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Resumen de Percepción del amor romántico en adolescentes y papel de los medios de comunicación

Marian Blanco Ruiz

  • El amor es uno de los sentimientos más inspiradores para la producción cultural del ser humano. En términos culturales y mediáticos, es tal su relevancia que, si se eliminase la palabra amor, y con ella todo el contenido relacionado, se deberían omitir un número muy elevado de libros, películas, revistas y canciones. Los medios de comunicación, como transmisores culturales y en su función de generadores de opinión pública, no son ajenos a la organización sentimental de la sociedad, ya que contribuyen a legitimar unos modelos amorosos sobre otros.

    Por consiguiente, el amor romántico representa una construcción social y cultural específica, con sus correspondientes mitos como el de la media naranja o la omnipotencia del amor, que actúa como configurador de prácticas interpersonales, sociales e individuales. En esta configuración sociocultural del amor, el uso y consumo de los medios de comunicación no solo tiene implicaciones comunicativas, sino que también influye en las relaciones que se establecen vinculadas al género, a la sexualidad y a la identidad.

    Por ello, conocer en qué medida el consumo de productos mediáticos y culturales influye en la forma en la que se entiende el amor es fundamental para indagar sobre el componente ideológico inherente a la noción de amor romántico. Desde los Estudios Feministas y de Género se ha coincidido en señalar que el amor romántico viste con un velo de igualdad las relaciones entre hombres y mujeres, obviando los mandatos de género inherentes al discurso romántico y que perpetúan el status-quo de la sociedad patriarcal.

    El objetivo general de la investigación es conocer la percepción del amor romántico entre adolescentes (12 a 18 años) residentes en España y en qué medida influyen las representaciones mediáticas en dicha concepción. Este objeto se subdivide a su vez en cinco objetivos específicos:

    1) Descubrir si los mitos del amor romántico siguen teniendo aceptación entre la adolescencia española y en qué medida.

    2) Examinar si existen diferencias de género destacables en las creencias románticas de la adolescencia española.

    3) Conocer cuáles son los contenidos de los medios de comunicación preferidos por la adolescencia, y si existen diferencias destacables en relación al género.

    4) Indagar en qué medida los medios de comunicación más consumidos por la adolescencia continúan reproduciendo roles y estereotipos de género a través del ideal del amor romántico.

    5) Conocer si dichas percepciones sobre el amor romántico justifican tácita o explícitamente comportamientos de tipo sexista, concretamente en lo relativo a las nuevas tecnologías.

    Metodológicamente, se empleó como instrumento un cuestionario diseñado para la investigación compuesto por 110 ítems agrupados en 8 ítems de ficha y 40 preguntas. De las preguntas del cuestionario: 20 son nominales, 7 son Likert, 1 es escala (numérica) y 12 son de texto libre (en cadena). Posteriormente, se han codificado las respuestas para obtener resultados cuantitativos y se han analizado cualitativamente dichos resultados.

    Con el objeto de asegurar la fiabilidad del instrumento, se sometió dicho cuestionario a una validación de contenido mediante la técnica de jueces expertos, obteniendo unos valores V Aiken entre 0,94-0,97, y a una validación de fiabilidad mediante la técnica de test-retest, cuyos valores del índice Kappa fueron iguales o superiores a 0,80.

    La muestra fue seleccionada a través de un muestreo aleatorio por conglomerados, siendo las unidades primarias de muestreo 15 provincias: A Coruña, Alicante, Almería, Ávila, Barcelona, Córdoba, Huesca, Lugo, Madrid, Murcia, Navarra, Soria, Santa Cruz de Tenerife, Toledo y Zaragoza. Las unidades secundarias fueron los institutos de cada zona geográfica (seleccionados de forma aleatoria proporcional) y, finalmente, las unidades terciarias fueron las aulas. La muestra estuvo formada por 30 centros de áreas rurales y urbanas, de forma que cada zona geográfica estuviera representada al menos por un centro. En cada zona se seleccionaron aleatoriamente entre dos y tres aulas, computándose una media de 52 sujetos por centro.

    Las personas participantes fueron un total de 1581 y excluidos por estar fuera del rango de edad de la población de estudio un total de 31 cuestionarios. La muestra final está compuesta por un total de 1550 adolescentes (755 hombres, 783 mujeres y 12 personas que se no identifican con los géneros binarios), con un error muestral de 2,5% y un nivel de confianza de 95%. El rango de edad fue de 12 a 18 años (M = 15,24; DT = 1,73). Se ha efectuado un análisis descriptivo univariable y bivariable, adoptando el nivel de significación de valor 0,05. Se han utilizado tablas de frecuencia para el análisis descriptivo y tablas de contingencia para el análisis bivariable, dentro del cual se ha realizado la prueba del Chi-cuadrado para encontrar aquellas relaciones estadísticamente significativas entre las variables dependientes e independientes.

    Los resultados señalan que la socialización de género sigue estando plenamente vigente en la idea de amor romántico que manejan los y las adolescentes españolas, y también en los medios de comunicación que consumen. Aunque es cierto que son las mujeres quienes consumen en mayor medida los contenidos mediáticos de temática amorosa, esto no influye en una mayor aceptación de los ideales del amor romántico.

    El ideal del amor romántico sigue siendo el paradigma amoroso mayoritario entre la adolescencia española. El 81’1% de la adolescencia considera que el amor dentro de una relación de noviazgo debe ser romántico.

    En cuanto a los mitos del amor romántico, las mujeres tienden a tener mayor grado de acuerdo con aquellos mitos ligados al orden social (mito del emparejamiento, mito del matrimonio o mito de la exclusividad), mientras que los hombres tienden a mostrar mayor grado de acuerdo con los mitos ligados a la idealización de la relación amorosa (falacia de la entrega total, mito de la omnipotencia del amor o la perdurabilidad). Sin embargo, aunque los mitos del amor romántico continúan teniendo una gran aceptación, no son las mujeres adolescentes quiénes tienen una mayor tendencia en creer en éstos.

    Mayoritariamente, tanto hombres como mujeres están de acuerdo con que se puede ser feliz sin tener pareja (mito del emparejamiento), pero son las mujeres adolescentes las que tienden a reafirmarse más en está opinión. Esto se vincula con la ruptura del estereotipo de género que identifica el romanticismo con las mujeres, ya que son los hombres quiénes muestran una mayor tendencia a considerar que el amor es indispensable para ser feliz. Además, al contrario de lo que establece el estereotipo romántico femenino, el flechazo por amor y la creencia en que el amor de las películas sucede en la vida real generan un mayor grado de acuerdo entre los hombres adolescentes.

    Por otro lado, los hombres tienden a aceptar en mayor medida las creencias asociadas con el mito omnipotencia del amor: la falacia del cambio por amor, la creencia de que los polos opuestos se atraen y se entienden mejor, el amor verdadero lo aguanta y lo perdona todo… Excepto en lo que respecta a la creencia de que el amor es ciego, que suscita mayor aquiescencia entre las mujeres. Aunque ellas no están de acuerdo con el poder mágico del amor, pueden terminar justificando situaciones no deseadas en nombre de esta forma de “imperativo amoroso” fuera del control racional.

    El modelo familiar tradicional de la pareja sigue siendo predominante y está fuertemente vinculado con el amor romántico. Tanto los hombres como las mujeres encuestados muestran un alto grado de acuerdo con el mito del matrimonio, pero son, en mayor medida, ellas las que siguen soñando con el “sí, quiero”.

    Existe un total acuerdo entre hombres y mujeres sobre el mito de la fidelidad; no obstante, cabe destacar que son las mujeres quienes presentan un mayor grado de acuerdo. Las mujeres también tienden a creer en mayor medida en el mito de la exclusividad y a pensar que únicamente se puede estar enamorado de una persona. No obstante, tanto hombres como mujeres están totalmente de acuerdo en ligar el amor al compromiso duradero y consideran que, por tanto, en los “rollos” no hay amor.

    Por otra parte, se ha producido una desmitificación de algunos de los mitos románticos más relacionados con la justificación de la violencia de género, como el mito de media naranja, los celos por amor o la dependencia por amor, siendo las mujeres adolescentes las que apuntan una mayor tendencia a la desmitificación de estos últimos.

    También se constata que perduran un gran número de estereotipos de género. Muestra de ello es el estereotipo masculino sobre la infidelidad, especialmente presente en la imagen que tienen las mujeres de los hombres, más que en la propia autopercepción de éstos. Sin embargo, en el caso de la valoración de la fidelidad de la mujer en una relación amorosa, ambos géneros consideran que es muy importante. Estas diferencias de género en relación a la fidelidad son consecuencia de una tradición sociocultural en la que la imagen del varón seductor e infiel se ha ensalzado, mientras que la infidelidad femenina se ha estigmatizado duramente.

    La independencia en la relación amorosa es más valorada por las mujeres, frente a la valoración que otorgan los hombres, tanto para sí mismos, como para ellas, siendo especialmente llamativa la poca importancia que dan los hombres al valor de la independencia para las mujeres. Estas diferencias de género en relación a la independencia en la relación amorosa son fruto de la socialización diferencial que otorga a los géneros valores opuestos y complementarios, siendo los hombres tradicionalmente considerados independientes y las mujeres como seres dependientes.

    En la valoración de la amistad en una relación amorosa solo se encontraron diferencias estadísticamente significativas en el caso de la valoración de las mujeres, ya que se continúa asociando a las mujeres con el estereotipo romántico de que el amor es lo más importante en la vida y que dicha relación requiere una entrega total, lo que implica dejar de lado las amistades.

    Todavía perdura el estereotipo masculino del “tipo duro”, que apenas exterioriza sus emociones y que no necesita excesivas muestras de apoyo o cariño, una imagen más presente entre la percepción que tienen las mujeres de la valoración del cariño por parte de los hombres que en la propia autopercepción de éstos. Nuevamente, se pone de manifiesto que la socialización diferencial no solo afecta a las mujeres, sino que también impone a los hombres unos roles que no se ajustan a sus autovaloraciones. Por otra parte, se corrobora el estereotipo de género femenino en el que las mujeres son consideradas dulces y cariñosas.

    Las mujeres valoran como menos importante la atracción sexual y la pasión en sí mismas que los hombres. Sin embargo, sobre los hombres perdura el estereotipo de género sobre su fuerte apetito sexual. La alta incidencia que continúa teniendo este estereotipo en la adolescencia resulta problemática ya que está muy ligada con los argumentos y justificaciones de la cultura de la violación, algo que todavía es más llamativo si se vincula con la limitada confianza de las mujeres en el respeto por parte de los hombres en una relación amorosa.

    La valoración del respeto en la relación amorosa es sintomática de cómo la socialización de género tiene su reflejo y consecuencias en la adolescencia. Las mujeres estiman que el respeto es muy importante (más del 80% lo califican con la valoración máxima), pero consideran que es menos importante para los hombres, mientras que los hombres consideran que es igual de importante tanto para las mujeres como para los hombres. Esto puede relacionarse con la violencia que sufren las adolescentes por el mero hecho de ser mujer, y que se manifiestan en multitud de situaciones de la vida cotidiana, como toqueteos sin permiso, control del móvil, piropos, mensajes directos a través de las redes sociales acosándolas o faltas de respeto, entre otras.

    Por otro lado, se da la paradoja de que tanto hombres como mujeres valoran más la sinceridad cuando hablan de sí mismos/as que cuando lo hacen del otro. Además, son los hombres quienes tienden a mostrar un mayor grado de acuerdo con la justificación de las mentiras por amor. El peso de la desconfianza en la adolescencia se refleja en el aumento del control sobre terceras personas, especialmente a través de las redes sociales. Se confirma que la socialización diferencial y las desigualdades en las creencias sobre el amor romántico hacen que, cada vez con mayor frecuencia, se justifique, tácita o explícitamente, comportamientos de tipo sexista como el control de los movimientos o las amistades de la pareja, un control facilitado por el desarrollo de las nuevas tecnologías.

    En lo referente al papel de los medios de comunicación, se confirma la hipótesis de que los productos y relatos culturales de los medios de comunicación más consumidos por adolescentes continúan reproduciendo roles y estereotipos de género, en ocasiones acompañados de un sexismo explícito. Los y las adolescentes consumen mayoritariamente productos transmedia mainstream, ya sean producidos por los grandes conglomerados mediáticos tradicionales o por las nuevas estrellas mediáticas surgidas en YouTube.

    Sin embargo, aunque se haya producido un cambio en los medios de comunicación, no ha sido así en los relatos mediáticos que no son rupturistas sino que continúan perpetuando la socialización de género.

    Las mujeres adolescentes tienen mayor tendencia a consumir televisión que los hombres adolescentes. En este consumo televisivo, ellas suelen escoger programas de reality show o dating show, mientras ellos se decantan por los deportes. Los programas de televisión favoritos de la adolescencia siguen siendo formatos que reproducen los estereotipos más sexistas como Mujeres y Hombres y Viceversa (Telecinco) o El Hormiguero (Antena 3). Además en los programas de dating que aparecen entre sus favoritos se siguen reproduciendo los mitos del amor romántico de la media naranja, la exclusividad, la omnipotencia del amor y la falacia del emparejamiento.

    Las series son uno de los productos mediáticos más consumidos en la adolescencia. No obstante, en este consumo también existen diferencias de género ya que los hombres tienden a escoger como favoritas con mayor frecuencia las series La que se avecina (Mediaset), Los Simpsons (Atresmedia) y The Walking Dead (Atresmedia), mientras que las mujeres escogen Vis a Vis (Atresmedia) y Castle (Mediaset), ambas con personajes protagonistas femeninos. En estos contenidos televisivos se observa como a través del humor se introducen los estereotipos de género más sexistas y los roles de la pareja que ahondan en la desigualdad de género. Además, en estas series se continúa ligando el sentimiento amoroso con una forma de juego en el que los hombres están movidos por el sexo y las mujeres son objetos sexuales que poseer.

    YouTube ocupa un lugar predominante dentro de la dieta mediática de la adolescencia. Más del 70% declara seguir a youtubers, aunque son los hombres quienes tienen mayor tendencia a hacerlo. Sin embargo, a pesar de la diversidad de oferta que existe en la plataforma, siguen siendo los youtubers masculinos (Auronplay, elrubiusOMG, Wismichu) quienes están entre los más seguidos y mencionados por las personas encuestadas. Únicamente dos mujeres (Dulceida y Yuya) aparecen en la lista de los diez canales con más de 20 menciones. Nuevamente se vuelve a repetir la tendencia en la división temática de género en la que ellas tienden a seguir en mayor medida canales de contenido de moda, belleza y estilo de vida, mientras que ellos siguen contenidos sobre videojuegos, tecnología y humor. La accesibilidad para la creación de contenidos en Internet no se ha traducido en una ruptura de los estereotipos y roles de género. No obstante, es importante destacar que entre los canales mencionados (aunque no estén entre los más frecuentes) hay un aumento de youtubers LGTBIQ, lo que genera un incremento de la diversidad de género y rompe con la asociación del amor romántico a la pareja heterosexual, pero esto no implica que el tipo de relato y su estructura sea rupturista respecto los estereotipos de género o la mitificación de sus historias amorosas, sino que, más bien genera un espejismo de variedad.

    En el caso del cine, los y las adolescentes escogen como favoritas las grandes sagas: Los Juegos del Hambre, Harry Potter, El Señor de los Anillos, Crepúsculo, A tres metros sobre el cielo… Pero son las mujeres las que declaran ver más películas, escogiendo mayoritariamente títulos en los que su trama central se basa en una historia de amor romántico. Los personajes femeninos y masculinos de las películas mencionadas por los y las adolescentes siguen desempeñando roles de género tradicionales en lo que respecta a la pareja romántica: ellas son acompañantes y ellos protagonistas.

    A pesar de que la radio ha perdido influencia en la dieta mediática de la adolescencia, el amor es tema central de la música preferida por los y las adolescentes. En el caso de los libros y las revistas, las mujeres adolescentes son lectoras más asiduas y se decantan mayoritariamente por novelas románticas o libros cuyas historias han sido llevadas al cine. Entre sus títulos favoritos están: AFTER: la historia de amor infinito, Harry Potter, Los Juegos del Hambre, Bajo la misma estrella y Divergente. En relación a las revistas y diarios favoritos, se siguen reproduciendo los estereotipos de género, de moda que ellos escogen diarios deportivos (en este caso es MARCA el más mencionado) y ellas escogen publicaciones de temática de sociedad (en este caso las revistas Bravo y Hola).

    Vinculado en cierta medida con lo anterior, no es de extrañar que sean los hombres quienes tiendan a escoger títulos de videojuegos como FIFA, Call of Duty y GTA, en los que se representa una masculinidad vinculada con la violencia, el fútbol y la competitividad. El ámbito de los videojuegos es relevante ya que son los hombres mayoritariamente quienes juegan, convirtiéndose en uno de los entornos mediáticos más masculinizados y donde se reproducen de forma más explícita los roles de género más sexistas.

    En conclusión, desde la perspectiva de la influencia mediática, se corrobora que las grandes corporaciones mediáticas e institucionales siguen determinando el discurso predominante, siendo el ideal del amor romántico el modelo hegemónico tanto en los relatos mediáticos como en los y las adolescentes españoles. La proliferación de medios de comunicación y la consecuente fragmentación del consumo mediático —en gran medida propiciado por Internet— no ha traído conseguido la emergencia de representaciones de modelos amorosos alternativos. En los contenidos mediáticos preferidos por los y las adolescentes se perpetúan los clichés que alimentan la brecha de género. Además, del mismo modo que en los medios de comunicación se escenifica un simulacro participativo y co-creativo que coadyuva, en realidad, mediante el feedback, al aumento del poder de los emisores institucionales sobre las audiencias. En las relaciones amorosas que establecen los y las adolescentes se da una contradicción entre lo que dicen creer y los comportamientos, los cuales continúan teniendo fuertes sesgos de género que perpetúan la desigualdad.


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