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Resumen de Las teorías de la frustración en la sociedad contemporánea. Un análisis multinacional de los efectos de la frustración y la ira en conductas antisociales

Marco Teijón Alcalá

  • 1 TESIS DOCTORAL 2019 LAS TEORÍAS DE LA FRUSTRACIÓN EN LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA. UN ANÁLISIS MULTINACIONAL DE LOS EFECTOS DE LA FRUSTRACIÓN Y LA IRA EN CONDUCTAS ANTISOCIALES Autor: MARCO TEIJÓN ALCALÁ Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) University of Salford, Manchester.

    PROGRAMA DE DOCTORADO EN DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES ALFONSO SERRANO MAÍLLO 1 CHRISTOPHER BIRKBECK2 1 Dr. iur. Dr. sc. soc. Dr. h.c. ALFONSO SERRANO MAÍLLO. Profesor titular Departamento Derecho penal y Criminología Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

    2 Dr. CHRISTOPHER BIRKBECK. Profesor de Criminología. School of Health and Society. University of Salford. Manchester.

    2 RESUMEN 1. Justificación de la unidad temática El objetivo principal de este trabajo es ofrecer un análisis teórico y empírico general de las principales versiones de las teorías de la frustración. Cada Bloque y Título en esta obra se centra en una versión específica, perspectiva particular o asunción concreta de esta familia teórica. Mediante la combinación de análisis teóricos y empíricos, examinamos el desarrollo de las teorías de la frustración más destacadas. Las teorías de la frustración han experimentado una importante evolución en las últimas décadas. Estas teorías han evolucionado desde un enfoque presentado a nivel macro-social a un enfoque micro-individual; desde una teoría llamada de rango medio a una teoría general del delito; desde contemplar una única forma de frustración a incorporar varios tipos ideales; desde una relación directa entre frustración y delito a mecanismos causales algo más complejos... Por todo ello, el presente trabajo es presentado en nueve Títulos, clasificados a su vez en tres grandes grupos o bloques. Cada uno estos Bloques, y de forma más precisa, cada Título, analiza algunas de las principales perspectivas, revisiones o hipótesis de las teorías de la frustración.

    El primer Bloque examina desde un punto de vista meramente teórico tanto el origen más remoto de esta tradición teórica (Título 1) como el origen más próximo o cercano (Título 2). En este punto del análisis nos centramos en perspectivas de la teoría presentadas a nivel agregado o macro-social. En nuestro primer Título llegamos a la conclusión de que el Durkheim más maduro ([1897] 1998) puede considerarse perfectamente un teórico de la frustración. De esta forma, le otorgamos a nuestro autor el mérito de haber establecido las bases de lo que hoy en día conocemos como las teorías de la frustración. El sociólogo francés, en su extraordinaria obra “El Suicidio", describe una situación a nivel estructural o social que sería la responsable del dramático aumento de las tasas de comportamientos antisociales que experimentan algunas sociedades en ciertos momentos históricos. Algunos de estos comportamientos llegan a ser especialmente extremos, como es el caso sobresaliente de los suicidios y otras conductas igualmente «aberrantes» (ver Título 1). Durkheim denomina a esta situación social Anomia o ausencia de normas. Por otro lado, aquí mantenemos que Merton sigue la noción de Anomia presentada por Durkheim, pero dándole otra perspectiva (ver 3 Título 2). Basándose en la teoría de la anomia de Durkheim, Merton (1938) presenta su propia teoría de la estructura social y la anomia. Sin embargo, parte de la literatura considera que en la obra de Merton realmente subyacen dos argumentos teóricos, perspectivas o enfoques diferentes. Por un lado, una perspectiva macro-social (teoría de la anomia). Por otro lado, una perspectiva micro-individual (teoría de la frustración). Aquí defendemos que ambos argumentos en su conjunto son en realidad parte de la teoría de Merton. Es decir, la relación entre el bloqueo de oportunidades y el comportamiento desviado, a nivel individual, se produce en un contexto macro-social de la Anomia (énfasis desproporcionado en las metas sobre los medios). En consecuencia, concluimos que para probar la teoría de Merton adecuadamente las investigaciones deben ser implementadas dentro de una sociedad con las características descritas por Merton. Por esta razón, los investigadores deben tratar la anomia como una constante (a nivel estructural), no como una variable. De esta manera es como se podría evaluar de forma más precisa los efectos de la frustración sobre la desviación (a nivel individual). Es decir, la teoría de Merton debe ser probada con datos individuales siempre y cuando el estudio se realice dentro de un contexto social de Anomia. En el Título 2 proponemos ciertas pautas para testar la teoría de la Anomia de Merton, (una teoría a nivel macro) con datos a nivel individual. Finalmente, en el tercer Título del primer Bloque (Título 3), llevamos a cabo una investigación empírica teniendo en cuenta las conclusiones y sugerencias propuestas en nuestros dos primeros trabajos, especialmente aquellas del segundo. Para ello, utilizamos una base de datos que fue específicamente diseñada para testar las hipótesis recientemente mencionadas. Los datos proceden de una muestra de conveniencia compuesta por deportistas, tanto hombres como mujeres, con edades comprendidas entre los 18 a 64 años3. En el momento en que los datos fueron recogidos, todos ellos eran deportistas profesionales y semiprofesionales en activo que practicaban diferentes disciplinas deportivas, tanto de carácter individual como colectivo. Los hallazgos encontrados no solo ofrecen apoyo 3 Nosotros nos centramos en una muestra de deportistas ya que consideramos que la cultura y los valores que se promueven en algunos deportes en España pueden reflejar una de las esferas de la actividad social que Merton define como anómica. Es decir, un contexto social que otorga un énfasis desproporcionado en los resultados que se deben obtener que contrasta con la escasa o nula importancia que se les otorga a los medios legítimos para conseguirlos.

    4 empírico para la teoría, sino que además parecen confirmar nuestras sugerencias sobre el procedimiento más adecuado para testarla.

    El segundo Bloque por su parte, comienza con un trabajo que analiza en profundidad las principales premisas de la Teoría General de la Frustración –TGF- (Agnew, 1992). En este trabajo examinamos de forma extensiva las principales contribuciones de la TGF y analizamos los principales trabajos que evaluaron empíricamente sus principales hipótesis (ver Título 4). La TGF es una teoría a nivel individual que trata de superar las críticas que recibieron teorías clásicas de la frustración. Una de las principales contribuciones de la TGF es haber transformado una tradición teórica que hasta la fecha era presentada a nivel agregado (teorías clásicas de frustración) en una teoría a nivel micro o individual. Las teorías clásicas de la frustración se centran principalmente en la relación entre fuentes de frustración de carácter eminentemente económico y las tasas de delincuencia a nivel agregado que presenta un país o una sociedad. La principal crítica a las versiones clásicas de la frustración se fundamenta en su incapacidad para explicar las razones que llevan a algunos individuos (sometidos a frustración) a cometer delitos y a otros en cambio no. La TGF destaca que la frustración lleva a ciertas emociones negativas que serían las que, en última instancia, llevarían o motivarían a los individuos a participar en conductas antisociales. Es decir, la TGF sugiere que ciertas emociones negativas median la asociación entre frustración y delito. De esta forma, la relación entre frustración y delito se produce de forma indirecta, a través de los efectos mediadores de estas emociones negativas.

    Según Agnew (1992), las principales emociones negativas que median la relación entre frustración y delito son la ira, la depresión y la ansiedad. Por esa razón, llevamos a cabo dos trabajos específicos que utilizan dos diferentes enfoques metodológicos diseñados específicamente para llevar a cabo análisis de mediación. De esta manera, no sólo evaluamos una de las principales hipótesis de la TGF, sino que también evaluamos diferentes enfoques metodológicos del análisis de la mediación. Tradicionalmente, la literatura ha utilizado diferentes enfoques metodológicos para contrastar las hipótesis de mediación (Jang y Song, 2015). Las metodologías utilizadas en nuestros trabajos son los enfoques de regresión con bootstrap y los Modelos de Ecuaciones Estructurales 5 (MEE). Aquí presentamos dos Títulos (4 y 5), cada uno de ellos utilizando uno de los dos procedimientos estadísticos anteriormente mencionados.

    En el primero (Título 5), utilizamos un proceso diseñado por Hayes (2013) -PROCESS Procedure for SPSS- versión 3.00. Se trata de un análisis por pasos basado en la regresión lineal por el método de los Mínimos Cuadrados Ordinarios –MCO-. El procedimiento permite estimar los efectos directos, totales e indirectos entre variables. En el segundo trabajo (Título 6) nos centramos en el análisis de mediación utilizando Modelos de Ecuaciones Estructurales con variables latentes, ya que se trata de un procedimiento flexible y una alternativa al presentado anteriormente. Para ello, empleamos MPlus, un programa estadístico generalmente utilizado para el análisis de efectos indirectos.

    Finalmente, el tercer Bloque se centra en algunos de los aspectos específicos más destacados de las teorías de la frustración. Este Bloque está compuesto por tres trabajos que se centran, entre otros aspectos, en una de las fuentes de frustración que con mayor frecuencia encontramos asociada al delito, esto es, la victimización. En el primero (Título 7), analizamos la relación entre victimización y delincuencia. En este trabajo evaluamos las características de esta fuente de frustración y analizamos las razones por las que ambas variables se encuentran tan fuertemente relacionadas. Este trabajo presenta la TGF como aquella teoría del delito que ofrece una explicación más plausible y que mejor describe el mecanismo causal que lleva a los individuos previamente victimizados a participar en comportamientos delictivos futuros.

    Considerando las conclusiones obtenidas en el Título anterior y utilizando una muestra multinacional de adolescentes escolarizados, el Título 8 examina varios importantes fundamentos de la TGF. En primer lugar, evaluamos empíricamente la citada relación entre victimización y delincuencia (ver también el Título 9). En segundo lugar, analizamos otra de las principales extensiones de la TGF. Aquí evaluamos si los efectos de la frustración sobre la delincuencia están condicionados por un índice general que mide la propensión criminal de los individuos4. Finalmente, teniendo en cuenta la 4 De acuerdo con la TGF los efectos de la frustración sobre la desviación están condicionados por una combinación de factores individuales y sociales. Sin embargo, estudios recientes han encontrado pruebas negativas para esta hipótesis. Según Agnew (2013), la falta de apoyo empírico se debe a que los investigadores han considerado cada uno de estos predictores de forma aislada. La revisión de la teoría propone que todos estos predictores deben formar un índice general al que Agnew (2013) denomina 6 naturaleza multinacional de los datos, también se evalúa la aplicabilidad transcultural de la teoría. En general, los resultados también parecen favorecer las hipótesis presentadas.

    En el Título 9, nos centramos en específicas formas de victimización que son habituales entre adolescentes. Aquí evaluamos empíricamente los efectos de varias formas de abuso en adolescentes sobre un índice de delincuencia general. Estas formas son el maltrato o abuso escolar, el maltrato emocional por parte de profesores y el maltrato o castigo físico parental. Para este objetivo utilizamos datos procedentes del Estudio de Delincuencia Juvenil en Cali (Colombia), una ciudad que presenta altos índices de criminalidad. De esta manera, probamos una teoría en un entorno particularmente criminógeno que difiere del contexto en el que se suelen evaluar las teorías criminológicas. Por otro lado, el Título 9 aborda (empíricamente) una cuestión teórica de gran trascendencia para las teorías de la frustración. Se trata quizá de una de las principales disyuntivas entre las teorías clásicas de la frustración y las versiones contemporáneas. Las versiones clásicas afirman que existe una relación directa entre frustración y delincuencia. Las versiones contemporáneas, en cambio, si bien no rechazan rotundamente esta posibilidad, argumentan que es más probable que dicha conexión se encuentre mediada por los efectos indirectos de ciertas emociones negativas, especialmente la ira. Evaluamos entonces, si algunas de estas fuentes objetivas de frustración tienen efectos directos en la delincuencia reportada por los encuestados. Los resultados ofrecen apoyo mixto para nuestras hipótesis.

    Una mirada inicial a la literatura llevaría a la conclusión de que el interés por las teorías de la frustración en los países de habla hispana ha sido tradicionalmente escasa o inexistente. Esta falta de interés ha sido más evidente en lo que se refiere a trabajos empíricos. Que tengamos constancia, ningún trabajo a día de hoy ha examinado exhaustivamente, teórica y/o empíricamente, las teorías de la frustración. Este trabajo de tesis doctoral presenta tres revisiones teóricas sobre esta familia teórica, tanto de sus versiones clásicas como contemporáneas. Cada uno de estos trabajos ha sido publicado en diferentes revistas españolas (Título 1, 2, 4) a lo que hay que añadir otra propensión criminal. Sin embargo, trabajos recientes también han encontrado pruebas desfavorables para esta nueva conjetura.

    7 obra publicada en Sudamérica (Título 7). Más relevante aún, este trabajo presenta varias pruebas empíricas sobre las principales propuestas de teorías de la frustración en las que se han utilizado muestras de individuos procedentes de países de habla hispana (Título 3, 5, 6, 9). A ello, tal y como avanzábamos anteriormente, hay que añadir un trabajo adicional que utiliza una muestra multinacional de estudiantes procedentes de 25 países diferentes (Título 8).

    2. Hipótesis y objetivos a alcanzar El objetivo principal de este trabajo es examinar y analizar, teórica y empíricamente, las premisas centrales de las versiones principales de las teorías de la frustración. En cada de los Títulos aquí presentamos nos centramos en unos objetivos particulares y lanzamos las hipótesis correspondientes. En los trabajos empíricos empleamos la metodología de hipótesis alternativa en la que el investigador deriva una serie de hipótesis a partir de las predicciones basadas en teoría, en este caso las teorías de la frustración. Por lo tanto, en este trabajo evaluamos las principales hipótesis derivadas de las teorías de la frustración, ya sean estas clásicas o contemporáneas.

    En el primer Bloque, presentamos una serie de trabajos dirigidos a superar las críticas que recibieron las teorías clásicas de la frustración. Para ello, argumentamos que la teoría de la anomia de Merton ha sido conceptualizada y testada de forma errónea y bajo una serie de argumentos que se apartan de lo reamente propuesto por los teóricos clásicos de la frustración. Por lo tanto, en los Títulos 1 y 2 proponemos un procedimiento para evaluar empíricamente la teoría de Merton que a nuestro juicio resulta más ajustado a las indicaciones teóricas que planteadas por nuestro autor. En estos trabajos, especialmente en el segundo, mostramos una serie de indicaciones dirigidas a lo que consideramos la forma correcta operacionalizar y relacionar las variables de la teoría de Merton. Nuestra hipótesis principal es que existe una relación directa entre bloqueo de oportunidades y desviación, que se revela especialmente intensa cuando se produce en un contexto estructural de anomia.

    En el segundo bloque, nos centramos de forma más específica en la TFG, aunque teniendo en cuenta la que hemos considerado la principal fuente de frustración para las teorías clásicas. Esto es, el bloqueo de oportunidades. Como avanzamos anteriormente, 8 la principal contribución de la TGF, entre otras, tiene que ver con el papel relevante que esta teoría les atribuye a ciertas emociones negativas. La hipótesis principal en los Títulos 5 y 6 es que existen ciertas emociones negativas, principalmente la ira, cuyos efectos indirectos median la relación entre bloqueo de oportunidades y comportamientos ilícitos. Para contrastar esta hipótesis, implementamos dos trabajos que utilizan dos enfoques metodológicos diferentes. De esta manera, no solo evaluamos analíticamente la TGF, sino que también evaluamos los dos métodos estadísticos utilizados para el análisis de la mediación.

    En el tercer y último bloque, nos centramos en aspectos más concretos de la TGF. Desde un punto de vista teórico, nos ocupamos de una de las relaciones más ampliamente analizadas en Ciencias Sociales. Esto es en la relación entre victimización delincuencia. Gran cantidad de trabajos empíricos han informado que la victimización es una de las fuentes de frustración que más fuertemente aparece asociada al delito. En los Títulos 8 y 9, ya desde un punto de vista empírico, conjeturamos que aquellos individuos que han experimentado diversas formas de victimización (criminal, abuso de los padres, acoso escolar, etc.,) tienden a verse envueltos en comportamientos delictivos futuros. Por otro lado, también evaluamos empíricamente una de las extensiones de la TGF. Es decir, evaluamos si los efectos de estas formas de victimización sobre el delito se encuentran condicionados por el nivel de propensión criminal que presenta ciertos individuos (Agnew, 2013). La propensión criminal es un índice general compuesto por una combinación de ciertos factores individuales y sociales que, por sí mismos, pronostican comportamientos delictivos. La mayoría de estos factores provienen de otras importantes teorías criminológicas. Para examinar dicha relación realizamos varias pruebas de interacciones utilizando diferentes enfoques metodológicos. Finalmente, a través de los tres bloques, evaluamos la aplicabilidad transnacional (e intercultural) de la TGF. Para ello utilizamos muestras de diferentes países hispanoparlantes así como una muestra de carácter multinacional formada por 25 países. La TGF se presenta como una teoría general de la delincuencia que puede ser universalmente aplicable a diferentes países, culturas o sociedades. En cada Título se examinan alguno de los objetivos particulares anteriormente mencionados y se evalúan las hipótesis presentadas en este Bloque.

    9 3. Marco teórico El presente trabajo puede encuadrarse dentro de lo que algunos autores denominan Criminología Analítica. Una parta de la criminología basada en pruebas de hipótesis y desarrollo teórico. En este trabajo defendemos firmemente la idea generalizada entre algunos académicos de que no existe investigación empírica posible fuera de un marco teórico sólido (ver Popper, 1985, 2003). Los fundamentos teóricos adoptados en este trabajo se basan en las teorías de frustración anteriormente mencionadas.

    Que tengamos constancia, no existen trabajos hasta la fecha en países de habla hispana que hayan implementado una revisión teórica tan completa como la presente. Tampoco se conocen trabajos empíricos. Nuestro interés sustantivo está en las teorías de la frustración. Sin embargo, varias partes de nuestro trabajo se centran específicamente en argumentaciones propias de la TGF, que desde nuestro punto de vista es la teoría más relevante y de actualidad de la esta familia teórica. En un primer lugar, nos centramos en el trabajo de Durkheim, en el que establecemos el origen más remoto de las teorías de la frustración. Posteriormente, analizamos la proposición de Merton. Como mencionamos anteriormente, primero destacamos las premisas principales de la propuesta de Merton y tratamos de contrarrestar alguna de las críticas que los teóricos del control arrojaron sobre las teorías de la frustración. A continuación, propusimos la idea de que es posible probar una teoría como la de Merton, que es presentada a nivel agregado, con datos a nivel individual. Sin embargo, tal y como dijimos anteriormente, creemos que no se pueden obviar las consecuencias a nivel macro-sociológico que presenta una situación de anomia social como la descrita por Merton. Según este autor, la anomia surge cuando la cultura dominante en una sociedad pone un gran énfasis en el logro de ciertos objetivos mientras les otorga escasa o nula importancia a los medios necesarios para alcanzarlos. Por otro lado, también proponemos un cambio en la operacionalización de las variables propias de las teorías de la frustración. Son muchos los investigadores que, muy probablemente influenciados por el trabajo magistral de Hirschi (1969), solían medir la frustración en términos de diferencia entre (bajas) expectativas y (altas) aspiraciones. Además, Hirschi (1969) se centró exclusivamente en objetivos educativos y laborales. De hecho, consideramos que lo relevante para la teoría de Merton no es tal diferencia, sino el hecho de que las personas encuentren bloqueado 10 el acceso a sus objetivos, con independientemente de su naturaleza. En consecuencia, aquellos que perciben o encuentran las vías de acceso a sus objetivos bloqueados o limitados, en un contexto de anomia, presentan una mayor probabilidad de recurrir a medios alternativos que, aunque sean ilícitos, resultan más efectivos para sus intereses. Teniendo en cuenta estas sugerencias, evaluamos empíricamente la teoría con datos recopilados entre atletas españoles. Es decir, evaluamos la relación entre bloqueo de oportunidades y conductas ilegales con una muestra de deportistas españoles en activo (contexto de anomia).

    En el segundo Bloque, nos centramos exclusivamente en la TGF. Comenzamos el Bloque revisando ampliamente la teoría (Agnew, 1992, 2002, 2007, 2013). La TGF resultó un importante avance para la familia de las teorías la frustración, llegando a ser considerada en la actualidad su principal representante. De hecho, este nuevo enfoque marca distancia con respecto a las versiones clásicas de la teoría. Las principales diferencias que podemos encontrar en ambas versiones se fundamentan en los siguientes desarrollos teóricos: - El eje de esta tradición teórica pasó de explicaciones del delito a nivel agregado (perspectiva macro) a explicaciones a nivel individual (perspectiva micro).

    - Las teorías clásicas de la frustración se centraron principalmente en una única fuente objetiva de frustración como es el bloqueo de oportunidades en el logro de objetivos económicos, estatus y/o reconocimiento social. La TGF, en cambio, amplía el número de fuentes potenciales de frustración que llevan al delito y las clasifica en tres grandes grupos ideales5.

    - Desde nuestro punto de vista, la contribución más relevante de la TGF tiene que ver con el papel prominente que la teoría les confiere a ciertas emociones negativas. Se trata de emociones que mediarían, al menos parcialmente, la relación entre frustración y delincuencia. De hecho, aunque la TGF también contempla una relación directa entre frustración y delincuencia, establece que el mecanismo causal clave que empuja al individuo hacia la delincuencia se produce a través de los efectos indirectos de estas emociones negativas, especialmente la ira, que es la emoción más relevante.

    5 Estas serían: (1) fracaso en el logro de objetivos valorados positivamente; (2) retirada de estímulos valorados positivamente; y (3) presentación de estímulos negativos o nocivos (Agnew, 1992, pp. 48-58).

    11 - Finalmente, la TGF también introduce una serie de explicaciones causales y señala otras variables que deberían moderar o intervenir en la relación entre frustración, emociones negativas y delito. Una proposición importante de la TGF con respecto a la explicación del mecanismo causal tiene que ver con los efectos condicionados que la teoría confiere a otros predictores de delitos Tal y como dijimos anteriormente, esta es la hipótesis que menos apoyo empírico ha encontrado. En consecuencia, Agnew (2013) presentó una extensión de la teoría tratando de superar esta falta de apoyo empírico.

    Por esa razón, primero nos centramos en los diferentes niveles de análisis, así como en el bloqueo de oportunidades (la variable tradicionalmente utilizada por las teorías de la frustración para explicar el delito) (Títulos 1, 2 y 3). A continuación, implementamos algunos trabajos que se centran en los efectos mediadores de la ira (Títulos 5 y 6). Para ello utilizamos diferentes enfoques metodológicos que nos permiten estimar los efectos directos, indirectos y totales entre la frustración, la ira y el delito. En el último Bloque evaluamos algunas de las fuentes de frustración que, como adelantamos anteriormente, suelen aparecer más fuertemente asociadas al delito. Esto es, la victimización criminal, maltrato parental, acoso escolar y maltrato emocional por parte de profesores (Títulos 8 y 3). Adicionalmente, también analizamos la extensión de la TGF propuesta por Agnew (2013). Es decir, evaluamos si los efectos de la frustración (victimización) sobre el delito se encuentran condicionados por un índice general de propensión criminal (Título 8). Finalmente, a través de todo nuestro trabajo en su conjunto, examinamos la aplicabilidad transcultural de las teorías de la frustración.

    4. Herramientas metodológicas En este trabajo, utilizamos tres conjuntos de datos. El primer de ellos fue específicamente diseñado para testar las teorías de la frustración en España, ya sea sus versiones clásicas como las contemporáneas. Los datos provienen de una muestra de atletas adultos profesionales y semi-profesionales. Esta es una muestra de conveniencia no representativa y no probabilística (n = 349) compuesta por hombres (192, 76%) y mujeres (61, 24%) entre los 18 y 64 años de edad, todos ellos atletas activos en la fecha 12 en que se recogieron los datos6. El diseño de la muestra se orientó a maximizar su variabilidad. En la dimensión que nos interesa, la TGF, al igual que muchas teorías generales del delito, puede ser testada con cualquier muestra en tanto en cuanto incluya suficiente variabilidad. El procedimiento de recogida de datos fue el cuestionario de autoinforme, el cual fue elaborado específicamente para testar las teorías de la frustración en España. El cuestionario se completó en línea usando 1KA, una aplicación específica para encuestas web (Callegaro, Manfreday y Vehovar, 2015).

    El segundo conjunto de datos proviene del Estudio Internacional de Delincuencia de Autoinforme, que ahora se encuentra en su tercera edición (ISRD3) (Enzmann et al., 2018). El cuestionario fue diseñado para medir variables relevantes de ciertas teorías criminológicas y para obtener la información sociodemográfica que habitualmente se utiliza como variables de control en los estudios de este tipo. El cuestionario, si bien no fue diseñado específicamente para medir variables propias de las teorías de la frustración, incorpora ciertas preguntas que permiten obtener medidas de nuestra variable nuclear en este estudio, la victimización. A ello, hay que sumar las medidas de otros predictores del delito que formarían nuestro índice de propensión criminal, medidas de control y, obviamente, las medidas de delincuencia y de abuso de sustancias. Los datos en el citado estudio fueron recogidos por equipos propios de cada país utilizando una metodología estándar. El cuestionario fue traducido a las lenguas de cada uno de los países participantes y adaptado a las características culturales y costumbres de cada uno de ellos. En el momento en que el Título 8 fue implementado existían datos de 25 países (total n = 57.760) con un promedio de muestra por país de 2.310 (máximo = 6.430; mínimo = 321). Las muestras procedían de estudiantes de entre los grados 7 a 9 en el sistema educativo de cada país (lo que equivaldría en España al nivel de secundaria). Los colegios fueron seleccionados de grandes áreas urbanas, ciudades o, en ocasiones, incluso de regiones algo más amplias. Las muestras del ISRD no son representativas de los adolescentes en cada país, aunque sí de adolescentes escolarizados. Los colegios dentro de cada ciudad o región fueron seleccionados de forma aleatoria y los alumnos de cada uno de estos colegios fueron invitados 6 Sin embargo, en la mayor parte de nuestro análisis sólo hemos utilizado 265 observaciones, ya que tuvimos que eliminar aquellas que carecían de información sobre nuestra variable dependiente.

    13 formalmente a participar en la encuesta. La muestra se compone prácticamente de la misma proporción de mujeres (n = 29,185) y hombres (n = 28,546) en edades comprendidas entre los 12 y 17 años. Para maximizar la comparabilidad, un cuestionario básico estándar fue utilizado en cada uno de los países participantes. Sin embargo, en la mayoría de los colegios, los cuestionarios se completaron utilizando diferentes procedimientos. Algunos de forma manuscrita, otros mediante sistemas informáticos. Como mencionamos anteriormente, la naturaleza multinacional de estos datos nos permite evaluar la aplicabilidad transcultural de la TGF.

    El tercer conjunto de datos procede del Estudio de Delincuencia Juvenil de Cali (Colombia). Se trata de un estudio transversal que incorpora varios de los ítems utilizados en el cuestionario de autoinforme empleado por Hagan y sus colegas para evaluar la Teoría del Poder-Control (Hagan, Simpson y Gillis, 1987). La muestra se compone de 846 adolescentes, 371 (43,9%) hombres y 452 (53,4%) mujeres, a los que hay que añadir 23 observaciones (2,7%) que no indicaron el sexo. Todos ellos en edades comprendidas entre los 13 y los 17 años de edad. Los encuestados se encontraban cursando el grado noveno, décimo y decimoprimero, según los niveles educativos de ese país, en colegios, tanto públicos (570; 67,4%) como privados (276; 32,6 %). Los colegios seleccionados se encontraban ubicados en diferentes áreas de la ciudad y, aunque no fueron seleccionados por criterios estrictamente representativos, se ajustaban bastante a los diferentes estratos socio-económicos de la ciudad.

    La estrategia analítica implementada en este trabajo depende de cada Título en particular. Principalmente, hemos recurrido a diferentes técnicas de regresión lineal, especialmente por el método de Mínimos Cuadrados Ordinarios (MCO). Sin embargo, debido a que la variable dependiente en nuestros conjuntos de datos es un conteo, también necesitamos implementar otras alternativas analíticas. En algunos trabajos (Título 3 y 5), utilizamos directamente la regresión Binomial Negativa (NB1), considerada la mejor alternativa cuando la variable dependiente es un conteo y hay una cantidad excesiva de ceros (Cameron y Trivedi, 1998; Hilbe, 2011). Es decir, para muestras con distribuciones marcadamente unilaterales o muestras con sólo unos pocos individuos que cometieron delitos, algo que es habitual en estudios de este tipo. Como veremos, otra alternativa posible es transformar la variable dependiente para que se 14 acomode de forma más realista a la linealidad que requieren los análisis de regresión lineal MCO. La transformación logarítmica parece ser la alternativa que mejor se ajusta al supuesto de regresión lineal. En los Títulos 6 y 9, transformamos nuestra variable dependiente en esta alternativa de logarítmica. El objetivo de esta transformación es corregir la falta de normalidad y proporcionar un modelo plausible en el que la relación se acomode de forma realista a la linealidad y cumpla los supuestos del modelo lineal. Seleccionamos esta alternativa ya que los coeficientes para esta escala son relativamente más simples de interpretar como diferencias proporcionales (Gelman y Hill, 2007, pp. 60-61).

    Igualmente, en el presente trabajo hemos utilizado diferentes procedimientos dirigidos a reducir la cantidad de información obtenida y evaluar la dimensionalidad de los datos. El objetivo de estas técnicas es simplificar los análisis entre variables. Aunque existen varias técnicas, nosotros hemos recurrido principalmente al Análisis de Componentes Principales (PCA) de tipo exploratorio y, en menor medida, de tipo confirmatorio. A lo largo de este trabajo hemos combinado estas técnicas con otros procedimientos habituales como son el índice sumatorio o la escala de variedad.

    Con respecto a la estrategia analítica implementada, ya mencionamos que los análisis de mediación representan una parte central en este trabajo. Utilizamos diferentes enfoques metodológicos para el análisis de las mediaciones. Una propuesta interesante para la prueba de hipótesis de mediación en el marco de la regresión es la de Hayes (2013). Con respecto a la estrategia analítica implementada, ya hemos mencionado que los análisis de mediación representan una parte central en este trabajo. De hecho, aquí utilizamos y contrastamos dos diferentes enfoques metodológicos del análisis de mediación. Una propuesta interesante para la prueba de hipótesis de mediación en el marco de la regresión lineal es la de Hayes (2013). El efecto indirecto (ab) entre una variable independiente o exógena X en una variable dependiente Y, a través de una variable mediadora M es simplemente el resultado (a * b) de multiplicar los coeficientes de regresión resultantes de devolver M en X (a) e Y en M (b). Este enfoque puede extenderse a otros efectos (c, c ';). La clave, sin embargo, se refiere a la estimación de errores típicos e intervalos de confianza para dicho coeficiente ab. Hayes propone 15 bootstrap7 y proporciona un programa SPSS ejecutable, u otros paquetes estadísticos, para su uso a nivel de usuario: Process 3. 3. También usamos el intervalo de confianza de Monte Carlo, que se usa cuando la distribución de la muestra es asimétrica y proporciona una estimación más precisa, obteniendo un resultado más conservador.

    Por otro lado, también realizamos un análisis de mediación utilizando el Análisis de Ecuaciones Estructurales (Título 6)8. En el Título 6 utilizamos modelos de ecuaciones estructurales, que además de ser bastante flexibles, representan una alternativa al enfoque anterior. Siguiendo las asunciones propuestas por Muthén (2011) para este tipo de análisis, estimamos los efectos directos e indirectos en el marco del MEE, asumiendo relaciones lineales, residuos distribuidos normalmente, así como medias y varianzas iguales a cero que, además, no correlacionan entre sí ni con el resto de los predictores de las ecuaciones. Sin embargo, la variable dependiente de nuestro primer conjunto de datos sigue una distribución binomial negativa. Como mencionamos anteriormente, la Regresión Binomial Negativa (NB1) se considera la mejor alternativa en estos casos. No obstante, esta vía no está disponible para la prueba de efectos indirectos en el procedimiento común que sigue el programa MPlus 6 y que es la metodología seguida en este trabajo. Una alternativa en estos casos es transformar la variable dependiente. Para encontrar la mejor opción, realizamos una comparación empírica entre diferentes tipos de transformaciones. Tal y como avanzamos más arriba, la transformación logarítmica resultó ser la alternativa que mejor se ajustaba al supuesto de regresión lineal.

    Otra estrategia metodológica seguida en este trabajo es la prueba de interacciones. Es decir, examinamos si la relación entre una variable independiente (X) en una variable dependiente (Y) se encuentra mediada por los efectos de una tercera variable (Z), 7 El bootstrap −un enfoque no paramétrico− tiene la misma finalidad que la inferencia paramétrica más tradicional. Aquí generamos nuevas muestras del mismo tamaño de la original. A tal fin, se utilizará el muestreo con reemplazo, de modo que la misma observación de la muestra original puede aparecer varias veces en la nueva, mientras que en otras no aparecerá. Este procedimiento puede repetirse en tantas ocasiones como se estime conveniente, usualmente cientos de ellas. Las muestras derivadas de la pseudopoblación se utilizan para una estimación alternativa o para tratar de verificar los hallazgos.

    8 El Modelado de Ecuaciones Estructurales (MEE) es una técnica que utiliza varios tipos de modelos para representar las relaciones entre las variables observadas y que da lugar a una o más variables latentes. Es decir, MEE prueba varios modelos teóricos, los cuales, por un lado, conjeturan cómo los conjuntos de variables definen los constructos (variables latentes) y, por otro lado, cómo se relacionan entre sí (ver Título 6).

    16 considerada normalmente otra variable independiente. Existen varios procedimientos para realizar una prueba de interacciones. En este trabajo, llevamos a cabo dos enfoques metodológicos diferentes. En el Título 8 realizamos una prueba de interacciones introduciendo un término multiplicativo en los análisis de regresión. Para ello, primero creamos la interacción multiplicando los valores estandarizados de (X) victimización y (Z) propensión criminal. Posteriormente, introducimos la interacción en el modelo de regresión junto a las variables en que se compone y el resto de controles. Finalmente, estimamos los resultados del modelo completo, centrados en los efectos de la interacción. En el Título 8 contrastamos los resultados de la interacción utilizando otra técnica alternativa, también dirigida a evaluar los efectos de una variable moderadora (M) (propensión criminal) en una relación entre (X) e (Y). Para ello, dividimos previamente la muestra de tal manera que aquellos encuestados que puntuaron por debajo de una desviación típica se consideraron bajos en propensión criminal; los que puntuaron entre -1 y +1 desviación típica fueron calificados como medios en propensión criminal; y, finalmente, aquellos que puntuaron por encima de una desviación típica fueron considerados altos en propensión criminal. Posteriormente, se comprueba la magnitud de los coeficientes y las pendientes de las líneas de regresión.

    5. Principales resultados obtenidos En general, los hallazgos obtenidos favorecen la tesis de las teorías de la frustración, tanto las clásicas como las contemporáneas. En el primer Bloque nos centramos en las teorías clásicas. De los Títulos 1 y 2 obtuvimos unas primeras conclusiones, tanto teóricas como metodológicas, que supusieron la base para la estrategia analítica seguida en el Título 3. Los resultados obtenidos en el Título 3 parecen favorecer claramente nuestras hipótesis sustantivas. En este Título, utilizamos dos procedimientos diferentes para medir la frustración. Solo aquel que mide esta variable en términos de bloqueo de oportunidades, en oposición al método que evalúa la disyunción entre aspiraciones y expectativas, informa de efectos positivos y directos de la frustración en una medida de infracciones que habitualmente se cometen en el ámbito del deporte, todo ello después de controlar por ciertas emociones negativas, variables procedentes de otras teorías criminológicas así como por otras variables sociodemográficas. Estos hallazgos confirmarían, por un lado, que existe una relación directa entre frustración y desviación; 17 y por otro, que el mejor método disponible para evaluar esta relación es cuando nos centramos en el bloqueo de oportunidades.

    En el Bloque 2 nos centramos en la TGF y, de forma más específica, en los efectos indirectos de una serie de emociones negativas, especialmente la ira, en la relación entre frustración y comportamientos ilícitos. Las dos metodológicas utilizadas apuntan en una misma dirección. Una serie de análisis de regresión en el Título 5 parecen indicar una relación directa entre bloqueo de oportunidades e ira; y entre ira e infracciones. Sin embargo, la ira parece mediar completamente la relación entre bloqueo e infracciones. Por otro lado, el enfoque de modelo de ecuaciones estructurales utilizados en el Título 6 apunta igualmente a una relación directa entre este tipo de frustración e ira; y entre ira e infracciones, todo ello controlando por otros predictores del delito. Sin embargo, como ocurría en el caso anterior, los resultados no evidencian una relación directa entre bloqueo de oportunidades e infracciones. Es decir, la ira, en ambos estudios, median completamente la relación entre bloqueo de oportunidades e infracciones. De esta forma, podemos comprobar cómo diferentes procedimientos analíticos confirman los efectos mediadores de la ira.

    En el tercer y último Bloque, analizamos otras fuentes de frustración, otras relaciones entre variables y en otros mecanismos causales pronosticados por las teorías de la frustración. En primer lugar, nos centramos en la victimización como uno de los predictores que más firmemente suele aparecer asociado al delito. Usando la terminología propia de la TGF, podemos afirmar que la victimización reúne las características de aquellas fuentes de frustración que, según la TGF, se encuentran asociadas más fuertemente a la delincuencia y otras conductas desviadas. Es decir, la victimización criminal suele ser percibida como injusta, alta en magnitud (más severa), asociada a un bajo control social y que crea algún incentivo o presión para delinquir. Los resultados en los Títulos 8 y 9 parecen confirmar esta hipótesis. En ambos estudios, un índice general de victimización aparece positivamente asociado a una medida general de delincuencia. En segundo lugar, revisamos el camino o mecanismo causal que, según la TGF, incrementa la probabilidad de que los individuos respondan a la frustración con delincuencia. La teoría prevé que ciertos factores (individuales y sociales) moderan los efectos de la frustración sobre la delincuencia. Según Agnew (2013), todos estos 18 factores o predictores en combinación formarían un índice general de la propensión criminal que tienen los individuos. El apoyo empírico a esta hipótesis es más bien mixto. El Título 8 revela que este índice general de propensión criminal incrementa considerablemente la probabilidad de que aquellos individuos que han sido previamente victimizados afronten su situación mediante la comisión de delitos o el consumo de sustancias. Estos hallazgos se alinean con los hallazgos encontrados en otros trabajos de investigación. Los resultados por lo tanto señalan que, cuanto mayor sea la propensión delictiva de los individuos, mayor será la probabilidad de que aquellos sujetos victimas de ciertos comportamientos se vean envueltos en delincuencia y consumo de sustancias.

    Finalmente, el Título 9 se centra en diferentes tipos de victimización (acoso o maltrato escolar, maltrato emocional por parte de profesores y castigo físico de padres o cuidadores). Aquí evaluamos si estos tipos de maltrato que sufren los adolescentes tienen efectos directos en la delincuencia que estos reportan. Los resultados revelan que el maltrato emocional por parte de los profesores y el castigo físico infligido por padres o cuidadores se relaciona de forma positiva y directa con un constructo que incorpora una medida de delincuencia general. En este caso, los resultados no parecen confirmar que el maltrato por parte de otros estudiantes lleve a los adolescentes que lo sufren a participar en conductas delictivas.

    A todo lo anterior, hay que añadir que los resultados obtenidos a lo largo de esta obra parecen indicar que las teorías de frustración también son aplicables a otras culturas o países que, en cierta medida, se apartan de aquellos en los que las teorías de la frustración fueron originariamente presentadas.

    6. Conclusiones generales Las teorías de la frustración han mantenido en Estados Unidos una posición predomínate. Esta familia teórica puede ser considerada, junto a la tradición de la asociación diferencial y las teorías del control social, una de las principales teorías generales del delito. Las teorías clásicas de la frustración tuvieron un rol domínate en los años 1950, aunque fueron perdiendo paulatina importancia a favor del paradigma del control social. Sin embargo, distintas revisiones, especialmente la realizada por 19 Agnew (1992) despertaron un renovado interés por esta tradición teórica. Cientos de estudios, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, fueron implementados. En general, estos trabajos ofrecen apoyo empírico para las versiones contemporáneas de la frustración. Sin embargo, toda esta atención contrasta con la escasa o nula atención que las teorías de la frustración han recibido en los países de habla hispana. Con el objetivo de rellenar este hueco dejado por la literatura, el presente trabajo realiza un examen teórico y empírico de las principales versiones de las teorías de la frustración, tanto clásicas como contemporáneas, utilizando además conjuntos de datos procedentes de países de habla hispana más una muestra de carácter multinacional.

    En nuestro primer Título discutimos el origen (remoto) de las teorías de la frustración, que situamos en la versión madura de Durkheim ([1897]1998). Durkheim introduce el concepto de anomia social y lo relaciona con un incremento de conductas desviadas a nivel agregado. El conocido autor sostiene que la sociedad, por sí misma, tiene fuerza y capacidad para influir en el comportamiento de los individuos. Más en concreto, nuestro autor parece sugerir que un contexto social de anomia presiona a los individuos hacia la desviación. Es por tanto que insistimos en situar el origen remoto de las teorías de la frustración en la etapa tardía de la obra de Durkheim.

    Merton, por su parte, ofrece una versión de anomia ajustada al contexto particular de la sociedad americana. Para este autor, la cultura americana otorga una gran relevancia a la consecución de objetivos de carácter económico. Sin embargo, se le otorga escasa o nula relevancia a los medios legítimos necesarios para conseguir tales fines. Nuestro autor identifica el concepto de anomia con esta realidad social. Sin embargo, el sociólogo americano añade que este tipo de culturas presiona a todos los miembros de la sociedad, con independencia de su estatus económico y/o social, a conseguir el éxito monetario, mientras que la propia estructura social no facilita los medios (legítimos) necesarios para que los sujetos de clase baja acceden a estos ideales de éxito económico. El autor denomina a esta situación bloqueo de oportunidades. Tal y como se desarrolla en el Título 2, algunos autores identifican dos explicaciones o teorías distintas en el trabajo de Merton. Por un lado, el concepto de anomia ofrece una explicación del delito a nivel agregado. Por otro lado, el concepto de bloqueo de oportunidades se identifica con las teorías de la frustración a nivel individual. Nosotros, 20 en cambio, sugerimos que se trata de una explicación del delito que combina ambos niveles de análisis. Es decir, aquellos individuos que, en un contexto social de anomia, encuentran bloqueadas las vías de acceso a unos objetivos ideales, pueden recurrir al delito como medio más efectivo para su consecución. Sobre esta conclusión podría estar la razón por la que algunos estudios han negado apoyo empírico a la teoría. Por un lado, muchos de estos estudios han obviado el aspecto macro de la teoría y la han evaluado con datos recogidos a nivel individual. Otros han realizado una operacionalización errónea del bloqueo de oportunidades. Estos estudios se han centrado en la discrepancia entre aspiraciones, generalmente medidas en termino de éxito económico, y expectativas, entendidas como el nivel de educación que cada sujeto pretende alcanzar. Lo relevante, sin embargo, no sería la discrepancia entre lo que uno aspira alcanzar y sus expectativas de lograrlo, sino la falta o bloqueo de oportunidades. Es decir, las limitaciones que encuentran algunos individuos para acceder a ciertas metas idealizadas culturalmente. Aquí la estructura social no distribuye las oportunidades por igual. Los sujetos de clases bajas sociales son los que más desproporcionadamente encuentran bloqueado el acceso a medios legítimos. Esta relación entre bloqueo de oportunidades y delincuencia se produce a nivel individual. Sin embargo, de la lectura del trabajo de Merton (1938) se desprende que para que los individuos recurran a medios ilícitos no es suficiente que se produzca un bloqueo de oportunidades, sino que esta situación debe producirse en un contexto de anomia. Es decir, en un ámbito de la esfera social en el que la cultura dominante concede un énfasis desproporcionado en ciertos objetivos sobre los medios necesarios para alcanzarlos.

    Con estas premisas en mente y teniendo en cuenta lo argumentado en los Títulos anteriores, se evalúa empíricamente la Teoría de la anomia de Merton. Un primer reto consistía en identificar un contexto de anomia social como el descrito por Merton, para ser tratado en la investigación como una constate. Por ello, el primer conjunto de datos utilizado en este trabajo se compone de una muestra de personas que practican deporte a nivel profesional o semi-profesional. La razón es que, tal y como indica Merton, en ciertos deportes (también en España) existe una desmedida cultura por el éxito (la victoria) que contrasta con la poca importancia que, en muchas ocasiones, se les otorga 21 a los medios necesarios para conseguirlo (las reglas del juego)9. Por otro lado, también se analiza si la operacionalización de la variable frustración afecta en los resultados. Es decir, si, tal y como proponemos en este estudio, debe ser medida en términos de bloqueo de oportunidades o, tal y como hicieron los teóricos del control, en términos de discrepancia entre aspiraciones/expectativas. Los resultados parecen apoyar todas nuestras hipótesis y planteamientos presentados. Los deportistas que culpabilizan de su fracaso deportivo a la falta de acceso a determinados medios recurren con mayor probabilidad a comportamientos ilícitos que aquellos que no (ver Título 3). Dicho en términos generales, las limitaciones de oportunidades que encuentran ciertos individuos en culturas donde prevalecen los objetivos sobre los medios, favorece la aparición de conductas ilícitas.

    En una segunda fase de nuestro trabajo, nos centramos en las teorías contemporáneas de la frustración, especialmente en las principales novedades que aporta la TGF. En este trabajo mantenemos que la principal aportación de la TFG tiene que ver con la inclusión de ciertas emociones negativas, especialmente la ira, que mediarían la relación entre frustración y delito. Para ello, Agnew (1992) recurre a la literatura del estrés y mantiene que son estos estados negativos lo que presionan al individuo hacia la desviación. El mecanismo causal que lleva al delito se produce de forma indirecta10, es decir, mediado por variables a nivel psicológico-individual. Las causas del delito siguen estando en la frustración, pero la razón principal por la que esas causas empujan al delito se encuentra en la motivación a nivel individual que ofrece, en última instancia, la ira y emociones semejantes. Es decir, aunque la TGF no descarta la relación directa entre frustración y delito, sostiene que la conexión se produce de forma indirecta. Esto es, a través de los efectos mediadores de ciertas emociones negativas. Para testar estas hipótesis utilizamos la base de datos de deportistas adultos y recurrimos a diferentes metodologías tradicionalmente utilizadas en la literatura. En primer lugar, el Título 5 9 Según palabras de Merton (1968, p. 188) «en las competiciones atléticas cuando se despoja el deseo de victoria en su envoltura institucional y se interpreta el triunfo por el simple hecho de ganar y no como el de «ganar de acuerdo con las reglas del juego», se favorece, implícitamente, la utilización de medios técnicamente eficaces aunque ilegítimos [...] La importancia atribuida al objetivo ha atenuado de tal manera la satisfacción provocada por la simple participación en la actividad deportiva que sólo se encuentra en la victoria».

    10 Un efecto indirecto significa que los efectos de un predictor (X) sobre un resultado o variable dependiente (Y) operan a través de una variable moderadora (M).

    22 recurre analíticamente a un procedimiento desarrollado por Hayes (2013) que permite calcular los errores típicos y que utiliza un método de remuestreo denominado bootstrap. Los resultados apuntan a una relación directa entre frustración e ira; y entre esta e infracciones. Sin embargo, tal y como esperábamos, la ira media completamente la relación entre bloqueo de oportunidades e infracciones. El Título 6, por su parte, replica las hipótesis planteadas en el anterior estudio utilizando un enfoque metodológico distinto. En este trabajo se recurre a modelos de ecuaciones estructurales. Modelos que asumen relaciones lineales distribuidas, normalmente, con medias y varianzas igual a cero, que no correlacionan ni entre sí ni con los predictores de las ecuaciones. Los resultados, en la línea de lo encontrado en el Título 5, indican una relación directa entre frustración e ira y entre ésta y comportamientos ilícitos. Los resultados sugieren además que la ira media completamente la relación.

    En definitiva, los dos trabajos anteriores parecen confirmar que la ira media prácticamente la relación entre bloqueo de oportunidades y ciertas conductas ilícitas que se producen habitualmente en el ámbito del deporte. Como indicábamos anteriormente las teorías clásicas no ofrecen una explicación sobre los motivos particulares que llevan a los individuos frustrados a realizar comportamientos antisociales. Una explicación plausible la ofrece la TGF. La exposición a las fuentes de frustración descritas por la teoría puede generar en los individuos una serie de sentimientos o estados afectivos negativos. Estas emociones, particularmente la ira, serían las que ejercen presión hacia la desviación. Por lo tanto, los hallazgos encontrados en estos trabajos confirman la principal aportación de las versiones contemporáneas de la frustración.

    Finalmente, el último bloque se centra en aspectos más particulares de las teorías de la frustración. En una primera parte, nos centramos en una de las variables que mayor atención teórica y empírica ha acaparado entre la literatura, y que más frecuentemente aparece asociada al delito. Esto es la victimización, una variable que, en muchas ocasiones es analizada como la consecuencia natural del delito, otras como un correlato y, otras, como una causa del mismo. En el Título 7 mantenemos que las teorías de la frustración en general y, la TGF en particular, son las teorías del delito que mejor explican la naturaleza causal de la victimización. Esto es así, porque la victimización 23 comparte todas las características de aquellas fuentes de frustración que son consideradas especialmente criminógenas. Es decir, la victimización, especialmente la criminal, suele ser percibida como una situación especialmente injusta y realmente grave o severa. Así mismo, cuando lo victimización proviene de instituciones sociales relevante en la vida de las personas suele fomentar un bajo control social y crea incentivos o presión para delinquir (ver Agnew, 2007, pp. 326-328).

    En una segunda parte, evaluamos empíricamente estas hipótesis de la TGF. Tanto los resultados con datos de nuestra muestra multinacional (Título 8), como los datos procedentes de la ciudad de Cali (Título 9), confirma que diversas formas de victimización constituyen un importante predictor de conductas desviadas.

    Por otro lado, en el Título 8 evaluamos una de las hipótesis de la TGF que menor apoyo empírico ha encontrado. La TGF conjetura que no todas las personas que sufren frustración (o incluso emociones negativas) recurren al delito. Existen otras muchas estrategias de afrontamiento y el delito es solo una de ellas. Que los sujetos respondan a la frustración o a la ira a través del delito depende de una serie de factores individuales y/o sociales. Es decir, la TGF sugiere que la relación entre frustración y delito está condicionada por una serie de factores individuales y sociales, que, generalmente, constituyen importantes predictores del delito para otras teorías criminológicas. Como se adelantó anteriormente, estas hipótesis carecen de un apoyo empírico robusto, mixto en el mejor de los casos. Según Agnew (2013), la falta de apoyo empírico se debe a que los investigadores han considerado cada uno de estos predictores de forma aislada. La revisión de la teoría propone que todos estos predictores deben formar un índice general al que Agnew (2013) denomina propensión criminal. Sin embargo, trabajos recientes también han encontrado pruebas desfavorables para esta nueva conjetura. En el Título 8 elaboramos un índice general de propensión criminal formado por las principales variables de las teorías criminológicas más relevantes. Esto es, el bajo autocontrol, la falta de supervisión paterna, la asociación con amigos delincuentes y las creencias favorables a la infracción de las normas. Los resultados encontrados parecen alinearse con los hallazgos encontrados en otros trabajos. Los efectos de la victimización en el delito y en el consumo de drogas se encuentran condicionados por la influencia de un índice general de propensión criminal. De esta forma, el Título 8 parece ofrecer 24 pruebas favorables para la extensión de la teoría propuesta por Agnes (2013). De hecho, dos procedimientos metodológicos distintos obtuvieron resultados similares11.

    Así mismo, el presente trabajo en su conjunto también evalúa de forma transversal la generalidad de las teorías de la frustración y su aplicación en países distintos a los que las teorías fueron originalmente presentadas. Los Bloque 1 y 2 utilizan muestras de individuos residentes en España. El Bloque 3, por su parte, utiliza dos conjuntos de datos distintos. El Título 8 recurre a una muestra multinacional que se compone de adolescentes procedentes de 25 países. El Título 9 utiliza datos procedentes de una ciudad de Colombia, Cali, que presenta la salvedad de ser una ciudad especialmente criminógena. Es decir, Cali es una región que presenta tasas del delito más altas de aquellos lugares en los que las teorías criminológicas son habitualmente evaluadas. En general, los hallazgos encontrados a lo largo de todos nuestros estudios parecen favorecer la hipótesis de la generabilidad de las teorías de la frustración. Por lo tanto, se puede concluir que las teorías de la frustración se revelan idóneas para explicar la conducta antisocial en otras partes del mundo. Todo ello sin obviar que cada una de las fuentes de frustración analizadas y el resto de variables de las teorías de la frustración deben adaptarse con carácter previo a las características particulares de cada país o cultura. Es decir, tal y como se explica en el Título 9, existen ciertas fuentes de frustración que pueden resultar más criminógenas en unas culturas que en otras (Agnew, 2015).

    Podemos concluir este trabajo de tesis doctoral señalando que la teoría general de la frustración ha ofrecido un importante impulso a esta tradición teórica y que cuenta con apoyo empírico consolidado, también en países de habla hispana y con muestras multinacionales. La TGF ha incluido nuevas fuentes de frustración y mecanismos causales en la explicación del delito algo más complejos que sus versiones antecesoras. Sin embargo, la teoría resulta imprecisa en algunos conceptos, algo que quizá se haya 11 Por un lado, recurrimos al test de interacciones. Es decir, introducimos en un modelo de regresión, junto a victimización, propensión criminal y otros controles, una interacción multiplicativa entre victimización y propensión criminal. Esta interacción parece tener efectos positivos tanto en la delincuencia como en el consumo de drogas. Por otro lado, para contrastar los resultados, se divide la muestra en aquellos que son bajos, medios y altos en propensión criminal. Los resultados encontrados confirman lo encontrado con el procedimiento anterior y son claramente favorables a las hipótesis planteadas, especialmente cuando se analiza la relación entre victimización y delincuencia.

    25 agravado por las diversas modificaciones que se han ido añadiendo de forma paulatina durante las últimas décadas. En el presente trabajo, nos hemos movido entre las versiones clásicas de las teorías de la frustración y sus revisiones contemporáneas. Entre analizar los efectos directos de la frustración en el delito, tal y como predicen las versiones clásicas, y evaluar los efectos mediadores de la ira, tal y como predicen las versiones contemporáneas. Entre analizar asociaciones simples entre variables y evaluar mecanismos causales muchos más complejos. Los resultados en este trabajo deberían animar a la comunidad científica a implementar nuevos estudios empíricos tanto en países de habla hispana como en otras partes del mundo.

    26 SUMARY 1. Justification of the thematic unit The main goal of our work is to offer a complete theoretical and empirical analysis of the principal version of strain theories. Every section and Paper of this work focuses on a particular version, perspective, assumption, etc., of this theoretical family. We review both theoretical and empirical approaches and analyze the most prominent developments in strain theories. Strain theories have undergone an important evolution in the last decades. These theories have evolved from a theory presented at a macro-social to a micro-individual level; from a so-called middle-range theory to a general theory of crime; from a unique type of strain leading to crime to several ideal types of strains; from a direct relationship between strain and crime to a more complex causal mechanism. Consequently, we divide this work into nine papers classified in turn into three larger groups, each of them dealing with some of the main abovementioned perspectives, revisions or hypotheses of strain theories.

    The first group examines both the most distant (Paper 1) and the closest origin (Paper 2) of this theoretical framework. At this point, we theoretically review the main classic strain theories presented at the macro-social level. In the first Paper, we conclude that (the later) Durkheim ([1897]1998) has the merit of having set up the basis of what we will later know as strain theories. In this sense, we believe that Durkheim can perfectly be considered a strain theorist. In his masterful work "Suicide", Durkheim describes a social situation that would be responsible for a dramatic increase in the rates of antisocial behaviours, some of them especially extreme such as suicides and other «aberrant» activities (see Paper 1). Durkheim calls this social situation «anomie», or absence of norms. On the second hand, we believe that Merton follows the notion of anomie presented by Durkheim but giving it another perspective (see Paper 2). Building on Durkheim's Anomie Theory, Merton (1938) presents his own social structure theory of anomie. However, part of the literature reckons that the work of Merton actually comprises two theories, perspective or approaches. On the one hand, a macro-social perspective (Anomie Theory). On the other hand, a micro-individual perspective (Strain Theory). We believe that both arguments are present in Merton's theory. That is, as we will see, Merton describes a relationship between strain and crime within a macro-social 27 context of anomie (what he defines as a disproportionate emphasis on goals over means). Consequently, we conclude that in order to test Merton's theory properly we have to conduct studies in societies with the characteristics described by Merton. For that reason, researchers should treat anomie as a constant (at the structural level), not as a variable. Then, they can test the effects of strain on deviation (at the individual level). That is, the theory of Merton must be tested with individual data as long as the study is carried out within a social context of anomie. In Paper 2, we propose some guidelines to test Merton’s Anomie Theory, (a macro-level theory) with data at the individual level.

    Finally, in the third Paper of the first Group (Paper 3), we report an empirical study that was designed taking into account the conclusions and guidelines drawn out from our two first works, especially from the second one. To do that, we use a set of data specifically collected for this purpose. We use a convenience sample of (adult) professional and semi-professional athletes12 (ages 18 to 64), split between male and female. All of them were practicing sports, both individual and collective, at the time the data were collected. By and large, results verify our hypothesis and offer support for classic strain theories. The findings not only support strain theories but also confirm our guidelines suggestions with regard to the proper procedure to test Merton's theory.

    We begin the second Group analyzing thoroughly the principal premises of General Strain Theory – GST - (Agnew, 1992). We extensively examine the main contributions of GST and discuss the principal works that evaluated empirically its main assumptions (see Paper 4). GST is a theory at the individual level that overcomes the criticisms against the classic strain theories. One of the main contributions of GST is the transformation of a macro-level theoretical tradition (classic strain theories) to a micro-level perspective. Classic strain theories focus on the relationship between (economic) strains and high rates of deviant behavior. However, they are not able to explain why certain individuals turn to crime and not others. GST highlights that certain negative emotions motivate individuals to engage in antisocial behavior. That is, GST suggests that the – indirect - effects of certain negative emotions mediate the association between strain and crime.

    12 We focus on a sample of athletes, since we consider that the culture and values promoted in some sports in Spain may well reflect what Merton defines as anomie. That is, a social context that emphasizes disproportionally the goals over the means. We discuss this topic in Papers 2 and 3.

    28 According to Agnew (1992), the main negative emotions mediating the relationship between strain and crime are anger, depression and anxiety. For that reason, we prepared two papers evaluating specifically this hypothesis using different methodological approaches. In this way, we not only test one of the main hypotheses of GST, but also assess different methodological approaches to the analysis of mediation. The literature has traditionally used different methodological approaches for contrasting the mediation hypotheses (Jang y Song, 2015). The methodologies used in our papers are regression approaches with bootstrap and Structural Equation Modeling (SME). Here, we present two Papers (4 and 5), each implementing one of the two statistical procedures just mentioned.

    In the first one (Paper 5), we conduct an Ordinary Least Squares regression-based path analysis using the process designed by Hayes (2013) (PROCESS Procedure for SPSS Version 3.00). The procedure allows us to estimate the direct, total and indirect effects among variables. The second study (Paper 6) focuses on the analysis of mediation effects using SEM with latent variables. We used the MPlus software, which is generally used to test indirect effects. We propose Structural Equation Models because they are quite flexible and an alternative to the causal steps approach. As we will see later, the results seem to confirm our hypotheses.

    Finally, Group 3 deals with some particular and relevant aspects of strain theories. This last group consists of three papers and focuses primarily on some of the strains that are thought to be more likely to lead to crime. In the first one (Paper 7), we examine the relationship between early victimization and later delinquency. We evaluate the characteristics of this particular strain and explain the path by which victimization and crime are strongly related. GST offers an explanation and shows how and why early victimization can result in later delinquency. We conclude that strain theories, especially GST, are the most appropriate theoretical approaches to explain the causal relationship between early victimization and later delinquency.

    Considering the conclusions drawn out from the previous work and using a multinational sample of adolescent students, Paper 8 examines three important fundamentals of GST. Firstly, we evaluate empirically the above-mentioned relationship between victimization and crime (see also Paper 9). Secondly, we evaluate another of the main extensions to 29 GST. Here, we assess whether the effects of strain on delinquency are conditioned by a general index of individuals' criminal propensity13. Finally, taking into account the multinational nature of the data, we also examine the cross-cultural applicability of strain theories. By and large, the results also seem to favour our hypotheses.

    In Paper 9, we focus on certain specific kinds of victimization commonly experienced by adolescents. Here we assess empirically the effects of several forms of adolescent abuse on an index of general delinquency. These types of victimization are abuse by other students, teachers' emotional maltreatment and parental physical abuse. The data comes from a study of juvenile delinquency in Cali (Colombia), a city with high crime rates. This way, we test a theory in a particular criminogenic setting that differs from the context in which criminological theories are traditionally tested. On the other hand, Paper 9 sheds some light on a long-standing discussion about one of the principal disjunctions between classic and contemporaneous strain theories. Classic versions affirm that there is a direct relationship between strain and delinquency. Contemporary strain theories, while not rejecting this possibility, argue that such a connection is more likely to be mediated by the effects of certain negative emotions, especially anger. We assess then, whether some of these objective strains have direct effects on respondents’ reported delinquency. Results reveal mixed support for our hypotheses.

    An initial survey of the literature would lead us to conclude that the interest in strain theories in Spanish speaking countries has been very limited, especially when it comes to empirical work. To our knowledge, so far no work has extensively examined, theoretically or empirically, strain theories. This thesis work presents three theoretical revisions of strain theories that have been published in Spanish journals and books (Papers 1, 2, 4) to which we can add one published in South America (Paper 7). Additionally, here we present five tests of strain theories with data from Spanish speaking countries (Papers 3, 5, 6, 9), plus an additional one with data from a multinational sample of students in 25 countries (Paper 8).

    13 According to GST, the effects of strain on delinquency are conditioned by certain (individual and social) factors. However, this hypothesis has not found solid empirical support. Then, a renewed version of GST suggests that studies failed to find empirical support due to the fact that they considered all these factors in isolation. Agnew (2013) states that those factors should be analysed in combination, forming what Agnew names “criminal propensity”. This extension to GST has also found limited support.

    30 2. Hypothesis and Objectives The principal aim of this work is to analyze the core fundamentals of the main versions of strain theories. In every paper, we set up particular objectives and formulate the corresponding hypotheses. In our empirical papers, we adhere to the alternative hypothesis methodology, in which we derive hypotheses from the predictions based on strain theories. Thus, we test the relationships, connections and causal mechanisms among variables predicted by different versions of this theoretical perspective.

    In the first Group, we try to overcome some of the criticisms of classic strain theories. Specifically, we argue that Merton's anomie theory has been wrongly conceptualized as well as tested under misleading assumptions. We propose a precise way to assess Merton's theory and show how to operationalize and model its variables. We hypothesized that under a structural context of anomie, individuals' perceptions of the blockage of opportunities lead them to involvement in different kinds of antisocial behaviours.

    In the second Group, we focus on GST, though without losing sight of the key variable for all versions of strain theories, which is blocked opportunities. As we argued earlier, the main contribution of GST is the significant role the theory attributes to certain negative emotions. In this Group, we consider that the indirect effects of certain negative emotions, mainly anger, mediate the link between strain and crime. To reach this goal, we employ several analyses using different methodological approaches. That way, not only do we evaluate GST analytically, but we also examine different methods to assess the mediation effect.

    In the third and last Group, we aim to shed light on several particular aspects of GST. Theoretically, we deal with the widely analyzed relationship between victimization and crime. According to GST, victimization is one of the strains more likely related to crime. Then, we conjecture that suffering different kinds of victimization (criminal, parental abuse, bullying, etc.) drive particular individuals to crime. Additionally, we also test empirically the later extension of GST. That is to say, we assess whether the effects of previous victimization on later delinquency are conditioned by the individual’s level of criminal propensity (Agnew, 2013). Criminal propensity is a general index composed of a combination of other relevant predictors of crime. To examine such a relationship, we 31 conduct several tests of interactions using different methodological approaches. Finally, throughout the three Groups, we try to test the cross-cultural applicability of GST by using samples from different countries plus a multinational sample. GST is presented as a general theory of crime, potentially universally applicable in different countries, cultures or societies. Every Paper deal with some of these particular objectives and focuses on some of the hypotheses presented in this group.

    3. Theoretical Framework We frame this work within what some authors call Analytical Criminology. This is a branch of Criminology based on hypothesis testing and theory development. In this work, we adhere to the longstanding formulated idea among some scholars that there is no possible empirical research without a solid theoretical framework (see Popper, 1985, 2003). The theoretical foundations adopted in this work are based upon the abovementioned strain theories.

    To our knowledge, no work in Spanish speaking countries has implemented a theoretical revision or empirical study like the present one. Our principal interest is strain theories, although we largely focus on the contemporary version of GST. We firstly highlight the work of the mature Durkheim, where we locate the origin of the strain theories. Then, we analyze classic strain theories (especially Merton's Anomie Theory). As we mentioned before, we firstly highlight the main premises of Merton's theory and try to counter the criticisms formulated particularly by control theorists. Then, we propose definitive criteria for interpreting and testing the theory. Among other suggestions, we argue that it is possible to test this theory (presented at macro-level) with data at the individual level. However, we also believe that the macro-sociological context of anomie cannot be completely neglected. According to Merton, anomie emerges when culture puts a high emphasis on goals and scarce or no emphasis on means. On the other side, we also propose a change to the operationalization of strain-variables. Other researchers, most probably influenced by Hirschi's (1969) influential work, used to measure strain in terms of differences between (low) expectations and (high) aspirations. Hirschi (1969) solely focused on educational expectations and occupational goals. We actually consider that the key premise of Merton's theory is not this 32 difference, but the fact that people find access to their valued goals blocked. Moreover, we cannot focus solely on a specific kind of valued goal (occupational) nor on a specific kind of blockage (educational). Actually, we believe that there are other types of economic or monetary goals, as well as other forms of limitations or lack of opportunities. Likewise, we additionally propose that the blockage-crime relationship must always be tested in a particular culture or society, i.e. what Merton defines as the anomie context. Bearing conclusions from Papers 1 and 2 in mind, we test Merton’s theory. We examine the relationship between blocked opportunities and illegal behaviours (strain-crime) with a sample of active Spanish athletes (an anomie context).

    In the second Group, we exclusively focus on GST. We start the Group by extensively reviewing the theory (Agnew, 1992, 2001, 2007, 2013). GST was an important impulse for the family of strain theories, becoming nowadays their main representative. This new approach constitutes a significant step forward for strain theories, making it different from classic strain theories. The main distinctions among the different versions of strain theories can be described as follows: - The hub of this theoretical tradition moved from structural explanations of crime (macro-level perspective) to the individual level (micro-level perspective).

    - Classic strain theories focused mainly on a specific kind of strain. That is the blocked opportunities for the achievement of economic goals, social status and/or social recognition. GST, on the other hand, broadens the potential sources of strain leading to crime, classifying them in three large groups14.

    - Classic versions predict a direct relationship between strain and crime. GST, instead, assigns a prominent role to some (negative) emotions that mediate, at least partially, the strain/crime association. Although GST postulates a potential direct relationship between strain and crime, the theory also predicts a causal mediation mechanism involving certain negative emotions, especially anger. Anger is the most relevant emotion to GST. From our point of view, this is the most relevant contribution of GST.

    14 Those are: [1] failure to achieve valued goals; [2] removal of positively valued stimuli; and [3] exposure to negative stimuli (Agnew, 1992, pp. 48-58).

    33 - Finally, GST also introduces a series of causal explanations and identifies other variables that should moderate the relationship between strain, negative emotions and crime. According to GST, certain individual and social factors condition the effects of strain on crime. This is the hypothesis that has found more limited support; consequently, Agnew (2013) presented an extension of the theory trying to overcome this lack of empirical support. Agnew (2013) argued that those works that failed to support this hypothesis had modelled each factor in isolation. Agnew proposed a general index of criminal propensity combining all these predictors. Then, he hypothesised that the general index of criminal propensity conditions the relationship between strain and crime.

    For these reasons, we first focus on the macro-to-micro analyses, as well as on blocked opportunities (the variable traditionally used by strain theories to explain crime) (Papers 1, 2, 3). Then, we conduct some studies focusing on the mediating effects of anger on the relationship between strain and crime (Papers 5 and 6). Using different methodological approaches, we estimate the direct, indirect and total effects of strain and anger on crime. Subsequently, we address some of the strains that are most likely associated with crime. These are criminal victimization, parental abuse, bullying, and teachers’ emotional mistreatment of students (Papers 8 and 9). Additionally, we focus on Agnew's (2013) extension; that is, on the conditional effect of individuals' crime propensity on the association between strain (victimization) and crime (Paper 8). Finally, throughout the three Groups, we examine the cross-cultural applicability of strain theories.

    4. Methodological procedures In this work, we use three sets of data. The first set was specifically collected to test strain theories in Spain, either classic or contemporary versions. The data come from a sample of adult professional and semi-professional athletes. This is a non-probability and non-representative convenience sample (n= 349) made up of men (192, 76%) and women (61, 24%) between 18 and 64 years old, all of them active athletes at the time the data were collected15. The design of the sample was oriented to maximize variability.

    15 However, in most of our analyses, we have only used 265 since we had to eliminate observations from individuals who lacked information on the dependent variable.

    34 Strain theories, like many general theories of crime, can be tested by any sample that includes sufficient variability. The procedure of data collection was the self-report questionnaire, specifically designed for this work, which was completed online using the 1KA, a specific application for web surveys (Callegaro, Manfreday and Vehovar, 2015).

    The second set of data are drawn from the International Self-Report Delinquency Study, which has now completed its third sweep (ISRD3) (Enzmann et al., 2018). The survey was designed to measure variables of relevance to one or more criminological theories and to capture key sociodemographic information often used as control variables in multivariate modelling of delinquent behaviour. The data incorporates several of the key variables postulated by GST e.g. various types of victimization, those factors forming a general index of criminal propensity, and, obviously, some forms of offending and substance abuse among adolescents. ISRD3 involved the collection of data by national teams using a standard method in each participating country. At the time of the current study, data from 25 countries were available (total n = 57,760) and the average sample size in each country was 2,310 (maximum = 6,430; minimum = 321). Samples were drawn from secondary school students in grades 7 through 9 in a large urban area, one or more additional cities, and sometimes in a wider region. The ISRD samples, therefore, were not representative of all adolescents in each country, but of adolescents in urban schools. Schools were randomly selected in each urban area/region included in the study and all students in those schools were invited to participate in the survey. The sample was split almost evenly between female (n = 29,185) and male (n = 28,546) respondents and the ages ranged from 12 to 17 years. To maximize comparability, a standard core questionnaire was used in each participating country, although the mode of delivery varied between online and paper-and-pencil versions. As we mentioned before, the multinational nature of our data allows us to evaluate the cross-cultural applicability of GST.

    The third set of data stems from the Study of Juvenile Delinquency in Cali (Colombia). This study includes items from the self-report questionnaire normally used by Hagan and colleagues to evaluate Power-Control Theory (Hagan, Simpson and Gillis, 1987). The sample consists of 846 adolescents, 371 (43.9%) males and 452 (53.4%) females plus 23 missing observations (2.7%) of those who did not indicate sex. All of them were between 35 13 and 17 years old. The total sample, although not representative, was collected from schools [both public (570; 67.4%) and private (276; 32.6%)] located in different areas of the city. The schools were selected to be closely representative of the different socio-economic status of the city. Cali is a city with high crime rates, and significantly different in some ways from the settings where criminological theories are traditionally tested. Additionally, Colombia (and Latin America) is a region where no empirical work based on strain theories is known.

    The analytical strategy implemented in this work depends on the particular Paper. We have mainly used different techniques of linear regression, especially the method of Ordinary Least Squares (OLS). However, due to the dependent variable in our sets of data is a count, we also need to run several analytical alternatives. In some works (Paper 3, 5 and, 9), we directly use Negative Binomial regression (NB1), considered the best alternative when the dependent variable is a count and there is an excessive amount of zeros (Cameron and Trivedi, 1998; Hilbe, 2011). That is, for samples with markedly unilateral distributions or samples with just a few individuals who committed crimes. As we will see, another alternative is the transformation of the dependent variable. Logarithm transformation seems to be the alternative that best meet the assumption of linear regression. In Papers 6 and 9, we transform our dependent variable into a logarithm alternative. The aim of this transformation is both correct the lack of normality and provide a plausible model in which the relationship is realistically accommodated to linearity and fulfils the assumptions of the linear model. We select the natural logarithm alternative since the coefficients on this scale are relatively simpler to interpret as proportional differences (Gelman and Hill, 2007, pp. 60-61).

    We also use different procedures to reduce the amount of information and evaluate the dimensionality of the data. The objective of these techniques is to make our analyses simpler. There are different techniques. We mainly trust on an exploratory and confirmatory Principal Components Analysis (PCA), though we combine these methods with others simpler such as summary indexes or variety scales.

    Regarding the statistical analyses, we already mentioned that the mediation analyses are a core part of this work. We contrast different methodological approaches for the mediation analysis. An interesting proposal for testing mediation hypotheses in the 36 framework of regression is that of Hayes (2013). The indirect effect (ab) between an independent or exogenous variable X on a dependent variable Y, through a mediating variable M is simply the result (a*b) of multiplying the regression coefficients resulting from regressing M on X (a) and Y on M (b). This approach can be extended to other effects (c, c'). The key, however, refers to the estimation of typical errors and confidence intervals for such a coefficient ab. Hayes proposes bootstrap16 and provides an executable SPSS program - or other statistical packages at user level: Process 3. 3. We also use the Monte Carlo confidence interval, which is used when the sample distribution is asymmetric and provides a tighter estimate, resulting in a more conservative result.

    On the other hand, we also conduct a mediation analysis by using Structural Equations Analysis (Paper 6)17. We use structural equation models, which are quite flexible, and propose them as an alternative to the causal steps approach. Following to Muthén's (2011) assumptions, we estimate the direct and indirect effects within the framework of SEM by assuming linear relationships, residues normally distributed, with means and variances equal to zero, and which neither correlate with each other nor with the predictors of the equations. However, the dependent variable of our first set of data follows a negative binomial distribution. As we mentioned above, NB1 is considered the best alternative in these cases. Nonetheless, this route is not available for the indirect effects test in the common MPlus 6 procedure, which is the methodology followed in this work. An alternative in these cases is to transform the dependent variable. To find the best option, we conduct an empirical comparison between different kinds of transformations. As we advanced above, the logarithm transformation resulted in the alternative that best met the assumption of linear regression.

    16 Bootstrap is a non-parametric approach that has the same purpose as the more traditional parametric inference. This system treats the sample as a population from which successive samples are extracted -generally with replacement-. This procedure has an inferential purpose. Here we generate new samples of the same size as the original. For this purpose, replacement sampling shall be used, so that the same observation of the original sample may appear several times in the new sample, while it will not appear in others. This procedure can be repeated as many times as deemed appropriate, usually hundreds of times. Samples derived from pseudo-population are used for alternative estimation or to try to verify findings.

    17 Structural Equation Modelling is a technique that uses various types of models to depict relationships among observed variables and comes up with one or more latent variables. That is, SEM tests several theoretical models, which hypothesize on the one hand, how sets of variables define constructs (latent variables) and, on the other hand, how these constructs relate to each other (see Paper 6).

    37 Another methodological strategy followed in this work is the test of interactions. That is to say, we examine whether the relationship between a predictor variable (X) and an outcome variable (Y) is conditioned by the effects of a third variable (Z), normally considered another predictor variable. There are several procedures to run a test of interactions. In Paper 8, we conduct a test of interactions by introducing a multiplicative term in the regression analyses. We created the interaction term by multiplying the standardised values of (X) victimization and (Z) criminal propensity. Then, we estimate the results of entering the interactions term in the regression model. We also use another technique to test the effects of a moderator-variable (M) (criminal propensity) in a relationship between (X) and (Y). We divided the sample in such way that those who scored below -1 standard deviation were considered low in (M); those who scored between -1 and +1 standard deviation were medium in (M); and those who scored above +1 standard deviation were high in (M). Subsequently, we assess the magnitude of the coefficients and the slopes of the regression lines.

    5. Main results In general, the findings support strain theories, both classic and contemporaneous versions. In the first Group, we focus on classic strain theories. We draw some theoretical and methodological conclusions from Papers 1 and 2 and counter empirically in Paper 3. In this Paper, we used two different procedures to measure strain. However, only the method that measures strain in terms of blockage of opportunities, as opposed to that one that measures it as the disjunction between aspirations and expectations, finds direct and positive effects of strain on a measure of infractions usually committed in certain sports. All this after controlling for certain negative emotions, variables stemming from other criminological theories and sociodemographic variables. These findings would confirm, on the one hand, that there is a direct relationship between strain and deviance; and on the other hand, that the best available method for assessing this relationship is when we focus on blockage opportunities.

    In Group 2, we focus on GST and, more specifically, in the indirect effects of anger on the relationship between strain and illegal activities. Following a regression approach in Paper 5, results show a direct relationship between strain and anger, and between anger 38 and infractions. However, anger seems to completely mediate the relationship between blockage and infractions. Following a structural equation models approach in Paper 6, results also point to a direct association of blockage and anger on the one hand, and of anger and infractions on the other, controlling for some other important covariates. We have not found evidence of direct effects of blockage on infractions though. Anyway, results are similar to those found in Paper 5. Anger mediates the relationship between blockage and infractions. We can see here how different methodological approaches seem to confirm the mediating effects of anger.

    In the third Group, we analyze other strains, other kinds of relationships among variables and other causal mechanisms predicted by strain theories. First, we focus on victimization as one of the strains more traditionally associated with crime. Using GST terminology, we can say that victimization has the characteristics of those strains more likely related to crime. That is, criminal victimization is usually perceived as unjust, high in magnitude, associated with low social control and that it exerts pressure toward crime. Results confirm our hypothesis in this regard. A comprehensive index of general victimization is positively related to an added index of different types of delinquency (see Papers 8 and 9). Secondly, we review the path or causal mechanism that according to GST, increases the likelihood that individuals respond to strain with delinquency. The theory envisages that certain (individual and social) factors moderate the effects of strain on crime. According to Agnew (2013), all these factor or crime predictors in combination would form a general index of individuals' criminal propensity. Empirical support on this assumption is mixed. Paper 8 reveals that this overall index of criminal propensity increases considerably the odds that individuals cope with their previous victimization through crime or substances abuse. These findings align with results informed on other research works. Results point out that, the more the individuals' criminal propensity, the more likely victimized individuals are to involve in delinquency and substance use.

    Finally, Paper 9 focuses on different types of victimization (bullying, teacher emotional maltreatment and physical parental punishment). We evaluate if there are direct effects of different kinds of adolescence abuse on an index of general delinquency. Results 39 reveal that teacher and parent abuse are positively and directly related to general delinquency. Not so when it comes to the maltreatment from other students.

    Additionally, results throughout the whole work seem to conclude the strain theories could also be applicable in other cultural contexts (Spain and Colombia), apart from those where the theories were originally born.

    6. General conclusions Strain theories have held a predominant position in the United States. This theoretical family can be considered, along with differential association and social control theories, one of the main general theories of crime. Classic strain theories played a dominant role in the 1950s, although they gradually lost relevance in favour of the social control paradigm. However, certain revisions of strain theories aroused renewed interest for this theoretical tradition, especially the revision carried out by Agnew (1992). Hundreds of studies, both in the United States and the rest of the world, were implemented. By and large, these studies offered empirical support for the contemporary strain theory. However, the attention received by strain theories (practically) all over the word contrasts with the little or no attention received in Spanish-speaking countries. To fill this gap in the literature, this work conducts a theoretical and empirical examination of the main versions of strain theories, both classic and contemporary, by using data sets from Spanish-speaking countries and a multinational sample.

    In our first Paper, we discuss the (remote) origin of strain theories, which we place in Durkheim's mature version. Durkheim ([1897]1998) introduces the term of social anomie. Durkheim relates anomie to an increase in deviant behaviours at the aggregate level. The well-known author maintains that society, on its own, has the strength and capacity to influence individuals' behaviour. More specifically, our author seems to suggest that a social context of anomie pushes individuals towards deviance. Consequently, it is worth saying once again, we settle the remote origin of strain theories in Durkheim's later works.

    Merton, on the other hand, offers an anomie version adjusted specifically to the American society. According to Merton, American culture attributes elevated importance to the achievement of economic goals. However, the same culture offers 40 scarce or no relevance at all to the legitimate means necessary to fulfil those goals. Merton relates anomie with the disjunction between the cultural emphasis on goals and means. Merton suggests that the dominant culture pressures all individuals equally to get monetary success. However, at the same time, the social structure does not provide individuals from lower class with the (legitimate) means necessary to get those ideal levels of economic success. This situation is what Merton defines as blockage of opportunities. As we mentioned in Paper 2, some authors see two different explanations or theories in Merton's work. On the one hand, the anomie social context explains deviance at the aggregate level. On the other hand, the blockage of opportunities would explain the crime at the individual level. This last argument is the one traditionally identified with strain theories. We, instead, stand up for Merton's explanation of crime combining the two arguments or levels of analysis. That is to say, those individuals who find access to their goals blocked, within a social context of anomie, are more likely to resort to delinquency. Crime would be a more effective means for their goal achievement. We reckon that some of those studies denying empirical support for Merton’s theory neglected this holistic interpretation of the theory. That is, many of these studies ignored the macro aspect of the theory and evaluated it with data collected at the individual level. Others have erroneously operationalised its main variable, i.e. blockage of opportunities. These studies focused on the disjunction between aspirations (generally measured in terms of economic success) and expectations (generally measured in terms of the education level the individuals estimate to achieve). What is relevant, though, would not be the discrepancy between aspirations and expectations, but the lack of opportunities. Here, the social structure does not distribute opportunities equally. Individuals from the lower social class are disproportionately more likely to find access to legitimate means blocked. The relationship between the blockage of opportunities and delinquency occurs at the individual level. However, a thorough reading of Merton's work (1938) shows that the blockage of opportunities is not enough for individuals to turn to crime. Actually, such a connection is especially significant in a social context of anomie. That is, in a society where the dominant culture places disproportionate emphasis on goals over means.

    41 Drawing out from that argued in the previous papers, we test empirically Merton's anomie theory. Our first challenge was to identify a sphere of social activity similar to the one described by Merton. That is, we needed a social anomie context to be treated as a constant in our research. For this reason, our first set of data is made up of a sample of people who actively practice sport at the time the data were collected, either at the professional or semi-professional level. The reason is that according to Merton, there are certain sports (also in Spain) that place an excessive emphasis on success (victory) over the necessary means to get it (the rules of the game)18. On the other hand, we use two different measures of strain in order to assess whether the operationalization affects the results. Firstly, as we propose in Paper 2, we measure strain in terms of blockage of opportunities. Secondly, as control theorists held, we measure strain in terms of the discrepancy between aspirations and expectations. The results in Paper 3 seem to support all our hypotheses and presented approaches. Athletes who blame others of their sporting failure are more likely to resort to more effective illicit means. That is, the lack of access to the necessary means to get certain ideal cultural goals, in societies where, additionally, the importance of those goals prevail disproportionately over means, favours the emergence of illicit behaviours.

    In the second phase of our work, we focus on contemporary strain theories, especially on the main contributions brought by GST. According to Agnew (1992), there are certain negative emotions, especially anger, that mediate the relationship between strain and crime. Agnew draws on the stress literature and comes up with the conclusion that these negative states pressure individual towards deviation. The causal mechanism that connects strain and crime is produced indirectly19. That is, it is mediated by variables at the psychological-individual level. Strain is still the main cause of crime according to GST. Nevertheless, the reason why strain pushes individuals toward delinquency is eventually the motivation anger and similar emotions provide. In other words, despite GST does 18 According to Merton (1968, p. 188) words «in competitive athletics, when the aim of victory is shorn of its institutional trappings and success becomes construed as "winning the game" rather than "winning under the rules of the game," a premium is implicitly set upon the use of illegitimate but technically efficient means. [...]The emphasis on the goal has so attenuated the satisfactions deriving from sheer participation in the competitive activity that only a successful outcome provides gratification».

    19 An indirect effect means that the effects of a predictor (X) on dependent variable (Y) operate through a moderating variable (M).

    42 not rule out a direct relationship between strain and crime, it suggests that the connection is more likely to occur indirectly. That is, through the mediating effects of certain negative emotions. We use the athletes' data set and different methodological approaches to test these hypotheses. In Paper 5, we use an analytical procedure developed by Hayes (2013) that allows the estimation of standard errors and uses a resampling method called bootstrap. The results point to a direct relationship between strain (blockage of opportunities) and anger; and between anger and infractions. However, as we expected, anger completely mediates the relationship between strain and infractions. In Paper 6, we replicate the hypotheses raised in the previous study using a different methodological approach. We trust on structural equation models, a method that assumes linear distribution relationships, usually with means and variances equal to zero. Moreover, the models do not correlate either with each other or with the predictors of the equations. The findings, in line with what was found in Paper 5, indicate a direct relationship between strain and anger and between anger and infractions. The results further suggest that anger completely mediates the relationship.

    In short, the two previous papers confirm that anger practically mediates the relationship between blocked opportunities and certain illicit behaviours usually seen in sports competitions. As indicated above, classic theories do not explain the particular motivations that lead strained individuals to engage in antisocial behaviour. A plausible explanation is provided by GST. The exposure to strain can generate a series of negative emotions or affective states in individuals. These emotions, particularly anger, would eventually exert pressure toward deviation. Therefore, the findings in these papers provide support for the main contribution of contemporary versions of strain theory.

    Finally, the last group focuses on more specific aspects of strain theories. In the first part, we focus on one of the variables the literature in social sciences has given a great deal of theoretical and empirical attention. This is victimization, a variable that is frequently analyzed along with delinquency. Intuitively, victimization would be the natural consequence of crime. However, sometimes victimization is also analyzed as a correlate of delinquency, as a risk factor, or even as a cause of later criminal behaviour. In Paper 7, we examine this (multi)directional relationship between victimization and crime, especially analyzing its quality as a predictor of delinquency. Potentially, several 43 theories suggest that individuals who have been previously victimized would turn into offenders. We conclude that strain theories, especially GST, are the theories that best define the causal mechanism that drives victimized people into delinquency. This is so because according to GST, victimization shares all the properties of those strains considered especially criminogenic. More precisely, victimization is a strain often perceived as unjust, serious or severe, associated with low social control and which creates incentives or pressure to commit crimes (see Agnew, 2007, pp. 326-328).

    In a second part, we empirically evaluate GST's hypotheses. Both the results with data from our multinational sample (Paper 8) and the data from the city of Cali (Paper 9) confirm that various forms of victimization constitute an important predictor of crime.

    On the other hand, in Paper 8 we evaluate one of the GST hypotheses that has received least empirical support. According to GST, not everyone responds to strain (or to negative emotions) with delinquency. There are other possible coping strategies and crime is just one of them, normally not the most frequent. Whether individuals respond to strain or anger with crime depends on a range of individual and/or social factors. In other words, GST suggests that the relationship between strain and crime is conditioned by a variety of individual and social factors. Those factors are generally the main crime predictors named in other criminological theories. However, as we mentioned above, this particular hypothesis has not received robust empirical support, and tests have produced mixed results at best. According to Agnew (2013), the lack of empirical support is due to researchers erroneously considering each of these factors in isolation. Agnew, instead, proposes that all these factors or predictors should form a unique general index of what he calls ‘criminal propensity’. However, recent works have, likewise, failed to find unequivocal support for this hypothesis. In Paper 8, we build a general index of criminal propensity formed by the most relevant variables of the main theories of crime, i.e., low self-control, lack of parental supervision, criminal peers and beliefs favourable to crime. The results align with several previous studies which have found support for the hypothesis: the effects of victimization on crime and substance abuse are conditioned by a general index of criminal propensity. Paper 8, then, seems to support 44 empirically Agnew's (2013) GST extension. In fact, two different methodological procedures come up with similar results20.

    Additionally, the present work throughout all its papers evaluates the generality of strain theories and their application in countries other than those in which the theories were originally presented. Groups 1 and 2 use samples from individuals in Spain. Group 3, on the other hand, uses two different datasets. Paper 8 uses a multinational sample of adolescents from 25 countries classified into eight cultural areas, while Paper 9 uses data from Cali (Colombia), a particularly criminogenic city. Indeed, Cali is a region with crime rates much higher than places where criminological theories are traditionally tested. In general, all our studies support the claim of the generalizability of strain theories. We can conclude that strain theories are well suited to explain antisocial behaviour all over the world. Each strain might be more or less relevant in every particular culture, region, society or country, and often researchers adapt the strain or strains investigated to the particular characteristics of the sample where the study is implemented. In other words, certain strains may be more criminogenic in some cultures (or individuals) than in others (see Agnew, 2015).

    We can conclude this doctoral thesis work by pointing out that General Strain Theory has given an important impulse to the strain theory tradition. So far, GST has received great interest and considerable empirical support around the world. Our own work has tested strain theories in Spanish-speaking countries and found substantial empirical support. GST, among other contributions, presents new types of strain and includes more complex causal mechanisms in the explanation of crime. However, GST is still imprecise and vague in the explanation of some variables or relationships, and sometimes inconsistent in the interpretation of the expected results. Indeed, despite the significant contributions of GST, its numerous modifications over the last decades have made the theory to be even less predictable and sometimes confusing. In the 20 On the one hand, we conducted some interaction tests. Firstly, we created a multiplicative term between victimization and criminal propensity. Then, we introduced the interaction term into the regression model along with victimization, criminal propensity and the rest of the controls. Results show that the interaction term has positive effects (in a way that we can rule out random effects) on both crime and drug use. On the other hand, we divided the sample into individuals who are low, medium and high in criminal propensity. Results support the findings from the previous analysis. Findings clearly favour the hypotheses put forward, especially when analyzing the relationship between victimization and crime.

    45 present work, we have moved from classic versions of strain theories to contemporary revisions; from analyzing the direct effects of strain on crime to analyzing the indirect effects of strain on crime through anger; from simple associations among variables to more complex causal mechanisms. Results should encourage the scientific community to conduct new empirical tests of strain theories in both Spanish-speaking countries and other parts of the world.


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