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Las materias colorantes utilizadas en la época romana, a través de los textos clásicos: los pigmentos minerales

  • Autores: María Arjonilla-Álvarez
  • Directores de la Tesis: Juan Francisco Cárceles Pascual (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 1993
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 385
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Francisco Arquillo Torres (presid.), Manuel Gómez Rivero (secret.), Jaime Gil Arévalo (voc.), Manuel Huertas Torrejón (voc.), Manuel de la Colina Botello (voc.)
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: Idus
  • Resumen
    • "Hay que confesar que nuestros ancestros no pudieron hacer nada más sabio, ni más útil que poner por escrito sus buenas invenciones. Ya que son éstas las que se han conservado en la memoria; y ocurre que cada siglo, añadiendo alguna cosa a los conocimientos de los siglos precedentes, las artes y las ciencias legaron a la perfección con que las vemos ahora.". Los tratados antiguos han suscitado interés de forma constante, a través de la historia, en cada época y en cada cultura. Este hecho viene demostrado, ya desde el período clásico, por las numerosas referencias realizadas en las obras literarias griegas y romanas sobre autores precedentes; y a partir de entonces, y sobre todo desde la Edad Media, por las numerosas copias manuscritas que se conservan. Copias que han servido para transmitir de generación en generación, estudios que de otra forma se habrían perdido. La recopilación del saber antiguo es una de las metas impuestas para el progreso del conocimiento. Aristóteles fue ya consciente de este hecho al organizar la primera gran Biblioteca de Europa, en el centro del saber que él mismo fundaría en Atenas, el Liceo (s. IV y V a. de C.). Sus discípulos, de forma paralela a la investigación filosófica o científica, fueron encargados de la sistematización y organización de los conocimientos adquiridos desde la antigüedad. Así se formó la base de otras bibliotecas, como fueron las de Pérgamo o la de Alejandría. En este último enclave floreció la que fuera mayor biblioteca del mundo, la del Museo, fundada por un sucesor del Liceo, Estratón, bajo la dinastía de los Ptolomeo, y con el respaldo del gobierno griego y más tarde romano. Se considera que sus fondos sobrepasaban el medio millón de volúmenes, que eran traducidos, estudiados, y corregidos por las personalidades más relevantes de la filosofía y las ciencias. Los mejores pensadores y científicos de la época salieron de este centro. Los progresos alcanzados en el período oscilante entre los siglos IV y III a. de C., no serían superados hasta la Edad Media. Los conocimientos técnicos relativos a los procedimientos artísticos, como ocurría con otras especialidades y ciencias aplicadas, ocupan una pequeña proporción en la transmisión del saber antiguo. Tradicionalmente, la escritura, como privilegio monopolizado por las clases dominantes, estuvo al servicio de un reducido número de ciencias, imprescindibles para el gobierno y desarrollo económico de una nación, como eran la astrología, la medicina, la astronomía, etc. La baja consideración social del artista, se debía al desprecio de los trabajos manuales. Durante la época griega, la doctrina difundida por Platón, seguiría negando cualquier tipo de privilegio a la clase artesana en la cual se incluían a todos los artistas cualquiera que fuese su especialidad. En términos generales, podemos observar a lo largo de la historia de las artes, cómo los procedimientos técnicos han sido transmitidos en círculos cerrados, por vía oral y de maestro a discípulo. El enigmático clima que envuelve estos procedimientos llega a guardar estrecha relación con otra ciencia antigua, la alquimia, con la cual comparte además infinidad de materias. La transmisión de los conocimientos técnicos fue, pues, predominantemente oral: Los gremio hicieron posible la conservación y desarrollo de las técnicas, así como la experimentación de nuevos métodos de aprovechamiento material. "La recogida de fórmulas técnicas y secretos industriales, debió existir desde la más alta antigüedad, entre los pueblos que habían adquirido una cierta suma de conocimientos en el dominio de las artes. Así, entre otros, los artesanos de Egipto o de la antigua Caldea, los de Fenicia o Siria, que llegaron a un alto grado de perfección en las diversas ramas del arte industrial, orfebrería, cristalería, esmaltes, fundición de metales, tejido, tintorería, etc., desde muy pronto tuvieron que reunir y agrupar sistemáticamente, los cariados conocimientos de orden técnico de los que disponían.


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