Actualmente, el discurso fílmico cubre espacios que otrora fueran dominio de la novela. Los films alimentan el imaginario de miles de espectadores, no sólo a través de las pantallas cinematográficas, sino que penetran en el espacio familiar por la mediación de las pequeñas pantallas. El carácter creativo, abierto, negociador y al mismo tiempo instituyente de los lugares comunes pone en evidencia la complejidad del imaginario y permite comprender el incesante proceso de deslizamiento, transformación y regresión al que está librado el discurso social. Las construcciones identitarias no son ajenas a este movimiento, las figuras de mujer examinadas dan cuenta de ello.
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