La hiperhidrosis se define como la producción de más sudor del necesario para su función termorreguladora, siendo clínicamente perceptible, imprevisible e involuntaria, afectando negativamente a la calidad de vida de los pacientes, interfiriendo en su vida social, educativa, laboral y familiar.
Aparece en las primeras etapas de la vida, afectando tanto a niños como a adultos, siendo frecuente la existencia de antecedentes familiares. Se clasifica según la etiología en primaria o secundaria, según la localización en focal o generalizada, y según la gravedad en leve, moderada o grave. El diagnóstico de hiperhidrosis focal primaria se basa en la anamnesis y los hallazgos clínicos. En cuanto al tratamiento son varias las opciones disponibles según la localización y la gravedad, utilizando desde tratamientos tópicos hasta infiltraciones de toxina botulínica, terapias sistémicas o intervenciones quirúrgicas. En España hay comercializadas tres preparaciones no intercambiables de toxina botulínica tipo A: onabotulinum, abobotulinum e incobotulinum toxina. En 2004, la FDA aprobó la onabotulinum toxin A (Botox) para la hiperhidrosis axilar primaria severa. No existe consenso sobre la dosis de toxina botulínica a infiltrar en cada axila. La ficha técnica de Botox indica una dosis de 50 U/axila, sin embargo diversos estudios han utilizado dosis superiores, con mayor duración de la anhidrosis, por lo que hemos considerado interesante realizar este estudio para intentar proporcionar información sobre la dosis más adecuada para controlar la hiperhidrosis durante el mayor tiempo posible sin aumentar los efectos secundarios.
El objetivo del estudio fue evaluar la eficacia de dos dosis diferentes de onabotulinum toxinA, 50 U o 100 U en cada axila, en hiperhidrosis axilar primaria severa. Se realizó un estudio descriptivo, observacional, trasversal y postautorización en pacientes mayores de 14 años remitidos al Servicio de Rehabilitación del Hospital Rio Hortega de Valladolid. Se incluyeron 31 pacientes, asignados mediante muestreo aleatorio simple a dos grupos de tratamiento en función de la dosis administrada, realizando durante el periodo de seguimiento un total de 82 procedimientos, ya que alguno de los pacientes recibió más de una infiltración al disminuir el efecto de la toxina y comenzar nuevamente con hipersudoración.
Se evaluó la disminución de la severidad de la hiperhidrosis tras el tratamiento mediante la Hyperhidrosis Disease Severity Scale (HDSS) y la Escala Visual Analógica (EVA), y la calidad de vida mediante el cuestionario Dermatology Life Quality Index (DLQI). Al final del estudio los pacientes cumplimentaron la escala de Impresión de Mejoría Global del Paciente (PGI-I).
La edad media de los pacientes fue de 33,4+-10,2, con predominio del sexo femenino, y antecedentes familiares en el 51,6 % de los pacientes. El número de procedimientos realizados fue similar en ambos grupos, 40 en el grupo de 50 U de toxina y 42 en el grupo de 100 U.
La media basal de HDSS fue de 3,25±0,44 y 3,19±0,39, respectivamente, observándose una disminución de 2 puntos al mes de tratamiento en ambos grupos, persistiendo una disminución de más de un punto a los 9 meses en el grupo de 50 U y de 0,7 puntos en el grupo de 100 U, sin diferencias significativas. La media basal en la escala DLQI fue de 11,5+-5,9 y de 9,4+- 3, respectivamente, resultados que indican una afectación moderada-severa de la calidad de vida. Al mes de la infiltración, la disminución media fue de más de 10 puntos en el grupo de 50 U y de más de 9 puntos en el de 100 U.
La infiltración de toxina botulínica tipo A disminuyó la severidad de la hiperhidrosis sin diferencias significativas entre ambos grupos, con mejoría de la calidad de vida y sin aparición de efectos secundarios graves.
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