Los relatos nos cautivan porque apelan a nuestra imaginación y dan orden y sentido a nuestro mundo. No solo nos dan información sobre la sociedad, sino que pueden conformar también nuestra comprensión de la naturaleza. En el mundo occidental, el cristianismo ha producido relatos que han servido de referencia a la investigación científica durante siglos. En este artículo se analizan dos de estos ejemplos –la historia de la creación y la historia de Noé y el diluvio universal– y se explica su prevalencia en la ciencia occidental. Estos relatos solo fueron sustituidos por otras alternativas cuando nuevas teorías y conceptos científicos adquirieron la coherencia suficiente para explicar los nuevos descubrimientos.
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