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Resumen de El pensamiento religioso de Fernando Sánchez Dragó

Florentino Javier Aláez Serrano

  • Fernando Sánchez Dragó pertenece por edad a la generación de 1956, aunque por afinidad está más cerca de la siguiente, la de 1968, una generación iconoclasta, nihilista y anarquista. Hay a su alrededor un grupo de intelectuales muy conocidos situados dentro de la contracultura (Salvador Pániker, Luis Racionero, Antonio Escohotado, Ramiro Calle, Pepa Roma y Fernando Díez), que sufren por primera vez una influencia directa de las religiones orientales al tiempo que experimentan con drogas visionarias.

    Un día de marzo de 1967 sufre una experiencia de conversión en Benarés mientras contempla el Ganges, que hará que sienta lo sagrado a partir de entonces a la manera oriental. Descubre el mundo de los hippies y se inicia en la ebriedad sagrada de las drogas enteogénicas, que le abren las puertas de la percepción.

    La lectura de de Carl Gustav Jung hace surgir en él la idea de escribir el libro que le hará famoso, Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España, que indaga en el inconsciente colectivo de los españoles mediante la búsqueda de sus arquetipos. Frente a los demás compañeros de la generación de 1968, que rompen con la tradición española, él decide emprender un viaje de signo contrario en dirección al pasado en busca de un sentido religioso del mundo y de la vida en la España antigua, hasta descubrir una tradición que además es esotérica y heterodoxa, pero que con el paso del tiempo terminará por imaginar como una invención suya que nunca existió. Y vislumbra un Cristo diferente en los evangelios gnósticos, que le conducirá a las religiones paganas de la Antigüedad.

    El concepto sobre el que se apoya toda su visión de lo sagrado es el de sincretismo, entendido como préstamo entre religiones diferentes y como religión ecuménica. Reniega de todos los monoteísmos. Su religión es la filosofía perenne, que comprende para él las grandes religiones asiáticas, y en concreto el hinduismo, el budismo y el taoísmo, el chamanismo, las religiones mistéricas de la Antigüedad, el gnosticismo, el platonismo y el neoplatonismo, la mística cristiana, judía e islámica (sobre todo herética), y quizás algunas corrientes heterodoxas. Se siente al mismo tiempo gnóstico, budista, hinduista, paulista y musulmán. Su itinerario religioso termina en un completo monismo, que afirma que Todo es Uno y que el Uno es Todo, con un claro sentido místico.

    Concibe la religión como un sentimiento absolutamente irracional, místico, de algo que sientes dentro y que ves fuera, pero que no puedes explicar por las leyes de la lógica ni por las leyes de la ciencia, ni de ninguna manera. La religión conduce al éxtasis, a la felicidad y da de sentido a la vida, porque revela la realidad, la trama oculta del universo, una realidad invisible que se puede percibir por medio de ciertos sentidos interiores y que no es producto de la fantasía, es real, más real que ninguna otra cosa, quizás la única la real. Y, al mismo tiempo, es divina. No es un producto de nuestra mente, sino que se manifiesta de una manera o de otra a todos los hombres. Lo religioso es una manera o maneras de percibir lo sagrado o lo numinoso, un orden de realidad trascendente, que está fuera, y más allá, del mundo fenoménico o realidad aparente.


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