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Resumen de La hipertextualidad en la composición de la ciudad literaria del vacío en Roberto Bolaño

Nelida Jeanette Sánchez Ramos

  • La presente investigación parte de una pregunta sobre qué significan las múltiples representaciones de las ciudades en cuatro novelas de Roberto Bolaño: Los detectives salvajes (1998), Amuleto (1999), Putas asesinas (2001) y 2666 (2003). Por consiguiente, fijamos la atención en la diferenciación subjetiva entre espacio como andamiaje y su paso a territorio producto de las delimitaciones a partir de las tipologías de los actores principales.

    El estudio que propone esta tesis se concentra en las relaciones que se establecen en las grafías urbanísticas, conexiones narrativas entre el texto y los personajes que se encaminan por exponer las preocupaciones de un mundo que proyectan, el de finales del siglo XX. En toda esta presentación general se detallará el papel concreto del vacío para llegar al referente de la antropología del territorio, que a su vez nos permitirá enfocar la urbe literaria como concepto, intentando incluir todas las ciudades planteadas por el autor.

    Para su justificación será esencial establecer que todos los conceptos aquí mostrados, parten de tres generadores esenciales. Nos estamos refiriendo al sujeto cultural, como sustrato basamental en todas las consideraciones del estudio, por otra, al aspecto que éste tiene que ver con el hipertexto desde el punto de vista de la filología y la teoría literaria; y por último, al hecho de considerar al territorio como un “continuum” en donde las experiencias erráticas de los personajes han sido básicas para un proceso de evolución hacia lo caótico y lo apocalíptico.

    De este modo, en primera instancia, comenzamos con un acercamiento a la obra literaria, el cual ocupó detenernos en el escenario urbano que es un espacio narrativo que germina mediante la voz discursiva que describe sustantivos (casas, torres, calles, edificios, avenidas, parques, escuelas y hospitales, entre otros) y configuran una semántica urbana, un imaginario urbano o, simplemente, la imagen de un espacio ficcional denominado ciudad. Este universo puede ser constituido alrededor de un conjunto de objetos concéntricos: la industria, las legislaciones, la cultura, la técnica y la tecnología, la centralización del mercado, la vida comunitaria y las aglomeraciones.

    Tomando como eje central la necesidad de detenernos en sus formas narrativas, visuales y topoliterarias; es decir, existen espacios fractales que intentan delimitar a una sola urbe. Por lo tanto, primero, se tuvo que definir al concepto del hipertexto para posteriormente rastrear los hipertextos más reiterativos en las obras, lo que nos proyectó a encontrar los tópicos de la poesía, el viaje y los personajes, al mismo tiempo, cada pasaje contenía vínculos o remisiones con nuestro autor. A partir de estas terminologías, el motivo del marco teórico estuvo enfocado por exponer un análisis de la ideología que sustentara la verdad de la existencia humana y el análisis que desenmascare la filosofía que defienda a tal verdad por medio de las efigies bolañianas y, al mismo tiempo, respondiera a cuestiones esenciales relacionadas con el concepto de “ciudad literaria”. La regularidad con la que fueron aparecieron los personajes se proyectaron como entidades negativas, los cuales representaron comportamientos anómalos dentro de la vida social. De esa manera, su negatividad axiológica, su anomalía ética y la inconstancia de sus definiciones constitutivas como personajes, los erige en representaciones del mal como metáforas del texto tejido. A ello se suma que, por lo general, se trata de personajes que proyectan cierta sensación de vacío por la ausencia del bien y negación de la esperanza, impresiones que se irán repitiendo intermitentemente en la literatura de Bolaño. Previamente, en el estado de la cuestión encontramos que la crítica literaria se ha enfocado exclusivamente en la noción del mal en nuestro autor, por lo tanto, realizamos un recorrido hipertextual del vacío, que prolonga y afianza el status quo del discurso de los personajes, lo que nos exigió analizar sus manifestaciones con el debido cuidado y seriedad, utilizando, no obstante los instrumentos teóricos para la apropiación subjetiva del concepto desde las plataformas de la filosofía, la sociología, la antropología, pasando por las definiciones propuestas por el arte y la física.

    Hemos afirmado que a partir de 1973 se produjo una metamorfosis en los discursos del escritor, dado que el Golpe de Estado en Chile le advertía a Bolaño de un cambio en la naturaleza y composición de la clase obrera global, entonces, como una vuelta de tuerca, el viaje en los personajes fue el tránsito para sobrevivir a una ciudad que entraba a la posmodernidad. Así, empezamos a recoger la función ideológica que establecía el orden social narrativo; es decir, acatando también a exigencias de habitabilidad que van cambiando según las épocas que le tocó coexistir, y en donde advirtió un proceso de continua mutación de valores y degradación sincrónica, que hemos denominado como vacío. Lo que nos ocupó sistematizar los espacios de la inmediata sustitución desde la modernidad y que se anticipan a la saturación de los planes de la posmodernidad; por tanto, las esfinges bolañianas son la imagen de lo inacabado, la elucidación del espacio urbano.

    Todos estas perspectivas nos permitió redirigirnos hacia un enfoque pragmático para contribuir a integrar definitivamente los estudios de la tipología del personaje encontrando que la atrofia de éstos se debe a la presencia de la indiferencia pura y la simulación indefinida, concepciones teóricas que establecimos desde el estudio intrínseco de las obras de Baudrillard y Lipovetsky. Así, el personaje nos permitió desplazarnos entre la ciudad y el espacio narrativo, revisando la historia de los espacios y llegar a una representación semántica y topográfica. En suma, el hipertexto se convirtió en nuestro sistema para proponer una colección dinámica y expandible de la escritura bolañiana como un sistema de partes no permanentes; es decir, ninguno de los textos dependen en exceso de la estructura básica de textos canónicos o de su hipotexto. La función del sistema hipertextual no sólo difunde información, sino plantea las condiciones óptimas para el intercambio, desarrollo y revaloración de las ideas.

    En ese sentido, la comprensión del espacio-temporal y el auge del posmodernismo como fuerza del discurso nos moldearon otra realidad, los territorios hipertextuales que son el palimpsesto del vacío. Con eso, se confirma nuestra hipótesis, es la conducta del individuo en la ciudad la que se apodera de los territorios que son la subjetividad proyectada desde su narcisismo. Dicho estudio nos evidenció las estructuras de la narración, puesto que en Bolaño, es la existencia del vacío en la ciudad, una de los teoremas fundamentales del espacio, el vacío de sus personajes exhibirá los territorios capaces de apropiarse de todos los grados de la percepción. El sujeto es el espacio y el mundo vacío. La urbe es el recipiente que contiene a las efigies vacías. En la conciencia del espacio y el territorio no son indiferentes a la realidad del orbe. El magma de la narrativa bolañiana hace posible la concentración ontológica del vacío, diáspora de vida y poco estudiada de los entramados bolañianos por nuestra cultura de residuos humanos. Así, al margen de la modernidad, pues nos encontramos finalmente que la ciudad es un significante vacío.

    Indudablemente, el presente estudio nació ante la inquietud de la condición posmoderna del vacío que fue nuestro material más fecundo y poco abordado en el estado de la cuestión que recogimos previamente. Es una deuda que sostuvimos con Bolaño pues, las novelas que abordamos aquí, fueron el entramado que nos remitía del pasado al presente como una conciencia de la sutil evolución del mundo. Para resumir, comprobamos que el vacío es el generador del mal, del horror, del colapso que se sumó a nuestra relectura del sujeto cultural. Todas ellas reconstruidas por el mapa literario como metonimias individualistas en el discurso crítico, pero en nuestra presente investigación, nos iluminó el tránsito de los siglos que nos ocupan, para finalmente embonar una inscripción cartográfica en donde la encarnación de todos los males se dan en un mismo lugar, entre el límite asimétrico de los hipertextos de la metrópoli que devienen a partir de la vacuidad de los personajes.

    Pero el hipertexto no sólo establece vínculos textuales más poderosos y numerosos, sino que modifica la exclusividad positiva y la exclusividad negativa del carácter territorial que nos proporcionará áreas discursivas separadas, que se regirán por convenciones distintas, en este caso, como lo vimos anteriormente, previamente marcadas por el espacio.

    Por otra parte, si el caligrama fue una fórmula poética inventada por Apollineaire después de recibir un tiro en la cabeza en la primera guerra mundial, en Bolaño se le retomó no sólo para finalizar su discurso de Los detectives salvajes, sino como la novedad vanguardística que surgía en esa época con los Infrarrealistas. Además, el caligrama fue el enlace que le permitió encontrar las palabras que formaran una imagen en sí, no como recurso lingüístico, sino como conjunto de palabras que conformaran una nueva imagen: la ciudad.

    Al final, podemos decir, la ciudad no puede pensarse como una realidad aislada, pues circunscribe dentro de sus propios muros el sentimiento de reiteración del individuo y el estancamiento de un futuro ineluctable. Nuestro autor no da una solución al vacío, sino un emplazamiento, el hombre frente al vacío que arriba a su destino final. La ciudad bolañiana resulta ser un espacio ubicado en cualquier parte, no sólo México, Chile o España, cuyas delimitaciones internas se desvanecen, permitiendo conexiones simbólicas de la gramática del plano subjetivo de nuestro autor; Bolaño se apropió de los signos de lo cotidiano de la ciudad para redescubrir otras texturas del mundo. Los territorios son lugares que arrojan patrones genéricos donde todo tiende de forma consciente hacia la destrucción. El resultado final es la metrópoli literaria, la realidad urbana, el postvacío dentro del marco de la evolución actancial/humana y no como un espacio físico que es devaluado por los sentidos sino un vacío perceptual/existencial: el ser está vacío.

    Indudablemente, los lugares donde se identificaron el vacío, serán considerados como territorios donde las categorías espaciales se sinteticen e integren, de ahí su importancia. Con respecto al caso del vacío esperamos como confirmación de parte de la hipótesis propuesta, que efectivamente sea la ciudad literaria del vacío donde ocurra este proceso de síntesis, resultado de la disposición de las diferentes relaciones que mencionamos. En este sentido el vacío se escoge como un territorio cuyo uso es tremendamente periférico con respecto a la ciudad, habiendo perdido todo su potencial en cuanto a la percepción original urbana. Significar el vacío nos ofrece el carácter artefactual de las infraestructuras y el tejido de la ciudad. En la obra abundan los sustantivos que designan el vacío, pero nuestro estudio tiene que hacer pensar la vacuidad del mundo posmoderno, más allá de la sucesión lineal por lo heterogéneo de lo real: la lengua de la maldad, la envidia corrosiva en el individualismo, la convergencia de los poderes, las guerras como un totalitarismo logocéntrico, la extensiva concatenación causal de un desierto monstruoso en nuestro siglo XXI.

    El 28 de abril del presente año, Bolaño hubiera cumplido 64 años, quizá en estos 14 años de ausencia física hubiera edificado otro hipertexto, el de la predicción de un futuro indeseable, un discurso topofílico entre el pasado y lo próximo, donde las condiciones topográficas dificultaran la expansión urbana y presentaran la conectividad con las huellas que hemos sembrado.


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