La degradación del suelo es un problema de una magnitud equiparable al cambio climático, la crisis energética y la explosión demográfica. Sin embargo, rara vez se le concede la misma importancia, a pesar de que, a lo largo de la historia, hemos presenciado numerosos ejemplos de civilizaciones que se extinguieron después de perder la capacidad productiva de sus suelos. Es fundamental reconocer la importancia crucial de preservar la salud y la fertilidad de nuestro principal patrimonio, el suelo. La degradación del mismo no sólo reduce la capacidad de producir alimentos, sino que también impacta negativamente en la biodiversidad y la calidad del agua. El mejor legado que se les puede dejar a las generaciones futuras es un suelo fértil y productivo.
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