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Resumen de The endemic flora of the iberian peninsula: species richness, spatial phylogenetics and ecological differentiation

Antoni Buira Clua

  • La Península Ibérica representa casi una cuarta parte del área del hotspot de biodiversidad conocido como Cuenca del Mediterráneo, que es el tercero del mundo en número de especies de plantas vasculares. Según los datos actualizados del proyecto Flora iberica, la Península Ibérica y las Islas Baleares albergan cerca de 5600 especies de plantas nativas, de las cuáles 1350 (24%) son exclusivas del territorio, es decir endémicas. La mayor parte de las plantas endémicas ibéricas son además raras, pues tienen un área de distribución bien definida y reducida. La excepcional concentración de endemismos, hace de la Península Ibérica un escenario ideal para ilustrar el proceso de descubrimiento de especies, explorar patrones espaciales de riqueza, reconocer e interpretar áreas de endemismo y profundizar en las causas eco-evolutivas de la diversificación de plantas.

    Después de revisar la historia de la descripción de la flora ibérica desde 1753 hasta el presente, se identificaron dos picos de descripción principales: el primero se asocia a los trabajos de exploración botánica realizados por Boissier en el hotspot regional del Sistema Bético a mediados del siglo XIX, y el segundo a las revisiones taxonómicas para Flora iberica a finales del siglo XX. Los cambios en el esfuerzo de descubrimiento se han regido por factores sociohistóricos y, en consecuencia, las curvas de acumulación de especies no son fiables a la hora de indicar el grado de completitud del proceso de descripción.

    Una gran parte de los endemismos ibéricos se acumula en linajes ricos en especies, incluidos algunos géneros ampliamente representados en la mayor parte de la cuenca mediterránea, como Centaurea, Silene y Limonium, y otros que tienen sus principales centros de diversidad en la Península Ibérica, como Armeria, Linaria y Teucrium. La región del sureste de la Península, que incluye las montañas béticas, concentra el mayor número de plantas endémicas. La excepcional riqueza de esta región se puede explicar por una orografía muy fragmentada y unas condiciones de clima y suelo muy contrastadas, en combinación con una historia biogeográfica particular. Sierra Nevada incluye además el pico más alto de la Península y actúa como una especie de isla climática, lo que ha dado lugar a unos niveles de endemismo especialmente altos.

    El análisis de partición basado en la distribución de especies endémicas permitió distinguir once regiones, la mayoría de las cuales tenían un significado geográfico y ecológico. Las regiones que incluían la Cordillera Cantábrica, los Pirineos, el Sistema Bético y las Islas Baleares presentaron además una gran proporción de especies fieles, por lo que pueden considerarse áreas de endemismo a gran escala. El dendrograma de distancias entre grupos reveló una primera división entre las regiones orientales predominantemente calcáreas y las regiones occidentales predominantemente silíceas, lo que subraya la importancia de la litología en la configuración de la composición de especies en la Península Ibérica.

    El estudio de las características ecológicas de las plantas endémicas mostró que los endemismos de distribución reducida están predominantemente adaptados a hábitats hostiles con poca competencia y a sustratos litológicos estresantes. Asimismo, la exploración de los patrones espaciales del endemismo filogenético relativo y de sus correlatos ambientales, mostró que la diversificación reciente de las angiospermas en su conjunto, y en particular de las eudicotiledóneas, ha sido impulsada por factores ambientales estresantes que incluyen valores altos de pH del suelo y condiciones climáticas estacionales secas. Por primera vez se revela y cuantifica el papel clave de las propiedades del suelo en la diversificación reciente de una flora endémica completa.

    Casi una cuarta parte de los endemismos ibéricos (455 taxones) se consideran amenazados. Muchas plantas endémicas de origen reciente son inherentemente raras y están en riesgo de extinción. Sin embargo, se ha comprobado que las plantas endémicas que viven en ciertos entornos ecológicos, como los humedales de baja altitud, los hábitats costeros y los matorrales esteparios, tienen más probabilidades de estar amenazadas que otras. Sucede lo contrario con las plantas endémicas raras de hábitats montanos y alpinos, que suelen estar naturalmente resguardadas, y además una gran proporción del territorio que ocupan está legalmente protegido. No obstante, las plantas propias de la alta montaña son particularmente vulnerables al calentamiento global, por lo que algunos centros de endemismo como las cumbres de Sierra Nevada podrían estar en riesgo en su totalidad.


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