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El hospital del Espíritu Santo de Sevilla: (1587-1837)

  • Autores: Consolación Martínez García
  • Directores de la Tesis: María Teresa López Díaz (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 1993
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 334
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Elisa Marhuenda Requena (presid.), Ana María Carmona (secret.), María del Carmen Francés Causapé (voc.), Guillermina López Andújar (voc.), José Antonio Pérez Romero (voc.)
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: Idus
  • Resumen
    • La Historia de la Farmacia hispalense, tanto profesional como científica, ha sido una materia que hasta la creación de la Facultad de Farmacia estuvo �salvo honrosas excepciones- muy abandonada en nuestra ciudad. La restauración de los estudios de Farmacia en Sevilla, con la consiguiente actividad académica de esta Facultad, ha contribuido favorablemente a la reiniciación estructurada de trabajos encaminados a la justa comprensión y posible reconstrucción histórica de la Farmacia sevillana.

      El trabajo que hoy presentamos, titulado �El Hospital del Espíritu Santo de Sevilla (1587 � 1837)�, se encuadra dentro de la línea de investigación Historia Socio-sanitaria de Sevilla en la Edad Moderna y la trayectoria seguida por la farmacia hospitalaria, que desde hace algunos años se viene desarrollando en el Departamento de Ciencias Socio-Sanitarias 8Historia de la Farmacia y Legislación Farmacéutica) y que desde el año 1991 se encuentra incluida en el Plan Andaluz de Investigación promovido por la Junta de Andalucía.

      Para comprender la evolución de la historia socio-sanitaria y la trayectoria seguida por las farmacias hospitalarias, es imprescindible conocer el entramado asistencias y sanitario con el que contó nuestra ciudad desde la Reconquista.

      Los primitivos hospitales sevillanos están relacionados, al igual que en otras ciudades, con los gremios artesanales y las cofradías y hermandades que comenzaron a crearse tras la conquista de Sevilla por Fernando III el Santo. Los gremios solían tener aneja una cofradía o hermandad por el destacado carácter religiosos de sus componentes. Dichas cofradías eran elementos muy atractivos dentro de su contexto social, realizando gran número de actos cívico-profesionales �elaboración de ordenanza, realización de exámenes, etc.- y cívico-religiosos �celebraciones religiosas y devocionales, misas, etc.-. Otra de sus facetas era de la de asumir el papel de montepío al auxiliar a los agremiados y sus familiares en caso de accidente o enfermedad, sufragando los funerales de los que fallecían y socorriendo a las viudas e hijos, aunque no actuaban como centros de beneficencia pública ni solían ofrecer asistencia sanitaria.

      El proceso de fundación de hospitales continuaría a lo largo de casi dos siglos y medio, llegándose a contabilizar en el siglo XVI alrededor de cien establecimientos hospitalarios.

      El progresivo aumento de establecimientos hospitalarios en esta última centuria fue producto de la situación social creada a raíz del descubrimiento de América. Sevilla presenta durante el siglo XVI un marcado contraste entre las grandes riquezas que circularon por la ciudad, como consecuencia del comercio transatlántico, y el vasto sector de población necesitada. La miseria y con ella la mendicidad fue una característica general de la centuria.

      La situación del siglo anterior �entre el 75 y 80% de la población sevillana durante la Baja Edad Media era pobre- continuó, no obstante el incremento de la actividad económica en la ciudad a partir de 1503. El alza de los precios, la carestía de la vida y las fluctuaciones climatológicas, con las consiguientes catástrofes y calamidades endémicas, fueron agravantes que contribuyeron a que se acrecentase incluso aquella población miserable y desposeída que ya de por sí moraba en la ciudad, además de la que por añadidura apareció abundantemente por el magnífico reclamo que presentaba, por contraste, la fama de la riqueza y caridad hispalense.

      Las hambrunas que padeció la ciudad durante esta centuria, como consecuencia de los años de sequía, malas cosechas y plagas de langostas, facilitaron la propensión de algunas enfermedades y en general la letalidad de muchas de ellas. Hambre y enfermedad se convertían en vocablos sinónimos. Las frecuentes sequías y hambres vinieron acompañadas de diversas afecciones epidémicas, siendo las dolencias pestilenciales las más terribles de todas las padecidas.

      La peste, que castigaría duramente a la Península durante todo el siglo XVI dominando el escenario de la mortalidad catastrófica, visita Sevilla entre 1505 y 1510. Después del respiro habido entre de 1510-1520, la ciudad sufre de nuevo el castigo pestífero durante el cuatrienio de 1520 a 1524. A partir de 1524 la enfermedad aflora intermitentemente en cada década, salvo en el del 70, cerrándose el siglo con la padecida durante cuatro años consecutivos -1599-1601-, la más importante de todas las que había afectado a la ciudad.

      Aunque la peste fue, sin lugar a dudas, la más terrible de las afecciones padecidas, a lo largo de la centuria se manifestaron también otras pestilencias con carácter más o menos violento: tifus o tabardillo, una de las enfermedades �nuevas�, paludismo, el mal denominado catarro, afecciones gripales, viruelas, sífilis, otra de las denominadas enfermedades �nuevas� que hizo por estos años grandes estragos en nuestra ciudad.

      Para remediar tanta miseria y enfermedades, la iniciativa eclesiástica por un lado, y la estatal y particular por otro, iban a dar vida a centenares de instituciones benéficas. Indudablemente esta asistencia fue terreno abonado donde manifestarse una mentalidad colectiva desarrollada ya en la sociedad medieval y que persistió hasta concluir la época moderna. Entre los variados factores que confluyeron en la formación de esta mentalidad que dio vida al sistema de hospitalidad pública propio del Antiguo Régimen, habría que destacar la estrecha unión entre lo espiritual y lo secular, típica de la baja Edad Media, que algunos autores definen hoy como �cristianismo sociológico�.

      La atmósfera hospitalaria que se había formado en torno a la beneficencia queda recogida, entre otros, por el bachiller Peraza quién escribe en su Historia de la mobilissima e imperial ciudad de Sevilla hacia 1538 �Es por cierto el número mui grande de los hospitales de Sevilla; porque no haciendo perjuicio a nadie, no hay tierra en muchas partes de tanta caridad: demuestánlo a la clara el excesivo número de pobres que cada día entran en ella quasi de todas partes del mundo� y así mismo dan dello testimonio ciento y tantos sevillanos hospitalesen los quales a todos estos pobres cada día se les hace muy largo bien�.

      Esta cifra, sin embargo, no debe llevar a engaño interpretando que la ciudad contaba con grandes y auténticos hospitales, pues es sabido que el concepto antiguo de hospitalidad pública discurría por unos cauces más amplios que el correspondiente al actual. Los hospitales eran centros de beneficencia en sentido amplio, y la mayoría de ellos eran de reducida capacidad y no solían dar asistencia médico-sanitaria, sino más bien desarrollaban otro tipo de prestaciones benéfico-asistenciales. Había, sin embargo, algunos hospitales que podríamos denominar terapéuticos, que bajo el punto de vista sanitario son los únicos que pueden considerarse como verdaderos hospitales, ya que aunque eran instituciones asistenciales de tipo benéfico, contaban con la organización médica proporcionando a la población asistencia médico-sanitaria.

      La mayoría de estos hospitales presentaban ya a finales del siglo XVI evidentes síntomas de decadencia, por lo que se planteó la reducción de los mismos. Reducción que después de numerosas vicisitudes, pudo ser llevada a cabo, finalmente, por el Cardenal D. Rodrigo de Castro en el año 1587.

      La renovada mentalidad y actitud social frente a la pobreza, la nueva formación estatal y una serie de factores que aparecieron con la crisis renacentista propulsaron esta reducción. La reducción no se planteó en función de la pobreza y mendicidad, sino en orden a racionalizar y unificar el sistema hospitalario para mejor aprovechamiento de los recursos existentes. Sin perder el carácter benéfico y religioso que hasta entonces había tenido la institución hospitalaria, se pretendió darle una proyección pragmática: un carácter más sanitario y social propio de los tiempos modernos.

      En total se redujeron 75 hospitales, refundidos en dos: el del Amor de Dios, dedicado a la curación de las fiebres, y el del Espíritu Santo que se dedicaría a la curación de bubas, llagas y males contagiosos derivados de dicha enfermedad. Quedaron exentos de la reducción aquellos establecimientos, denominados mayores a los que se consideró con rentas suficientes para poder presar una hospitalidad adecuada. El resultado de esta reducción fue un conjunto formado por establecimientos especializados en determinado tipo de asistencia benéfico-social o de asistencia sanitaria. Será en estos últimos donde se ubica el Hospital del Espíritu Santo objeto de nuestro estudio.

      La investigación que hemos llevado a cabo sobre el Hospital del Espíritu Santo, aunque tiene como objetivo más directo el estudio sanitario del hospital, incide también en ese afán por penetrar en el conocimiento de mecanismos concretos de actuación social vigentes en épocas anteriores. En este sentido, los archivos hospitalarios son, como bien señala Domínguez Ortiz, una verdadera mina de historia social, pues a través de los marginados y del trato que reciben pueden atisbarse el entramado de la sociedad entera.

      La documentación básica utilizada para la elaboración de este trabajo son los libros y legajos que sobre el Hospital del Espíritu Santo se conservan en el Archivo Histórico de la Diputación Provincial de Sevilla cuidadosamente catalogado:

      -Legajo 2-C: Libro de Estatutos y Constituciones del Hospital (1590), Libros de inventario de bienes muebles, Cuaderno para el gobierno de la Secretaría del Hospital (1759-1763).

      - Legajo 14: Títulos y escrituras varias a favor del Hospital del Espíritu Santo, Escritura de Fundación de la Hospitalidad de Tísicas, y plano del hospital.

      - Legajos 61, 61-bis y 210: Documentos sueltos, cartas varias, peticiones, oficios varios de la Junta de Beneficencia y otras comunicaciones al Hospital.

      - Legajos 62-69: Libros de cuentas de mayordomos y administradores (1593-1788).

      - Legajos 77-83: Libros de claverías (1733-1837).

      - Legajos 111-133: Cuadernos mensuales de gastos diarios (1733-1837).

      - Legajo 148: Libros de salarios (A partir de 16509.

      - Legajo 149: Gastos de pleitos y de botica (1736-1753 y 1789-1820).

      - Legajo 150: Libranceros de compras (9 libros: 1622, 1655-1670, 1651-?, 1671-1672, 1673-1675, 1675-1685, 1686-1735, 1736-1773 y 1774-1827).

      - Legajos 152-182: Justificantes de gastos varios (1617-1837).

      - Legajo 183: Cartas de pago de contribución para subsistencia del ejército (1805-1812).

      - Legajos 185-200: Libros de entrada y salida de enfermos (1675-1837).

      - Legajos 203-208: Libros de entrada y salida de enfermas (1663-1837).

      - Legajo 209: Libro de entrada y salida de tísicas (1698-1817).

      Aunque en la documentación conservada existen abundantes lagunas, como ocurre con frecuencia en este tipo de documentación, la riqueza de los datos aportados por la misma nos permiten, no obstante, dar una visión bastante completa de la organización y asistencia sanitaria del hospital. El trabajo se inicia dando una visión general de los aspectos relacionados con la fundación del mismo y su organización administrativa, económica y financiera. Estos tres últimos aspectos aunque han sido y son objeto de otros trabajos que intentan abordar el tema desde una perspectiva histórica de carácter general, han sido aquí estudiados en la medida que afectan directamente a la organización y evolución sanitaria del hospital.

      A continuación se abordan ya los aspectos propiamente sanitarios: atención médica y quirúrgica prestada a los sifilíticos, objeto fundamental del centro, y a las enfermas tísicas, cuya hospitalidad se incorporó a este establecimiento a partir del año 1700; número de enfermos acogidos en el hospital; tipo y calidad de la asistencia farmacéutica que se desarrollaba en el mismo; preparación científica y profesional de los facultativos que allí trabajaban; novedades terapéuticas que se introdujeron en el tratamiento de los enfermos, etc.

      Es de resaltar la práctica ausencia en la documentación cotejada de datos de carácter propiamente farmacéuticos, ausencia que ha sido suplida a través de la obtención de la información indirecta por medio de la propia documentación administrativa del hospital. Para el siglo XVII, los memoriales de drogas y medicamentos presentados para su cobro, libranzas sueltas, libranceros, gastos mensuales de despensa, donde además del de botica se incluyen el gasto ordinario �referido a alimentación de enfermos y ministros-, el gasto extraordinario �loza, ropas y, veces, algunos productos medicinales sueltos- y el de lavado. Para los siglos XVIII y XIX, los cuadernos de gastos diarios, libros de cuentas, libranceros y libranzas sueltas y libros de claverías, así como algunas recetas sueltas.

      En la documentación consultada aparecen algunas noticas de medicamentos de elaboración extrahospitalaria que, para consumo de los ministros y enfermos, eran adquiridos en establecimientos privados. Las relaciones de estos medicamentos consumidos durante el año, debidamente tasados por el boticario que los elaboró, eran conocidos en la terminología del hospital como botica de fuera. Este interesante material constituye una excelente fuente informativa sobre las boticas privadas sevillanas y, en general, sobre el nivel de conocimientos medicamentosos de los profesionales de la época.

      Por lo que respecta a las informaciones referidas a la preparación científica y profesional de los facultativos que trabajaron en el hospital, así como la referida a las novedades terapéuticas introducidas, aunque son escasas también en la documentación que se conserva del hospital, se ha podido completar con los datos aportados por la fuentes documentales conservadas en la Academia de Medicina de Sevilla que hacen referencia a la labor científica de alguno de los facultativos que trabajaron en el hospital. Las disertaciones pronunciadas por éstos en la Regia Sociedad nos sirven, así mismo, para establecer la evolución de la terapéutica empleada contra la sífilis. En este punto habría que resaltar la importante contribución de los médicos sevillanos de finales del siglo XVII y principios del XVIII a la introducción en nuestro país de las nuevas ideas científicas de carácter renovador que estaban ya plenamente aceptadas en Europa. Con ello la clase médica sevillana volvía a retomar el protagonismo que en el siglo XVI había tenido con médicos de la categoría de Monardes, Tovar, etc., que dieron a conocer y defendieron el empleo de los nuevos productos procedentes de América.

      Las propiedades medicinales de los medicamentos y sustancias medicamentosas empleados en la terapéutica contra la sífilis, así como sus indicaciones, composición y administración, han sido establecidas de acuerdo con lo indicado en la documentación procedente del hospital y sobre todo con lo señalado en la bibliografía de la época específica sobre esta materia: las farmacopeas oficiales que rigieron en el período examinado: primera, segunda y tercera edición de la Farmacopea Matritensis (1739, 1762 y 1769) y las cuatro ediciones de la Farmacopea Hispana (1794, 1797, 1803 y 1817); farmacopeas no oficiales: Pharmacopea Universa (1622) de Joan Castelo; Pharmacopea Blaensi (1634); Palestra Pharmaceutica (1706) de Félix Palacios; y Pharmacopoeia Extemporanea (1717) de Thomas Fuller; tratados antiguos de Materia Médica y Materia Farmacéutica y diversa bibliografía que sobre estos temas se conserva en las siguientes bibliotecas sevillanas: Biblioteca de la Diputación Provincial, Real Academia de Medicina, Biblioteca Universitaria, Biblioteca de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Biblioteca Municipal del Colegio de Farmacéuticos.


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