A lo de Maastricht le puso un explosivo Dinamarca, y luego empezó el jaleo. En España la gran explosión estuvo a cargo de Mario Conde, y esto es lo habitual en los países que tienen niveles de civilización de clase dirigente. No sólo pueden hablar los políticos, a la manera de textos sagrados, sino que la sociedad es receptora y protagonista. Y además están las instituciones y los personajes establecidos en la Universidad, en la Banca, en la empresa, y en otros mundos...
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