María Andrea Reguera (coord.)
Desde inicios del siglo pasado, señala Maurice Aymard en Marc Bloch Aujourd´hui, la historia se encuentra confrontada con la necesidad de comparar. Pero, ¿comparar qué y para qué? Toda realidad histórica llama a una doble lectura, temporal y espacial, y el historiador se siente apelado a jugar este permanente juego de la comparación. En el tiempo, es posible observar las continuidades y rupturas. Y en el espacio, los caracteres comunes de los originales. Y ambos toman sentido uno en relación al otro. De esta manera, a la historia ya no le interesa evaluar cuánto una realidad se ha desviado de un determinado modelo conceptual, sino identificar en la diversidad y heterogeneidad de lo real las especificidades y diferencias, la conformación estructural de cada organización en sus diferentes dimensiones espacio temporales para entender, no sólo la coherencia y las contradicciones internas, sino sus complementariedades y articulaciones que hacen al funcionamiento del todo social.
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