Los exilios terminaron con la restauración de la democracia actual y regresaban personalidades triunfantes en Europa o en América, aunque el chorreo de vuelta empezaría en la década de los sesenta, mediante regresos silenciosos y temporales. Cuando se vio fulgurante el exilio político, literario e intelectual, fue cuando pudieron hablar o escribir libremente, mientras que los políticos ejercían su actividad. Una de las personalidades literarias que regresaban con esplendor era Francisco Ayala, cuyos artículos me animan de vez en cuando a entrar en diálogo con él, sin aclaración o respuesta por su parte.
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