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Resumen de Epigrafía y organización social en la región celtibérica: los grupos de parentesco

Manuel Ramírez Sánchez

  • El presente estudio se centra en la aportación de la epigrafía para el estudio de la organización social en la región celtibérica. Se apoya en un análisis pormenorizado de los grupos de parentesco registrados en la epigrafía indígena y latina, complementado con un exhaustivo estudio onomástico de los genitivos de plural y genitivos de singular en -o, en el que hemos registrado todas las correspondencias, tanto seguras como probables, de estos nombres de unidades organizativas indígenas en la epigrafía hispánica. El principal objetivo del presente trabajo es el estudio sistemático de todas las inscripciones que incluyen algún nombre de unidad organizativa indígena para poder analizar, con el mayor rigor posible, cuál era el papel del parentesco en la organización social de los celtíberos. La propia naturaleza de las inscripciones y su carácter heterogéneo unido a la cronología dispar del material, hacía necesario que el método de trabajo a seguir fuera lo más riguroso posible, con el fin de garantizar que los resultados de la investigación fuesen certeros. Nuestra investigación se apoya en el análisis exhaustivo de la epigrafía, tanto latina como celtibérica, y de la onomástica, como único medio disponible para conocer cuál era el papel del parentesco en la sociedad celtibérica.

    En el propio título de este trabajo se especifica claramente cuál es el marco geográfico en el que se inscribe nuestra investigación: Epigrafía y organización social en la región celtibérica: los grupos de parentesco. A simple vista el título puede parecer extraño a algunos especialistas, pero preferimos el término de "región celtibérica" porque nos parece más acorde a nuestro objetivos que otras expresiones más comunes en la bibliografía actual, como "Celtiberia" a secas. Además, el título escogido se nos antoja menos problemático que un título más "clásico" como Epigrafía y organización social en los pueblos celtibéricos, o simplemente... en los celtíberos. Aunque resulte ocioso decirlo, el título que hemos escogido para el presente trabajo no es, en modo alguno caprichoso, y hemos preferido la expresión "región celtibérica". Además, la delmitación geográfica de nuestro estudio ha venido impuesta por lo que los linguistas, especialmente M. L. Albertos y J. Untermann, han definido como "región celtibérica", a paritr de la información que suministra la onomástica infígena peninsular. Si hubiéramos empleado el término de "pueblos celtibéricos" en nuestro título, ello nos habría llevado a discutir aquí la justificación del título, lo que significaría que nos veríamos obligados a explicar qué entendemos nosotros por "pueblos celtibéricos", algo que, debido a la variedad de las fuentes consultadas (epigrafía celtibérica y latina) y su propia cronología (que va desde fines del siglo II a. C. hasta el siglo III d. C), nos habría obligado a extendernos en exceso sobre esta cuestión.

    Conclusiones:

    Uno de los aspectos en los que más hemos profundizado en nuestra investigación ha sido en el estudio de las fórmulas onomásticas, asunto éste sobre el que ya se habían ocupado otros autores antes que nosotros pero que, a la luz de los nuevos testimonios epigráficos y, fundamentalmente, a partir de algunas de las interpretaciones que hemos definido en este trabajo, merecía una puesta al día. El resultado ha sido uno de los apartados más extensos de este estudio, en el que hemos propuesto una nueva clasificación de las diversas fórmulas onomásticas que incluyen algún grupo de parentesco. Sin embargo, a diferencia de algunas clasificaciones defendidas por otros autores, nuestra propuesta se apoya en las diferencias que aportan las inscripciones, pero no sólo a partir de la distinción que representan las inscripciones celtibéricas y latinas en razón de su propia cronología y/o sistema de escritura empleado, sino también por el tipo de soporte epigráfico en el que estos NNF se inscriben y, lo que es más importante, las diversas variantes empleadas en la denominación de estos grupos de parentesco. En síntesis, la clasifacación de los diversos tipos de fórmulas onomásticas que incluyen algún NF, expuesta en este estudio, ha intentado ir más allá de la mera distinción entre epigrafía celtibérica y epigrafía latina y, dentro de esta última, ha intentado distinguir entre las fórmulas más "tradicionales" y las más romanizadas.

    En efecto, según la clasificación que hemos propuesto, no deben continuar equiparándose bajo una misma denominación genérica de "nombre individual seguido del grupo de parentesco" (NP + NF) ejemplos tan dispares como el de un simple nombre individual seguido del correspondiente genitivo de plural, como por ejemplo Guandos Cotiriqum (A.77) y el de un individuo con trianomina que incluye en su fórmula onomástica la mención del grupo de parentesco, como sucede con el ejemplo de L(ucius) Val(erius) Silo Letondig(um) (A.21). Se trata, en los dos ejemplos citados, de dos NNF que aparecen insertos junto a un nombre individual, sin embargo, el contexto onomástico obliga a distinguir entre un simple NP (Guandos) y un nombre personal claramente inserto dentro de los formularios romanos: PN + GT + CG.

    Tras analizar minucionsamente la epigrafía latina de la región celtibérica, consideramos que la debatida cuestión de los genitivos de plural en -om/-on frente a los genitivos de plural en -um/-un no es válida para explicar las diferencias linguisticas entre arévacos y pelendones por dos razones fundamentales: la primera de ellas se apoya en los evidentes problemas cronológicos que supone utilizar la epigrafía latina de la zona, cuya cronología no va más atrás del siglo I d. C., para intentar explicar las diferencias linguisticas entre dos pueblos prerromanos, utilizando aquí el término en el sentido cronológico del mismo; en segundo lugar, el debate de la dualidad debe descartarse como tal ya que, a partir de una minuciosa revisión de los supuestos testimonios de genitivos de plural en -om/-on, consideramos que éstos deben reducirse a media docena de ejemplos seguros. El resto de los supuestos genitivos de plural en -om/on que aparecen registrados como tales en la mayoría de los catálogos epigráficos creemos que, a partir del análisis del contexto onomástico y del tipo de fórmula onomástica en el que éstos se insertan, deben descartarse como tales. Dicho en otras palabras, proponemos descartar que la mayoría de los supuestos genitivos de plural en -om/on lo sean en realidad. Como se ha explicado con detalle en nuestro trabajo, estos testimonios epigráficos deben leerse como antropónimos con sufijo -co- declinados en nominativo en -o, como Stennico, o en dativo singular de un tema en -us, como por ejemplo Ligiricus, antes que como supuestos genitivos de plural en -om/on. Sin embargo, y aquí consideramos que radica una de las contribuciones más interesantes de nuestra investigación, estos antropónimos con sufijo -co- que, según nuestra lectura, no están declinados en genitivo de plural en -om/on, deben continuar identificándose cono nombres de unidades organizativas indígenas aunque declinados en un caso distinto del habitual genitivo de plural.

    A partir del estudio de las menciones de NNF registradas en la epigrafía latina y, fundamentalmente, a partir del exhaustivo análisis de todas las correspondencias (tanto seguras como probables) de estos grupos de parentesco en la onomástica indígena de la Península Ibérica, creemos que se puede defender la hipótesis de que algunos NNF fueron incorporándose en la onomástica romana a través de la transformación de los habituales genitivos de plural (en um/un y en -om/on) en antropónimos que aparecen declinados en otro caso distinto del genitivo. La mayoría de estos antropónimos se identifican con relativa facilidad al estar declinados a partir de NNP breves mediante el habitual sufijo -co- en cualquiera de sus variantes (por lo tanto son, morfológicamente, idénticos a los tradiciones NNF expresados en genitivo de plural), pero aparecen en un contexto onomástico distinto, generalmente en posición de CG en la fórmula onomástica, aunque hemos encontrado algunos ejemplos, ciertamente escasos, de antropónimos de este tipo que aparecen en posición de NP, sobre todo en contextos escasamente romanizados. En estos ejemplos en los que encontramos antropónimos con sufijo -co- en posición de NP y aislados de cualquier otro elemento, reconocemos los problemas que existen para identificarlos como NF a partir de la argumentación que hemos defendido en nuestro trabajo. No obstante, debido a que sólo hemos encontrado en la región celtibérica escasos testimonios de este tipo (por ejemplo, B.50), los hemos considerado como NNF, aunque no dejamos de señalar aquí los problemas que pueden plantear estos ejemplos.


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