En el siglo XVIII España evolucionará en educación y primeras letras significativamente. Desde el Consejo de Castilla y con la idea de que un país sin formación no puede evolucionar, se regulará todo lo relativo a la enseñanza, su obligatoriedad y los requisitos para ser maestros de primeras letras. La expulsión de los jesuitas reforzará su papel regulador. Esta nueva orientación va dirigida a los estratos más bajos de la sociedad estamental y es algo novedoso. Para la nobleza, su situación era distinta y se potencia la creación de instituciones exclusivas para sus miembros como el Real Colegio y Seminario de Nobles de Madrid y los que le siguieron por la península y América tomando como base el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús y le sustituye en esta labor de enseñanza a quienes están llamados a acompañar directamente al Rey en la transformación de España
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