito académico español durante los últimos lustros, permiten aproximarse al espacio físico e identitario de las monarquías modernas: cultura política e imaginario del poder, el servicio al soberano en el "aula regia" o el "palatium", las esferas áulicas como centros de redistribución de las mercedes y de proyección de carreras políticas, sociales y económicas, y las interferencias entre las tardías privanzas con la génesis de modelos administrativos de nuevo cuño. En este sentido, la Historia Institucional, tras la renovación de gran parte de sus postulados estatalistas de mediados del siglo XX, permite conocer la coexistencia de instrumentos de gestión política (consejos, juntas, secretarías) de larga trayectoria en la monarquía de los Austrias y del propio Felipe V con los medios cortesano-palatinos en el proceso de gestación de prácticas ejecutivas, cuyas consecuencias a medio-largo plazo supondrían el nacimiento de los estados burocráticos en la transición entre la Modernidad y la Edad Contemporánea. El análisis de redes sociopolíticas, de marcado desarrollo en centros académicos españoles y franceses desde finales de la pasada centuria, se imbrica de forma decidida en los precedentes campos de estudio historiográfico. La apuesta por la profundización en los caracteres prosopográficos de los artífices del gobierno carolino en Italia y la propia corte soberana de Barcelona y Viena, ha permitido reconstruir con alto grado de fiabilidad los planos familiares y clientelares del ministerio y las casas reales de Carlos III, evocando las continuidades y las metamorfosis de su monarquía respecto a los reinados precedentes, así como la distribución espacial de la iurisdictio delegada del monarca por sus reinos y señoríos. En estrecha vinculación con dichas realidades sociales, el impacto de la venalidad y la economía de la gracia han merecido un tratamiento particular, dada su relevancia en los procesos de consolidación de una corona "sui generis" como la que el soberano Habsburgo fungiese durante el conflicto sucesorio. Por último, la recuperación del gobierno de Corte del rey-emperador no hubiera sido posible sin una atención detallada a la Historia Diplomática. Sus fuentes documentales e idiosincrasia jurídica favorecen la presente labor desde dos ópticas, en constante desarrollo en la historiografía más reciente: el estudio de las legaciones provinciales a la corte de su señor natural y, a la par, los perfiles diplomáticos de ministros y cortesanos que conjugarían en sus personas el servicio a diversos príncipes, siendo actores y comentadores de la gobernanza carolina.

    Sólo mediante una acrisolada visión de la corte de Carlos III (o VI) de Austria, Italia se mostrará como un ámbito de indudable preeminencia en los procesos de transformación de las monarquías, de la diplomacia, la confesión católica y la guerra de los albores del siglo XVIII. En sí, se pretende constituir un modelo que permita comprender las praxis ejecutivas iniciadas a finales del Seiscientos y que cristalizarían décadas más tarde, una vez finalizados los conflictos sucesorios de las coronas centroeuropeas.


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