Juan Manuel Burgos (ed. lit.)
El giro antropológico de la filosofía moderna convirtió al hombre en el centro de la reflexión filosófica, pero sólo rozó ligeramente a la persona. Ninguna propuesta de la filosofía moderna usó este concepto de manera decisiva ni, sobre todo, advirtió la dimensión última, irrepetible que convierte a cada sujeto de la especie humana en un quién único, es decir, en persona.
Kierkegaard intuyó esa realidad, el movimiento existencialista la desarrolló y el personalismo la llevó a plenitud transformando definitivamente a un qué con naturalezaen un quién personal irreductible.Así se llevó a término el giro personalista de la filosofía contemporánea.
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