Las principales vías de circulación humana en Patagonia durante el Holoceno se ubicaron en el este, como lo indican la antigüedad del poblamiento inicial, la mayor frecuencia de sitios, las tasas más altas de depositación de material arqueológico, la mayor frecuencia de eventos ocupacionales por cada unidad muestreada y la circulación de las materias primas líticas (Borrero 2004; Borrero et al. 2019; Pérez et al. 2016; Prates et al. 2013; Stern 2018). Espacios del occidente de Patagonia, como los valles andinos de Aisén continental, han sido considerados como marginales, ocupados desde los núcleos poblacionales orientales donde la ocupación humana fue más permanente y donde ocurrió la circulación principal de los grupos (Borrero 2004; Méndez, Nuevo Delaunay et al. 2018). Estos valles habrían conformado verdaderos corredores secundarios o vectores para una circulación principalmente este-oeste (Borrero 2004). Estas trayectorias son significativas en tanto el sector occidental de Patagonia desarrolló ecosistemas atractivos para la ocupación humana posiblemente solo hace 12000 años atrás, más de un milenio más tarde que las áreas al este (Borrero et al. 2019; Méndez 2013), y durante el Holoceno fue lugar de ocupaciones menos frecuentes, continuas e intensas que en el oriente (Méndez, De Porras et al. 2016; Nuevo Delaunay et al. 2013). Pese a la menor frecuencia de registro arqueológico esperable en áreas marginales, el estudio de su ocupación es informativo sobre procesos que acontecieron en escalas espaciales más amplias, ya que estas áreas han demostrado ser más sensibles a los cambios en la movilidad y el asentamiento en escalas locales y regionales (Veth 1993). El objetivo principal de este trabajo es evaluar la ocupación humana en uno de los “callejones sin salida” más evidente y menos estudiado en Patagonia: el área al este del Campo de Hielo Norte, circunscrita por los lagos General Carrera-Buenos Aires y Cochrane-Pueyrredón (Figura 1). Se propone caracterizar la distribución del registro arqueológico, la cronología de las ocupaciones y evaluar la redundancia ocupacional a escala de los sitios como medidas para abordar cualitativa y cuantitativamente las trayectorias de ocupación de los márgenes occidentales de Patagonia en el marco de procesos humanos de escala amplia.
Antecedentes
Geográficamente, distintas áreas andinas de Patagonia pueden considerarse como callejones sin salida, entre ellas: la cuenca del Río Ibáñez, el Parque Nacional Perito Moreno, el área entre el Lago Argentino y la Cordillera Baguales, el área entre los lagos San Martín y Viedma, la “península” entre los lagos Viedma y Argentino, entre otras (Aschero et al. 2005; Belardi y Carballo Marina 2014; Borrero 2004; Carballo Marina et al. 2016; García y Mena 2016; Pallo y Borrero 2015). Las características de la ocupación de los espacios definidos como callejones sin salida están aún escasamente abordadas arqueológicamente, en comparación con las de los espacios abiertos de estepa y las costas del Atlántico. Para el caso de los valles transversales andinos de Aisén continental, se ha propuesto que los corredores y callejones sin salida fueron poblados desde el oriente, al menos un milenio después que las estepas, de forma marginal y discontinua, complementaria y posiblemente estacional, de modo cuantitativamente decreciente hacia el oeste y sin conectividad con el Pacífico (Belmar et al. 2017; Borrero et al. 2019; Méndez y Reyes 2008; Méndez et al. 2014; Méndez, Reyes et al. 2016; Reyes et al. 2009). Adicionalmente, resultados de investigaciones en distintos valles indican que las ocupaciones en los corredores no fueron iguales, ni invariables a través del tiempo, ya que en cuencas como Cisnes se articuló en la forma de un pulso (3000 a 2000 cal. AP), mientras que en Ibáñez la ocupación fue más sostenida durante los últimos 2000 años (Mena 2000; Méndez y Reyes 2008).
Hasta el momento, los antecedentes de investigación al este del Campo de Hielo Norte se habían centrado en los valles de los ríos Jeinemeni y Chacabuco. Las investigaciones en esta zona, no obstante llevar cerca de 50 años, contaban solo con nueve fechados 14C; además de ocho edades experimentales en termoluminiscencia de líticos termo- alterados, todos en el Valle de Chacabuco (Mena et al. 2014). Las intervenciones en sitios arqueológicos solo se habían conducido en Alero Entrada Baker, Cueva Los Carneros, Alero Gianella y Alero Blanco, siendo en su mayoría restringidas, inconclusas o preliminarmente reportadas (Fuentes-Mucherl et al. 2012; Mena y Blanco 2017; Mena y Jackson 1991; Mena y López 2014; Méndez y Velásquez 2005). Sobre la base de información de los conjuntos líticos, especialmente los de superficie, se hipotetizó que la ocupación de este valle fue de tipo estacional, con fuertes lazos a los territorios al sureste de acuerdo a la distribución de materias primas (i.e. obsidiana de Pampa del Asador) y probablemente orientada hacia actividades de caza (Méndez 2004; Méndez y Velásquez 2005; Méndez et al. 2004). Respecto a Jeinemeni, la única información disponible corresponde a menciones del arte rupestre (i.e., Cueva de las Manos del Río Pedregoso), los primeros estudios bioantropológicos de la región y una caracterización preliminar de sus conjuntos superficiales en torno a la localidad de Chile Chico (Contreras 2012; Ericksen 1965; Méndez 2004; Niemeyer 1978; Sade et al. 2019).
Área de Estudio
El área al este del Campo de Hielo Norte comprende el sector limitado por el Lago General Carrera-Buenos Aires por el norte, el Lago Cochrane- Pueyrredón por el sur y el Río Baker (el más caudaloso de Chile, con 870 m3/s), junto al mencionado campo glaciar por el oeste (~4.200 km2), con las principales alturas de la región (p.ej., Monte San Valentín, 4.058 msm). Estas formas del paisaje corresponden a verdaderas barreras geográficas que encauzan el desplazamiento de los seres humanos (Figura 2). La costa sur del Lago General Carrera y el Río Chacabuco se articulan como ejes este-oeste, mientras que el Río Jeinemeni, en el extremo este, escurre de sur a norte, delimitando un amplio sector intermedio correspondiente a cordones subandinos orientales y la meseta del Jeinemeni. El clima del oeste de Patagonia y su variabilidad histórica están principalmente controlados por la posición y fuerza del cinturón de vientos del oeste (CVO) y su interacción con la Cordillera Andina (Garreaud 2009). La presencia del Campo de Hielo en esta latitud genera un marcado efecto orográfico, llegando a una reducción de ocho a 10 veces la pluviosidad en la estepa con relación al área costera (Romero 1985). Consecuentemente, se presenta de oeste a este un gradiente de pisos de vegetación de bosque siempreverde mixto, bosque caducifolio templado, matorral arborescente caducifolio y estepa mediterránea templada (Luebert y Pliscoff 2006).
Durante el Último Máximo Glacial el Campo de Hielo correspondía a una gran masa glaciar, fusionada sobre la cordillera y áreas vecinas, y cuyos principales drenajes ocurrían hacia el Atlántico (Davies et al. 2020). Investigaciones regionales muestran un temprano inicio de la deglaciación (19000-18000 años cal AP.), generándose grandes sistemas lacustres que, hace ca. 14200 años, se acoplaron en cotas bajas, tanto en el norte como en el centro-sur de la región (García et al. 2019; Thorndycraft et al. 2019). Los registros de polen de lagos y pantanos andinos muestran que este proceso estuvo dominado por condiciones frías hasta hace ca. 14800 años atrás, cuando se incrementaron la humedad efectiva y las precipitaciones (De Porras et al. 2012; Henríquez et al. 2017). El desarrollo de los bosques se inició hace 11500 años atrás, producto del incremento en la humedad efectiva y las temperaturas estivales a causa del debilitamiento del CVO (De Porras et al. 2014; Villa-Martínez et al. 2012;). Hace 8000 años se desarrollaron las máximas extensiones orientales del bosque, junto con un incremento en la densidad del dosel, lo que ocurrió en sincronía con la retirada de hielo en sectores a ca. 1.000 msm (De Porras et al. 2012, 2014; McCulloch et al. 2017). Los registros más orientales y distales del bosque (i.e., más sensibles) muestran hacia 3500-3000 años cal. AP una mayor variabilidad regional (De Porras et al. 2012; McCulloch et al. 2017). Sincrónicamente, se observan mayores acumulaciones de carbón y episodios de fuego de mayor magnitud, los que han sido atribuidos a efectos humanos sobre los patrones de fuego (McCulloch et al. 2017; Méndez, De Porras et al. 2016).
Material y Método
Este trabajo, por una parte, se basó en un muestreo exhaustivo de material fechable de colecciones procedentes de excavaciones realizadas en investigaciones anteriores y de las cuales no se contaba con datos cronométricos o bien Estos eran insuficientes. Por otra parte, nuevos datos fueron incorporados a partir de investigaciones en el área de estudio que buscan abordar sistemáticamente la intensidad de uso del espacio a partir de distinguir las ocupaciones humanas y su redundancia. El relevamiento inicial de datos arqueológicos en terreno incluyó información procedente de prospecciones superficiales sistemáticas (Contreras 2012; Mena y Blanco 2017; Mena y Lucero 2004). Estas fueron revisadas en terreno para verificar la localización de algunos de los puntos de interés arqueológico que no estaban georreferenciados.
Se llevaron a cabo excavaciones en sitios seleccionados. Las excavaciones buscaron reconocer unidades estratigráficas distintivas a través de niveles artificiales de cinco o 10 cm dependiendo de su resolución estratigráfica y de los contextos, fueran estos a cielo abierto o reparos rocosos. Se procuró comprender las relaciones horizontales, identificar rasgos y registrar todos los artefactos >2 cm con ubicación tridimensional. Se incluyó un muestreo sistemático de sedimentos para caracterización geoarqueológica y para flotación. Todos los sedimentos fueron tamizados con malla de 2 mm. Se procuró obtener edades absolutas con técnica AMS para los sitios y contextos discutidos, buscando entender con ellas la sucesión estratigráfica (Tabla 1). Los resultados de edades 14C se calibraron a 2σ con el programa Calib 7.0.4 usando la curva ShCal 13 (Hogg et al. 2013; Stuiver et al. 2018). Con el fin de evaluar la redundancia ocupacional, se procedió a combinar las edades estadísticamente indiferenciables (α = 0,05) en la escala del sitio arqueológico, las que fueron consideradas como eventos ocupacionales mínimos (Méndez 2013; Ward y Wilson 1978). Los materiales arqueológicos de superficie y de excavación se describen de forma general para realizar una caracterización inicial de los conjuntos presentes. Adicionalmente, se llevó a cabo un muestreo por raspado directo en húmedo de las superficies de implementos de molienda y de soportes líticos para determinar la presencia de microfósiles contenidos en los residuos de uso (Belmar 2019). Se trabajó desde un enfoque de análisis múltiple, comparando con morfotipos de ICPN e ICSN (Coil et al. 2003; ICSN 2011; Madella et al. 2005).
Sitio | Referencias espaciales | Código laboratorio | edad 14C | calibración 2σ | Material |
Chile Chico 1 | Fogón #1; superficie Fogón #2; superficie | D-AMS 027551 D-AMS 027552 | 309 ±20 AP 413 ±27 AP | 290-440 cal. AP 330-500 cal. AP | carbón carbón |
Chenque Bahía Jara | Chenque | D-AMS 027557 | 571 ±24 AP | 510-560 cal. AP | colágeno óseo |
Chenque Pampa La Perra | Individuo 1 (colección) | D-AMS 029044 | 707 ±25 AP | 560-670 cal. AP | colágeno dental |
Pampa La Perra | U.1; UE1; 30-35 cm U.1; UE1; 70-75 cm | D-AMS 027549 D-AMS 027550 | Moderno 1204 ±28 AP | moderno 970-1180 cal. AP | carbón carbón |
Laguna El Peligro | Perfil expuesto | D-AMS 032606 | 3361 ±31 AP | 3460-3640 cal. AP | colágeno óseo |
Bloque Jeinemeni | U.1D-E; UE1; 20-30 cm | D-AMS 027558 | moderno | moderno | colágeno óseo |
Quebrada Honda | Perfil A; U.1; UE2; 5-10 cm Perfil A; U.1; UE3; 55-60 cm Perfil A; UE3 (medio) Perfil B; UE1(techo) Perfil B; UE1 (medio) | D-AMS 032596 D-AMS 032597 UGAMS 39294 D-AMS 032605 D-AMS 027553 | 481 ±24 AP 1968 ±35 AP 2200 ±20 AP 1208 ±29 AP 1697 ±23 AP | 470-530 cal. AP 1810-2000 cal. AP 2090-2310 cal. AP 980-1180 cal. AP 1510-1610 cal. AP | carbón carbón colágeno óseo colágeno óseo carbón |
Cueva Los Carneros | U.7G; UE3; 41-50 cm U.7E; UE3; 31-40 cm U.7E; UE3; 41-50 cm U.7G; UE3; 71-80 cm U.6F; UE3; 126 cm U.7F; UE3b; 145 cm U.7F; UE4; 135 cm U.5C; UE1; 50-60cm U.7F; UE4; 144 cm U.7G; UE4; 140-150 cm U.7F; UE4; 159 cm U.7F; UE4; 154 cm U.6G; UE4-5; 150-155 cm U.6G; UE5; 168 cm U.6G; UE5; 175 cm U.7F; UE6-7; 184 cm U.7G; UE6; 179 cm | D-AMS 030084 D-AMS 030085 D-AMS 030086 D-AMS 030083 D-AMS 034574 UGAMS 8791a D-AMS 034575 UGAMS 11756b D-AMS 034576 D-AMS 032601 D-AMS 034578 D-AMS 034577 D-AMS 032602 D-AMS 034580 D-AMS 034581 D-AMS 034583 D-AMS 034582 | 230 ±26 AP 422 ±25 AP 876 ±26 AP 1009 ±26 AP 1284 ±27 AP 1285 ±25 AP 1285 ±27 AP 1490 ±50 AP 1548 ±25 AP 1595 ±25 AP 1857 ±28 AP 1972 ±27 AP 2142 ±29 AP 2430 ±28 AP 2490 ±28 AP 2894 ±30 AP 2917 ±30 AP | 150-300 cal. AP 330-500 cal. AP 680-780 cal. AP 800-930 cal. AP 1070-1270 cal. AP 1070-1270 cal. AP 1070-1270 cal. AP 1270-1430 cal. AP 1310-1430 cal. AP 1370-1520 cal. AP 1700-1830 cal. AP 1820-1930 cal. AP 2000-2150 cal. AP 2340-2680 cal. AP 2360-2700 cal. AP 2860-3070 cal. AP 2880-3110 cal. AP | carbón carbón carbón carbón carbón carbón carbón colágeno óseo carbón carbón carbón carbón carbón carbón carbón carbón carbón |
Alero Entrada Baker | Talud; Barreno #1; 115-125 cm Interior; S/D; UE1; 30-40 cm Interior; U.11C; S/D; 50-60 cm Talud; U.2B; UE1; 20-30 cm Interior; S/D; UE1; 40-50 cm Interior; U.8C; S/D; 70-80 cm Talud; 1-2 A-B; UE1; 70-80 cm Interior; U.12B; UE1; 30-40 cm Talud; U.2A-B; S/D; 150-160 cm Interior; U.11C; UE1; 60-70 cm | D-AMS 027555 BETA 21928c D-AMS 027554 D-AMS 011589 BETA 113797d D-AMS 027560 BETA 113796d UCLA 2712bc D-AMS 027561 UCLA 2712ac | modern 230 ±70 AP 323 ±27 AP 343 ±23 AP 410 ±50 AP 1273 ±24 AP 2100 ±40 AP 2580 ±50 AP 4451 ±29 AP 7750 ±110 AP | moderno 1-390 cal. AP 300-450 cal. AP 300-450 cal. AP 320-500 cal. AP 1070-1240 cal. AP 1930-2120 cal. AP 2430-2760 cal. AP 4860-5220 cal. AP 8310-8780 cal. AP | carbón carbón carbón carbón carbón colágeno óseo carbón carbón colágeno óseo carbón |
Laguna Alta | U.1; UE1B; 40 cm Perfil expuesto; UE1; 40 cm | D-AMS 032598 D-AMS 027562 | 789 ±28 AP 2238 ±27 AP | 660-730 cal. AP 2150-2320 cal. AP | carbón colágeno óseo |
Alero Gianella | U.1A; UE3 U.2B; UE4 U.1A; UE5 U.1A; UE5 | D-AMS 030087 D-AMS 030089 UGAMS 5867e D-AMS 030088 | 470 ±27 AP 2352 ±27 AP 2710 ±50 AP 3698 ±41 AP | 450-520 cal. AP 2180-2380 cal. AP 2720-2880 cal. AP 3850-4090 cal. AP | carbón carbón carbón carbón |
Alero Blanco | U.1; UE1; 6-10 cm U.2; UE1; 5 cm U.1; UE1; 16-20 cm | D-AMS 030090 UGAMS 6220f D-AMS 030091 | 448 ±25 AP 1170 ±25 AP 1268 ±27 AP | 340-510 cal. AP 960-1060 cal. AP 1070-1260 cal. AP | carbón carbón carbón |
Nota: Todas las edades son inéditas; excepto a. Mena y López 2014, b. Prieto y Mena 2016, c. Mena y Jackson 1991, d. Méndez y Velásquez 2005, e. Fuentes et al. 2012, f. Mena y Blanco 2017.
Resultados
Costa sur del Lago General Carrera
Chile Chico 1 (RJ-80; 46°32’4.8’’ S; 71°41’72.9’’ W; 210 msm) corresponde a un sitio a cielo abierto al interior de la localidad de Chile Chico, ubicado al oeste de la desembocadura del Río Jeinemeni, sobre una duna de arenas a orillas del Lago General Carrera. El sitio muestra materiales arqueológicos dispersos en la superficie, entre los que se observó abundante cantidad de desechos de talla lítica, algunos instrumentos formales, escasos fragmentos de cerámica y ocasionales implementos de molienda. Los restos cerámicos se encuentran altamente fragmentados, tienen las paredes alisadas interior y exterior de tonos de grises con cocción oxidante incompleta. Algunos fragmentos presentan ahumado en las superficies interiores, lo que sugiere posibles procesos de carbonización en la parte interna de las piezas. Los análisis de residuos de una mano de moler registrada en superficie arrojaron la presencia de granos de almidón de Mutisia spinosa (clavel del campo) y de Solanum Tuberosum (papa), ambos con daños producto de la molienda. Dos concentraciones superficiales de carbón de gran tamaño (>1 m2) que fueron expuestas por trabajos de remoción de sedimentos anteriores a nuestra investigación se encontraban distantes unos 8 m entre sí. Dos fechados 14C fueron obtenidos de cada una de ellas con edades resultantes en 290- 440 cal. AP y 30-500 cal. AP (Tabla 1). Estas son estadísticamente diferentes, por lo que no representan un mismo evento de quema.
A fin de caracterizar la expresión estratigráfica del depósito, se llevó a cabo una red de barrenos, la que permitió seleccionar un área para una excavación de 4 m2 a una distancia aproximada de 20-30 m de los fogones expuestos, donde se obtuvieron los fechados. La excavación mostró una unidad estratigráfica (UE) superior de arena friable, que suprayace en forma difusa a una unidad de arena más fina y compacta. El material arqueológico se concentra en los primeros 10 cm. El conjunto lítico está compuesto por 93 piezas, la mayoría (N=89) correspondientes a lascas, completas en un 42%. Solo se registró un instrumento tallado y un guijarro con pigmento. Predominan fuertemente las rocas silíceas (87,1%), registrándose además especímenes de toba cinerítica, andesita y una pequeña lasca de retoque de obsidiana. El conjunto óseo de Chile Chico 1 se registra altamente carbonizado y fragmentado, lo que no permite su caracterización (NISP=42).
El sitio Pampa La Perra (PPS16-17; 46°33’33.6’’ S; 71°54’54.3’’ W; 499 msm), ubicado en el margen sur de la pampa homónima, corresponde a un área circunscrita entre un alero de 30 m de largo, que ofrece protección de los vientos del noreste y del sur, y un bloque desprendido distante a ca. 15 m en dirección norte (Figura 3a). La superficie se encuentra cubierta por una capa de ceniza de unos 20 cm de espesor y presenta escaso material lítico en superficie, consistente principalmente en desechos de talla de rocas silíceas. Tres sondeos de 0,09 m2 se usaron para caracterizar la distribución subsuperficial del registro arqueológico que profundiza hasta un máximo de 90 cm. La estratigrafía de techo a base muestra una unidad de limos arenosos que expone una mayor proporción de clastos en la medida que se profundiza. El sondeo emplazado al este (U.2) mostró una mayor proporción de clastos a lo largo del depósito, sugiriendo que corresponde a un área de mayor energía. Un fechado 14C de la base de la excavación de la unidad 1 arrojó una edad de 970- 1180 cal. AP, mientras que un fechado de la parte superior de la misma resultó en una edad moderna. En vista de lo restringido de las excavaciones, se consideró en conjunto el registro de las tres unidades excavadas. Los materiales líticos (N=199) se distribuyen con relativa homogeneidad a lo largo del depósito y corresponden en un 56% a rocas silíceas (18% son posiblemente de origen local, sobre la base de observaciones preliminares a la distribución de recursos líticos) y 18% a obsidiana. La secuencia de reducción está dominada por desechos de talla de diversas etapas (79%) y no se registraron instrumentos propiamente tales. Respecto a la fauna (NISP=54), solo se pudieron identificar nueve especímenes, entre ellos fragmentos de Ovis aries, Lama guanicoe, Rhea pennata y especies de roedores. En general se encuentran con baja fragmentación y evidencias de combustión en un 23%.
En el sector noreste de la Pampa de la Perra, a 1 km del sitio anterior, existe referencia del hallazgo de varios chenques (BJ-4), donde fueron obtenidos los restos de al menos un individuo (Mena 1987). Fruto de ésta y otras intervenciones no documentadas, existen restos bioantropológicos depositados en la Casa de la Cultura de la Municipalidad de Chile Chico. Como parte del muestreo realizado, se seleccionó un cráneo para el que se obtuvo una fecha directa de un incisivo que arrojó una edad de 560-670 cal. AP. Resultados de isótopos estables sobre un tercer molar del mismo individuo arrojaron valores de δ13C= -19,16‰; δ15N= 11,13 ‰; C/N= 3,24 (UGAMS 40946). Esta datación concuerda con un segundo chenque (BJ-2), proveniente de la localidad de Bahía Jara (Reyes 2004), el que arrojó una edad de 510-560 cal. AP.
Laguna El Peligro (RJ-81; 46°33’47.2’’ S; 72°00’37.8’’ W; 472 msm) corresponde a un sitio a cielo abierto en la margen este de una laguna estacional, a 2,5 km al oeste de Laguna Verde. Evidencias óseas y líticas se distribuyen en una superficie de 1.800 m2. Observaciones al área de mayor concentración sugieren que las evidencias provienen de una UE arenosa desde donde se exponen por la acción conjunta entre raíces de Schinus y el tránsito del ganado vacuno. Preliminarmente, los materiales óseos tienen una meteorización semejable al estadio 2 de Behrensmeyer (1978). Los materiales líticos se registran en menor proporción e incluyen grandes lascas de andesita y desechos de obsidiana negra en baja proporción. Análisis de residuos de dos soportes líticos registrados en superficie no arrojaron microfósiles. Un fechado de un fragmento de hueso largo de L. guanicoe con huellas de un lascado intencional arrojó una edad de 3460-3640 cal. AP. Esta constituye una fecha preliminar para el conjunto superficial en espera de una evaluación estratigráfica.
Una de las manifestaciones humanas más característica de la costa sur del Lago General Carrera corresponde a su arte rupestre. Los sitios conocidos se concentran principalmente en el área entre Paso Las Llaves y Laguna Verde. Entre ellos destaca el sitio La Tina (RJ-82; 46°33’25.6’’ S; 72°03’03.1’’ W; 400 msm), donde se ha registrado la más alta concentración de negativos de mano (N ≥65) con el color rojo como tonalidad dominante (Figura 4a). Corresponde a un área reparada (ca. 60 m2) por un alto paredón de exposición noreste, en donde se destacan seis paneles con pinturas rupestres. Una unidad de excavación de 2 m2 se utilizó para caracterizar la estratigrafía del sitio y evaluar la presencia de material arqueológico y rasgos asociados en el depósito. De techo a base se observa una unidad superior de matriz arenosa gruesa a grava correspondiente a cenizas de la erupción del Volcán Hudson (1991) que suprayace a una UE de limo con presencia variable de clastos producto de la meteorización in situ de la roca de caja. Los materiales arqueológicos están contenidos principalmente en la parte inferior de la segunda UE y su presencia se extiende hasta el contacto con la roca madre. Estos incluyen líticos (desechos de talla), fragmentos óseos pequeños y carbón en baja proporción, los que se suman a rasgos de fogones. A la fecha no se cuenta con edades 14C para este sitio.
Cuenca oeste del Río Jeinemeni
A lo largo del sector oeste del Río Jeinemeni, desde Chile Chico y hasta 45 km al sur, se han registrado una serie de sitios que se suman a nuevos hallazgos realizados en el marco de nuestras prospecciones (Contreras 2012; Niemeyer 1978). Entre ellos destaca un conspicuo bloque errático denominado Bloque Jeinemeni (46°41’29.7’’ S; 71°41’45.4’’ W; 736 msm), donde se llevó a cabo una excavación de 1 m2. Arrojó una proporción muy baja de material lítico y escasos restos óseos, uno de los cuales fue fechado y arrojó una edad moderna.
Quebrada Honda (RJ-74; 46°42’25.6’’ S; 71°42’14.9’’ W; 499 msm) corresponde a un sitio a cielo abierto en la intersección de la quebrada homónima y la ruta X-753, la que corre paralela al Río Jeinemeni. Su construcción expuso dos perfiles que muestran material lítico, óseo y carbón en estratigrafía. Se exponen también desechos de talla lítica y restos óseos meteorizados dispersos en la superficie al sur de la ruta. A fin de caracterizar la expresión estratigráfica del depósito arqueológico, se llevó a cabo una excavación de 1 m2 en un perfil de exposición sur denominado A (Figura 4B). La estratigrafía muestra una UE superior de limo arcilloso con gravilla de origen coluvial que suprayace a una secuencia aluvial donde alternan unidades de limos y arenas (N=8 UE) con baja proporción de clastos (5-1%) (Figura 5). La excepción la constituye la unidad más profunda visible (UE10), compuesta por gravas y abundantes clastos (ocasionalmente clastos sostenidos). Las UE son en general compactas y todos los contactos son netos. Solo las UE 2 y 3 mostraron desarrollo de horizontes de suelo y un contacto difuso entre ambas. El material arqueológico se distribuye desde el techo de UE2 y hasta los 15 cm superiores de UE3, a lo largo de ca. 65 cm. Una fecha radiocarbónica a ca. 10 cm del techo arrojó una edad de 470-530 cal. AP, mientras que una muestra ca. 5 cm sobre el fin del depósito arrojó una edad de 1810- 2000 cal. AP. Esta última está en relativo acuerdo con una muestra ósea de otro sector del mismo perfil en similar posición estratigráfica, que arrojó una edad de 2090-2310 cal. AP. Este conjunto de edades también concuerda (e intercaladas) con fechados obtenidos en la secuencia análoga denominada perfil B (exposición Este), donde los resultados de muestras expuestas del techo y medio del depósito son de 980-1180 cal. AP y 1510-1610 cal. AP, respectivamente. En total tres edades son de carbón y dos de colágeno de hueso. Otros intentos de fechado sobre hueso resultaron en colágeno insuficiente o bien en resultados con altos valores de C/N, lo que sugiere degradación del colágeno óseo en el contexto1. Todas las edades de este contexto son estadísticamente diferentes entre sí, por lo que indican diferentes eventos ocupacionales a lo largo de 1700 años de formación del depósito estratigráfico. En la excavación de la unidad 1 el material arqueológico se distribuyó de forma relativamente homogénea a lo largo de la secuencia. Si bien el material se encuentra aún en estudio, es posible señalar que los líticos son los más abundantes. Estos corresponden a lascas de rocas silíceas de calidades medias a buenas, rocas volcánicas basálticas y escasas evidencias de obsidiana. En cuanto a los materiales óseos, se observaron fragmentos de huesos largos y dientes, destacándose la presencia de Lama guanicoe entre las evidencias diagnósticas. Los restos de carbón se encuentran escasamente representados.
Un conjunto de sitios con manifestaciones de arte rupestre había sido descrito en asociación a un sendero del sector Jeinemeni del Parque Nacional Patagonia administrado por CONAF. Entre ellos destaca el yacimiento denominado Cueva de las Manos del Río Pedregoso (RJ-95; 46°43’24’’ S; 71°46’25.6’’ W; 1.124 msm), que fuera publicado por Niemeyer (1978). Incluye un área protegida de ca. 40 m2 y en sus paredes se exhiben numerosas superposiciones que totalizan 152 motivos claros (más 61 motivos poco definidos). Representan variados estilos, entre los que se cuentan escenas de caza de camélidos de dimensiones pequeñas, representaciones individuales de camélidos de gran tamaño, negativos de manos, motivos abstractos, zoomorfos y antropomorfos. Una pequeña excavación de 0,5 m2 se usó para caracterizar preliminarmente la secuencia estratigráfica. De techo a base se observa una unidad superior de arenas gruesas (2-3 cm), friable e inorgánica, correspondiente a cenizas de la erupción del Volcán Hudson (1991). Suprayace a un limo arcilloso gris oscuro (UE2; 15 cm), semifriable y orgánico, con presencia de guano de oveja y donde se desarrollan rasgos de quema superpuestos (posiblemente extendidos). Discontinuamente, sobre la roca madre se desarrollan limos color marrón oscuro, inorgánicos (2-3 cm). Los materiales arqueológicos se registraron entre el fin de la UE2 y hasta el contacto con la roca madre. Estos incluyen únicamente microlascas líticas (desechos de talla), fragmentos óseos pequeños y carbón en baja proporción. A la fecha no se cuenta con edades 14C para este sitio y el estudio del arte rupestre está en proceso.
Cuenca del Río Chacabuco
La tercera área que concentra sitios fechados corresponde a la cuenca del Río Chacabuco. En el sector de estepa oriental nuestras intervenciones se concentraron en el sitio Cueva Los Carneros (RCH03; 47°09’49.7’’ S; 71°54’15.2’’ W; 624 msm, Figura 4C). La cueva se compone de dos cámaras y ofrece un reparo de 57 m2 (Figura 3B). Excavado anteriormente por F. Mena en los años 2000 y 2011, sus intervenciones no profundizaron más allá de las UE superiores (Mena y López 2014). Nuevas excavaciones (5 m2) en la cámara al este han permitido precisar la cronología del sitio y han revelado una secuencia estratigráfica horizontalmente ordenada que cubre con precisión los últimos 3000 años (Figura 6). De techo a base se observa una UE superior de estiércol de oveja que se dispone de forma continua, sellando el depósito con ca. 20-40 cm de espesor, a la que le sigue discontinuamente una UE arcillosa de escasos 5 cm. Por debajo se expresa de forma continua la UE3 compuesta de clastos de tamaño variable cuya orientación, sostén y presencia de partículas menores permiten definir tres subunidades con un espesor de 25-50 cm. Subyacen tres unidades de limos arcillosos y arcillas de variable contenido orgánico, con distinta proporción de clastos, dominando la matriz como sostén (exceptuando el sector norte de UE5) y con contactos difusos y netos. Infrayace una UE de espesor desconocido (por la interrupción de las excavaciones), compuesta de arenas, gravillas y gravas con bajo contenido orgánico. Los materiales arqueológicos se disponen desde el techo de la UE3 hasta la base excavada, con mayor representación en la UE4. Dieciséis fechados posicionan las ocupaciones del sitio entre 150-300 y 2880-3110 cal. AP. Estas representan 11 eventos ocupacionales (150-300 cal. AP, 330-500 cal. AP, 680-780 cal. AP, 800-930 cal. AP, 1090-1260 cal. AP, 1350-1430 cal. AP, 1700-1830 cal. AP, 1820-1930 cal. AP, 2000-2150 cal. AP, 2350-2700 cal. AP, 2880-3070 cal. AP), considerando también una edad obtenida en la cámara oeste (Prieto y Mena 2016).
Los materiales corresponden a restos óseos en abundancia, material lítico y carbón, los que se encuentran asociados a 15 rasgos pertenecientes principalmente a fogones, los que se registraron ocasionalmente superpuestos. Dado que el material se encuentra aún en estudio, una cuantificación preliminar de los restos relevados en planta incluye 487 elementos óseos, 153 piezas líticas y 40 fragmentos de carbón. Entre los restos óseos domina Ovis aries en UE1 y Lama guanicoe en UE3, lo que se suma a Hippocamelus bisulcus, carnívoros, dasipódidos, Rhea pennata, aves, y roedores (Mena y López 2014), diversidad que concuerda con lo registrado en las UE inferiores. Los materiales líticos incluyen principalmente variedades de sílices, obsidiana negra, andesita y dacita; las que se usaron para confeccionar localmente una diversidad de herramientas entre las que se incluyen raspadores, raederas, puntas de proyectil, buriles, cuchillos bifaciales y bolas (Figura 7). Adicionalmente, se registraron silicofitolitos afines a Poaceae y Cyperaceae en el residuo de uso de una mano de moler que se registró en un nivel asociado a una edad de 1700-1830 cal. AP.
Alero Entrada Baker (RCH02; 47°12’0.5’’ S; 71°54’14.7’’ W; 635 msm), ubicado a 4 km al sur de Cueva Los Carneros, corresponde a un amplio alero donde se condujeron varias campañas de excavación tanto en su interior (Figura 3C) como en su talud (Mena y Jackson 1991; Méndez y Velásquez 2005). Ricos conjuntos de fauna y material lítico caracterizan este sitio que fue interpretado como un campamento transitorio para ocupaciones logísticas (Mena y Jackson 1991). A pesar de las similitudes entre el exterior e interior (i.e., materias primas seleccionadas, diversidad de taxa), los conjuntos líticos sugerían mayor expeditividad en el primero, mientras que la diversidad de fauna (incluyendo huemul y pudú - Pudu pudu) apuntaba a rangos de acción más amplios en el segundo (Méndez y Velásquez 2005). Al igual que en el caso de Los Carneros, una mano de moler registrada en excavación al interior del alero arrojó restos de silicofitolitos afines a Poaceae y Cyperaceae. La escasa precisión en la procedencia de las muestras e inversiones estratigráficas hace difícil entender la secuencia depositacional al interior del reparo, la que se extiende discontinuamente entre 1-390 y 8310- 8780 cal. AP. Por su parte, excavaciones en el talud del alero han demostrado una relación estratigráfica ordenada en el rango entre 300-450 y 4860-5220 cal. AP. Considerando las 10 edades disponibles para este sitio, ha sido posible definir siete eventos ocupacionales cronológicamente independientes (1-390 cal. AP, 310-450 cal. AP, 1070-1240 cal. AP, 1930-2120 cal. AP, 2430-2760 cal. AP, 4860-5220 cal. AP, 8310-8780 cal. AP).
Prospecciones llevadas a cabo en el año 2000 en el sector de Alto Chacabuco permitieron el reconocimiento de 94 concentraciones y hallazgos aislados de superficie, especialmente al sur del río (Méndez et al. 2004). Luego de la relocalización de uno de ellos, el sitio Laguna Alta (10Sur22C; 47°12’50.9’’ S; 71°54’43.8’’ W; 648 msm) fue seleccionado para una excavación de 1 m2 a fin de caracterizar y fechar las ocupaciones a cielo abierto (Figura 4D). Corresponde a una dispersión superficial de material lítico y óseo que se expone por procesos erosivos en el margen de una laguna estacional. La unidad de excavación mostró que a lo largo de 35 cm se desarrollan dos UE superiores de limos arcillosos con presencia de horizontes de suelo bien definidos que suprayacen a una tercera unidad de arcillas inorgánicas. Los materiales arqueológicos se concentran en la UE intermedia. Dos fechas 14C, 660-730 cal. AP en carbón de la excavación y 2150- 2320 cal. AP en colágeno de una muestra de hueso de superficie, proveen edades estadísticamente diferentes para este contexto.
Otros dos reparos rocosos han sido trabajados y fechados en la cuenca del Río Chacabuco. Alero Gianella (RCH01; 47°4’47.97” S; 72°16’20.31” W;686 msm) corresponde a un reparo con arte rupestre en el que excavaciones (8 m2) relevaron escaso material lítico con dominio de materias primas locales y restos óseos de Lama guanicoe e Hippocamelus bisulcus en asociación a rasgos carbonosos (Fuentes-Mucherl et al. 2012). Dado que se contaba solo con una edad para este depósito, se llevaron a cabo tres nuevos fechados que permiten definir cuatro eventos ocupacionales independientes (450-520 cal. AP, 2180-2380 cal. AP, 2720-2880 cal. AP, 3850-4090 cal. AP). Similar situación constituye el sitio Alero Blanco (RCH07; de coordenadas desconocidas) que corresponde a un pequeño reparo al este de Alero Gianella (Mena y Blanco 2017). Al igual que en el caso anterior, se contaba con una única edad para este contexto, por lo que dos nuevos análisis permiten definir tres eventos de ocupación humana (340-510 cal. AP, 960-1060 cal. AP, 1070-1260 cal. AP).
Discusión
Entre los múltiples condicionantes externos que influyen en la ocupación humana de un espacio se encuentran las barreras geográficas, tanto climáticas como geomorfológicas, las que actúan en distintas escalas de tiempo, pudiendo ser temporarias y/o continuas (Veth 1993). En Patagonia, una perspectiva biogeográfica ha sido aplicada para abordar el estudio de las fluctuaciones en la ocupación humana de los espacios y el rol que jugaron las barreras a lo largo del tiempo (Barberena 2008; Borrero 1989-90; Méndez y Reyes 2008; Morello et al. 2012). Por lo tanto, cada espacio puede clasificarse cualitativa y cuantitativamente a través del registro arqueológico según las barreras que presente para los grupos cazadores-recolectores en cada unidad de tiempo (Borrero y Borrazzo 2011). En el occidente de Patagonia, la ocupación humana ha estado condicionada por múltiples barreras biogeográficas, formando espacios denominados Andean dead ends o callejones sin salida de los Andes (Borrero 2004). Este constructo ha sido crucial para la comprensión de las ocupaciones humanas en un área dominada por una geografía que encauzó la distribución de la población a lo largo del Holoceno.
En el oeste de Patagonia, una de las principales barreras corresponde a las grandes masas de hielo que cubrieron la Cordillera de los Andes hasta el Pleistoceno Final y que hoy se ven fundamentalmente reducidas a los campos de Hielo Norte y Sur (Davies et al. 2020). Ríos, lagos y cordones montañosos han sido considerados como factores influyentes en la circulación humana y en la distribución de rasgos discretos de la variabilidad tecno-estilística (Borrero y Borrazzo 2011; Franco 2008). Otra barrera influyente fueron los densos bosques que se desarrollaron en la zona abandonada por los glaciares, ocupando sectores con topografía abrupta (Bellelli et al. 2018; Méndez y Reyes 2008; Moreno et al. 2019). Los trabajos comparativos al sur de los 42°S concuerdan en que la señal humana en el occidente continental es menor a aquella medida en espacios abiertos contiguos (Belardi y Carballo Marina 2014; Borrero y Muñoz 1999; Reyes et al. 2009; Scheinsohn et al. 2009). Las poblaciones humanas incrementaron su presencia en estos sectores boscosos durante algunos periodos, aunque esto fue principalmente de forma complementaria a la permanencia más sostenida en la estepa (Bellelli et al. 2000; Fernández et al. 2013; Mena 2013; Méndez y Reyes 2008).
El área al este del Campo de Hielo Norte corresponde a uno de los callejones sin salida más claros del oeste de Patagonia y menos estudiados arqueológicamente. Pese a lo limitado que pueden resultar los datos iniciales presentados en este trabajo, el conjunto cronológico obtenido (N=49 edades 14C) se usó para medir preliminarmente la intensidad de ocupación humana en este espacio (Figura 8). Para ello, los eventos ocupacionales distinguidos a escala de sitio (N=38) han sido divididos en tres sectores geográficos, potencialmente ejes articuladores de la movilidad. La costa sur del Lago General Carrera muestra una cronología que se inicia hacia 3550 cal. AP y se extiende hasta 370 cal. AP. Combinados los sitios y depósitos arqueológicos datados, se contabilizan seis eventos ocupacionales, solo observándose redundancia en el sitio Chile Chico 1. Esta zona cuenta con una amplia variabilidad en el registro arqueológico, la que incluye sitios en cuevas, sitios a cielo abierto estratificados, arte rupestre y entierros humanos. Los restos humanos han sido registrados en chenques y muestran una cronología entre 540 y 620 cal. AP, lo que se encuentra de acuerdo con las fechas para este tipo de inhumaciones en la región y áreas aledañas (García Guraieb et al. 2015; Méndez et al. 2017; Reyes 2002). La cerámica registrada, aunque muy escasa a nivel regional, resulta indicativa de procesos de adquisición de una tecnología vinculada a la preparación, consumo y transporte de alimentos. Su cronología por asociación, 370 a 420 cal. AP, coincide con los rangos propuestos para la ocupación con cerámica de Alero Entrada Baker y posdata a los fechados directos en este material del sitio Appeleg 1 en el Río Cisnes (Mena y Jackson 1991; Velásquez et al. 2007). En cuanto al arte rupestre, destaca un estilo dominante como son los negativos de mano en rojo, que se encuentran concentrados en el sitio La Tina.
A lo largo del eje del Río Jeinemeni, solo un sitio ha sido fechado, Quebrada Honda. Sin embargo, por sí solos, sus depósitos cubren una cronología entre 500 y 1560 cal. AP conformada por cinco eventos ocupacionales en orden estratigráfico, asociados a material arqueológico lítico, óseo y carbón. La presencia adicional de arte rupestre en la Cueva de las Manos del Río Pedregoso, con variados estilos y una alta frecuencia de superposiciones, no solo sugiere una importante redundancia de uso de este espacio, sino una posible presencia temprana sobre la base de algunos de los motivos registrados (Carden y Miotti 2020).
A lo largo del Río Chacabuco se cuenta con una mayor intensidad de trabajo acumulado (Mena y Blanco 2017; Mena y Lucero 2004; Méndez et al. 2004). Su cronología actual se extiende entre 8550 y 200 cal. AP y representa 27 eventos ocupacionales. La alta frecuencia de estos está dada por el dominio de sitios en cuevas, los que son contextos recurrentemente ocupados y que promueven la supervivencia del material fechable (Strauss 1991). Las edades de termoluminiscencia disponibles para seis sitios del valle solo cubren parcialmente la distribución de 14C, ya que se extienden entre 2200 y 1000 AP (200 AC - 1000 DC; Mena et al. 2014). Los materiales registrados en estos sitios son muy abundantes y muestran una importante diversidad de rocas de alta calidad para la talla, las que se observan en conjuntos formatizados (Méndez, Stern et al. 2018). Los restos de fauna muestran un aprovechamiento de la diversidad de especies disponibles a nivel del valle, incluyéndose cérvidos, posiblemente transportados hasta la estepa (Méndez y Velásquez 2005). El arte rupestre se caracteriza por ser escaso (i.e., Alero Gianella, Alero Los Niños y Alero Entrada Baker) y está representado por pocos motivos por cada sitio (Fuentes Mucherl et al. 2012; Mena y Blanco 2017).
La información arqueológica recabada en los valles andinos de Patagonia Centro Occidental es disímil. Entre los 44° y 45°30’ S, los datos cronológicos sugieren una señal humana intermitente distribuida a lo largo de todo el Holoceno (Méndez, Nuevo Delaunay et al. 2018). Sitios bajo reparo rocoso como El Chueco 1, Cueva de la Vieja y Baño Nuevo 1, ubicados en las estepas orientales de Cisnes y Ñirehuao, dan cuenta de secuencias depositacionales discontinuas desde ~12000 cal. AP hasta ocupaciones modernas (Mena y Stafford 2006; Méndez, De Porras et al. 2016; Méndez, Stern et al. 2018). Al este del Campo de Hielo Norte, no hay aún ningún sitio que por sí solo muestre este grado de redundancia ocupacional, como tampoco lo muestran los datos acumulados a escala de cuenca. Durante el Holoceno Temprano/Medio, a las secuencias de Cisnes y Ñirehuao se suman nuevos sitios en estos valles y otros en Coyhaique Alto y en el Río Ibáñez, más cercanos a los bosques o dentro de ellos, donde se detectaron nuevas ocupaciones de carácter más puntual (Mena 2000; Méndez, Reyes et al. 2016; Nuevo Delaunay et al. 2013). Si bien es cierto el sitio Alero Entrada Baker muestra presencia humana durante este periodo (8310-8780 cal. AP), la evidencia aún es insuficiente para afirmar una continuidad en la ocupación del área de estudio. A partir de los 3000 cal. AP, todos los sectores de Aisén continental muestran ocupaciones, las cuales se manifiestan no solo en reparos rocosos, sino también a cielo abierto y en una multiplicidad de funciones que incluyen sitios habitacionales, canteras-talleres, entierros humanos y ocupaciones efímeras en variados ambientes (Gómez y Méndez 2015; Méndez y Nuevo- Delaunay 2019; Méndez et al. 2017; Reyes 2002; Thompson y Méndez 2019). La ocupación al este del Campo de Hielo Norte se concentra en este periodo y se vuelve continua (Figura 8). Sitios de todos estos tipos han sido detectados en cada una de las subáreas muestreadas y eventos ocupacionales redundantes son relativamente frecuentes a escala de sitio (p.ej., Cueva Los Carneros, Quebrada Honda).
Algunos indicadores arqueológicos permiten comparar decisiones humanas en escala regional en términos de sus continuidades y discontinuidades (Figura 8). Por ejemplo, la distribución de la obsidiana, trazada geoquímicamente, corresponde a un elemento exótico común a todas las ocupaciones continentales de Patagonia Central (Stern 2018). A lo largo del Holoceno dominó la obsidiana procedente de Pampa del Asador, la que se comporta con un decrecimiento exponencial de sur a norte en función de la distancia a la fuente, tanto a escala de sitios, como de cuencas (Santa Cruz, Argentina) y solo con una mayor variabilidad al norte de los 45° S (Méndez, Stern et al. 2018). El arte rupestre, por su parte, solo es muy frecuente al norte y sur del Lago General Carrera, ya que su presencia decrece en la medida que uno se aleja de estos sectores (Cordero et al. 2019; Fuentes-Mucherl et al. 2012; Méndez, Reyes et al. 2016; Nuevo Delaunay et al. 2013). Una distribución similar se observa con el patrón funerario de chenques, los cuales son frecuentes en torno al lago y muy escasos lejos de este (Goñi et al. 2004; Méndez et al. 2017; Reyes 2002; Reyes y Méndez 2010). Por su parte, la cerámica es un elemento tardío de muy baja presencia en cada uno de estos valles, la que sin embargo ha podido ser detectada en Cisnes, Ibáñez, Jeinemeni y Chacabuco (Mena y Jackson 1991; Mena y Lucero 2004; Velásquez et al. 2007).
Finalmente, los sectores extraandinos inmediatamente al este del Campo de Hielo Norte demuestran algunos paralelos importantes a nuestra área de estudio, especialmente en cuanto a la distribución cronológica (Figura 8). Los trabajos desarrollados en la costa noreste del Lago Pueyrredón muestran una alta densidad arqueológica, con sitios bajo reparo rocoso y a cielo abierto, y en donde las intervenciones estratigráficas realizadas en Milodón Norte 1 y Cerro Cuadrado 3 han arrojado edades iniciales de 8630-8990 cal. AP y 8320-8460 cal. AP, respectivamente (Aschero et al. 2009; Sacchi et al. 2016). Estas fechas traslapan con la primera edad registrada en Alero Entrada Baker, distante a menos de 12 km hacia el norte (Mena y Jackson 1991). Por otro lado, los trabajos desarrollados entre el Lago Pueyrredón y el Lago Ghio dan cuenta de ocupaciones discontinuas entre 7500 y 2800 años cal. AP, principalmente en contextos bajo reparo rocoso; tanto en los mencionados sitios como en Estancia Pueyrredón 1 y 2, Sol de Mayo I Colmillo Sur I, con alta redundancia ocupacional (Figuerero Torres y Mengoni Goñalons 2006; Mengoni Goñalons et al. 2019; Sacchi et al. 2016). Durante este periodo, los grupos humanos enfrentaron importantes cambios en la morfología y tamaño de los lagos, cuestión que afectó la circulación a través de la región (Horta et al. 2019). En términos ambientales, después de 6500 cal. AP, se observan condiciones regionales de mayor humedad (posiblemente más cálidas) que, aunque fluctuaron mucho, permitieron el desarrollo de un bosque en altura (1.000 msm), como lo sugiere el perfil sedimentario de La Frontera (McCulloch et al. 2017). La mayor presencia humana en toda el área, incluyendo las cuencas de los lagos Posadas y Salitroso, se evidencia a partir de los últimos tres milenios, como lo sugiere la continuidad en las distribuciones radiocarbónicas durante este lapso temporal (García Guraieb et al. 2015; Goñi et al. 2019; Mengoni Goñalons et al. 2019). No hay que descontar la influencia de la tafonomía del material orgánico fechable, ya que su preservación diferencial podría estar influenciando la mayor representación de registros arqueológicos más recientes. No obstante, esta mayor densidad del registro radiocarbónico se ve aparejada con un incremento en los episodios de fuego, en los cuales posiblemente hubo influencia humana como se ha detectado en otras partes de la región (McCulloch et al. 2017; Méndez, De Porras et al. 2016).
Conclusiones
El concepto de Andean dead ends ha resultado clave en la comprensión del uso humano del oeste de Patagonia porque incorpora variables geográficas en el estudio arqueológico, abordando cómo las condicionantes del espacio encausaron la distribución de los grupos de cazadores recolectores durante el Holoceno (Borrero 2004). Nuestra evaluación cualitativa y cuantitativa del este del Campo de Hielo Norte buscó, a través de indicadores como la distribución de sitios, su cronología y redundancia ocupacional, entender las trayectorias arqueológicas y su variabilidad en distintas escalas espaciales dentro de un espacio relativamente circunscrito. Combinando la información del área de estudio y la de zonas adyacentes, observamos una primera etapa de ocupaciones discontinuas que preliminarmente se inician hace 8600 años y que se extienden hasta hace 3000 años atrás. En esta fecha se desarrolló una mayor cantidad de ocupaciones que se observan en distintos sectores, con registros redundantes, no solo en cuevas, sino en localidades a cielo abierto, lo que incorpora una nueva fuente de información cronológica. Aparejado a esta mayor densidad en la distribución radiocarbónica, se observa mayor variabilidad en los contextos y conjuntos, lo que sugiere una mayor continuidad en las ocupaciones.
La información recuperada en esta área, aunque preliminar, posee importantes perspectivas para la investigación regional futura. Como corredores, resulta indispensable abordar la variabilidad en el sentido este-oeste que permite ejes espaciales como la costa sur del Lago General Carrera o el Río Chacabuco. Ello permitirá evaluar si áreas más cerradas como los bosques occidentales poseen una cronología diferente a las de áreas abiertas, o si el Río Baker y el Campo de Hielo Norte constituyeron verdaderas barreras que inhibieron el desplazamiento humano.