El burnout o síndrome de desgaste profesional afecta a más del 50% de los estudiantes y profesionales de la salud en el mundo1,2. Esta condición se describe como una respuesta al estrés crónico que se manifiesta como combinación de síntomas que incluyen el agotamiento emocional, la despersonalización o cinismo y la disminución del sentido de autoeficacia3,4. Estudios internacionales señalan que cuando los estudiantes sufren de burnout, la práctica clínica, el profesionalismo y la conducta ética5, así como la empatía6, se ven afectados negativamente, mientras que el riesgo de abandono de la carrera7, la depresión y la ideación suicida tienden a aumentar8.
La situación en Chile no es diferente a lo que ocurre en otros países más desarrollados. Un estudio multicéntrico de aprendizaje y bienestar en estudiantes de Medicina, en que participaron 1.395 estudiantes de once universidades chilenas, corroboró que uno de cada dos estudiantes sufre burnout al comenzar el ciclo clínico, situación que no mejora al terminar la carrera9. Más aun, este síndrome de agotamiento y despersonalización también afecta a una alta proporción de médicos residentes de nuestro país10,11.
En una primera etapa, el burnout tiende a pasar desapercibido pues puede coexistir con una alta motivación de los estudiantes por los estudios o el trabajo clínico y una conducta empática con el paciente12. Sin embargo, si el estudiante o profesional continua expuesto a altos niveles de estrés crónico, sin oportunidad de recuperarse, termina por perder su capacidad de cuidarse y de empatizar con el paciente y prestarle un cuidado de calidad12.
Afortunadamente, en los últimos años se ha configurado un cuerpo de evidencias acerca de cómo prevenir el burnout13,14. Los resultados de los meta-análisis más recientes coinciden en que, tanto las intervenciones enfocadas en los individuos como en los cambios organizacionales, pueden reducir el riesgo de burnout en médicos y estudiantes, particularmente el riesgo de agotamiento emocional14–16.
Recientemente, un colectivo de connotados educadores médicos, líderes académicos e investigadores expertos en burnout hizo un llamado urgente a la comunidad educativa internacional a actuar para mejorar el bienestar de los profesionales y jóvenes en formación17. Nuestro equipo docente ha hecho eco de este llamado18–20 a través de diversas actividades que incluyen el curso ‘Prevención del burnout en la formación de profesionales de la salud’ diseñado para docentes, de modo que éstos puedan actuar como agentes de cambio en sus respectivas instituciones.
Metodología
Diseño
El presente trabajo aplicó un enfoque cualitativo basado en indagación apreciativa, metodología orientada a identificar (“descubrimiento” o “indagación”) aquellos aspectos que funcionan bien en un sistema u organización y que pueden resultar inspiradores para transformar una realidad determinada21,22. A partir de la identificación de estos aspectos claves, los participantes plantean un escenario ideal (“sueño”) que les permitirá diseñar estrategias de intervención (“diseño”) para cambiar el curso (“destino”) del problema, mediante la ejecución del diseño propuesto. La indagación apreciativa se realiza en grupos pequeños de personas pertenecientes a un colectivo u organización que abordan aspectos críticos del problema o desafío mediante entrevistas rotativas, siguiendo una pauta de preguntas semiestructurada21. Decidimos aplicar la indagación apreciativa para iniciar el análisis del problema del burnout en la formación de profesionales en salud pues es una metodología que permite discurrir acciones preventivas, basadas en experiencias previas de éxito. Desde estos relatos será posible construir propuestas más ajustadas a la realidad de los participantes.
Participantes, recolección y análisis de la información
Este estudio se realizó en el contexto del curso ‘Prevención del Burnout en la formación de profesionales de la salud’ que se realizó en Santiago de Chile los días 8 y 9 de noviembre de 2018 en la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Participaron 34 académicos con vasta experiencia en formación en salud de siete disciplinas diferentes (i.e., Medicina, Enfermería, Nutrición, Odontología, Kinesiología, Psicología y Educación) que representaban a ocho Escuelas de Medicina y de otras profesiones de la salud a nivel nacional. Los participantes otorgaron un consentimiento escrito a los docentes para la publicación y difusión de los resultados de su indagación. Esta investigación y la difusión de estos resultados cuentan con la aprobación del Comité de Ética Científico de la Facultad de Medicina UC.
Cada grupo estuvo conformado en promedio por 8 participantes (rango 5 a 9) y trabajó en dos sesiones de dos horas cada una. La primera sesión se dedicó a la fase de ‘descubrimiento’ y la segunda al ‘sueño’, es decir, la ideación de posibles programas de prevención de burnout. En la fase de ‘descubrimiento’, los participantes identificaron los factores protectores y de riesgo de burnout estudiantil así como las experiencias de éxito en el manejo de éste. Las reflexiones fueron recogidas en forma escrita por un participante en cada grupo. Posteriormente, cada grupo consolidó por escrito las contribuciones de sus integrantes y presentó al resto del curso un reporte oral de los resultados del proceso de indagación apreciativa.
Para la segunda sesión (diseño de posibles soluciones), los grupos trabajaron en torno a una pauta semiestructurada que contemplaba interrogantes acerca de las razones, características, alcance y evaluación de un posible programa de prevención del burnout estudiantil. El registro y reporte del trabajo grupal se realizó de manera semejante a la primera sesión.
Posteriormente, los registros escritos de ambas sesiones fueron analizados por dos investigadores y consolidados de modo de presentar la información de manera clara. Los resultados de la fase de ‘descubrimiento’ se reportan en este artículo como una matriz que consigna los factores de protección y de riesgo de burnout en el contexto de formación de pregrado en profesiones de la salud (Tablas 1 y 2). Los resultados de la fase de ‘diseño’ se reportan en forma de texto, estructurado de acuerdo a las preguntas usadas en la indagación.
Factores de Protección de burnout | ||
---|---|---|
Individuales | Sociales | institucionales |
Resiliencia frente a experiencias adversas durante la formación | Habilidades sociales | Buen clima educacional |
Asertividad en la comunicación | Redes de apoyo amplias y fuertes | Enseñanza de profesionalismo en currículo formal |
Valoración del autocuidado | Participación en actividades extracurriculares | Formación docente en bienestar y prevención |
Cultivo de estilos de vida saludables | Adecuada proporción docente/alumno | |
Desarrollo de la espiritualidad | Sistema de evaluación del programa educacional | |
Pertenencia a la generación Y | Tamizaje precoz de estudiantes en burnout | |
Oportunidades de coaching | ||
Disposición de residencias adecuadas | ||
Tiempos de traslado inter-campus breves | ||
Seguridad |
Factores de Riesgo de burnout | ||
---|---|---|
Individuales | Sociales | Institucionales |
Alta autoexigencia y competitividad | Aislamiento social | Alta exigencia académica |
Baja tolerancia a la frustración | Vulnerabilidad social | Rigidez curricular |
Crisis vitales | Evaluación centrada solo en objetivos cognitivos | |
Insuficiente desarrollo de identidad profesional | Modelaje en torno al exitismo y/o autosuficiencia | |
Alta carga asistencial | ||
Falta de tiempo protegido para alimentarse y descansar durante turnos y rotaciones | ||
Falta de recursos en el campo clínico | ||
Complejidad de los pacientes |
Resultados
Factores involucrados en el desarrollo de burnout durante la formación en profesiones de la salud en Chile.
a) Antecedentes
De acuerdo a la literatura, el burnout de los estudiantes en formación resulta de una conjunción de factores personales y relacionales, y de condiciones de la institución a que pertenecen23. A nivel personal y relacional, influyen la privación de sueño, la sobrecarga académica, el desbalance entre la vida personal y académica, los mecanismos evitativos de afrontamiento, crisis vitales durante la trayectoria académica, una baja percepción de autoeficacia, insuficiente autonomía para enfrentar responsabilidades profesionales crecientes, entre otras2,4,23. A nivel organizacional, inciden la falta de flexibilidad curricular, la escasa disponibilidad de tiempos protegidos para alimentación, descanso y autocuidado, la existencia de modelos profesionales que exaltan la autoexigencia y el sacrificio personal, el maltrato por parte de docentes y/o entre pares, la falta de apoyo (mentorías adecuadas, redes de tutores pares, derivación eficiente) y el aprendizaje en ambientes de salud ‘estresados’12,23.
b) Resultados de la indagación apreciativa
Los participantes de este estudio identificaron un conjunto de factores de protección y riesgo para el desarrollo del burnout en sus propios contextos educativos, que están detallados en las Tablas 1 y 2.
Si bien muchos aspectos que contribuyen al riesgo de burnout son propios de la persona o sus circunstancias, existen aspectos institucionales que son susceptibles de modificar y que dependen de decisiones de las autoridades o de la interacción docente-estudiante. Dentro de los primeros, se mencionó la importancia de promover y facilitar el desarrollo de actividades extracurriculares que ayuden a los estudiantes a equilibrar la alta exigencia académica. En el ámbito relacional docente/ estudiante, una idea interesante fue la proposición de valorar positivamente algunos aspectos propios de la generación actual de estudiantes (Generación Y o Millennials) que favorecen el cultivo del propio bienestar24,25. Los asistentes reconocieron a los estudiantes actuales como un grupo humano que posee mayor conciencia de comunidad y con alta estima de la vida personal y familiar. Les caracteriza también un deseo de autonomía y una clara motivación a trabajar por propósitos propios24,25. A los participantes del curso, les pareció un desafío socializar esta idea entre los docentes -especialmente de generaciones mayores- pues muchos de ellos suelen juzgar negativamente a sus estudiantes, especialmente su menor disposición al ‘autosacrificio’ en comparación con las generaciones anteriores24,25.
Intervenciones para promover el bienestar de estudiantes de profesiones de la salud
a) Antecedentes
Durante mucho tiempo, el enfoque predominante ha considerado el burnout como un problema individual indicativo de falta de resiliencia o vocación12. Ese análisis no incluía el posible rol en el malestar estudiantil de la institución educativa, su cultura institucional, exigencias y características. Sin embargo, a diferencia de la depresión y otras enfermedades mentales, el burnout es resultado de una interacción directa del individuo con su entorno laboral o académico. Por ende, es indispensable incluir en su análisis al ambiente y características institucionales, tanto para el diagnóstico del problema como para el diseño de soluciones12,26.
Diversos metaanalisis de intervenciones -enfocadas tanto a nivel individual como institucional- indican que es posible reducir la tasa de burnout en estudiantes y profesionales de la salud14,15,27. Dentro de las intervenciones a nivel individual están, entre otras, talleres de manejo del estrés y autocuidado, resignificación de eventos adversos, comunicación efectiva y cultivo del bienestar mediante prácticas de atención plena o mindfulness27,28. A nivel organizacional, las acciones recomendadas son disminuir y racionalizar la carga de trabajo, aumentar la flexibilidad horaria, reestructurar los sistemas de turnos y formar a estudiantes y docentes en habilidades de comunicación, trabajo en equipo y promoción del bienestar14,16,26.
b) Resultados de la indagación apreciativa
Los participantes del estudio elaboraron propuestas para la prevención del burnout y promoción del bienestar de sus estudiantes. A continuación se resumen las ideas centrales.
¿Por qué desarrollar un programa de prevención de burnout?
“Primero, porque nos cabe una responsabilidad ética y moral de formar profesionales con una salud y bienestar óptimos para el adecuado desempeño de su actividad profesional”. El autocuidado ha sido reconocido como pilar fundamental del profesionalismo por entidades educacionales internacionales29,30 y fue consignado recientemente en la Declaración de Ginebra de la Organización Médica Mundial31. En opinión de los participantes, nuestro país debiera hacerse parte de esta iniciativa e incorporar transversalmente el autocuidado en los currículos de las diferentes carreras de la salud.
En segundo lugar, el burnout estudiantil tiene un gran impacto económico que gravita sobre los estudiantes, sus familias y las universidades. Este incluye los costos de atención en salud mental y también la pérdida económica asociada al abandono de la carrera o al aumento de la duración de los estudios. Por último, es necesario desarrollar programas de fomento del bienestar estudiantil porque el marco regulatorio de las carreras de la salud los hará exigibles próximamente para futuras acreditaciones de sus programas.
¿Cuáles deben ser las características fundamentales del programa?
Para que un programa de prevención del burnout sea efectivo y sustentable, es preciso que esté inserto en una cultura de bienestar que comprometa a la comunidad educacional en forma global y multiestamental: estudiantes, docentes, administrativos y autoridades.
¿Cómo implementar el programa?
Para implementar un programa de esta naturaleza, se debe contar con un comité mixto (estudiantes y académicos) para el bienestar, que dependa directamente del Decanato de la Facultad o Dirección de la Escuela correspondiente. Las labores de este comité deberían estar centradas en monitorización del bienestar y burnout, diseño e indicaciones de intervenciones a implementar, evaluación periódica y sistemática de las estrategias instauradas y, finalmente, gestar el cambio cultural institucional necesario para el éxito de estas intervenciones.
¿A qué niveles se debe intervenir?
A nivel curricular se plantearon cambios del currículo formal para incorporar el bienestar y autocuidado como parte de la enseñanza del profesionalismo, flexibilización de los programas de especialidad, formación en autocuidado y competencias transversales durante pre y postgrado e incorporación de mentorías por docentes y apoyo por pares.
A nivel institucional, surgieron diferentes ideas como generar conciencia del problema del burnout en la comunidad educativa, desarrollar espacios físicos amenos y amigables (en las escuelas mismas y en sus módulos docentes-asistenciales) para el descanso y satisfacción de necesidades básicas, promover actividades culturales y deportivas, generar encuentros de desarrollo docente con el objetivo de valorar el bienestar docente y estudiantil, capacitar en autocuidado y detección del burnout y fortalecer iniciativas de acompañamiento entre pares e implementar estrategias individuales para su manejo y prevención.
¿Cómo evaluar la efectividad del programa?
El efecto de las intervenciones debe ser evaluado multidimensionalmente con indicadores cuantitativos y cualitativos. Se sugiere la incorporación de escalas como MBI (Maslach Burnout Inventory)32,33, MAAS (Mindful Attention Awareness Scale)34,35, vitalidad emocional36,37 y MHC (Mental Health Continuum)33,39 que permitan un diagnóstico integral. Es necesario también monitorear las tasas de ausentismo académico, número de licencias médicas relacionadas con burnout y depresión, abandono y deserción de la carrera de pre o postgrado. Además de estos indicadores cuantitativos, es preciso realizar evaluaciones cualitativas de satisfacción y percepción de bienestar a nivel de estudiantes y docentes que permitan retroalimentar y modificar los programas. En general, el seguimiento debe considerar la recolección de datos provenientes de múltiples fuentes, incluyendo académicos preclínicos y clínicos, estudiantes, funcionarios administrativos, exalumnos e, idealmente, de los propios pacientes.
Discusión
Este estudio permitió conocer las distintas realidades que enfrentan los docentes responsables de la formación de profesionales de salud de nuestro país en cuanto al burnout de sus estudiantes.
La metodología de indagación apreciativa utilizada permitió descubrir las historias de éxito de los educadores en el manejo de este problema e identificar factores de protección y riesgo de burnout estudiantil en sus contextos educativos. Por otra parte, permitió a los participantes construir colaborativamente bases para diseñar programas de abordaje de la preocupante situación del burnout estudiantil.
Hubo consenso entre los participantes acerca de la responsabilidad que cabe a académicos y educadores como modelos y gestores del cambio para una mayor valoración del autocuidado y el cultivo del bienestar por parte de sus estudiantes. Más aun, los participantes expresaron su voluntad de diseñar e implementar intervenciones en sus propias instituciones. Es interesante destacar que entre los participantes del estudio había autoridades educacionales: directores de escuelas, jefes de programas de especialidad médica y coordinadores de salud estudiantil; todos ellos agentes claves en la toma de decisiones educativas.
Cualquier análisis del problema de burnout estudiantil no puede obviar el hecho que este es una manifestación de una disfunción de los sistemas de formación y prestación de salud. De hecho, los propios docentes y profesionales de la salud sufren niveles semejantes de burnout como resultado de la tensión docente-asistencial y la alta carga de responsabilidades en ambientes caracterizados por un estrés sostenido. No menos complejo es el tema de comunicación intergeneracional aludido por los participantes de este estudio. La propuesta de incluir una mirada apreciativa hacia las generaciones jóvenes resulta a la vez interesante y desafiante. Para generar conversaciones apreciativas y asertivas, es preciso contar con un repertorio comunicacional adecuado que permita a los docentes dar feedback del desempeño de sus estudiantes en materias relevantes a su formación, de manera y respetuosa y firme a la vez. Para ello, toda formación docente orientada a promover el bienestar debe incluir la enseñanza de habilidades comunicacionales que consideren tanto la brecha generacional como las características del profesional que queremos formar: un profesional de la salud capaz de brindar cuidados de excelencia a la vez que de cuidar de sí mismo, de sus estudiantes y de su equipo de trabajo.