La frecuencia con que en nuestro medio se programan foros, seminarios y otras clases de encuentros para abordar el tema de la ética profesional, obedece a dos razones fundamentales: la consideración de la profunda crisis de valores y la esperanza de que a fuerza de analizar las causas del lamentable estado de cosas que en este sentido vivimos pueda contribuir a mejorar el panorama.Este explicable afán de análisis y examen parece no haber producido resultado alguno; es, al menos, lo que evidencia el creciente número de casos demostrativos del más notorio desprecio por la práctica de los principios éticos. (…)
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