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Una teoría de la eticidad democrática para el siglo XXI

  • Autores: Alejandro Escobar Vicent
  • Directores de la Tesis: Gonçal Mayos Solsona (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universitat de Barcelona ( España ) en 2021
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: José Luiz Borges Horta (presid.), Borja Muntadas Figueras (secret.), Paula Arizmendi Mar (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa de Doctorado en Ciudadanía y Derechos Humanos por la Universidad de Barcelona
  • Materias:
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Desde el primer momento en que a una agrupación humana la llamamos sociedad, la democracia surge de manera necesaria en forma de una totalidad ética, donde transcurrirá la vida humana y donde se constituirá la realidad histórica que nos figuramos al paso de nuestra existencia en tanto que humanos.

      Esta es la tesis fundamental, a partir de la cual esbozaremos la presente teoría de la eticidad democrática. La democracia es su contenido y le da su condición de necesidad, para su aplicación en lo que nos queda por vivir del presente siglo. Su elaboración está motivada por la convicción de que debemos conseguir el esbozo de una teoría consistente que nos ofrezca los instrumentos necesarios para abordar las problemáticas inherentes a un mundo de la vida eminentemente humana, donde la democracia es lo permanente y constitutivo de su propia naturaleza.

      Esta teoría es un sistema lógico-deductivo constituido por varias tesis comprobadas, verificadas y demostradas sistemáticamente, mediante observaciones que practicamos sobre nuestra realidad factual, desde un punto de vista de la eticidad democrática.

      De esta metodología, basada en el contraste de lo observado con lo teorizado, obtenemos modelos interpretativos de la realidad sociopolítica, así como se nos define un robusto campo de aplicación, orientado hacia una exitosa formulación de propuestas prácticas que favorezcan el amplio despliegue de la democracia en el mundo de la vida.

      La fundamentación de los principios que dimanan de nuestra teoría son el resultado de la ampliación que practicamos sobre el legado del pensamiento de Axel Honneth.

      De él, nos prohijamos su teoría de “la lucha por el reconocimiento”, para fundamentar nuestra tesis nuclear sobre la democracia, la cual nos quedará situada a nivel de la infraestructura social. Esto nos conduce, necesariamente, hacia la ampliación de su idea de “eticidad democrática” (infra, pp.195-204, 343-480), en la medida que detectamos que la democracia se encuentra sometida a altos niveles de estrés por causa de una cascada de acontecimientos que la amenazan (infra, pp.123-186, 298-341).

      La expresión efectiva de la democracia en el ámbito destinado a su encuentro desafortunado con la institución del Estado, tal y como éste es en su realidad factual, nos obliga a redimensionar el concepto de eticidad democrática, a fin de dar una explicación plausible y realista de las problemáticas sobrevenidas en nuestra actualidad.

      Esta condición nos sumerge en la exploración de nuestra realidad factual, desde la perspectiva que nos ofrece la ampliación que aquí practicamos del conjunto teórico desplegado por Honneth, bajo los presupuestos dimanados de una Anerkennung hegeliana actualizada.

      Mediante ello, llegamos a la conclusión de que la eticidad democrática, más allá de una mera esfera de la colaboración cooperativa democrática, como sería el caso para Honneth, debe ser comprendida y abordada en la práctica, desde los fundamentos que nos aporta el conocimiento, aquí adquirido, de las dos dimensiones concéntricas que la constituyen, a saber: en un lado, tenemos la dimensión moral-política de la eticidad democrática, donde, desde el individuo hacia su realización ética en la totalidad de eventos políticos vividos durante su existencia social, se llevan a cabo las relaciones recognoscitivas entre éste, como ciudadano en oposición deliberativa con sus demás camaradas de la interacción, y su marco institucional de la acción democrática, dentro del que dicho tipo de relaciones se hace realidad; en el otro lado, tenemos la dimensión jurídico-procedimental, la cual ejerce su movimiento regulador en sentido contrario, partiendo desde las condiciones de posibilidad del reconocimiento del ciudadano, como sujeto autodeterminado políticamente, hacia un individuo reconocido por sus instituciones en sus capacidades eficientes transformadoras.

      La presente teoría de la eticidad democrática para el siglo XXI tiene como objeto dar las bases teóricas necesarias para ayudar a la democracia a su adecuación al concepto.

      Ello exige la renovación, aquí planteada, de un ser social democrático que sea el genuino protagonista de los próximos acontecimientos de nuestro siglo.

      La democracia, aquí, es el en-sí indestructible, es el pertinaz significante de un mundo de la vida con sentido, que exige, hoy, ser el contenido de una teoría que permita su efectiva expansión en la realidad de los hechos y que, de cuyos presupuestos y de los campos de aplicación posibles que de ella surjan, encontremos la manera de que, en este siglo, como decía Honneth, vivamos lo menos escindidos posible.


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