El cuerpo humano está compuesto por más de 650 músculos, constituyendo alrededor del 40% del peso corporal1,2. El tejido muscular posee cuatro propiedades que lo diferencian del resto de tejidos como la excitabilidad eléctrica, contractibilidad, extensibilidad y elasticidad, que le permiten llevar a cabo diversas funciones3-4 . El tejido muscular puede clasificarse en función de sus características microscópicas, localización y control de la contracción en 1) músculo cardíaco, cuyo movimiento es involuntario; 2) músculo liso, también conocido como músculo visceral, de movimiento involuntario; y 3) músculo esquelético, de aspecto estriado y de movimiento voluntario. El músculo esquelético es responsable de ejecutar el movimiento corporal voluntario en respuesta a estímulos del sistema nervioso. Estos estímulos producen la contracción/relajación de los músculos y la fuerza generada se transmite a los huesos, a través de los tendones, permitiendo el movimiento5 . El músculo esquelético, además, protege los órganos internos y posibilita el mantenimiento de la postura y la temperatura corporal6
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