El talento de los humoristas gráficos latinoamericanos se destaca en todas partes menos en casa. Los encargados de las páginas cómicas de nuestra prensa (ante las que se podría morir de viejo antes de esbozar una sonrisa) siguen reproduciendo las cincuentenarias desgracias de Lorenzo y Pepita, Benitín y Eneas, Agata y Archi. Es hora de privilegiar y estimular el humor contemporáneo y universal de nuestros creadores y caricaturistas.
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