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Revista INVI

versión On-line ISSN 0718-8358

Revista INVI v.25 n.69 Santiago ago. 2010

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-83582010000200002 

Revista invi N°69/agosto 2010/Volumen N°25: 19-101

ARTICULOS

 

DE LA CIUDAD A LA METRÓPOLI. UNA INTERPRETACIÓN TEÓRICA DEL FENÓMENO EXPANSIVO LIGADO A LA VIVIENDA, A LA VULNERABILIDAD Y A LA POBREZA: EL CASO DEL ÁREA METROPOLITANA DE MONTERREY, NUEVO LEÓN, MÉXICO

 

Eduardo Sousa G.¹

1 Mexicano, doctor en asuntos urbanos por la Universidad Autónoma de Nuevo León UANL; maestría en planificación urbana-regional; profesor (PTC) del doctorado en Filosofía con Orientación en Arquitectura y Asuntos Urbanos y de la maestría en planificación de la UANL; miembro del Sistema Nacional de Investigadores (CONACYT) en el Nivel II.

Correo Electrónico: esousa@far.uanl.mx.


Resumen

El espacio urbano representa actualmente la principal forma de concentración demográfica y económica no sólo de las ciudades de México, sino también, de la mayoría de Latinoamérica y quizá del mundo; entender la forma en que estos espacios urbanos se convierten en metrópolis, es fundamental para tratar de incidir en ellas, esto, mediante la generación de los instrumentos de planeación adecuados, los cuales produzcan políticas públicas operativas que eviten la proliferación y ocupación de espacios vulnerables.

PALABRAS CLAVE: EXPANSIÓN METROPOLITANA, ESPACIOS VULNERABLES, ETAPAS DE METROPOLIZACIÓN.


Introducción2

La intención de las reflexiones siguientes a partir del caso Monterrey, no tienen por objeto el establecimiento de generalizaciones, para otras ciudades mexicanas, mucho menos para las latinoamericanas: no hay el espacio, ni la profundidad, ni es el propósito actual; la finalidad sería la de avanzar solamente en el conocimiento hacia una interpretación teórica, sobre la forma en que los procesos transformacionales de expansividad periférica de un centro urbano como el de Monterrey, tienden a convertir al sitio en una metrópoli, descubriendo en el proceso, la manera en que esta evolución espacial deja en su transcurso lugares proclives, donde la vivienda, ligada a la vulnerabilidad y a la pobreza, manifiestan una indiferencia e indolencia de corte blaséeliano3: excluyente de toda política pública de alteridad4; representándose estos hechos, justamente, en las condicionantes de habitabilidad de los hogares y en las circunstancias de riesgo, que imbrican a las deficiencias infraestructurales y de equipamiento del lugar.

Y ¿Cómo se pudiera definir esta situación de riesgo y vulnerabilidad ligada a los espacios que habitan los pobladores? Sin profundizar demasiado en estos conceptos que pudieran tener múltiples aristas disciplinares de exploración, sería posible en forma contextual referirse a ellos como: la vulnerabilidad, la que correspondería a la propensión interna de un ecosistema o de algunos de sus componentes a verse afectados por una amenaza, esto es, a sufrir daño ante la presencia de determinada fuerza o energía con potencial destructivo: inseguridad en el sitio de residencia y predisposición a experimentar menoscabo en la integridad física y los bienes materiales de los pobladores. El riesgo de desastre es la magnitud probable del daño de un ecosistema específico o de algunos de sus componentes en un período determinado, en relación con la presencia de una actividad potencialmente peligrosa: el grado de predisposición del sitio y de sus pobladores a ser dañados. Por último, la amenaza es el fenómeno peligroso que se explica como la magnitud y duración de una fuerza o energía que representa un peligro potencial, dada su capacidad de destruir o desestabilizar un ecosistema o los elementos que lo componen, y la probabilidad de que esa energía se desencadene: posibilidad latente de sufrir daño.

Y ¿Cómo se generan procesalmente estos espacios proclives en la sobremodernidad? ¿Qué fuerzas impulsan a la ciudad a convertirse en una metrópoli? ¿Cómo se producen los desplazamientos expansivos de pobladores? ¿Cómo se vinculan estos desplazamientos de pobladores a la vivienda vulnerable y en riesgo? Para el abordaje de estos cuestionamientos se propone: iniciar con la exploración de las fuerzas que propician el dinamismo social expansivo en el área metropolitana de Monterrey, enlazándolos a las etapas evolutivas de la metropolización (1940-2005); continuando con un análisis que intente reconocer la forma en que la población se desplaza espacialmente, definiendo en este proceso de deslizamiento sus características por grupo de edad y su vinculación con el ciclo reproductor y las formas de ocupación del suelo «irregular: con riesgo y vulnerabilidad y regular con normatividad»; para terminar con algunas deducciones preliminares que involucran al asunto de la vivienda el riesgo y su vulnerabilidad, con la forma en que se expande espacialmente la ciudad, generando diversos contornos y diferenciación en la ocupación espacial del suelo: zonas marginadas, zonas residenciales y otras zonas.

Una interpretación teórica del fenómeno expansivo

A partir de los procesos transformacionales que dan lugar a la expansividad de las ciudades5, queda claro que, por lo menos en un largo período de tiempo, éstas seguirán creciendo en el número de sus pobladores y por ende, expandiendo sus límites periféricos6; esta evolución del sitio, cuando se trata de áreas metropolitanas, estaría evidenciada en el desarrollo de sus etapas de metropolización, las cuales han sido definidas por diversos autores7, coincidiendo en la mayoría de los casos en el tránsito de 4 etapas:

Urbanización: cuando la tasa de crecimiento porcentual anual de pobladores de la ciudad central supera a la de la periferia.

Suburbanización: cuando la periferia alcanza una mayor tasa de crecimiento porcentual anual.

Desurbanización: cuando la ciudad central observa un despoblamiento relativo o absoluto.

Reurbanización: cuando en la ciudad central ocurre un repoblamiento relativo o absoluto.

Pero independientemente de que sean ciudades y se conviertan o no en metrópolis, en el transcurso de sus procesos evolutivos, ambos sitios generan estados de bienestar para algunos y marginación y pobreza para otros8. De hecho, desde esta perspectiva de investigación, se afirma que existe una correlación histórica de correspondencia biunívoca uno a uno, entre las expectativas de ingreso económico de pobladores y el crecimiento demográfico-poblacional del espacio urbano. De inicio se distingue que el origen, o uno de los principales incentivos para el crecimiento de pobladores en la etapa inicial de la ciudad industrial9 y la cohesión posterior del lugar, se relaciona directamente con la primacía económica, y por supuesto, con otros satisfactores urbanos ofrecidos a los habitantes como pudieran ser: de orden infraestructural, de equipamiento, de seguridad social, de gobernabilidad, entre otros.

No obstante, estos satisfactores evidentemente no son iguales para todos los pobladores, o mejor dicho, las inversiones gubernamentales asociadas a las políticas públicas y a las estrategias de planeación, no son aplicadas en el sitio en igualdad de circunstancias, generando: áreas sobremodernas10 habilitadas con inversiones económicas extremas, que la autoridad muestra orgullosamente; y aquellos espacios difuminados de características intrínsecas, que conviene ocultar, o por lo menos, minimizar; bien pudieran denominarse a estos sitios como lugares no ciudad11, ocupados por pobladores de antípoda de clase social concepto que pudiera definirse de la siguiente manera:

"La noción de antípoda de clase social ACS propuesta, se refiere a cada uno de los habitantes de un lugar específico con respecto a otros pobladores que moren en un lugar de características diametralmente opuestas. Se aplica a la persona de determinado estrato social o clase social opuesta o contraria a otra. Esta noción de ACS alude a los estratos de la sociedad metropolitana compuestos por grupos de familias que ocupan posiciones diferenciadas, desiguales y muchas veces de características antagónicas, esto sería: la agrupación de personas que se encuentran en una misma esfera social y económica, con similares grados educativos, posesión de bienes mobiliarios o inmobiliarios, actitudes morales, hábitos de consumo y otros; opuestos al Otro (la otredad) u otros grupos de la sociedad con características indiscutiblemente opuestas. Debe subrayarse además, que otra de las particularidades fundamentales a destacar de este concepto de "antípoda de clase social" es que denota una clara y diferenciada localización espacial en el ámbito territorial del sitio, no sólo de las actividades propias del grupo, sino también del emplazamiento y características de su vivienda, la que se circunscribe en las etapas iniciales y en las más avanzadas del proceso de metropolización, tradicionalmente en la esfera de los contornos periféricos del lugar"12.

En este orden de ideas, es de interés en el ámbito que circunscribe a esta investigación, asociar a la conformación de la forma urbana y de los procesos de transformación y expansividad periférica en muchas de las metrópolis, factores que en un momento dado estarían íntimamente vinculados a la sociedad asentada en el sitio y por supuesto, a determinados grupos sociales de pobladores que conforman el lugar; articulando en ese proceso, a las disímiles actividades diarias de las diversas matrices sociales existentes. Entonces, todo este conjunto de dinamismos sociales que se generan en la cotidianidad al interior de la metrópoli, son considerados como fuerzas centrífugas de expansión, las cuales procesalmente en el tiempo, tienden a ensanchar los límites metropolitanos, conformando, precisamente, la forma urbana distintiva y la dinámica cambiante de sus linderos periféricos13; ver la esquema 1.

EL DINAMISMO SOCIAL COMO FUERZA CENTRÍFUGA GENERATRIZ DE LOS CONTORNOS METROPOLITANOS

ESQUEMA 1 Fuente. Datos generados por el autor; AMP: Area Municipal Periférica.

Así, las fuerzas centrífugas de expansión, desde esta posición teórica, se estima que van eslabonándose en una sucesión iterativa enlazada históricamente, para generar los diversos "contornos urbanos"14, los cuales se van agregando al territorio metropolitano y estarían conformados por la masa humana, que se agrupa en un continuum entorno del centro metropolitano; modificando en ese transcurso, no sólo la estructura morfológica del sitio, la cual se transforma procesalmente en el tiempo: de una ciudad monocéntrica15 a una metrópoli policéntrica16; sino también, el funcionamiento urbano, el que tiende a transfigurarse generando diversas ciudades dentro de la ciudad-metropolitana; multiplicando, en muchos de los casos, aquellos espacios considerados como antípoda de clase social, con toda su proclividad inherente; ver la esquema 2.

EL DINAMISMO SOCIAL COMO FUERZA CENTRÍFUGA GENERATRIZ DE LOS CONTORNOS METROPOLITANOS: PERFIL MONOCÉNTRICO

La agrupación de pobladores en torno del centro metropolitano, no sucede en la misma proporción a través del tiempo, esto, precisamente, por las mencionadas "fuerzas centrífugas", las cuales tienen una relación de intensidad inversamente proporcional a los desplazamientos presentados en las etapas de metropolización EM aludidas en párrafos anteriores; en efecto, al aislar el comportamiento de pobladores en cuanto a la ocupación y traslado procesal en el espacio metropolitano y ligarlo con las EM, es claro que al inicio del proceso de metropolización, en la primera etapa llamada de urbanización, que genera el primer contorno de la metrópoli y tomando como base al centro metropolitano, las fuerzas centrífugas que estimulan el traslado de los pobladores hacia la periferia es menor; o también se podría comprobar la existencia de mayores fuerzas centrípetas, las cuales tienden a contener el desplazamiento de pobladores hacia otros perímetros adyacentes.

Posteriormente en las etapas de metropolización subsiguientes, como por ejemplo la de "suburbanización", la situación cambia drásticamente y los componentes de las fuerzas centrífugas aumentan la presión de desplazamiento de pobladores hacia la periferia, generando otros contornos metropolitanos que estarían asociados, en la mayoría de los casos, con diferentes cabeceras municipales, las cuales evidentemente se agregarían al área metropolitana; esta condición se presenta cuando la periferia alcanza una mayor tasa de crecimiento poblacional porcentual anual, con respecto del centro metropolitano.

En las siguientes etapas de metropolización, las fuerzas centrífugas adquieren mayor poder, no sólo en el propio centro metropolitano, sino que también entrarían en el proceso las demás áreas conurbadas, ejerciendo presión para los desplazamientos de pobladores hacia otras zonas de la periferia mediática, repitiéndose iterativamente lo que se pudiera denominar "el ciclo de deslizamiento de pobladores"; incluso a las fuerzas centrífugas asociadas a las etapas de metropolización de base pobladores17, que se han mencionado anteriormente, sería posible encadenar una tercera fuerza de importancia significativa, la cual estaría relacionada intrínsecamente con los habitantes del sitio; nos referimos a la actividad productiva o que también se pudiera llamar como etapa de metropolización de base empleos18, la cual evidentemente influye de manera importante en el impulso positivo o negativo de las fuerzas centrífugas.

Entonces, resultaría factible que mediante el control eficiente, efectivo y eficaz de los componentes de las fuerzas centrífugas mencionados, se podría con toda certeza, incidir positivamente en la regulación y dirección de los desplazamientos de pobladores en las áreas metropolitanas de características similares a las de Monterrey, ordenando y delimitando con precisión sus límites expansivos; disminuyendo en esa evolución, la ocupación de zonas de viviendas en riesgo y vulnerabilidad.

Para ejemplificar operativamente este proceso propuesto, denominado el ciclo de deslizamiento de pobladores y que involucra a las etapas de metropolización de base pobladores y a las fuerzas centrífugas de empuje, a continuación se abordará sucintamente el caso del área metropolitana de Monterrey.

Ejemplo demostrativo

LAS FUERZAS CENTRÍFUGAS Y LAS ETAPAS DE METROPOLIZACIÓN EN EL AREA METROPOLITANA DE MONTERREY: ANALISIS HISTÓRICO 1940-2005.

APUNTE CONTEXTUAL DEL SITIO

Monterrey y gran parte de su área metropolitana se ubica en la base de la Sierra Madre Oriental, dominando lo que se podría nombrar como la gran llanura esteparia del noreste de México, que incorpora a los estados de Coahuila y Tamaulipas, conocida también como la región noreste de México. Una de las características topográficas de la zona es que está rodeada por diferentes elevaciones orográficas, lo cual ha diferenciado, en gran medida, la orientación de su crecimiento físico y la morfología urbana del sitio.

Es clara la inclinación topográfica del emplazamiento urbano de Monterrey, según lo muestra la figura 2. La evidencia gráfica demuestra que el área metropolitana de Monterrey está orientada con dirección oeste-este; asímismo, la característica particular representada por el relieve topográfico, se ha considerado como uno de los factores de importancia significativa, que debiera ser respetado, en el planeamiento físico de la ciudad. Sobre todo si se reflexiona en el costo económico que representa el acceder a algunos de los componentes infraestructurales básicos para el crecimiento urbano, como por ejemplo, el suministro de agua potable.

CABECERAS MUNICIPALES DE LAS ÁREAS CONURBADAS DE MONTERREY; AÑO 2010

FIGURA 1 Fuente: Datos generados en MapInfo 10.0

ÁREA METROPOLITANA DE MONTERREY: PRINCIPALES ELEVACIONES TOPOGRÁFICAS

Para el caso de la metrópoli de Monterrey el análisis de las etapas de metropolización y por consiguiente de la generación y activación de los componentes de las fuerzas centrífugas de empuje orientativo-periférico (esquema 3), se propone configurarlo desde la época de su conformación inicial, la cual se sitúa, según los análisis históricos, en la década de 1940-195019. En este período Monterrey inicia su proceso de metropolización al incorporar físicamente las áreas urbanas de los municipios de Guadalupe y San Nicolás de los Garza, que en conjunto, agrupaban alrededor de 375 mil pobladores; en este espacio-tiempo-diferencial, el centro metropolitano de Monterrey crece a una tasa promedio anual de 6.0% y el conjunto metropolitano al 6.2%; reportando además, un área urbana bruta de 4,774 hectáreas y una densidad de pobladores de 79 habitantes por hectárea.

EL DINAMISMO SOCIAL COMO FUERZA CENTRÍFUGA GENERATRIZ DE LOS CONTORNOS METROPOLITANOS: PERFIL POLICÉNTRICO METROPOLITANO

Entonces, se puede afirmar que antes del período 1940-1950 en Monterrey como centro metropolitano, los componentes de las fuerzas centrípetas cohesionaban espacialmente a los pobladores del lugar, retardando, en cierta forma, la expansión desmedida de los habitantes del primer contorno, hacia las zonas periféricas de esta ciudad capital, según lo indican los esquemas anteriores y las tablas 1 y 2.

TABLA 1: CRECIMIENTO DE POBLADORES: MUNICIPIOS POR AÑO DE INCORPORACIÓN METROPOLITANA. (CIFRAS EN MILES).

TABLA 2: TASA DE CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO: MUNICIPIOS POR AÑO DE INCORPORACIÓN AMM

Posteriormente las fuerzas centrífugas y sus componentes como pudieran ser: los satisfactores económicos, el grado de gobernabilidad, la tasa de crecimiento natural de pobladores (nacimientos menos defunciones), los índices de inmigración regional y nacional hacia el sitio, el ciclo reproductor de la vida de los pobladores CR, oferta de suelo urbano habilitado, entre otros; empujan a los residentes de la recién formada metrópoli de Monterrey y entre los años 1950-1960 se adiciona la zona urbana del municipio de San Pedro Garza García, sumando cuatro los municipios que la integraron; generando en el proceso, otro nuevo contorno y nuevos límites perimetrales metropolitanos, en los que se contabilizaron un total de 708.3 mil pobladores, y una tasa de crecimiento poblacional para Monterrey como centro metropolitano de 5.7%; en 1965 la población aumentó a 850.66 pobladores, estimándose un área urbana bruta de 7,630 hectáreas y 111 habitantes por hectárea.

En la década de 1970-1980 de nuevo el empuje de las fuerzas centrífugas y sus componentes, adicionan las áreas urbanas de los municipios de Santa Catarina, Apodaca y General Escobedo, sumando siete los municipios metropolitanos con un total de 1,281 mil habitantes; estimándose para el año de 1970 una cantidad de 13,000 hectáreas de área urbana bruta, lo que representaba una densidad de pobladores de 90 habitantes por hectárea. Para el centro metropolitano, se estima en este mismo año la cantidad de 871.5 mil habitantes con una tasa de crecimiento de pobladores decenal (1970-1980), con respecto al total metropolitano, de 2.2%, según lo indica la tabla 2.

Fue en la década 1980-1990, cuando se adjuntó el municipio de Benito Juárez y García y también cuando el municipio de Monterrey experimentó una considerable desaceleración en su proceso de crecimiento poblacional, reduciendo su tasa de crecimiento al -0.2 por ciento. En la parte media de este período (1985) se contabilizan 2,232.04 habitantes metropolitanos, dispersos en una extensión territorial de 36,090 hectáreas de área urbana bruta; representando una densidad de 69 habitantes por hectárea.

Finalmente, en el año 2000 la conurbación metropolitana alcanza 3,245.5 mil habitantes y Monterrey una tasa de crecimiento de sólo el 0.04%, con un área urbana bruta de 56,677 hectáreas, resultando una densidad de pobladores de 57 habitantes por hectárea; quizá sea en este cambio de siglo donde se ha manifestando la evidencia característica del empuje que ejercen los componentes de las fuerzas centrífugas y como esto se revela en los análisis de las mencionadas "etapas de metropolización"20, donde se patentiza: por un lado, la importancia del proceso de planeación para controlar la orientación y la estructura del crecimiento y expansión adyacente de la mancha urbana, control que debiera ser ejercido por los instrumentos ad hoc que sean generados por organismos gubernamentales serios en términos de eficiencia, eficacia y efectividad; por el otro, queda descubierta la trascendencia que representan los actores sociales que participan en el proceso de "hacer ciudad", sobre todo aquellos que intervienen en la transformación que tutela el crecimiento y la orientación de la expansión de los usos del suelo21, que no siempre actúan buscando el equilibrio del desarrollo urbano y la generación de espacios adecuados para la habitabilidad segura de los pobladores; ver la tabla 3.

TABLA 3: EVOLUCIÓN DE LA MANCHA URBANA DEL ÁREA METROPOLITANA DE MONTERREY; 1940-2000

Con estas características en el crecimiento numérico de los pobladores metropolitanos de Monterrey, y con base en las propuestas que asocian a las "fuerzas centrífugas FC" con las "etapas de metropolizacion", es posible advertir que en virtud de la presión ejercida por los componentes de las FC en el área metropolitana de Monterrey, se ha rebasado la primera etapa de metropolización, aquella que está definida como la de "urbanización", ya que ésta supone que tal evento sucede cuando la tasa de crecimiento porcentual anual de pobladores del centro metropolitano, supera a la de la periferia; ingresando, desde el año 1990, a la "etapa de suburbanización", que es cuando las áreas urbanas conurbadas periféricas alcanzan una mayor tasa de crecimiento porcentual anual, con respecto de la ciudad central.

Asociado a esto, si se revisa la conformación metropolitana del año 1990 (figuras 3 y 4), es posible observar que la dirección expansiva del crecimiento de pobladores se orienta claramente hacia la periferia, particularmente con una trayectoria dirigida rumbo al nororiente hacia los municipios de G. Escobedo, Apodaca y Guadalupe; observándose cómo en ese período todavía las áreas urbanas de los municipios de Guadalupe y Escobedo no rebasaban su límite municipal: Guadalupe con B. Juárez y Escobedo con Salinas Victoria y García, según lo indican las figuras 3, 4 y 5.

FIGURA 3. CONTORNO METROPOLITANO AÑO 2000

Fuente. Datos generados a partir de información del INEGI.

FIGURA 4. CONTORNO METROPOLITANO AÑO 1990

Fuente. Datos generados a partir de información del INEGI.

FIGURA 5. ORIENTACIÓN DE LA POBLACIÓN TOTAL ÁREA METROPOLITANA DE MONTERREY, AÑO 2005

Fuente. Datos generados a partir de información del INEGI (2002).

Asímismo, si se considera el crecimiento físico del centro metropolitano de Monterrey en la década de 1980-1990, es posible inferir que el área de esta metrópoli regiomontana ha modificado el proceso correspondiente asociado a las etapas de metropolización (EM), ingresando a la "etapa de desurbanización", ya que esto ocurre, según los conceptos teóricos de las EM, cuando la ciudad central muestra un despoblamiento relativo o absoluto (-0.2% según lo muestra la tabla 2); esto indica, como se menciona anteriormente, una evidente desconcentración de pobladores hacia la periferia inmediata, ya que la zona que comprendía inicialmente a la ciudad central ha sufrido una indudable metamorfosis, modificando drásticamente el uso del suelo, obligando a la mayoría de los habitantes de esos sectores a abandonar paulatinamente sus viviendas, circunstancia característica de esta etapa de desurbanización; ver la figura 5.

En este orden de ideas, el sucinto ejemplo ilustrativo desarrollado anteriormente, ha pretendido solamente y de manera breve mostrar la forma en que las fuerzas centrífugas y sus componentes, han influido en la expansión del área metropolitana de Monterrey (AMM); incluso si revisamos los esquema 2 y 3, representan la forma tradicional en que, desde la perspectiva de esta investigación, se infiere que inicia el proceso de metropolización a partir de un centro metropolitano, el cual originariamente sería monocéntrico, donde los grupos sociales en su proceso de "centrifugación" se van asentando en torno precisamente de ese centro metropolitano, formando lo que se podría denominar el "primer contorno".

Posteriormente y en virtud de múltiples factores, que podríamos asociar con algunos de los componentes de las fuerzas centrífugas, la población del sitio incrementa su número demandando más suelo urbano; aquí sería necesario considerar, como uno de los aspectos más importantes para el AMM, ligado a las fuerzas centrífugas y su proceso expansivo, el fuerte desarrollo económico experimentado en las últimas décadas, incluso el cambio en la actividad económica nacional, pasando de ser preponderante la actividad industrial, para orientarse a la rama de los servicios, como lo muestra la tabla 4.

TABLA 4. POBLACIÓN TOTAL Y PEA PORCENTUAL POR SECTORES AÑO 2000.

Si todo sigue constante (ceteris paribus) y los instrumentos de planeación (leyes, reglamentos, planes, entre otros) elaborados y ejecutados por los gobiernos locales o estatales, no hacen eficiente el proceso social de poblamiento, la ciudad seguirá agregando contornos sin la correcta regulación, interpretándose esto, como un fenómeno encadenado a la noción de "anomia institucionalizada"22; dejando el control, en muchos de los casos, a las libres fuerzas del mercado inmobiliario, el cual está integrado por individuos que legítimamente en el sistema mexicano-constitucional federalista vigente, buscan su beneficio personal y únicamente la acumulación primaria de capital; pero sin considerar el equilibrio del sitio y los espacios diferenciados que se generan en el proceso, muchos de ellos caracterizados por condiciones de riesgo y vulnerabilidad.

Solamente cuando se agrega el factor de corrupción en esta evolución-involución de la metrópoli, que asocia comprometidamente a una triada de factores representada por: 1. El mercado inmobiliario en todas sus manifestaciones y con todos sus actores, 2. A los instrumentos de planeación institucionalizada y 3. A los funcionarios públicos, en cualquiera de sus tres ámbitos de competencia: Federal, Estatal y Municipal, afectando a la sociedad del lugar; sería cuando pudiera mencionarse como una "transformación ilegal o ilegítima" del suelo urbano23, que convierte a la ocupación de éste en una contradicción factual, en virtud de esa transformación del territorio que imbrica procesos legales-ilegítimos, que dicho sea de paso, estas condicionantes no son ajenas a las metrópolis mexicanas, como seguramente tampoco a las latinoamericanas y algunas más del ámbito mundial.

En este orden de ideas, regresando al análisis anterior del ejemplo Monterrey, que trata de explicar en forma general, entre otras cosas, la manera como se produce el desplazamiento de pobladores de un centro metropolitano hacia las zonas periféricas contiguas, en muchos de los casos con ingredientes proclives vinculados con la "corrupción institucionalizada", se podría afirmar en virtud de análisis anteriores24 que el deslizamiento de pobladores se presenta relacionado a determinados grupos de pobladores que están asociados a rangos de edad específicos, los cuales se vinculan a una característica de traslado, que pareciera corresponder a una pauta común, por lo menos, en las metrópolis mexicanas. Nos referimos concretamente a que de la forma en que transitan los pobladores en el espacio metropolitano, se pudiera desprender una norma conductual, la cual pudiera estar representada por la siguiente afirmación:

El desplazamiento expansivo de pobladores metropolitanos del centro metropolitano hacia la periferia, guarda características similares de comportamiento, asociadas éstas, cronológicamente en una función inversamente proporcional a la edad del poblador25.

Esto significa, que las personas con mayor edad cronológica, tienden a estar a una distancia menor del centro histórico metropolitano (Distrito Central de Negocios, DCN), o, entre mayor sea la distancia del DCN hacia la periferia, se localizarán los grupos de pobladores de menor edad; representando en términos generales, una característica peculiar que seguramente se presenta en la evolución expansionista periférica de las áreas metropolitanas latinoamericanas y quizá en la mayoría de las regiones del mundo.

Para ejemplificar este desplazamiento de pobladores por rango de edad, se recurrirá a presentar la forma característica en que se ha manifestado esta situación mencionada en el área metropolitana de Monterrey; para este propósito se han incluido las figuras 6, 7, y 8, las cuales demuestran esta particularidad en el comportamiento de los pobladores metropolitanos; conducta que pudiera ser considerada como una pauta, que tiende a asociarse directamente con las etapas de metropolización (EM): entre más rápidamente se avance a EM superiores, mayor será la evidencia de los desplazamientos. Para el área metropolitana de Monterrey entre los años 2000 y 2005 la localización de los grupos de pobladores por rangos de edad, presentan las siguientes características26:

1. El grupo censal en el rango de edad de 65 años y más, en su mayoría se ubica en una proximidad relativa al centro histórico del municipio de Monterrey, observándose este patrón en la mayoría de las cabeceras incorporadas en la conurbación. Esta situación se evidencia en el área sur del municipio de Monterrey, en donde, próximo y paralelo al río Santa Catarina, desde el municipio de San Pedro Garza García hasta el de Guadalupe, se observan áreas geoestadísticas básicas (ageb´s), con alta concentración de pobladores asociados a esta característica cronológica de edad, disminuyendo drásticamente conforme se incrementa la distancia con respecto al centro histórico; ver la figura 6.

FIGURA 6. ÁREA METROPOLITANA DE MONTERREY, POBLACIÓN DE 65 AÑOS Y MÁS, AÑO 2000

Fuente. Datos generados a partir de información del INEGI (2002)

2. Para el caso del grupo censal de pobladores de 0-14 años, su desplazamiento periférico-metropolitano, ciertamente, se aprecia más evidente, delimitándose con claridad lo que hemos denominado como el "umbral interno", el cual indica una línea imaginaria, que desde esta posición teórica se especula que con el tiempo tenderá a recorrerse, siguiendo una trayectoria con dirección periférica; ver la figura 7.

FIGURA 7. ÁREA METROPOLITANA DE MONTERREY, POBLACIÓN DE 0-14 AÑOS, AÑO 2000

Fuente. Datos generados a partir de información del INEGI (2002).

3. En lo que respecta al grupo con rango de edad de 15 a 19 años, se aprecia un comportamiento similar al grupo analizado anteriormente en cuanto a su desplazamiento periférico y a la delimitación característica del umbral interno, solamente que en este grupo demográfico sí se aprecian zonas con alta concentración de pobladores en las áreas urbanas de los municipios de San Pedro Garza García y Monterrey sur; ver la figura 8.

FIGURA 8. ÁREA METROPOLITANA DE MONTERREY; POBLACIÓN DE 15-19 AÑOS, AÑO 2000

Fuente. Datos generados a partir de información del INEGI (2002).

Así, la explicación de los desplazamientos expansivos de pobladores con orientación periférica, considerando a toda la sociedad del sitio, sin discriminación de grupos de edad y desde la perspectiva de esta investigación, se propone que estaría fundamentada, por lo menos, en dos evoluciones generalistas que consideramos de importancia fundamental, en el entendimiento y explicación precisa de la conformación inicial, que da lugar a la expansión periférica de la metrópoli de Monterrey:

1. El primer proceso evolutivo se liga evidentemente al ciclo reproductivo de los pobladores, esto es, asocia la expansión periférica con: la familia, el crecimiento natural (nacimientos menos defunciones), las características culturales, de idiosincrasia, identitarias, las económicas, y otras, del sitio.

2. El segundo se relaciona con la forma en que se expande la ciudad, generando las zonas de antípoda de clase social; aquí es donde se tratará de corroborar el supuesto que asocia a los grupos de altos ingresos económicos, con el inicio que daría lugar a los procesos expansivos periféricos iniciales en las metrópolis.

Dicho supuesto indicaría que en las etapas formativas-avanzadas de la ciudad, los iniciadores fácticos de los desplazamientos periféricos, son los grupos de altos ingresos económicos, donde los grupos de su antípoda, siguen las mismas pautas orientativas de traslado que los primeros, pero ubicando su vivienda en suelo de características diferenciadas (en riesgo y vulnerabilidad). En posteriores etapas de metropolización, desde la urbanización temprana y las que continúan, estas colectividades marginales de antípoda, intensifican su ciclo reproductor de vida, ocupando otras porciones diversificadas en el suelo urbano, muchas de ellas en condiciones similares de habitabilidad y otras tantas consideradas en el proceso transformacional del sitio, como lugares todavía más comprometidos en cuanto al riesgo y la vulnerabilidad.

A continuación, como una forma preliminar de concluir este artículo abordando las suposiciones anteriores, se profundizará en los procesos evolutivos mencionados, tomando como objeto de intervención espacial al área metropolitana de Monterrey.

Deducciones preliminares

PRIMER PROCESO:

El primer proceso evolutivo, que se podría considerar como el más lineal, representa una transformación que relaciona al poblador y a su ciclo reproductivo tradicional, con el territorio metropolitano, donde, mediante esta relación simbiótica de causa-efecto, se intentaría responder en forma genérica a la pregunta de ¿Por qué se expande la ciudad? A dicho proceso mencionado se propone denominarlo como el "ciclo reproductor de la vida de los pobladores en las ciudades (CR)". Esta expresión de CR se pretende asociarla con el siguiente proceso:

1. Inicio del asentamiento humano propiamente dicho;

2. Crecimiento y aumento del número de miembros de la familia;

3. Evolucion. Los integrantes de la familia inician su particular proceso de movilidad individual, formando su propio núcleo familiar, en muchos de los casos en el hinterland próximo del hogar paterno;

4. Nuevo inicio del ciclo reproductor iterativo, con la rapidez que permitan los componentes de las fuerzas centrífugas del sitio; según lo indica el esquema 4.

ESQUEMA 4. PROCESO ITERATIVO DE METROPOLIZACIÓN, BASADO EN LA VELOCIDAD DEL CICLO REPRODUCTOR DE LA VIDA DE LOS POBLADORES

Fuente: Datos generados por el autor.

No obstante, en la esfera metropolitana de Monterrey, se podrían anotar por lo menos dos reflexiones que involucran a variables asociadas con el territorio, la vivienda, el riesgo y la vulnerabilidad, con la propia velocidad del ciclo reproductor:

1. Aunque el "ciclo reproductor de la vida de los pobladores de las ciudades" pareciera que continuará perpetuamente, claro está, en caso de no ocurrir una catástrofe de consecuencias insospechadas, se cree que dicho proceso cíclico debe sufrir mutaciones evolutivas en la velocidad de reproducción de los miembros de la familia, las cuales se asocian principalmente con factores que estarían incorporados a: El medio físico territorial; las reservas de recursos naturales y de suelo urbano accesible; los factores socio-económicos y culturales y la gobernabilidad, entre otros.

Dichos factores también sería posible ligarlos a los componentes de las mencionadas fuerzas centrífugas aludidas en párrafos precedentes, ya que la evidencia práctica demuestra fehacientemente que los pobladores urbanos, en muchos de los casos, basan el crecimiento del número de miembros de la familia en satisfactores que están asociados con los ingresos económicos, la disponibilidad de espacio físico, la seguridad social, la gobernabilidad, los equipamientos educativos y otros; los que precisamente agrupan a diversos factores que conforman a los componentes de las fuerzas centrífugas.

Para el caso particular de análisis de esta investigación en proceso, de los múltiples factores que pudieran incluir los componentes de las fuerzas centrífugas, se referirá específicamente al suelo y su disponibilidad de utilización (con infraestructura, servicios y otros) para los diversos usos urbanos, ya que éste con las características mencionadas, representa un recurso limitado, que implicaría, en la medida de su disponibilidad, el establecimiento de barreras de crecimiento espacial y de reproducción horizontal de la ciudad para "algunos" grupos de pobladores; para "otros" grupos de pobladores, implicaría procesos de movilidad territorial en busca de lugares disponibles para su residencia, los cuales en la mayoría de los casos se ubican en la periferia inmediata o en las áreas aledañas próximas, donde no necesariamente están las condiciones mínimas de habitabilidad en términos de infraestructura o equipamientos, sino que en múltiples casos se ubican en lugares de riesgo y con amplia vulnerabilidad.

Este desplazamiento de pobladores propicia en las áreas urbanas con las particularidades como las de Monterrey, el fenómeno de ensanchamiento, que en muchos de los casos es favorecido por la apropiación irregular del suelo, aún sin los servicios básicos: ya sea por los grupos de bajos ingresos, apoyados por centrales obreras o partidos políticos e incluso, como se menciona anteriormente por los grupos de urbanizadores o desarrolladores que irregularmente y, en muchos de los casos, por procedimientos ilegítimos, influyen mediante actos de contubernio, en la modificación de los usos y destinos del suelo, consignados en los débiles instrumentos de planeación (CUS, CAS, COS, entre otros)27, los cuales son generados por los gobiernos locales.

2. Esta caracterización traería aparejada una diferenciación en el proceso de formación, crecimiento, orientación físico-espacial y evolución de las ciudades, las cuales obedecen, entre otros, a la velocidad y prontitud de estos procesos denominados "ciclos reproductores" (según lo muestra el esquema 4); tendiendo a generar en este transcurso, diferentes grados de concentraciones urbanas, llamadas ciudades, áreas metropolitanas, megalópolis y más; espacios territoriales que guardan características identificadas y relacionadas directamente con procesos denominados anteriormente como las fuerzas centrífugas, las fuerzas centrípetas y las etapas de metropolización.

Entonces, de la relación entre las características:

a. Físico-espaciales;

b. La orientación y grado de "desarrollo" socio-económico que provean los satisfactores necesarios a los pobladores del sitio y/o la generación de excedentes de atracción para otros pobladores de la región;

c. Los factores culturales y otros más;

Dependerá en gran medida la velocidad de evolución que despliegue el "ciclo reproductor", en consecuencia, el crecimiento y la expansión física de la ciudad y la movilidad de desplazamiento de los habitantes metropolitanos, generando las características de policentrismo que tienden a prevalecer en un espacio con particularidades metropolitanas, toda vez que esa movilidad de desplazamiento mencionada, permanecería evidentemente influenciada por la disponibilidad de suelo urbano habitable y éste a su vez por los actores sociales que intervienen en la generación del mismo28, los cuales estarían representados en forma general por el sector privado y el sector gubernamental. Ambos sectores mencionados persiguen ciertamente, o por lo menos en teoría deberían buscar, objetivos diametralmente opuestos; los primeros buscan la acumulación primaria de capital como fin último y los otros, representados por los funcionarios públicos de gobiernos federal, estatal o local, debieran apoyar a toda la sociedad sin discriminación, buscando el bien común, protegiendo al sector social menos favorecido, aunque esto no siempre funciona así, recordemos el "mundo al revés" mencionado por Carlos Marx.

El "mundo al revés" según Marx29 es una sociedad: "a) En la que el intermediario suplanta al productor (trabajador) y al creador (artista, inventor, productor de conocimientos e ideas) en la que se puede enriquecer a su costa recogiendo los resultados de sus actividades; ¿quiénes son estos intermediarios? El capitalista activo o rentista; b) En la que el Estado, que debería servir al conjunto de la sociedad y difundir en ella la capacidad de organización y su racionalidad, llega a originar precisamente lo contrario: refuerza la explotación del conjunto de la sociedad; c) En la que la burocracia puede adquirir intereses propios y los medios para servirlos, en la que la competencia y el saber son los medios de selección de esta burocracia; d) En la que el efecto se considere causa, en la que el fin se convierte en medio y el medio en fin".

Sería en este proceso en el que intervienen individuos de ambos sectores de la sociedad, donde es posible encontrar lo que se podría denominar como una "situación antinómica" producto de un conflicto de intereses, la cual tradicionalmente se genera en el marco de las acciones proclives de corrupción30; entre otros, se podría distinguir:

1. Cuando intervienen integrantes de ambos sectores (privado y público) asociados en contubernio, para alterar las disposiciones legales de beneficio social, que han sido emanadas de los instrumentos de planeación, para su propio beneficio;

2. Así como también, cuando al interior del sector gubernamental en los tres niveles de gobierno, Federal, Estatal y Local, los funcionarios públicos juegan un doble rol, como agentes sociales gubernamentales y como especuladores de suelo urbano31, situación que seguramente no es ajena en muchos de los gobiernos y gobernantes de México, de Latinoamérica y del mundo.

La manifestación de esta aparente antinomia, o mejor, aporía, en palabras de Henri Lefebvre32, entre los grupos que estarían vinculados a la generación y reproducción del espacio urbano, radica fundamentalmente en la insuficiencia de una normatividad operativa de los instrumentos asociados al desarrollo urbano (leyes, planes, reglamentos y otros33, que proporcionen los elementos necesarios y requeridos:

1. Para orientar debidamente las acciones de ambos sectores involucrados en el crecimiento, disposición y asignación de suelo con aptitudes para el desarrollo urbano, equilibrando (acciones que deberían, entre otras, dosificar y establecer claramente los límites periféricos de la metrópoli) y evitando los desplazamientos sin control ya representados y comentados.

2. En la selección de los recursos humanos adecuados que colaboren como funcionarios públicos, comprometidos socialmente con procesos de eficiencia y calidad en el equilibrio urbano, según lo indica el esquema 5.

ESQUEMA 5. PROCESO ITERATIVO DE METROPOLIZACIÓN, BASADO EN UNA SITUACIÓN ANTINÓMICA DE PLANEACIÓN

Fuente: Datos generados por el autor.

Así, sería posible confirmar que cuando en virtud de asociaciones corruptivas entre los dos agentes mencionados -servidores públicos y particulares-, el diseño de los instrumentos normativos (leyes, reglamentos y planes de desarrollo, entre otros) que rigen el crecimiento, disposición y asignación de suelo con aptitudes para el desarrollo urbano de la ciudad, están "contaminados" negativamente, con intereses de beneficio para los particulares más que a favor del bien común, de la sociedad en general o de la planeación del sitio, se debe, como se ha anotado en reflexiones anteriores, a la falta de control administrativo eficiente, eficaz y efectivo, que propicia evidentes procesos proclives de contubernio-corrupción y por lo tanto, a procesos antinómicos entre estos grupos de poder. Circunstancia que al ofertar tierra urbana en estas condiciones de "contaminación", incorpora o reactiva uno de los componentes más importantes de las fuerzas centrífugas de expansión: el suelo urbano.

De ese modo se genera la dispersión periférica con orientación multidireccional sin control, o mejor, con una orientación "adecuada", pero para los intereses de particulares y de algunos funcionarios públicos que, en ciertos casos, integran suelo urbano revalorado proveniente de procedimientos especulativos, y en otros tantos, derivados de "operaciones irregulares"34 con un claro involucramiento de servidores públicos. Dichas acciones se han definido en párrafos anteriores como "proceso de transformación del territorio legal-ilegítimo", el cual genera con todos estos actos antinómicos, no sólo una de las razones del ¿Por qué? en la expansión no planeada del sitio, sino también el estado incontrolable en que se encuentran la mayoría de las metrópolis latinoamericanas, incluyendo por supuesto a las de México, como lo muestra el esquema 5.

SEGUNDO PROCESO:

El segundo proceso por el que se intentará explicar los desplazamientos con orientación periférica de los pobladores metropolitanos, se pretende encadenarlo a explicaciones que traten de avanzar en el conocimiento sobre cuestionamientos asociados a ¿Cómo se expande la ciudad generando los contornos característicos metropolitanos? Y ¿Por qué se generan en los contornos, las zonas de antípoda de clase social? Esta óptica de investigación tendría implicaciones de análisis diferentes a las exploradas anteriormente, ya que aquí, para ejemplificar y tratar de dar respuesta a las interrogantes arriba propuestas, se partirá de algunos aspectos vinculados a la sociedad, diferentes a los observados del "primer proceso".

Particularmente nos referimos al concepto que intenta interpretar, más que a procesos transformacionales asociados con "el ciclo reproductor de la vida de los pobladores", o a la corrupción institucionalizada: a "la condición humana" o en palabras de Hannah Arendt35 la vita activa de los dos grupos sociales antagónicos de antecedente. Dichos grupos sociales contrapuestos, tienden a conformar lo que se ha definido con el concepto de "antípoda de clase social" y precisamente sería desde esta posición teórica que trataríamos de ensayar preliminarmente, el supuesto hipotético mencionado en párrafos anteriores y que está unido a la idea de que por lo menos en Monterrey:

En el inicio temprano del proceso de metropolización, antes del "arranque" de la denominada etapa de urbanización del centro metropolitano »en la generación del "primer contorno" o cuando las fuerzas centrípetas de contención son mayores a las fuerzas centrífugas de expansión FC, estos grupos sociales -los de antípoda- son los primeros ocupantes localizados en la periferia del sitio, en donde los de ingresos económicos superiores o mejor, los propietarios de los medios de producción, serían los propiciadores iniciales de la expansividad periférica del sitio, anticipándose en la ocupación y apropiación del suelo; precediéndolos en el proceso, los de menores ingresos. Entonces, por un lado, estarían los que conforman la clase económicamente dominante, incluso, algunos políticos encumbrados y, por el otro, los menos afortunados, que en muchos de los casos "laboran y/o trabajan"36 para los primeros; como se ha indicado en el esquema 6.

FUERZAS CENTRÍPETAS DE COHESIÓN DE POBLADORES Incremento de densidad de pobladores al interior del centro metropolitano: primer contorno de contención de pobladores

La idea que subyace en esta exploración, parte de la consideración inicial ya explicada, la cual estaría relacionada "el ciclo reproductor de la vida de los pobladores de las ciudades" similar a la de Monterrey, como uno de los componentes de las fuerzas centrífugas de expansión, en donde se ha tratado de evidenciar la forma en que se expande la ciudad procesalmente a través del tiempo, a partir de un centro metropolitano con características propias y ad hoc para desarrollar esta tendencia; propensión que estaría asociada con procesos de metropolización.

No obstante, en el tratamiento de este análisis propuesto, solamente se consideran "algunos" motivos involucrados en la expansión física, sin abarcar a todos los diferentes grupos sociales radicados en el sitio, razón por la que no se alcanza a explicitar en la conformación de los "contornos" a los diferentes grupos sociales, así como tampoco el ¿Por qué? (razón justificada) de la ubicación geográfico-espacial de estos dos grupos sociales y económicamente antagónicos, que se han definido como antípoda de clase social. Se infiere solamente con respecto a la localización espacial de sus viviendas, en tanto asentamiento humano de estos grupos antagónicos que se debe, en el primer caso (los económicamente dominantes), a las condiciones favorables del suelo: de infraestructura, de equipamiento y otros; en el segundo caso (su antípoda), a la disponibilidad del suelo, sin atención de los elementos infraestructurales e incluso de riesgo y de vulnerabilidad y de otros.

Por estos motivos, a continuación se abordarán estas consideraciones tratando de adoptar como marco teórico los planteamientos desarrollados por Hannah Arendt en torno a la "condición humana y la vita activa" de la sociedad, a las explicaciones que intentan responder a los cuestionamientos mostrados en los párrafos anteriormente citados. Ciertamente, la propuesta de Hannah Arendt está expuesta con una orientación filosófica y con objetivos muy diferentes a los perseguidos en esta parte de la investigación en proceso, ya que la autora parte de analizar a la condición humana de la sociedad "contemporánea" en general; articulándola con tres elementos que evidentemente se encuentran ligados a las actividades tradicionales de todo ser humano y en las que básicamente la autora fundamenta toda su propuesta teórica. Nos referimos a los conceptos de labor, trabajo y acción37; precisamente, esta sería una de las aportaciones de las reflexiones del artículo.

Desde la óptica de la investigación actual, se pretende asociar este asunto de la "condición humana" circunscrita a las actividades individuales y grupales de la sociedad metropolitana de labor, trabajo y acción, para proponer lineamientos teóricos preliminares, que permitan avanzar en el conocimiento del modo en que los pobladores se desplazaron y ocuparon el suelo urbano metropolitano periférico, en las etapas iniciales de la conformación del sitio; proporcionando además, diversas generalizaciones tendientes a explicar la forma y el "tipo de individuos" en tanto clase social, o mejor, como "antípoda de clase social", que primeramente accedieron o se desplazaron a los contornos periféricos en el área metropolitana de Monterrey. Particularmente, como se indicó anteriormente, la referencia sería en el proceso inicial de la metropolización, donde se genera el primer contorno a partir de la génesis de un centro metropolitano.

Desde esta posición teórica se tratará de subrayar el proceso por el que surge una de las primeras "diferenciaciones" en la ocupación del suelo que los pobladores hacen en el espacio metropolitano, evidenciando también en esta evolución procesal de la apropiación del espacio habitado, la generación de uno de los primeros sitios urbanos que se identifican en esta investigación con el concepto de antípoda de clase social.

Entonces, el concepto de la condición humana arendtiana asociada con la expresión vita activa de los pobladores en un espacio urbano, presupone un estado humano que ha evolucionado y transformado en torno a la producción y reproducción de una multiplicidad de "cosas" creadas por el hombre, desde los variados avances tecnológicos hasta la cosificación del suelo urbano, donde propiamente se habita. Precisamente el suelo urbano sería el punto de enlace entre la conceptualización de Arendt, H. de la "condición humana" y la diferenciación en la ocupación física que los pobladores hacen en el espacio metropolitano, como antípoda de clase social, propósito de la presente exploración.

Así, lo que debe quedar claro alrededor del concepto de "condición humana" es la dualidad dicotómica que implica el asunto de las cosas creadas por el hombre, ya que a su vez este conjunto de "cosas" condiciona la existencia de los productores humanos. De ahí que la evidencia presupone que los seres humanos siempre serán individuos condicionados; parafraseando a Arendt, H., que menciona que: "la existencia del hombre sería imposible sin las cosas y éstas conformarían un "no mundo" si no fueran condición para la existencia humana38".

Desde la perspectiva Arendtniana, la expresión vida activa o vita activa estaría caracterizada por tres actividades fundamentales, que se han mencionado en párrafos anteriores: labor, trabajo y acción. Según la autora son fundamentales porque corresponden a las condiciones básicas, bajo las cuales se ha dado al hombre la vida en la tierra:

"Labor es la actividad correspondiente al proceso biológico del cuerpo humano, cuyo espontáneo crecimiento, metabolismo y decadencia final están ligados a las necesidades vitales producidas y alimentadas por la labor en el proceso de la vida. La condición humana de la labor es la vida misma.

Trabajo es la actividad que corresponde a lo no natural de la exigencia del hombre, que no está inmerso en el constantemente repetido ciclo vital de la especie, ni cuya mortalidad queda compensada por dicho ciclo. El trabajo proporciona un "artificial" mundo de cosas, claramente distintas de todas las circunstancias naturales. Dentro de sus límites se alberga cada una de las vidas individuales, mientras que ese mundo sobrevive y trasciende cada una de ellas. La condición humana del trabajo es la mundanidad.

La acción, única actividad que se da entre los hombres sin la mediación de cosas o materia, corresponde a la condición humana de la pluralidad, al hecho de que los hombres, no el Hombre, vivan en la tierra y habiten en el mundo. Mientras que todos los aspectos de la condición humana están de algún modo relacionados con la política, esta pluralidad es específicamente la condición, no sólo la conditio sine qua non, sino la conditio per quam de toda la vida política39".

Sería a partir de la concepción interpretativa del concepto de "labor" por la que se pretendería abordar inicialmente la suposición hipotética que nos ocupa, en cuanto a considerar la diferenciación en los procesos de deslizamiento espacial de pobladores, que dan lugar a la ocupación física de expansividad periférica y que esta ocupación periférica mencionada, desde la óptica de esta investigación, es encabezada y de alguna manera también es dirigida por dos grupos sociales pertenecientes a esferas económicas diametralmente opuestas y antagónicamente diferenciadas.

Para el abordaje explícito del concepto que nos ocupa, la evidencia indicaría la necesidad de establecer una distinción entre la labor y el trabajo. En este sentido la propuesta arendtniana menciona que salvo algunas observaciones históricas aisladas, es un hecho que en la tradición premoderna e incluso en la época moderna no existe una teoría sobre el concepto de labor que la sustente40. Sin embargo, y pese a esta escasez histórica, es demostrable manifiestamente la existencia de por lo menos dos palabras no relacionadas que definen la misma actividad: labor y trabajo, por ejemplo: "en el idioma griego se distingue entre ponein y ergazesthai, en el latino entre laborare y facere o fabricari, en el francés entre ouvrer y travailler41", incluso en español labor y trabajo. Lo cierto es que, independientemente del idioma, parecería que los equivalentes del concepto labor tienen un sentido de molestia o dolor42.

La distinción que interesaría inicialmente para esta investigación, se refiere a que la palabra labor entendida como nombre, nunca designa el producto acabado, esto es, su resultado; de hecho en la antiguedad se evidenciaba el desprecio a la labor, ya que aunque implicaba un esfuerzo, éste no dejaba huella, monumento u obra para ser recordada, pensamiento que se propagó con el surgimiento de la polis hasta que las actividades políticas ocuparon el lugar principal; esto porque la "costumbre política anterior al pleno desarrollo de la ciudad-estado distinguía simplemente entre "los esclavos", enemigos vencidos que eran llevados a la casa del vencedor con el resto del botín, donde en calidad de residentes (oiketai o familiares) se esclavizaban para atender su propia vida y la de su amo; y los "trabajadores del pueblo" que se movían libremente fuera de la esfera privada y dentro de la pública 43".

La importancia que se pretende subrayar es que desde la antiguedad se evidencia en la separación de actividades, la clase de los grupos sociales; por un lado, aquellos individuos político y económicamente dominantes: los conquistadores, y por el otro, los esclavizados: los conquistados; estos últimos representando la servidumbre en términos de labor: la más baja esfera incluso que los homo faber, considerados individuos libres dedicados a diferentes oficios. Sin profundizar demasiado, aquí se pueden distinguir en forma general, por lo menos, cuatro tipos de individuos integrantes de la polis: los políticos, los dueños del capital (en muchos casos representaban al mismo individuo), los homo faber y los menos afortunados, los esclavos. Posteriormente, en torno a esta distinción de labor y trabajo, según la propuesta teórica de Hannah Arendt se introducen tres conceptos: 1. Labor productiva e improductiva; 2. Trabajo experto e inexperto y 3. La división de todas las actividades en trabajo manual e intelectual.

Precisamente sería en el primer ítem donde Adam Smith y Carlos Marx basaron gran parte de sus argumentaciones teóricas. Incluso estos autores, aunque parezca poco probable, paradójico o quizás curioso, estaban de acuerdo al considerar a la "labor improductiva" como algo negativo sospechosamente parásito, lo cual Adam Smith asociaba con los "sirvientes domésticos" llamándolos "huéspedes perezosos", que nada dejan a cambio de su consumo; con lo que Marx quedaba de acuerdo44. Sin embargo, razonamientos posteriores llevan a reflexionar sobre qué tan improductiva sería esta actividad de los y las servidumbres domésticas o "residentes familiares" (oiketai o familiares), que laboraban casi por pura subsistencia, ya que estos oiketai al participar en las labores domésticas, consideradas en épocas posteriores como denigrantes ejercidas solamente por esclavos como animal laborans45, contribuían indirectamente en la labor productiva, al permitir que sus amos libremente ejercieran su potencial productivo, mientras que "ellos" atendían sus necesidades personales.

Con esto se podría entender a grandes rasgos la diferenciación inicial entre los conceptos de labor y trabajo, asociando estas nociones a la distinción entre "labor productiva e improductiva". En efecto, el laborar implicaría una actividad que en principio no deja nada tras de sí, en donde el resultado de su esfuerzo se consume rápidamente sin dejar excedente; contrario al trabajo, por ejemplo del homo faber, que deja, además de un objeto tangible, un excedente productivo. No obstante, argumentaciones posteriores modificaron estas propuestas de división de significados, alejando de su fútil importancia a la labor, para considerar como productivas también a las tareas domésticas. En efecto, dejaría de tener validez la distinción, pero desde la óptica de esta investigación que enfatiza en la localización físico-espacial de las viviendas de los grupos sociales antagónicos antes explicados, la diferenciación todavía será considerada de importancia explicativa para estos propósitos.

Hasta aquí se ha tratado de reflexionar sucintamente en torno a la diferenciación de los conceptos de labor y trabajo desde la perspectiva arendtniana. La posición teórica de la autora no contempla las características de localización física ni las características estructurales de las viviendas, asociadas con los individuos que practican estas actividades diferenciadas46: homo laborans y homo faber; incluso, sería prudente para los propósitos de esta investigación, incluir una tercera categoría en la que pudieran estar considerados los "patrones", en tanto propietarios de los "medios de producción", los empresarios dueños del capital, los homo capitális, lo que supondría que la diferenciación en la ocupación espacial periférica que los pobladores hacen del espacio urbano, en las etapas iniciales de metropolización del centro metropolitano, es el resultado del proceso transformacional, generado por las características prevalecientes vinculadas a los dos grupos de pobladores antagónicos; compuestos por conjuntos de familias que ocupan posiciones no sólo socio-económicas diferenciadas, sino también, espacialistas desiguales en el territorio urbano: antípoda de clase social.

Si se considera como válida la distinción inicial mencionada en párrafos anteriormente citados, sobre los conceptos de labor y trabajo, aunque fuera únicamente para propósitos explicativos, tendríamos que la labor improductiva asociada a las actividades consideradas como fútiles, por ejemplo las labores domésticas que los pobladores prestan a los grupos económicos mejor favorecidos, se evidencia ciertamente que éstas se encontrarían ligadas en términos de ubicación espacial a aquellos grupos de pobladores que requieren "contratar" de estos servicios, esto es, los homo capitális.

En efecto, al referir como ejemplo explicativo a la etapa inicial de metropolización en un área metropolitana como la de Monterrey, es claro que los grupos dominantes económicamente son los que primeramente "eligen" o se apropian de las zonas para la edificación de sus viviendas y para algunos otros usos del suelo (industria, servicios y otros), considerando diversos factores locacionales que los beneficien. En cambio, los homo laborans se ubican en proximidades relativas, donde les sea más fácil acceder a sus lugares para "laborar", tomando en cuenta principalmente aquellos sitios en que les sea "posible" asentarse, ya sea en forma legal o en muchos de los casos, por invasiones ilegales: en el tiempo-espacio-diferencial y sin posibilidad de elegir, ubican sus viviendas en los lugares disponibles y a su alcance, muchos de estos sitios son considerados como zonas de riesgo y vulnerabilidad; aquellos lugares de difícil acceso, con deficientes o inexistentes servicios de infraestructura y de equipamiento, como márgenes de ríos, laderas de montaña o páramos. Aquí sería posible distinguir cuatro situaciones de importancia explicativa asociadas con los movimientos espaciales de estos dos grupos de pobladores:

Primero. Si se reconociera inicialmente como un hecho factible el que los grupos dominantes tradicionalmente eligen los mejores lugares para su asentamiento, dejando a la servidumbre otros sitios espacialmente menos aptos, pero en relativa cercanía, sería posible considerar como premisa inicial, que por lo menos en la exploración de la primera etapa temprana de metropolización, se evidencia la forma en que los grupos sociales económicamente sobresalientes son los que tienden a dirigir la orientación del crecimiento urbano: a. Por la elección sobre la ubicación de sus viviendas y b. Por las preferencias para la localización de otras fuentes de empleo urbano (industrias, comercio, servicios y otras) de las que también son los dueños.

Segundo. Los grupos menos afortunados económicamente, en tanto "dependientes", tienen la tendencia, por supuesto, en las etapas tempranas de metropolización, de: a. "acompañar" a los "patrones" en sus desplazamientos, conformándose con ubicar su asentamiento en una cercanía prudente, disponible y de fácil adquisición, con respecto del sitio en que "sirven"; b. Congregarse en sectores "urbanos" formando concentraciones de pobladores que se encuentran ligados en una misma esfera social, con similares grados educativos, de posesión de bienes mobiliarios o inmobiliarios, actitudes morales, hábitos de consumo y otros más; formando en muchos de los casos y en las etapas avanzadas de metropolización, las zonas urbanas periféricas deprimidas, suburbios con múltiples requerimientos, olvidados y rezagados del desarrollo urbano, los cuales tienden a formar "otras ciudades dentro de la ciudad", o mejor, las no ciudades47.

Tercero. En etapas posteriores vinculadas a la metropolización, al no existir un control urbano eficiente, eficaz y efectivo normado por los instrumentos básicos de planeación (planes, leyes y otros), que deben ser elaborados no sólo por las instancias gubernamentales adecuadas, sino por recursos humanos capacitados para tal efecto; la ocupación del suelo urbano y sobre todo, la orientación de su crecimiento y expansión, se deja, en muchos casos, en manos de desarrolladores privados, que dominan el mercado inmobiliario48; con criterios diferentes al desarrollo social y al equilibrio espacial, por lo que ellos son los que finalmente consiguen incidir proclivemente en la orientación periféricamente expansiva del sitio.

Cuarto. Entre los grupos sociales económicamente dominantes, los "homo capitális", y los de la clase social antónima, los "homo laborans", se encuentra el cúmulo de pobladores pertenecientes a lo que se podría denominar clase media49: los "homo faber", los cuales, durante la primara etapa de metropolización, tienden a localizar su vivienda en la medida de lo posible, y en tanto homo faber, principalmente en torno a sus fuentes de trabajo; a diferencia de los homo laborans, la ocupación del suelo de estos pobladores para uso de vivienda se realiza, en la mayoría de los casos, en lugares urbanizados y jurídicamente legales.

Para explicar y contrastar este proceso expansivo periférico y la forma de desplazamiento de los grupos antagónicos antes mencionados, se ha elegido desarrollar como un ejemplo descriptivo de aplicación territorial, al centro metropolitano de la metrópolis de Monterrey, Nuevo León, México, esto es, a la ciudad de Monterrey, a partir de su proceso inicial de metropolización de 1940-1950.

FORMACIÓN DE CONTORNOS

En apartados anteriores se han explicado, aunque en forma sucinta, algunas de las características de las etapas de metropolización utilizando como objeto de exploración al área metropolitana de Monterrey. En ese ejercicio explicativo se ha intentado verificar la forma en que se integraron las áreas urbanas de los municipios que actualmente, por lo menos jurídicamente, integran la conurbación50, utilizando para esto las tasas de crecimiento de pobladores en los diferentes períodos de análisis y lo que se denominó como fuerzas centrífugas y centrípetas de expansión. En la actual indagación se pretende recurrir a los datos incluidos en ese ejemplo demostrativo 1 y por supuesto a lo que se ha analizado en este apartado. Para esto se ha incorporado la figura 9, que explica en términos espaciales la forma en que se ha expandido procesalmente el área metropolitana de Monterrey en el período arriba indicado, incluyendo solamente las 9 áreas urbanas decretadas.

ÁREA METROPOLITANA DE MONTERREY, EVOLUCIÓN
DE LA MANCHA URBANA 1940-2005

FIGURA 9 Fuente: Grá?fico de fondo: Generado a partir de datos del INEGI; información de población: hasta 1940, Plan de transporte Gobierno del Estado de Nuevo León, 2000; posterior a 1940, García, Roberto. (2003:64); año 2005 INEGI.

Entonces, al revisar el gráfico aludido es posible observar que en la representación del crecimiento procesal de pobladores dibujada para el año 1940, ya se había formado una zona de viviendas de la clase alta, homo capitális, en el Distrito Central de Negocios (DCN), hacia el norte las áreas de clase media, homo faber, y en el extremo norte, algunas zonas deprimidas de los homo laborans. No obstante, lo que se requiere destacar en el ámbito de estos esclarecimientos explicativos previos, que pretenden ensayar los supuestos hipotéticos mencionados en párrafos anteriores, sería la característica particular que adquiere la zona localizada junto al río Santa Catarina emplazada precisamente hacia el sur del DCN, la cual es la que se podría denominar como un área con todas las particularidades definidas que la acentúan en la esfera del concepto de antípoda de clase social, propuesto en esta investigación (cfr. Figura 9). En efecto, aquí se deberían subrayar por lo menos dos peculiaridades:

Primero. Es evidente que el proceso de formación y la característica de localización físico-espacial de las viviendas de la clase alta en el distrito central de negocios DCN, no inicia de facto en la década de 1940, ya que su desarrollo y transformación empieza en plazos anteriores, de hecho, si se observan las fotografías históricas de la década de los años de 1920-1930 y anteriores (anexas), es posible comprobar la importancia local del DCN de la ciudad de Monterrey. Sin embargo, por proceso metodológico, se ha preferido partir de este período en virtud de que aquí es donde sería posible circunscribir dos consideraciones:

Una, alusiva a la primera etapa de metropolización, la cual se ha definido anteriormente con el nombre de urbanización, en la que se denota la forma sobresaliente en que se desarrolló el crecimiento físico-espacial del sitio, incluyendo evidentemente al número de pobladores del lugar; consolidando en este proceso de manera irreversible a Monterrey como un centro metropolitano. Así, el eje central de operaciones fue el denominado distrito central de negocios, ahora conocido como "centro histórico", ya que en este espacio se conjugó la localización de importantes usos del suelo característicos, además de las viviendas de la clase acomodada y las diferentes formas de servicio terciario, que son una fuente importante de empleos para los pobladores, los poderes públicos simbólicos: el Palacio de Gobierno Estatal, el Municipal y la Catedral; incluso la plaza Zaragoza y el mercado tradicional, ubicado en una área adjunta al distrito central, los cuales representan elementos distintivos de las ciudades de México y de la mayoría de las latinoamericanas; cabe subrayar que es en esta primera etapa de metropolización cuando Monterrey incrementa su población a una tasa de crecimiento decenal (1940-1950) del 6%, según se indicó en la tabla 2, consolidando su distrito central de negocios como un centro de importancia regional.

La segunda consideración: distinguir, mediante el concepto propuesto que alude a los componentes de las fuerzas centrípetas de cohesión ya explicitadas, las características de conformación de un "primer contorno metropolitano", el cual se podría delimitar preliminarmente y para fines puramente explicativos de esta investigación, en función del crecimiento de pobladores y de la expansión física generada en Monterrey hasta 1940, según lo indica la figura 9; donde se muestra que los componentes de las fuerzas centrípetas, principalmente los asociados a los factores económicos y a los físico espaciales (equipamientos e infraestructura), en ese período giran con dirección al distrito central cohesionándolo. En efecto, es posible señalar que hasta finales de la década de 1940 y principios de 1950 Monterrey todavía funcionaba como una ciudad monocéntrica, con un evidente epicentro en su distrito central de negocios, período en que algunas de las clases económicamente acomodadas ahí radicadas empiezan a desplazarse hacia otros lugares del municipio y a otras zonas urbanas de municipios aledaños.

Segundo. La evidencia física-espacial de la localización de la zona de antípoda de clase social conformada por los homos laborans que se indica en la figura, está separada, convenientemente para algunos, por una barrera física natural claramente diferenciada. Dicho obstáculo físico se representa en este caso, por el río Santa Catarina, el cual fungió durante un amplio período, como un elemento que delimitaba y designaba precisamente una condición humana de marginación en tanto la vita activa de los homo laborans. Efectivamente, esta limitante natural sería la frontera entre el "desarrollo económico" del distrito central, impulsado por las clases económicamente dominantes, y las áreas más deprimidas donde viven los pobladores desposeídos, en condiciones muy diferentes. Así, en forma similar al desarrollo del distrito central, esta área marginada donde se ubican los homos laborans no se formó de facto, sino que se fue generando procesalmente en el tiempo, de hecho, si se revisa la figura 9, es posible apreciar a partir del año 1940 un crecimiento sostenido en el margen sur del río Santa Catarina en dirección oriente y poniente; dicho sea de paso, este fue un sitio peligrosamente vulnerable que durante varias décadas representó serios riesgos de inundación.

Incluso, procesando información censal del año 2005, no sólo es posible constatar que la mayoría de los pobladores residentes de esta zona de antípoda de clase social, no han podido superar sus deficiencias económicas, ya que reciben menos de un salario mensual de ingreso por trabajo; sino también, la franja aludida tiene una alta concentración de habitantes con edad promedio superan los 65 años, correlacionado positivamente con una instrucción escolar deficiente, o mejor, sin instrucción educativa.

En este orden de ideas, es necesario subrayar que no solamente las barreras físicas naturales se han utilizado para delimitar antípodas de clase social, también existen otras formas construidas por el hombre que han proliferado en el Monterrey urbano, como las clásicas "bardas de concreto", barreras ofensivas que delimitan los espacios urbanos separando indolentemente a los "mediocris utilitas" de los "ciudadanos completos51".

Continuando con la exploración, a finales de la década de los años 1940 y durante la de 1950 algunos de los residentes del distrito central, por diversos motivos -entre ellos, pudieran ser las inundaciones provenientes del río Santa Catarina o la instalación y funcionamiento de la industria Fundidora Monterrey, en el extremo oriente del distrito central, u otros-, inician con procesos que evidencian una clara tendencia para relocalizar su lugar de residencia, con orientación hacia el poniente de la ciudad, hasta llegar a zonas más altas, específicamente en el llamado cerro del Obispado, según se indicó en la figura 9. Lo destacable de ello, y que representa parte importante del proceso de desplazamiento periférico de Monterrey hacia el poniente, fundamentado en que:

Tanto la zona del Obispado como la del margen sur del río Santa Catarina -señalada en los gráficos anteriores- en ese período, eran una franja territorial indudablemente considerada como periférica a la ciudad de Monterrey y de su distrito central de negocios.

A su vez, habría que enfatizar que también los pobladores "marginados", aquellos que ubicaron su lugar de residencia en franco riesgo y vulnerabilidad, sobre el margen sur del río Santa Catarina al inicio del proceso, y los mismos que se han diferenciado en esta investigación por el nombre de homo laborans, o como los de antípoda de clase social, "acompañan" en su recorrido caótico, desorganizado y sin un plan funcional decretado por las instancias gubernamentales correspondientes de ese tiempo, a los homo capitális, desplazándose hacia el poniente para ocupar también algunas áreas físicas periféricas, en similar estado de vulnerabilidad que las anteriores. Es claro que en la década de 1940-50 existe una multiplicidad de procesos sociales-económicos que "disparan" el crecimiento numérico de pobladores y su expansión territorial en el centro metropolitano de Monterrey, de hecho, la consideración presentada en los párrafos anteriores que evidencia solamente la expansión periférica de los dos grupos sociales antagónicos mencionados anteriormente: uno del distrito central de negocios hacia el rumbo del cerro del Obispado y el otro del margen sur del río Santa Catarina hacia la periferia poniente del mismo río; debe entenderse únicamente como una finalidad referencial con respecto al espacio territorial y con propósitos exclusivamente explicativos, ya que la evidencia expresada en la figura 9, muestra que la expansión de pobladores no sólo corresponde a estas zonas de Monterrey, sino que también, se desplaza en múltiples direcciones. En efecto, queda claro que el proceso de gestación metropolitana de estas décadas, culmina con las primeras tres conurbaciones, en el período de 1950-1960, las cuales mantienen ciertas directrices, evidenciando una justificación ligada a múltiples factores como vías de comunicación, emplazamientos industriales, infraestructura ferroviaria y otros; hacia el oriente siguiendo al río Santa Catarina se adhiere el área urbana del municipio de Guadalupe, al poniente con la del municipio de San Pedro Garza García y al norte con la del de San Nicolás de los Garza.

Finalmente, al conjuntar los hallazgos derivados de las exploraciones de este artículo, ha sido posible configurar una explicación preliminar que permite avanzar en el conocimiento de la ciencia de la planeación, o por lo menos, reflexionar sobre algunas de las posibles formas procesales en que se transforma una ciudad, en un centro metropolitano; quizá no en los términos puramente físicos que plantea Jan Bazant52, o Antonio Rébora53, o en los socio-económicos de Guillermo-Aguilar54, o Gustavo Garza55 y otros, sino más bien, acercando el enfoque de investigación hacia un eclecticismo que se pudiera circunscribir como moderado, que transita sucintamente entre lo geográfico-histórico56, lo físico-espacial-demográfico57 y lo filosófico, representado por Hannah Arendt y todas las referencias teóricas que ella menciona. Permitiendo en este proceso, conformar y ensayar algunos supuestos hipotéticos de las particularidades ligadas a los procesos de ocupación del suelo con orientación periférica de la vivienda y que los grupos económicamente antagónicos de pobladores hacen en el transcurso de las transformaciones del acomodo en el sitio y su representación en el espacio físico territorial; generando en esa evolución, entre otros, una explicación posible de la génesis en el área metropolitana de Monterrey de las zonas marginadas, las zonas residenciales y las otras zonas, las cuales se han pretendido representar en forma general en el esquema 7.

ESQUEMA 7. PROCESO ITERATIVO DE METROPOLIZACIÓN, BASADO EN LA ACTIVIDAD PRODUCTIVA DE LOS POBLADORES, EL CICLO REPRODUCTIVO Y LA ANTINOMIA DE PLANEACIÓN

Fuente: Datos generados por el autor

Notas

2Esta investigación fue elaborada en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Nuevo León; apoyada con recursos económicos dentro del Programa de Apoyo a la Investigación Científica y Tecnológica PAICyT.
3SIMMEL, George (1951/1988) pág.59.
4Para profundizar en el concepto de política pública de alteridad consultar SOUSA, Eduardo, 2010. capítulo 6.
5CONNOLLY, Priscilla.:1988. Pág. 25.
6ZARATE, Antonio. 2003. pág.142.
7UNIKEL, Luis, 1978; SOBRINO, Jaime, 2003. Pág.198; BUSQUETS, Javier, 1993. Pág. 163.
8VINUESA, Julio, 1991. Pág.105.
9LEFEBVRE, Henry, 1980. Pág. 22.
10AUGE, Marc, 2005. Pág. 30.
11Para profundizar en la noción de los espacios no ciudad consultar: SOUSA, Eduardo. 2009: 272-374.
12SOUSA, Eduardo, 2009. Pág. 130.
13En términos generales las fuerzas centrífugas aquí reconocidas pueden agruparse en los siguientes tipos de componentes: los económicos, los políticos, los físicos territoriales y los socio-demográficos.
14SOUSA, Eduardo 2007. Pág.168.
15Escuela de Chicago: E. Burgess, E, McKenzie, H. Hoyt 1930-1940.
16Homer, H. Harris 1939 y Ullman 1945 y otros
17SOBRINO, Jaime, 2003. Pág. 198; SOUSA, Eduardo, 2007. Pág. 136.
18SOBRINO, Jaime, 2003. Pág. 183.
19Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática 2002. Pág. 85.
20SOUSA, Eduardo, 2007. Pág.136.
21CONNOLLY, Priscilla.:1988. Pág. 28.
22Aunque pudiera considerarse como una contradicción el concepto de anomía o anomia institucionalizada, haciendo un esfuerzo de abstracción representaría al Estado de una sociedad caracterizado por la desintegración de las normas que aseguran el orden social, en este caso al crecimiento y desarrollo urbano.
23La ilegitimidad del proceso se entendería en términos de una influencia contaminante negativa asociada a la corrupción, con el fin de modificar los instrumentos de planeación de validez jurídica y que están ligados al suelo urbano y por ende al desarrollo urbano del sitio.
24SOUSA, Eduardo, 2007 y 2006a. (cfr.).
25De hecho, esta afirmación pudiera convertirse en una hipótesis de posterior contrastación, cuya variable dependiente sería el desplazamiento expansivo-periférico de pobladores y las independientes serían sus edades cronológicas y el espacio físico de desplazamiento.
26Para profundizar en este tema relacionado con las etapas de metropolización, ver: SOUSA, Eduardo, 2007: capítulo tercero.
27COS: Coeficiente de ocupación del suelo; CUS: coeficiente de uso del suelo; CAS: coeficiente de absorción del suelo.
28CONNOLLY, Priscilla, 1988. Pág. 20.
29LEFEBVRE, Henry, 1980. Pág. 107.
30TORTOSA, José, 1995. Pág. 83.
31ZAPATERO, Virgilio, 2007. Pág. 87.
32Opus cit. Pág. 30.
33Nos referimos a las deficiencias operativas de algunos instrumentos más importantes de planeación urbana, los cuales son indispensables para el desarrollo equilibrado del sitio; estas deficiencias las hemos circunscrito en cuatro ejes dimensionales, los cuales serían: el eje de la eficiencia, la eficacia, la efectividad y el que asociamos con la participación ciudadana, representado en el esquema 5.
34La irregularidad referida se asocia, entre otras cosas, con la modificación indebida de usos y destinos del suelo urbano, además de cambios en los coeficientes de su utilización, intensificando su utilización, lo que genera en el proceso, incrementos inadecuados en la densidad del sitio, entre otros malestares urbanos.
35ARENDT, Hannah, 2002. Pág. 20.
36ARENDT, Hannah. Opus cit. Pág. 97.
37ARENDT, Hannah. Opus cit. Pág. 18.
38ARENDT, Hannah. Opus cit. Pág. 23.
39ARENDT, Hannah. Opus cit. Pág. 21.
40ARENDT, Hannah. Opus cit. Pág. 98.
41ARENDT, Hannah. Opus cit. Pág. 142.
42Labor n. f. (lat. laborem). Trabajo, acción de trabajar una labor muy penosa. Trabajo n. m. Acción y efecto de trabajar: Fig. Dificultad, molestia. © El Pequeño Larousse Multimedia, 2006.
43ARENDT, Hannah. Opus cit. Pág. 99.
44SMITH, Adam. La riqueza de las naciones. Pág. 302; citado por ARENDT, Hannah, 2002. Cita de pie 15. Pág.145.
45Según Aristóteles, las dos cualidades que le faltan al esclavo y que por ese motivo no es humano, son la facultad de deliberar y decidir y la de prever y elegir (Arendt, H. opus cit: 144).
46Salvo por la mención de la época antigua que ubica a los esclavos como enemigos vencidos que eran llevados a la casa del vencedor con el resto del botín donde en calidad de residentes (oiketai o familiares).
47SOUSA, Eduardo, 2009. Pág. 272.
48CONNOLLY, Priscilla.:1988. Pág. 35.
49Aunque esta diferenciación de tres grupos sociales es generalista y no indica la división al interior de cada uno de ellos, será considerada, para ejemplificar la lógica, en la localización del asentamiento.
50Hasta el año 2010 las áreas urbanas que integran la conurbación del la metrópoli de Monterrey no han variado, ya que el Plan Metropolitano 2021, Desarrollo urbano de la zona conurbada de Monterrey, es el documento vigente donde se hace la declaratoria de las áreas conurbadas.
51ARENDT, Hannah, 2002. Cita de pie 25. Pág.146.
52BAZANT, Jan, 2001. Pág. 87.
53RÉBORA, Antonio, 2000, Pág. 37.
54GUILLERMO-AGUILAR, 2006, Pág.125
55GARZA Gustavo, 2003, 2003a, 2003b.
56VINUESA, Julio,1991. Pág. 9.
57FERRER, Manuel, 2002; ESTEBANEZ, Julio, 1996; PRECEDO, Andrés, 2004 y otros.

 

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Fecha de Recepción: 14.02.2010
Fecha de Aceptación: 30.07.2010

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