Alba Moya Garófano, Jorge Torres Marín
El humor, como fenómeno interpersonal, surge con frecuencia en los contextos de enseñanza-apren-dizaje. Si bien la investigación empírica ha puesto de manifiesto el impacto positivo del humor en elclima del aula, en la motivación del alumnado e, incluso, en la adquisición de conocimientos y compe-tencias de las materias impartidas, algunos/as docentes siguen manifestando sus dudas y reticenciasa la hora de utilizar el humor como un recurso habitual en sus clases universitarias. Al margen deposibles diferencias individuales, esto puede deberse, en parte, a que la naturaleza jocosa y aparen-temente informal del humor puede entrar en contradicción con valores propios de la visión tradicionaldel profesorado universitario (i.e., autoridad, rectitud, seriedad, etc.). No obstante, hasta donde lleganuestro conocimiento, existe poca evidencia empírica sobre cómo el empleo del humor en clase (vs.un estilo docente no-humorístico o serio) puede influir en la forma que los estudiantes de universidadvaloran a su profesorado. Mientras que cabría esperar que el uso del humor favorezca una visión deldocente como un profesional más amable y accesible, existen más dudas sobre cómo podría afectareste recurso a otras cualidades como son la percepción de competencia o la respetabilidad. Utilizandoun diseño intrasujeto, una muestra de estudiantes de universidad fue expuesta a dos escenarios inde-pendientes—contrabalanceados en su orden de administración—en los que un/a profesional docenteutilizaba (vs. no utilizaba) recursos humorísticos en su primer día de clase (p.ej., bromas, uso de me-mes, etc.). En ambas condiciones, tras la exposición al escenario, se pedía al alumnado que evaluarala impresión causada por cada docente utilizando una serie de adjetivos. Como anticipábamos, elprofesorado que empleaba el humor en sus clases fue evaluado como más divertido, cercano, agrada-ble y habilidoso socialmente que el profesorado que no lo empleaba. Quienes usaban el humor comorecurso docente también fueron percibidos como más inteligentes, pero a la vez como menos formalesy menos respetables por parte del alumnado. No hubo diferencias significativas en las impresionesde ambos tipos de docentes en términos de competencia percibida. Se discuten estos resultados enrelación con el tamaño de los efectos observados y la literatura previa sobre el uso del humor comoestrategia de enseñanza-aprendizaje.
Humor, as an interpersonal phenomenon, occurs frequently in teaching-learning contexts. Althoughempirical research has shown the positive impact of humor on the classroom atmosphere and studentmotivation, as well as how humor facilitates the acquisition of knowledge and skills, some professorscontinue to express their doubts and reluctance about the use of humor as a regular tool in their uni-versity classes. Beyond individual differences, this may be due, in part, to the fact that the cheerfuland apparently informal nature of humor may be in contradiction with the traditional view of universityprofessors (i.e., authority, rectitude, seriousness, etc.). However, to the best of our knowledge, thereis little empirical evidence on how the use of humor in class (vs. a non-humorous or serious teachingstyle) may influence how college students value their faculty. While one might expect the use of humorto favor a view of the teacher as a more friendly and approachable professional, there are more doubtsabout how it might affect other inferred qualities of the teachers such as perceived competence or res-pectability. Using an within-subject design, a sample of college students was exposed to two indepen-dent scenarios—counterbalanced in their order of administration—in which a university teacher used(vs. did not use) a humorous teaching style on the first day of class (e.g., jokes, use of memes, etc.).In both conditions, after the exposure to the scenario, university students were asked to evaluate eachteacher using a series of adjectives. As anticipated, university professors who used humor in their clas-ses were evaluated as more fun, approachable, pleasant, and socially skilled, than the ones that did notuse humor. Those who deploy humor as a teaching strategy were also perceived as more intelligent,but at the same time as less formal and less respectable by their students. There were no significantdifferences in the impressions caused by the two types of teachers in terms of perceived competence.These results are discussed in relation to the observed effect sizes and previous literature on the useof humor as a teaching-learning strategy.
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