Durante una década (1968 a 1978), últimos años del franquismo y primeros de la Transición, Helena Lumbreras realizó un cine militante fuera de las estructuras cinematográficas dominantes, con fórmulas alternativas de producción, distribución y exhibición; un cine olvidado, a pesar de ser fundamental para entender la relación entre cine y prácticas políticas durante dicho periodo; un cine incómodo, ya que cuestiona el relato institucional de cómo se hizo la Transición. Este ensayo es un análisis de dos documentales que Lumbreras realizó con el Colectivo de Cine de Clase (CCC): O todos o ninguno (1975-76) y A la vuelta del grito (1977-78). En ambos, la directora utiliza el cine como instrumento de una doble lucha política y económica al poner la cámara al servicio del empoderamiento de la clase obrera, con el propósito de avanzar hacia una doble ruptura: con la dictadura del régimen franquista y con la dictadura del capital.
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