En los últimos quince años la estructura de la población activa del Valle Alto del Lozoya ha experimentado una transformación radical. De una dedicación preferente y casi exclusiva a la ganadería y la agricultura se ha pasado, ya en la década de los ochenta, a una "terciarización" extremada de la población activa, transferida a la construcción, el comercio y los servicios. Y todo ello por obra y gracia de la demanda de mano de obra de una "industria del ocio" que ha alterado sustancialmente el "modus vivendi" de una sociedad antaño patriarcal y retraída.
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