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Demora prehospitalaria en ictus. Factores relacionados con la atención precoz y repercusión funcional

  • Autores: Rafael García Ruiz
  • Directores de la Tesis: José Abellán Alemán (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad Católica San Antonio de Murcia ( España ) en 2018
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Vicente Gil Guillén (presid.), José E. Meca Lallana (secret.), Ana María Morales Ortiz (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa de Doctorado en Ciencias de la Salud por la Universidad Católica San Antonio
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: RIUCAM
  • Resumen
    • El ictus es, según la definición de la Organización Mundial de la Salud, una patología causada por un trastorno circulatorio cerebral que ocasiona una alteración transitoria o definitiva del funcionamiento de una o varias partes del encéfalo. En la actualidad supone la segunda causa más frecuente de muerte en el mundo y la primera causa de discapacidad.

      Con la introducción de las terapias de reperfusión se ha modificado la percepción de la atención urgente al ictus, al demostrarse un beneficio en su manejo, tanto mayor cuanto más precoz es el mismo. Sin embargo, el porcentaje de pacientes que se beneficia de estas terapias sigue siendo bajo (2-8%), impidiendo un beneficio relevante a nivel poblacional. La principal razón, reside en la demora prehospitalaria, el tiempo que transcurre desde que los síntomas se inician hasta que el paciente accede al hospital.

      En este contexto se han desarrollado diversos estudios para analizar los factores que influyen en la demora prehospitalaria, así como campañas dirigidas a reducirla que, no obstante, han tenido un éxito limitado. Menor atención se ha prestado hasta la fecha a la repercusión de la demora prehospitalaria en el pronóstico de los pacientes con ictus. Los estudios realizados son escasos, poco homogéneos, y arrojan datos contradictorios que asocian alternativamente una atención precoz con un mejor pronóstico sólo para ictus isquémicos, sólo para los de mayor gravedad, e incluso en algún caso, con un peor pronóstico.

      Objetivos: Presentamos aquí el primer trabajo sobre la DP realizado en nuestra área. Con él pretendemos demostrar la existencia de un beneficio clínico en los pacientes con una demora de tres horas o menos, estimar el retraso prehospitalario en nuestra población y determinar los factores que condicionan una mayor probabilidad de recibir una atención hospitalaria precoz.

      Metodología: se realizó un estudio observacional, analítico y prospectivo, en pacientes diagnosticados de ictus en el Hospital General La Mancha – Centro de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), recogidos de manera consecutiva durante su valoración en Urgencias por facultativos del Servicio de Neurología. El periodo de inclusión abarcó desde el 15 de noviembre de 2013 al 14 de abril de 2015. Se analizaron variables de distinta índole (sociodemográficas, circunstanciales, de respuesta y asistenciales, clínicas) en relación con la demora prehospitalaria y, junto con esta última, en relación con el pronóstico funcional (cuantificado según la escala de Rankin modificada) y vital.

      Resultados: la mediana para la demora prehospitalaria se situó en 201 minutos. El 48,69% de los pacientes llegó en los primeros 180 minutos. Una menor edad (OR 0,973; IC 0,947 – 0,999; p=0,039), el antecedente de fibrilación auricular (OR 2,278; IC 1,001 – 5,180; p=0,005), el antecedente familiar de patología cerebrovascular (OR 2,445; IC 1,383 – 4,323; p=0,002), estar acompañado de un hijo al inicio del evento (OR 4,306; IC 1,890 – 9,811; p=0,001), un tiempo de reacción menor de 15 minutos (OR 17,583; IC 7,089 – 43,609; p<0,001), contactar en primera instancia con el 112 (OR 17,583; IC 1,914 – 13,697; p=0,001), disponer de estudios primarios como mínimo (OR 2,974; IC 1,416 – 6,248; p=0,004), sufrir un accidente isquémico transitorio (OR 2,333; IC 1,172 – 4,646; p=0,016) y presentar una puntuación de 10 o más en la NIHSS (OR 2,974; IC 1,416 – 6,248; p<0,001), se relacionaron con una atención temprana. Una atención hospitalaria precoz se relacionó con una mayor probabilidad de independencia funcional a los 3 meses (OR 4,808; IC 1,862 – 12,416; p=0,001) y a los 12 meses (OR 4,155; IC 1,435 – 12,033; p=0,009) y una menor mortalidad a los 3 meses (OR 0,136; IC 0.043 – 0.431; p=0,001).

      Discusión: menos de la mitad de los pacientes recibieron atención hospitalaria en las primeras tres horas, si bien concuerda con los datos obtenidos habitualmente en estudios previos. Una menor demora se asoció a un mejor pronóstico funcional y vital, por lo que se hace necesario replantear nuevas estrategias para mejorar la proporción de pacientes atendidos precozmente. En este sentido cabe destacar la existencia de factores relacionados con la atención precoz, como el menor tiempo de reacción o el contacto con el 112 que pueden constituir mensajes a destacar en futuras campañas.

      Conclusiones: en nuestro medio, algo menos de la mitad de los pacientes con ictus reciben atención hospitalaria precoz. Poseer un mejor nivel educativo, una menor edad, el antecedente personal de fibrilación auricular o el familiar de ictus, estar acompañado de un hijo al inicio del evento, un menor tiempo de reacción, contactar inicialmente con el 112, la mayor severidad y sufrir un accidente isquémico transitorio se asocian a una atención temprana. Se comprueba que una atención hospitalaria en las primeras tres horas favorece una mayor probabilidad de ser funcionalmente independiente a los 3 meses de sufrir un ictus, así como una menor mortalidad a los 3 meses y mejor funcionalidad a 12 meses.


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