Claudio Riveros, Alejandro Pelfini
La reciente y creciente polarización en la esfera pública tiende a ser explicada como un producto de la proliferación de fenómenos populistas de diversa coloración ideológica. De este modo, discursos del odio, pasiones desatadas y retóricas deshumanizantes serían el resultado de una radicalización de la cultura política que podría provocar un pasaje de un saludable agonismo a un antagonismo radical. A decir verdad, la relación tan lineal entre polarización y populismo, como se lee y escucha en el ambiente, pareciera no ser tan simple y mucho menos sus derivas, que, por una parte, tensionan auténticos procesos de democratización y, por otra, pueden profundizar divisiones preexistentes que tenderían a generar una polarización perniciosa o, incluso, instalar un clima de convivencia protofascista en una sociedad cualquiera...
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