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De lo bello de las cosas: materiales para una estética del diseño

Imagen de portada del libro De lo bello de las cosas

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Índice




  • Índice de contenidos:


    Introducción. Materiales para una estética del diseño (Anna Calvera)


    De lo adecuado y bello. Dialogando con un diálogo de Platón (Yves Zimmermann)

    Flor y canto. Filósofos y pensadores anónimos del México prehispánico (Fernando Martín Juez)

    Del goce en la acción (Jordi Mañà)

    Mentalidad de diseñador (Emilio Gil)

    El deseo de las mañanas. Merleau-Ponty y el diseño (Fátima Pombo)

    El cosear de las cosas. Consideraciones rezagadas a partir de Martin Heidegger (Anna Calvera)

    Jugadas inéditas del juego de la imagen. Reflexiones en torno a los juegos de lenguaje de Ludwig Wittgenstein (Jordi Pericot)

    Del rigor de la ciencia. El mapa y el territorio (Ana Herrera)

    No hay nada fuera del texto. Jacques Derrida: diseño gráfico y deconstrucción (Raquel Pelta)

    El diseño como espectáculo (Gae y Ramón Benedito)

    Transdisciplina, diseño y comprensión: la plataforma integradora (Enrique Ricalde Gamboa)

    Sobre la noción de experiencia estética en Humberto Maturana (David Gràcia)


    Créditos fotográficos


Descripción principal


  • En el mundo del diseño, lo estético siempre ha sido difícil de tratar, a pesar de que es uno de sus factores de identidad más llamativos. Hace ya tiempo que las disciplinas sobre gestión y técnicas organizacionales barajan los fenómenos estéticos como factores determinantes en la definición de los productos. Es el caso del marketing, donde lo estético constituye únicamente un medio para clasificar estilos de vida y pautas consumistas que ubiquen en el mercado los nuevos artículos y servicios. El hecho de diseñar y la comprensión estética de lo que se diseña quedan reducidos a simples operaciones de cosmética.

    La cuestión es precisamente si lo estético, lo bello de las cosas, es algo que se puede añadir superficialmente a los objetos y grafismos o si se trata de algo más estructural. En ese sentido, los discursos de la estética y del diseño comparten muchos elementos. La lucha del diseño por demostrar que no es un mero ornamento, un acabado 'estético' de los objetos que les permite situarse en el mercado, se apoya en la constante afirmación de la estética sobre la importancia que tienen la calidad y la densidad cultural de las obras de arte en el desarrollo de la humanidad.

    El propósito de De lo bello de las cosas es tratar abiertamente lo estético de las cosas cotidianas, retomando el antiguo proyecto regenerador de la estética filosófica y aplicándolo al diseño. Para ello, se ha invitado a diseñadores y estudiosos del diseño a que comenten un texto filosófico inspirador de su quehacer profesional. Yves Zimmermann, Fernando Martín Juez, Jordi Mañà, Emilio Gil, Fátima Pombo, Anna Calvera, Jordi Pericot, Ana Herrera, Raquel Pelta, Ramón y Gae Benedito, Enrique Ricalde y David Gràcia son los autores de estos doce textos que convierten los escritos de otros tantos pensadores (Platón, Paul Valéry, José Ortega y Gasset, Martin Heidegger, Jacques Derrida o Guy Debord, entre otros) en pretexto para comprender la actualidad.

Extracto del libro

  • ‘Introducción. Materiales para una estética del diseño

    por Anna Calvera

    (…)

    5. Algunos materiales para una estética del diseño

    En otro lugar, los progenitores de este libro -Anna Calvera e Yves Zimmermann- ya señalamos la necesidad de incorporar lo estético y la estética como disciplina y como factores para tener en cuenta urgentemente por la reflexión sobre la teoría y el discurso del diseño. En Arte¿?Diseño (Gustavo Gili, Barcelona, 2003) muchos autores propusieron aspectos relevantes para situar una investigación sobre la estética del diseño. Con este segundo libro, hemos intentado emprender aquel camino e iniciarlo con toda humildad, utilizando una fórmula parecida. Nos hemos propuesto seguir la sugerencia con la que Fernando Martín Juez cerraba aquel libro al establecer una dicotomía entre lo ordinario y lo extra-ordinario para hablar de lo propio de la estética y, así, nos hemos dedicado a comprobar qué se ha dicho sobre lo ordinario como fenómeno estético a lo largo de la historia.

    También esta vez hemos preferido proponer un libro colectivo y trabajar conjuntamente con colegas y amigos. Lo que sí ha cambiado es la pregunta con la que les invitamos a participar. Esta vez les pedimos que comentaran un texto de la historia de la estética cuyo autor fuera un filósofo importante que les hubiera impresionado profundamente y les hubiera servido en su trabajo profesional. No ha sido tan difícil aunque, lógicamente, haya lagunas importantes y muchos autores clave para la historia del pensamiento hayan quedado fuera del libro. Es el caso de Kant, por ejemplo, o de otros muchos pensadores del idealismo alemán, o de Nietzsche a quien debemos esa diferenciación tan útil entre las claves apolínea y dionisíaca de la producción estética. Ello no quiere decir que no se les considere relevantes para el discurso acerca del proceder estético del diseño; ha pasado simplemente que nadie los ha elegido. En este sentido, y dada la invitación, lo que sí destaca es el predominio de los autores del siglo xx, muy especialmente de aquellos que más directamente han sido utilizados en el debate sobre el fin de la modernidad y las perspectivas actuales.

    La idea no es tan original como pueda parecer a primera vista. Una vez, buceando en la Encyclopédie de Diderot y D’Alembert, Antoni Mari se topó con la voz ‘negligée’ y leyó profundamente interesado. Empezó a investigar entonces a través de las pinturas de la época cómo se veía la gente cuando se vestía de manera negligée, pero también se topó con las muchas implicaciones culturales y sociales que suponía el solo hecho de que existiera una producción informal, externa y alternativa a la etiqueta de la corte, que servía para andar por casa vistiendo de manera más cómoda. Las pinturas, sin embargo, no parecían demostrar que esos vestidos en negligée fueran realmente más cómodos; al menos, vistos desde nuestra época, no lo parecían en absoluto. Con todo, se abría una línea de reflexión estética acerca de la producción de cosas útiles y cotidianas, paralela y complementaria a la reflexión sobre el arte. Cuando pensamos este libro y estuvimos discutiendo su oportunidad, teníamos en mente algunas de estas investigaciones sobre aspectos considerados marginales con respecto a la corriente principal del debate que se han desarrollado aquí y allá en todas las épocas. Parecía totalmente posible, e incluso interesante, repetir el experimento con otros muchos autores releyéndolos en clave de diseño y construir de ese modo una pequeña tradición sobre la cual basar una estética del diseño. Pero además, había que seguir siendo fieles a las advertencias hechas por Rubén Fontana en el libro anterior: ‘el diseño no tiene demasiadas trascendencias’, pero ‘¿cuál es la manera en que el diseño puede trascender si es que tiene que trascender?’.

    El libro se inicia, ¿cómo no?, con los griegos. Yves Zimmermann comenta el que José Mª Valverde calificó como uno de los primeros textos funcionalistas de la historia de la estética filosófica. En él van apareciendo todos y cada uno de los conceptos que desde entonces han servido para hablar de diseño, incluso el desprecio por lo vulgar de las cosas útiles y cotidianas que manifiesta tan claramente el interlocutor de Sócrates en el diálogo. También se puede encontrar una primera visión del ornamento, del decoro y de lo adecuado, de la importancia de elegir bien los materiales. Pero el diálogo comentado puede leerse también desde la perspectiva del diseño gráfico y comprender cuán difícil, y cuán necesario también, ha sido siempre la visua-lización de conceptos abstractos, tan abstractos y a la vez tan sensibles como la belleza. Sin ir más lejos, ha sido el problema con que nos hemos topado sus progenitores a la hora de elegir una imagen para la cubierta de este libro.

    Un libro de estética que se quiere actual y contemporáneo no puede ser etnocéntrico, sino que debe dar paso a la diversidad de tradiciones. Fernando Martín Juez propone esta vez un comentario sobre el pensamiento del México prehispánico. También ahí lo estético incluía valores de verdad, y el arte, además de producir, representaba. Hay muchos elementos en común con la reflexión de los griegos entre los cuales está la capacidad trascendente de lo estético en el sentido de que hablaba Rubén Fontana. De hecho, Martín Juez explica perfectamente esa componente metafísica de la belleza a través de la cual se divinizaba todo. El universo entero, su peculiar cosmogonía, se definía en términos estéticos en gran parte porque la estética era algo que se vivía con toda normalidad. No está bien explicar el final en la introducción pero esa idea de que la acción del diseño pueda volver a consistir en ‘poner rostro a las cosas’ es muy sugerente, especialmente si se lee la noción de diseño en términos de interfaz.

    Del México pre-colombino se salta a la universal y cosmopolita modernidad del siglo xx. Jordi Mañà se ha fijado en el retrato del constructor, del arquitecto y del diseñador que traza Paul Valéry en un texto situado también en la Grecia clásica como si de un diálogo platónico se tratara. Centrado en la creación, el diálogo sirve para abordar eso tan difícil de explicar que es en realidad el concepto de diseño que rige cada proyecto. Supone una aportación importante a la hora de comprender, e historiar, los objetos del diseño, los productos, resultado de la voluntad de diseño. Por su parte, Emilio Gil retoma un antiguo libro de don José Ortega y Gasset, escrito en la época de la vanguardia histórica, y analiza fenómenos como la comprensión del público o la importancia de la autoría en el proceso de diseño. Su reflexión busca nuevos referentes para dilucidar eso de la calidad en el diseño y su comprensión social. Fátima Pombo aborda a través del pensamiento de Merleau-Ponty cuestiones que han sido tan importantes en la teoría del diseño como los procesos de percepción. Subyace a la reflexión esa idea del diseño según la cual su quehacer consiste en dar sentido a las cosas. Se atisban en él los primeros indicios de ese pensamiento constructivista que tan influyente habrá de ser en las últimas décadas del siglo: consiste en poner en tela de juicio la realidad de lo percibido a pesar de la realidad de la percepción. El diseño en ese caso supone, además de un procedimiento para dotar de sentido al mundo circundante, la ocasión para experimentar algo, una idea que posteriormente ha explotado la teoría del diseño según el marketing más actual. A continuación, Anna Calvera analiza el pensamiento de Heidegger desde una doble perspectiva, los motivos de su actualización por el pensamiento posmoderno y su crítica a la razón tecnológica en el sentido apuntado más arriba. El motivo de estudio es el carácter instrumental de todo eso que llamamos las cosas y cuáles son las expectativas del usuario frente a ellas. Supone un buen instrumento para resituar lo que ha venido a llamarse una experiencia en la perspectiva del diseño centrado en el usuario, tan en boga actualmente.

    Jordi Pericot lleva a cabo un resumen del pensamiento de Ludwig Wittgenstein y de su teoría sobre los juegos del lenguaje desde la perspectiva de su aplicación para la construcción de imágenes inteligibles de acuerdo con los intereses del diseño gráfico. Constituye una muy buena introducción para comprender cómo funcionan las imágenes en tanto que medios de comunicación y son comprendidas por el público según las situaciones prácticas en que aparecen y se difunden. Wittgenstein, como Heidegger y otros muchos pensadores, ha sido uno de los autores más influyentes en esa corriente del pensamiento que se ha llamado el giro lingüístico y que pone su centro de atención en el lenguaje. Por su parte, Ana Herrera, siguiendo un párrafo extraído de un cuento de Borges, reflexiona sobre la visualización de información tal como la lleva a cabo un diseñador gráfico al enfrentarse a un mapa. Si el texto original ponía en entredicho la rigurosidad de la ciencia, del mapa como fuente de conocimiento, el comentario considera las muchas decisiones que hay que tomar para llevarlo a cabo y que sea realmente útil. Lógicamente, cuestiones como la objetividad del mapa -problema propio de los cartógrafos- quedan subsumidas bajo los problemas de comunicabilidad, adaptación y comprensibilidad que interesan a los diseñadores gráficos aunque no se pueda soslayar la cuestión clave de la selección de información a la hora de construirlo. En muchos aspectos, retoma los temas que Emilio Gil ha tratado en su texto desde la perspectiva ética y la actitud con la que los diseñadores afrontan el hecho de diseñar.

    El debate actual queda de relieve en los textos comentados, uno, por Raquel Pelta y, el otro, por Gae y Ramón Benedito. El diseño considerado en ambos casos es el estadounidense. Raquel Pelta analiza los textos de Jacques Derrida sobre la deconstrucción y cómo ha sido adaptada por parte de los diseñadores gráficos en el periodo en que se superó el diseño de ascendencia suiza, la modernidad, y se adoptó la tecnología digital durante el proceso de creación del diseño, lo cual permitió reflexionar de nuevo sobre las herramientas discursivas del diseño gráfico. Por su parte, Gae y Ramón Benedito, siguiendo a Debord y el movimiento situacionista francés, analizan ese diseño que basa su novedad en la espectacularidad de lo tecnológico y sus símbolos. Reflexionan sobre el papel social del diseño, sobre la constante antinomia entre una cultura de masas y una cultura elitista, y buscan qué hay en el diseño que permita verlo como el lugar de una esperanza para superar esa dicotomía desde la misma cotidianidad. Pero eso supone reivindicar una estética en sentido fuerte para el diseño y recuperar la posibilidad de diseñar con la vista puesta en la larga duración, en lo perdurable. Teniendo en cuenta que el movimiento situacionista data de los años 1960, la cuestión de fondo ante la situación actual sigue siendo si se ha superado el diagnóstico: ¿continuamos en una sociedad del espectáculo? ¿Hay algún diseño que pueda resolver cuestiones íntimas y personales, necesidades particulares y personales que vayan más allá de la constante denuncia de los simulacros?

    Por lo que respecta al futuro, los dos últimos textos apuntan, aunque sutilmente, hacia él. Son complementarios entre sí. Uno trata de dar un panorama del pensamiento actual y lo que éste supone para la evolución futura del diseño, su implicación en el mundo de las nuevas tecnologías y su capacidad para definir sistemas de objetos, servicios y nuevas prestaciones en el mundo de la virtualidad tecnológica; acepta sin más la necesidad de repensar el diseño en el contexto dibujado por lo que viene llamándose el desafío de la complejidad. El segundo, mucho más cauteloso ante lo que eso supone, concentra su reflexión en la experiencia estética según la perspectiva propia de un usuario del diseño. De ese modo, el profesor mexicano Enrique Ricalde ofrece un panorama ordenado de las principales aportaciones hechas recientemente desde el paradigma de la complejidad y el pensamiento constructivista y sus implicaciones para el quehacer del diseño en el nuevo mundo. Surge ya lo que a veces se llama la teoría evolucionista y cómo se la aplica al diseño. Basada en las ideas de los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela, esa corriente de pensamiento está siendo muy influyente en el diseño de herramientas informáticas. La considera David Gràcia, quien se centra muy especialmente en la concepción de la experiencia estética según Maturana y la compara con un texto de Jauss, principal representante de la estética de la recepción. Este último es probablemente el único texto escrito con la perspectiva propia de un usuario sobre la recepción estética del diseño y ocupa así el lugar que le corresponde de acuerdo con la teoría que comenta, la de la recepción.



    En definitiva, la intención de este libro ha sido la de contribuir al debate sobre la comprensión que el diseño tiene de sí mismo. Se trata de un libro para leer en la intimidad, compartir con los autores las interpretaciones que ellos han hecho de los textos y volver a situar esas filosofías entre las preocupaciones actuales. Pero además, confiamos en que el libro sea también una invitación a leer los textos comentados en su versión original y disfrutar de ellos. Deseamos que también sirva como herramienta a los diseñadores y les ayude a sentirse lo que de hecho ya son, unos expertos en fenómenos estéticos que hablan de estética con toda naturalidad.’

    Copyright del texto: sus autores
    Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL


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