En Bangladesh, la globalización favorece la exportación de ropa de confección y de camarones en beneficio de los mercados occidentales. El único desarrollo que llega a la población es el de la pobreza y el de las violaciones de los derechos humanos. El sistema electoral brinda a las “elites” legitimidad internacional, pero ante una democracia representativa fallida, un número creciente de bangladesíes prefiere el mundo de las asociaciones, capaz de inventar modos de democracia directa y de autogestión.
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