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José Manuel Campos Díaz

UN ESCRITOR DE IDA Y VUELTA

II CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ DE ALBA

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JOSÉ MANUEL CAMPOS DÍAZ

Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla

El pasado 2 de febrero se cumplieron 200 años del nacimiento de José María Gutiérrez de Alba, el escritor más importante de la historia de Alcalá de Guadaíra junto a Cristóbal de Monroy y Silva (1612-1649).

El autor alcalareño formó parte de esa pléyade de escritores del siglo XIX inmersa, desde una óptica liberal, en la ebullición política del momento. Toda su obra refleja una profunda convicción en defensa de la libertad. Mario Méndez Bejarano señala que su obra ostenta un “inmenso valor ético, histórico y político. Las animadas escenas de sus obras teatrales condensan toda una época de desventuras nacionales, no retratada muchas veces en la prensa ni denunciada por los historiadores del momento debido al férreo control de la censura”. Fue un escritor de obra prolífica que dominó todos los géneros literarios, sobresaliendo principalmente como dramaturgo.

Gracias a la oportunidad que me brinda esta revista, voy a desarrollar una breve semblanza de este personaje característico del siglo XIX, cuya vida y obra vinieron marcadas por cuatro etapas diferentes en relación con los lugares en que desarrolló sus actividades literarias y políticas (Sevilla, Madrid, Colombia y Alcalá de Guadaíra), como recojo en mi tesis doctoral José María Gutiérrez de Alba (1822-1897): Biografía de un escritor viajero, que obtuvo en 2016 el premio de la sección de Literatura del concurso de monografías Archivo Hispalense de la Diputación Provincial de Sevilla.

ETAPA SEVILLANA

José María Gutiérrez de Alba nació en Alcalá de Guadaíra el 2 de febrero de 1822. En España reinaba Fernando VII. Fue el primogénito de once hermanos y su familia era propietaria de tierras dedicadas al olivar.

Con ocho años de edad sus padres le llevaron a Sevilla a estudiar latín y griego al colegio de los jesuitas en la calle Laraña (actual Facultad de Bellas Artes). Entre 1834 y 1837 permaneció en Aranjuez con un tío materno, de clara convicción liberal, que influiría decisivamente en su vocación literaria y espíritu viajero.

En 1840 comenzó en la Universidad de Sevilla sus estudios de Filosofía y, entre 1843 y 1847, continuó con los de Derecho. Pero los estudios empezaron a convertirse más bien en una buena excusa ante sus padres para aprovechar el ambiente de la capital a fin de desarrollar su auténtica vocación de escritor y defender sus ideas políticas.

Con veintiún años publicó su primer poema en la revista La Floresta Andaluza. También colaboró en otras publicaciones periódicas: El Vergel, Boletín Literario, El

Genio de Andalucía, El Duende y La Giralda.

En 1845 aparecieron sus Fábulas políticas, cuyo éxito marcará definitivamente a Gutiérrez de Alba como literato político desde una óptica liberal progresista. Un año más tarde publicó La Tapada, novela basada en una leyenda tradicional alcalareña. Fue editada en la propia imprenta que tenía el autor en Sevilla, en el número 14 de la calle del Lagar, que aún conserva esta denominación.

ETAPA MADRILEÑA

En 1847 marchó a Madrid con el fin de terminar la carrera de Derecho, pero, como era previsible, se dedicó por completo a su vocación literaria. Así el 8 de febrero de 1848 estrenó en el Teatro del Instituto Español su célebre drama andaluz Diego Corrientes o el bandido generoso, que le consagraría definitivamente como dramaturgo.

Tras el éxito obtenido con el drama Diego Corrientes, Gutiérrez de Alba estrenó en los escenarios madrileños otras obras del llamado género andaluz, entre las que destacamos: El tío Zaratán (1849), el entremés Aventura de un cantante (1854) con música de Barbieri, la zarzuela La flor de la serranía (1856) con música de Cristóbal Oudrid; por último, el cuadro Un jaleo en Triana (1861) con música de García Rossetti.

Además de las obras del género andaluz llevó a la escena muchos otros títulos, basados a veces en temas de actualidad. Paralelamente desarrolló en estos años una intensa actividad política. En 1855, lideró en Alcalá de Guadaíra una compañía de la Milicia Nacional, baluarte político del partido progresista del general Espartero, la cual le trajo como consecuencia un consejo de guerra en 1857 que le condenó al presidio a Ceuta. Emigró entonces a París para librarse de la condena, regresando a España en 1858 gracias a la amnistía que concedió Isabel II por el nacimiento de su hijo, el futuro Alfonso XII. Al año siguiente contrajo matrimonio con la joven gaditana afincada en Madrid, Matilde Pérez de Maruve, con la que tuvo su hijo Mariano que murió a los pocos años de nacer.

En la década de los sesenta del siglo XIX nuevos géneros trataban de encauzar el creciente teatro de crítica política. Inspirándose en el vodevil francés que conoció durante sus meses de exilio en París, Gutiérrez de Alba concibió para la escena española un nuevo género que “pasará revista” a los acontecimientos políticos del año. El 30 de enero de 1865 estrenó en el Teatro del Circo de Madrid la revista teatral política 1864 y 1865, con música del maestro Emilio

Busto de José María Gutiérrez de Alba, Plaza del Cabildo. Alcalá de Guadaira (Sevilla)

Indio carguero entre Honda y Bogotá. José María Gutierrez de Alba, 1874 Biblioteca Virtual del Banco de la República (Colombia)

Arrieta, cuyo éxito hizo que se representara durante meses en los teatros madrileños y que se publicaran hasta nueve ediciones. A esta primera revista teatral le siguieron otros títulos, cuya popularidad hizo que llegara a recoger en los periódicos reseñas críticas de Benito Pérez Galdós y Gustavo Adolfo Bécquer.

ETAPA COLOMBIANA

Gutiérrez de Alba tuvo siempre un profundo sentimiento hispanoamericano. El gobierno del general Prim emanado de la Revolución de 1868 le nombró agente confidencial en Nueva Granada (territorios actuales de Colombia, Venezuela y Panamá). Durante sus más de trece años de permanencia por estas tierras fue elaborando un libro de viajes en trece tomos con el título de Impresiones de un viaje a América. Aparte del interés histórico de sus relatos y las descripciones de innumerables parajes vírgenes, este libro de viajes contiene un total de 466 ilustraciones, de las que 302 son acuarelas del propio Gutiérrez de Alba. Ante la carencia de la fotografía, este material gráfico supone un testimonio gráfico de primer orden para la historia colombiana.

En 1874 el escritor tenía la intención de regresar a España, pero el proceso de restauración borbónica hizo que decidiera permanecer más tiempo en Colombia. A partir de este momento, dará un cambio importante en su trayectoria dedicándose a proyectos de agronomía con el apoyo de algunos amigos de allí. Durante estos años, aunque dedicó poco tiempo a la creación literaria, fundó el periódico El Cachaco y publicó varias obras de ensayo con relación a la agronomía.

En 1877 apareció en Madrid El pueblo andaluz, un libro antológico costumbrista en verso y prosa que había dejado terminado antes de partir para América. En 1879, el acontecimiento que supuso a nivel mundial el comienzo de las obras del canal de Panamá le inspiró su obra en verso El canal interoceánico. Oda dedicada al genio del ingenio, Mr. Ferdinand de Lesseps.

La obra teatral más importante de su Etapa Colombiana fue El castillo misterioso, zarzuela en tres actos, con música del famoso maestro colombiano José María Ponce de León, estrenada en el Teatro Maldonado de Bogotá el 27 de abril de 1876. También publicó en 1879 el drama en verso El crimen de los Alisos.

Resignado a la nueva etapa borbónica de la monarquía española y el quebranto de su salud debido a una grave caída del caballo provocaron que Gutiérrez de Alba iniciara el 1 de diciembre de 1883 su viaje de regreso a España.

ETAPA ALCALAREÑA

Después de casi catorce años de permanencia por tierras americanas, se estableció definitivamente en su pueblo natal. Su precaria situación económica hizo que un

grupo de vecinos solicitara al Ayuntamiento la creación de la plaza de archivero-bibliotecario municipal para ayudarle en su subsistencia.

Intentó también recuperar el espacio ocupado en los escenarios madrileños y en 1893 estrenó su última obra para la escena. Sería en el Teatro Cervantes de Sevilla, con la obra Del infierno a Madrid. Viaje de ida y vuelta, en un intento de recuperar el género de la revista teatral política que había creado en 1865. El propio autor era ya consciente de que la generación literaria a la que pertenecía casi había desaparecido, de que el personal de los teatros y de la prensa eran diferentes y se encontraba con una sensación de ser extranjero en su propia tierra.

En la segunda mitad del siglo XIX la falta de iniciativa cultural del Estado fue suplida en gran parte con las actividades promovidas por instituciones burguesas como las academias, los liceos o los ateneos. Gutiérrez de Alba ingresó en el Ateneo de Sevilla en 1887, participando en sus veladas y concursos literarios. En 1889 obtuvo un accésit en el certamen convocado por el Ateneo de Córdoba y participó en el Ateneo de Madrid.

En estos años el autor alcalareño inició una etapa de ediciones recopilatorias de su extensa producción y publicará numerosas composiciones poéticas en diversos periódicos y revistas de Madrid, Sevilla y Barcelona. Entre las publicaciones madrileñas destacamos: La Ilustración Española y Americana, El Mundo de los Niños, Don Quijote y El Álbum Ibero-Americano. Entre las sevillanas podemos señalar: El Baluarte, Perecito, Sevilla en Broma, Miscelánea y Mari-Clara. Por último, de Barcelona merece especial atención nombrar la revista Barcelona Cómica.

Falleció en Alcalá de Guadaíra el 27 de enero de 1897, a punto de cumplir setenta y cinco años. Fue enterrado en el cementerio parroquial de San Sebastián. Actualmente, sus restos descansan en el panteón de la familia Gutiérrez Ruiz en el cementerio municipal de San Mateo.

Escritores Alcalareños. Museo de Alcalá de Guadaira. Al fondo, lápida mortuoria del escritor.

Fue un autor prolífico, ya que el corpus de sus obras alcanzó los 91 títulos (68 de teatro, 13 de poesía y 10 en prosa), muchos de los cuales tuvieron varias ediciones. A ello hay que añadir decenas de poemas sueltos, textos diversos y un extenso epistolario.

A modo de conclusión, podemos decir que su personalidad viene definida por su vocación inequívoca por la literatura, unida a la necesidad de vivir de las letras. Igualmente hay que destacar su capacidad para establecer relaciones personales y adentrarse en los círculos sociales y culturales. Por último, cabe señalar su fuerte carácter crítico ante actitudes reaccionarias y despóticas; en definitiva, el reflejo de una personalidad de espíritu quijotesco en el contexto de la España del siglo XIX.