Resumen de Realidades actuales sobre el síndrome depresivo por disfunción eréctil refractaria y el impacto emocional post instauración de prótesis peneana
Walter José Henao Hemer, Angela Patricia Chaux Guzmán, Camilo Andrés Losada Ortiz, Laura Camila Ávila Bonelo
Introducción: La disfunción eréctil es una patología muy frecuente, por lo general, en hombres mayores de 40 años. Existen múltiples tratamientos de primera y segunda línea que podrían satisfacer las necesidades de quienes la padecen, sin embargo, existe una población de hombres cuya disfunción eréctil, es refractaria a este tipo de tratamientos. En el presente trabajo se pretende identificar los criterios para la aprobación de prótesis peneana en pacientes con depresión asociada a disfunción eréctil refractaria, como procedimiento quirúrgico resolutivo y definitivo para la mejoría de la calidad de vida del paciente, sin requerir tratamientos farmacológicos antidepresivos.Objetivo: Identificar criterios de autorización e intervención frente al requerimiento de prótesis peneana en pacientes con depresión asociada a disfunción eréctil refractariaMétodo: Se realizó una búsqueda sistemática de la bibliografía publicada en bases de datos de literatura médica disponible hasta la fecha, utilizando las palabras “penile prosthesis and depression”, “inflatable penile prosthesis” y “erectile disfunction”. Se encontraron revisiones sistemáticas, recomendaciones actuales, estudios retrospectivos, encuestas de satisfacción y estudios transversales. Se seleccionaron un total de 35 artículos, en los cuales se incluyeron los que mencionan las indicaciones convencionales de prótesis peneana, descripción de técnica, y resultados en pacientes usuarios de la prótesis.Resultados: La Disfunción Eréctil (DE) o (ED por sus siglas en ingles erectile dysfunction) es una enfermedad común y frecuente a nivel mundial, de etiología multifactorial, que puede causar en el enfermo un deterioro significativo de la calidad de vida, y en muchos casos, llevarlo incluso a la inseguridad, rechazo a las situaciones que lleven a una relación sexual y posterior depresión, sobre todo, en pacientes adultos jóvenes mayores de 40 años cuando aparentemente el paciente no tiene una causa clara del porqué de su padecimiento. Existen diferentes alternativas para el tratamiento de la disfunción eréctil dependiendo de la etiología, por lo que es importante conocer y entender la fisiopatología de la enfermedad para ofrecerle al paciente la mejor opción. Pero en ocasiones estas opciones no son suficientes y hay que hacer uso de las prótesis peneanas, las cuales se han asociado a mejoría de la calidad de vida del usuario con mejoría en el desempeño sexual, lo que lleva a satisfacción personal y de la pareja. Conclusión: La disfunción eréctil es una patología que genera tabú en los hombres de nuestra sociedad al ser ésta predominantemente falócrata, por lo que muchos pacientes inicialmente niegan la enfermedad. La mayoría de pacientes al llegar a la consulta esperan hablar con su médico de su funcionalidad sexual, por lo que se debe estar atentos a estos datos otorgados por ellos, que en ocasiones son sutiles, pero que cobran gran importancia, si se tiene en cuenta que la disfunción eréctil se ha convertido en uno de los primeros marcadores de daño endotelial. El diagnóstico básicamente se hace con una buena historia clínica y examen físico que aportan datos de gran valor para la búsqueda etiológica de la enfermedad, que incluso, podrían llegar a ser reversibles. En los casos de disfunción eréctil refractaria a tratamiento médico de primera y segunda línea existe como alternativa a las bombas de vacío, la prótesis peneana, la cual ha tenido un impacto positivo en sus usuarios, llevándolos a mejorar la calidad de vida y las relaciones sexuales con su pareja. Un mal manejo de esta patología, en el tiempo, podría llevar a no detectar o corregir factores de riesgo cardiovascular, e incluso, llevar a un paciente fácilmente a la depresión, por lo que el uso de medicamentos contra la disfunción eréctil y las prótesis peneanas deberían ser incluidas en los programas básicos de salud teniendo en cuenta que la salud sexual también es una pieza importante, no solo para el paciente en sí, sino también para su pareja2.
