La perfección técnica que caracterizó al tenor Alfredo Kraus parece haberse quedado sin herederos. Joaquín Martín de Sagarmínaga define muy acertadamente su calidad canora como la emoción a través del control. Ésta es su visión de una de las voces más particulares y seductoras de todas las que se han prodigado a nivel internacional durante el siglo XX.
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