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Resumen de Repelencia al agua en suelos mediterráneos: factores, causas e implicaciones hidrológicas.

Félix González Peñaloza

  • La repelencia al agua reduce la afinidad de los suelos por el agua, así como su resistencia a la humectación durante intervalos de tiempo que pueden oscilar entre períodos de unos pocos segundos hasta horas, días o semanas. Durante un experimento en laboratorio, Doerr & Thomas (2000) observaron que el período transcurrido hasta la destrucción de la repelencia podía variar desde períodos inferiores a una hora en suelos bajo pino hasta períodos superiores a un mes en suelos bajo eucalipto, incluso entre suelos con niveles similares de hidrofobicidad. Además, a este retraso en la infiltración del agua deben añadirse implicaciones sobre el crecimiento y supervivencia de las plantas (York, 1993), repercusiones importantes sobre la hidrología superficial y subsuperficial del suelo, así como consecuencias geomorfológicas.

    Al disminuir la tasa de infiltración en la superficie del suelo, la repelencia al agua contribuye a reducir el tiempo de generación de escorrentía y a intensificar el flujo superficial, lo que tiene a su vez otras consecuencias importantes como el aumento del riesgo de erosión, la irregularidad en el frente de mojado y el desarrollo de vías de flujo preferencial o el lavado acelerado de agroquímicos en el caso de sistemas agrícolas (Imeson et al., 1992; Shakesby et al., 1993; Ritsema et al., 1993, 1997; Doerr & Shakesby, 2009).

    La repelencia al agua en los suelos es un concepto aún mal comprendido. La investigación realizada hasta la actualidad ha mostrado que se trata de un proceso mucho más extendido de lo sospechado cuando se iniciaron este tipo de estudios. Se ha encontrado en todos los continentes, excepto en el antártico; bajo climas estacionales tropicales o subárticos; bajo tipos de uso como la agricultura intensiva o los bosques perennifolios; en suelos quemados recurrentemente o en suelos que no se han quemado nunca; en suelos arcillosos o en suelos arenosos; en suelos muy secos o en suelos muy húmedos (Wallis & Horne, 1992; DeBano, 2000; Doerr et al., 2000; Dekker & Ritsema, 1996a).

    Ejemplos de repelencia al agua han sido recogidos desde 1917 (Schantz & Piemeisel, 1917), aunque el número de estudios sobre este fenómeno fueron relativamente bajos hasta los años 60. Entre 1960 y 1970 se produjo un incremento en la frecuencia de publicaciones científicas en torno a la repelencia al agua en suelos, haciéndose hincapié en su relación con los incendios forestales, y en el desarrollo y mejora de estrategias para las superficies repelentes al agua (DeBano, 1981). Durante las siguientes décadas, las investigaciones aumentaron de forma significativa, al ser evidente que la repelencia al agua, era un campo mucho más amplio de lo que previamente se creía. Se hicieron progresos durante este período que fueron recogidos en una revisión realizada por Wallis & Horne (1992). Posteriormente se produjo un considerable número de investigaciones en relación con la agricultura, geomorfología, geoquímica e hidrología de suelos (Doerr et al., 2000).

    El desarrollo de técnicas de cuantificación o medida de la intensidad y duración de la repelencia al agua, así como la investigación sobre métodos de corrección han sido discutidos por Nakaya (1982), Wallis & Horne (1992), Doerr (1998), Moore & Blackwell (1998) y Letey et al. (2000).


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