Para llevar la salvación de Jesucristo a todos los pueblos, la Iglesia debe asumir sus culturas. En el ámbito de la liturgia, esta inculturación es particularmente necesaria, a la vez que compleja y delicada. Por un lado, la celebración sacramental debe actualizar la salvación de Jesucristo y mantener a la Iglesia en contacto con su origen fundante. Por otro, debe también expresar la experiencia de fe de la comunidad que celebra, con su propio lenguaje y formas rituales. A partir de este doble principio, el artículo explora las posibilidades de una inculturación más profunda, prestando especial atención a la Eucaristía.
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