La educación es un bien común y un pilar del Estado de bienestar para que todo ciudadano pueda adquirir y adaptar su aprendizaje en la sociedad. La diversidad representa una realidad social reflejada en personas con culturas diferentes, con costumbres y ritmos distintos, y es ahí donde la educación, a través de la escuela hace su papel para la inclusión social de los diversos colectivos. Esta conceptualización, que se traduce en dinámicas de integración, queda definida en la sociedad de Guadalajara y muy especialmente en la zona de Mondéjar, cuya fisonomía económica viene determinada por el cultivo del viñedo. Presentamos un estudio que parte de un enfoque cuantitativo, descriptivo no experimental y expost-facto, para determinar cómo ha sido el proceso integrador de esa diversidad, y hacemos una comparativa entre las diferentes nacionalidades de ese entorno rural. Los estudiantes extranjeros suponen el 12.6% del total, y de estos el 80% está repartido entre marroquíes y rumanos (INE, 2017). Entre las diferencias que hemos encontrado dentro de la población de estudiantes por nacionalidad es que los alumnos marroquíes solo demandan estudios básicos que les permita la incorporación a fábricas o a la avicultura, mientras que los estudiantes rumanos quieren seguir formándose. Se trata de alumnos de segunda generación de inmigrantes y sin problemas de adaptación en la provincia de Guadalajara. Desde la sociología se pone la lente investigadora en variables como la educación, la reciprocidad, el acompañamiento, la solidaridad o el respeto para analizar esos aprendizajes significativos que crean espacios multiculturales sólidos.
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