Sr. Editor
La alimentación materna es fundamental para un desarrollo saludable del hijo en gestación, pero ade más, repercute en su salud futura y en el de futuras generaciones. Esto debido a que una serie de repro gramaciones endocrinas y metabólicas, que ocurren en etapa prenatal, se mantiene durante todo el ciclo vital y son heredables. Parte de la reprogramación metabólica está determinada por cambios en la expresión génica que no involucran cambios en la secuencia de ADN, sino modificaciones químicas del ADN y de las histonas, denominados cambios epigenéticos1. El efec to epigenético prenatal se evidenció por primera vez luego de la hambruna de Holanda durante la II Guerra Mundial, donde se mantuvo una dieta de sólo 580 kcal/ diarias por 6 meses. Los niños expuestos durante el primer trimestre de gestación desarrollaron obesidad, enfermedades cardiovasculares y alteraciones psiquiá tricas a los 50 años, mientras que los expuestos en el segundo y tercer trimestre presentaron menor peso al nacer, mayor índice de obesidad a los 18 años y pade cieron diabetes mellitus tipo II a los 50 años2. Además, la descendencia de los hijos varones presentaron ma yor peso corporal e índice de masa corporal en la edad adulta, lo cual podría asociarse a un efecto epigenético transgeneracional masculino3.
En Chile, se ha reportado que, al aplicar la cur va de adecuación Rosso-Mardones4, sólo un 4,3% de
mujeres inician su embarazo con bajo peso (IMC < 20 kg/m2), pero que esta cifra aumenta a un 13,3% en mujeres adolescentes5. Por otro lado, es importante analizar la situación chilena respecto al consumo de folato en embarazadas. El folato regula epigenéticamente más de 300 genes relacionados con desarrollo y metabolismo. Una deficiencia de ácido fólico en el embarazo se asocia con parto prematuro y malforma ciones del tubo neural, mientras que su exceso altera la expresión de genes que regulan los niveles de glu cosa, insulina y leptina en la temprana infancia y la edad adulta1,6. La implementación de un Programa Nacional de Fortificación de la harina de trigo el año 2000 aumentó de un 43 a un 100% el consumo del requerimiento estimado de folatos en embarazadas y disminuyó en un 43% la incidencia de patologías asociadas al desarrollo del tubo neural en recién na cidos7. Sin embargo, los datos actuales revelan que se ha pasado al otro extremo, superándose la ingesta diaria recomendada en mujeres embarazadas (400 |ig/ día) debido al alto consumo de productos faríneos y de otros alimentos fortificados (bebida láctea Purità Mamá), así como a la adopción de la recomendación estadounidense de iniciar la suplementación con áci do fólico durante el periodo preconcepcional con 1 mg/día (5 mg/día en caso de antecedentes de defectos del tubo neural)5.
En conclusión, es importante destacar la importan cia de una adecuada nutrición en toda la población fe menina en edad fértil, debido a que la reprogramación epigenética ocurre desde el inicio de la gestación (y en la gametogénesis) y repercute en la salud inmediata y futura del hijo que está por nacer, y en el de su des cendencia. Por otro lado, es necesario realizar estudios actualizados de inocuidad/efectividad del Programa de Fortificación de las harinas no sólo en embarazadas, sino en toda la población.