El menemismo ha despertado numerosos debates y no pocos desconciertos entre quienes pertenecen al mundo político e intelectual, incluso más allá de las fronteras de Argentina. El escenario político argentino de los noventa está bien alejado de lo que podía imaginarse dos décadas atrás. El papel del Estado, la relación Estado-sociedad, el rol y peso de los partidos políticos, de las organizaciones intermedias, y de los sindicatos, entre otros, han experimentado transformaciones significativas. Bajo las directivas de la política menemista se enfrentó el desafío de pasar del intervencionismo estatal a una economía de libre mercado, un proceso que implicó importantes cambios sociales y económicos. Entre estos se destacan la desregulación y la apertura de la economía, la reforma del Estado, el ajuste estructural, la realineación de las fuerzas políticas, la modificación de las tradiciones identitarias y el cambio en la relación de fuerzas entre los distintos actores (y/o corporaciones) políticos, sociales , económicos y militares. El objetivo que se persigue en estas páginas es relatar el camino que transitó la oposición de centroizquierda al menemismo en el período 1990-1997. Esta nueva fuerza es el Frente País Solidario (FREPASO, en adelante), donde confluyen el Frente Grande, los partidos de la Unión Socialista (US), la Democracia Cristiana (DC) y el Partido Intransigente (PI). A partir de su ascenso se produjo una modificación en el sistema de partidos políticos argentino y en la competencia interpartidaria, rompiéndose el bipartidismo que se había configurado a nivel nacional desde la reapertura democrática en 1983, con los dos partidos tradicionales, el Partido Justicialista (PJ) y la Unión Cívica Radical (UCR). Por otra parte, el FREPASO ha contribuido a la renovación de dirigentes, así como de las políticas y estrategias de los partidos tradicionales, en especial de la UCR (Adrogué, 1995), que sensiblemente afectada por las estrategias impulsadas por el menemismo había perdido su rol de oposición. Como consecuencia de esto, con la aparición del FREPASO se reabre la posibilidad de alternancia en el poder, una de las condiciones básicas del sistema democrático, que hasta entonces parecía estar bloqueada. El FREPASO presenta una oferta electoral novedosa y que responde a una demanda desde la sociedad de tipo republicano1 que no se encontraba canalizada por los partidos tradicionales; en especial entre aquellos votantes de la UCR, que se mostraba en los primeros años de las reformas debilitada e incapaz de dar respuestas a los cambios a los que se asistía en la economía, la política y la sociedad. La emergencia y ascenso del FREPASO forzó a la renovación y revisión de estrategias políticas por parte de los partidos tradicionales y en especial de la UCR, que con la constitución de este Frente había sido desplazada del espacio de la oposición política. Y se abrieron además espacios para nuevas coaliciones opositoras y de gobierno. Como se mostrará en el desarrollo del trabajo, el escenario que ha moldeado el menemismo, en el caso del FREPASO, constituyó la precondición de su emergencia y posterior evolución. El 3 de agosto de 1997 se formó una coalición también inédita en Argentina, la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación, constituida por el FREPASO y la UCR, que tiene en "su haber" conseguir en las elecciones legislativas de 1997 la primera derrota nacional del PJ, estando este en el gobierno. El argumento general de estas páginas es que Argentina ha asistido en la década del noventa a cambios radicales en materia económica que implicaron la reestructuración del Estado y la economía, pasando de un modelo de Estado intervencionista a una economía de libre mercado; estas transformaciones fueron instrumentadas por la única agrupación capaz de realizar estos cambios sin poner en riesgo la estabilidad política del país: el peronismo. La estabilidad política y económica abrieron el espacio para que desde la sociedad se realizaran nuevos reclamos, orientados a exigir mayor transparencia en los actos de gobierno, posibilitando de esta forma, la emergencia de una agrupación de centroizquierda que canalizó esta demanda manifestada en la sociedad argentina por el lado de los sectores medios e intelectuales. No se trataba de los sectores más afectados por el modelo neoliberal desplegado por Menem, pues entre estos continua la fidelidad del voto al partido de gobierno. Este no es un dato menor, ya que la oposición surge para confrontar al modelo en el interior del PJ, en respuesta a las primeras privatizaciones de empresas públicas y a la "traición" de Carlos Menem al electorado peronista. En primera instancia, se propuso una estrategia defensiva -construir un polo de poder antimenemista- tratando de atraer a los sectores castigados por el ajuste. Pero los votos no procederían de estos sectores sino del electorado de la segunda fuerza (UCR). En poco tiempo los principales líderes de este espacio transformaron su discurso, aceptando la irreversibilidad de los cambios en la economía. Este giro estuvo motivado fundamentalmente por tres razones: la primera, los resultados electorales (1991-1995) demostraron el apoyo electoral a la gestión del gobierno menemista en materia económica; la segunda, la emergencia de un electorado independiente (no cautivo de las tradiciones identitarias tradicionales en Argentina) y con demandas de tipo republicano; y la tercera, la evaluación que los líderes realizan de los límites que impone el contexto internacional . El gran salto cualitativo se produjo en 1997 con la formación la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación (FREPASO más UCR), una coalición opositora con capacidad de disputarle el poder al menemismo y que aspira a convertirse en coalición de gobierno en octubre de 1999. Durante 1996 y 1997, los efectos sociales (costes) de las reformas económicas y algunos signos de agotamiento del programa económico produjeron un "malestar social", que se manifiestó en movilizaciones, cortes de carreteras, huelgas encabezadas por las centrales sindicales opositoras al gobierno, pronunciamientos de sectores de la Iglesia y del interior del PJ que exigen atender al lado social de las reformas y humanizar el modelo económico. En este contexto la coalición opositora, aunque sin una presencia activa en la mayoría de los actos, consiguió capitalizar este descontento social (Godio, 1998), obteniendo en octubre de 1997 el triunfo en las elecciones para la renovación de la Cámara de Diputados Nacionales y logrando ubicarse de esta forma en el centro de la arena política como alternativa de gobierno para las elecciones presidenciales de 1999
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