ambient@

Entrevista: Joan Groizard

Director general del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía

Charo BarrosoAmbientaImágenes © IDAE

"El autoconsumo permitirá a la ciudadanía ser agente activo en la transición energética”

Con un profundo conocimiento del sector energético y un firme compromiso con los desafíos de la Transición Energética y la lucha contra el cambio climático, Joan Groizard tomó en 2019 las riendas del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), organismo interlocutor y un espacio para el diálogo en torno al cambio de modelo energético. Groizard, grado y máster en Ingeniería de Energía y Medio Ambiente por la Universidad de Cambridge, tuvo claro su futuro: “Recuerdo el día que escuché en la radio un reportaje sobre el cambio climático. Lo claro que tenían los científicos las causas y las soluciones, y sin embargo lo lentamente que se estaba avanzando para resolverlo. Fue cuando empecé a plantearme la idea de buscar y construir soluciones para abordar la crisis climática, primero desde la ingeniería, y más recientemente desde la gestión pública”.

Y ese necesario sprint para hacer frente a un problema global le ha llevado a ser director general de Cambio Climático de Baleares, su tierra, y ha trabajado como ingeniero de energías renovables en proyectos internacionales. Ahora, y en un momento donde la energía se ha convertido en protagonista, trabaja desde el IDAE de forma incansable en la gestión de ayudas y asesoría técnica para alcanzar una transición energética “clave para reindustrializar y reverdecer nuestra economía, pero que debe situar a la ciudadanía en el centro no solo en la toma de decisiones, sino del propio sistema energético

Cómo describiría el panorama energético actual en nuestro país. ¿Estamos en un momento clave?

—Sin duda alguna estamos en un momento clave. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) nos da la senda del desarrollo del sistema energético hasta 2030, contamos también con la Estrategia de Descarbonización a 2050 y la Estrategia de Transición Justa, y a eso se unen documentos normativos o regulatorios tan importantes, decisivos y claves como el de acceso y conexión o toda la nueva regulación de subastas y electricidad a partir de fuentes de energías renovables. Y ahora, los fondos Next Generation EU dan un gran empujón al Plan de Transformación, Recuperación y Resiliencia.

¿Cómo nos situamos respecto a Europa?

—Tenemos el sol, el viento, empresas líderes en el sector, la cadena de valor y ahora, con el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, las medidas a aplicar. Contamos con personal cualificado y hemos dedicado el 40 % de los fondos europeos a transición ecológica, el 18 % de ellos a la transición energética. Además, ya hemos venido haciendo el trabajo en los últimos años en lo que respecta a planificación y marco regulatorio. Podríamos haber estado mucho mejor a nivel europeo si no hubiéramos tenido el impuesto al sol o un marco que desincentivaba el autoconsumo, algo absurdo en un país con tanto recurso renovable como el nuestro, pero ahora estamos en una posición privilegiada

La energía está en el centro del debate… ¿Los altos precios van a acelerar el despliegue de las renovables?

La ciudadanía y las empresas han entendido muy bien que, ante los altos precios, las renovables son la respuesta. Pero no se trata de animar a la ciudadanía al autoconsumo por los precios que tenemos ahora, sino porque en los próximos 20 o 25 años seguirá siendo la manera más barata de tener electricidad con independencia de los precios. Todas las señales indican que el despliegue renovable en España se está acelerando y que podremos llegar a ese 100% de renovables eléctricas muchísimo antes de 2050.

Entonces… como ciudadanos, ¿apostamos por el autoconsumo por ahorro o porque nos preocupa el planeta?

Son dos cuestiones que van ligadas. En lo que respecta a nueva generación de energía eléctrica, las tecnologías renovables, necesarias para combatir el cambio climático, son las más baratas en España. Hay necesidad de mitigar el cambio climático, de reducir los precios de la energía y la exposición a la volatilidad de los precios de las energías fósiles y en este escenario tenemos que consumir mejor, aplicando medidas de eficiencia y más renovables. Ya hay miles de personas ahorrando gracias a ello. El autoconsumo ya no es cosa de futuro.

Vamos, que ha venido para quedarse…

El papel del autoconsumo está directamente relacionado con el empoderamiento del consumidor. En el nuevo modelo energético que estamos construyendo es una herramienta fundamental que permitirá a los consumidores dejar de ser agentes pasivos. Y la regulación ha dado un giro de 180 grados para poder permitírselo. Por ejemplo, se ha modificado la Ley de Propiedad Horizontal para que, en una comunidad de propietarios y sin que exista mayoría, los vecinos puedan promover energía fotovoltaica en sus tejados. Y el mercado ofrece soluciones donde no tienen ni que adelantar el dinero, pues ya existen empresas que ofrecen el producto final del autoconsumo colectivo y solucionan la parte tecnológica, administrativa e incluso la financiera. Yo les diría que pidan oferta ya.

¿Podríamos decir que la ciudadanía tiene más capacidad que nunca para decidir y participar en el futuro energético?

—El principal papel que puede jugar la ciudadanía es el de usuario responsable. Cualquiera de nosotros podemos dedicar 30 minutos de nuestro tiempo a contratar un suministrador que opere con energía 100 % renovable. También podemos ser fuente de financiación, ya hay plataformas de crowfounding donde podemos poner nuestro dinero financiando el autoconsumo de otra persona o en un parque eólico y recibir una rentabilidad razonable. Y si queremos dar un paso más podemos unirnos a una comunidad energética, donde formas parte de la administración, de las decisiones, produces energía, consumes y vendes. La cuestión es si queremos dedicarle media hora o media vida.

Muchas especies cultivadas ya no se encuentran en sus óptimos climáticos debido al aumento de temperatura atmosférica y el descenso en los recursos hídricos disponibles; esto se traduce en un descenso de los rendimientos y calidad de las cosechas

¿Es compatible el autoconsumo con los intereses de las compañías energéticas?

—Uno de los objetivos de la transición energética es facilitar la entrada de nuevos actores en el ámbito energético. Con las renovables es posible generar energía directamente desde casa, desde una comunidad, un barrio o un pueblo. Permite mayor participación de todos los actores.

—En esa aceleración de las renovables de la que antes hablaba, ¿es posible garantizar un despliegue responsable?

Es una preocupación legítima, ya que estamos planteando un despliegue importante de energías renovables, pero el PNIEC no solo tiene la aspiración de hacer la transición energética incrementando la aceptación social, sino hacerla con el ciudadano, que participe de ella, para reforzar así el papel de la ciudadanía. El despliegue debe ser rápido, pero también bien hecho. Todos los países de nuestro entorno coinciden en que la recuperación debe ser verde, nosotros hemos añadido que debe ser, además, justa e inclusiva. Y estamos haciendo lo que está en nuestra mano para dotar a la ciudadanía de herramientas para que adopte un papel proactivo.

La preocupación legítima de la que hablamos es mirando a futuro porque ya ha habido despliegue y no hay problemas. Se ha garantizado y se sigue en el camino. Por ejemplo, el nuevo marco de acceso y conexión fomenta el uso eficiente de las tecnologías, no se trata de que se haga una planta y luego una línea a 200 kilómetros, sino que dentro de las subastas se han puesto todos los medios para que puedan desplegarse plantas más pequeñas y cercanas a los puntos de consumo. Se están implementando todas las medidas posibles para que participe la ciudadanía y que, a su vez, haya un reparto de beneficios en las zonas donde se producen los proyectos. Las plantas fotovoltaicas en suelo, que son uno de los pilares para la descarbonización, incrementan la biodiversidad en lo que antes eran terrenos agrícolas. Existe más preocupación respecto a la eólica marina, pero para ello se está trabajando con los programas de ordenación de espacio marítimo, con el mayor consenso posible y con todos los actores para decidir las zonas más propicias para el despliegue de las energías marinas. Tiene que ser un despliegue ordenado, garantista con el medio ambiente y que maximice tanto los impactos socioeconómicos como las economías locales.

Groizard durante una reunión con los directores de cada una de las áreas del IDAE

A la luz de lo anterior, ¿la transición energética es una oportunidad y una solución a esa España vaciada de la que tanto se habla?

—Sin duda alguna, el ejemplo más claro es la biomasa forestal y biomasa agraria, los parques eólicos están en el monte, los huertos fotovoltaicos van a utilizar superficie arable. Además, la ciudadanía tiene la percepción de que el empleo se produce en su construcción, pero la realidad es que el 55 % del que se genera es en mantenimiento y operación. Y eso crea empleo a nivel rural. Puedes tardar seis meses en construir un parque eólico, pero va a estar más de veinticinco años operando. La transición energética, recogida en el Plan Nacional de Energía y Clima 2021- 2030, supone una importante oportunidad económica. En concreto, se movilizarán unas inversiones de más de 240.000 millones de euros hasta 2030 y ello supondrá la creación de entre 250.000 y 350.000 nuevos empleos, muchos de ellos en zonas rurales.

¿Qué renovables lideran la transición y cuáles son asignaturas pendientes?

—La lideran las tecnologías más baratas, la eléctrica fotovoltaica y la eólica. La biomasa sigue siendo una asignatura pendiente en cuyo desarrollo hemos fracasado. Nos hemos quedado lejos de los objetivos ya planteados porque se trata de un recurso energético muy heterogéneo y que proviene de muchas fuentes diferentes, lo que hace que necesite una cadena de valor muy complicada y, además, por ser un país mediterráneo no tenemos la densidad energética de biomasa que, por ejemplo, Suecia. Por otra parte, tenemos otras que se están desarrollando de cara al futuro, como las renovables térmicas y las energías de origen marino, que serán una de las palancas para la transformación energética a la vez que una oportunidad industrial, económica y social para nuestro país de una forma coherente y compatible con la protección de los valores ambientales y el resto de usos y actividades del entorno marino.

¿Los sectores industriales están preparados para el reto?

Sin duda alguna los sectores industriales de nuestro país están preparados y ejemplo de ello es la forma en la que han respondido a las dos subastas celebradas donde ha habido sobreoferta. En energías renovables, España fabrica el 90 % de componentes necesarios para los aerogeneradores y más del 60 % de los componentes necesarios en la operación de proyectos de energía solar. Y en electrificación, hasta el 90 % de los bienes de equipo y electrónica de potencia son de fabricación nacional, lo que nos hace muy competitivos en infraestructura de recarga de vehículo eléctrico, digitalización de redes o procesos productivos.

¿Hay suficiente compromiso del sector privado para abordar la transición energética?

—Contamos con un marco estratégico y políticas alineadas, pero se necesita de la corresponsabilidad y complicidad del sector privado, así como de las capacidades humanas, de conocimiento, técnicas e incluso de inversión para implementar todos los cambios necesarios. Tenemos que ser capaces de mantener un nivel de diálogo y colaboración constante entre el sector público y privado y también entre distintos ámbitos del sector privado. Estamos en un entorno competitivo donde la responsabilidad empresarial y la sostenibilidad se han convertido en un factor importante, las empresas son conscientes de que la eficiencia energética no es solo un instrumento para reducir costes operativos, sino para mejorar sus credenciales verdes.

Todavía sigue siendo un reto conseguir que las empresas aprovechen las oportunidades que supone, sobre todo las pymes, donde las posibilidades de inversión en eficiencia están reñidas con otras necesidades del negocio. Hay que seguir concienciando a las empresas y desarrollando productos atractivos para asegurar que las inversiones se llevan a cabo.

Soluciones, como por ejemplo…

—Ya existen soluciones globales de servicios energéticos, donde es una empresa externa la que asume la inversión y una parte relevante del riesgo asociado para ofrecer servicios integrales, que pueden incluir mejoras en digitalización, instalación de sistemas de autoconsumo, mejora de la eficiencia energética e incluso mejora de la movilidad de la empresa.

Hablando de movilidad, pero en las ciudades, ¿Cómo estamos avanzando?

Hay que hacer un replanteamiento de las ciudades y avanzar hacia un cambio modal que refuerce el transporte público y los desplazamientos en bicicleta, y evite el coche. El Plan Nacional de Energía y Clima 2021- 2030 es la hoja de ruta para hacer un uso racional de los medios y apuesta por una renovación del parque que avance hacia la electromovilidad. Las zonas de bajas emisiones ayudarán a promover la movilidad activa, a desarrollar un transporte más sostenible y a recuperar espacio para la ciudadanía. Nos hemos fijado un objetivo de cinco millones de coches eléctricos para 2030, que es como multiplicar por 200 el actual parque de vehículos sin emisiones. Pero hay que tener muy presente que, de forma paralela, se tiene que desarrollar la infraestructura de recarga y también tecnológicamente el propio vehículo. No podemos caer en la paradoja del huevo o la gallina.

La movilidad en las ciudades avanza, pero ¿cómo estamos en eficiencia energética de edificios?

Este es un reto mayúsculo. La rehabilitación energética de edificios permite aumentar el confort térmico ahorrando energía y, por lo tanto, dinero. Pero de los 25 millones de viviendas construidas, el 60 % fueron construidas sin criterios de ahorro energético. Está previsto alcanzar 300.000 viviendas anuales en 2030, pero en 2021 esa cifra era de 30.000. Tenemos el Programa de Rehabilitación Energética de Edificios (PREE), dotado con 300 millones, que gestionan las comunidades autónomas. Hay territorios donde esos recursos vuelan, como Asturias, la más destacada, Navarra y País Vasco. Y estamos poniendo el acento en la rehabilitación de edificios del sector servicios más que de edificios ciudadanos, donde hemos comprobado que, a pesar de las ayudas para rehabilitación energética, sigue siendo una cuestión complicada.

Como ciudadanía, ¿qué podemos hacer para luchar contra el cambio climático energéticamente hablando?

—Como consumidores, de forma colectiva podemos decidir en qué productos y empresas invertimos. A nivel particular podemos hacerlo de varias formas: cada vez que pagamos la factura eléctrica en casa, eligiendo empresas que comercialicen energía renovable; cuando decidimos cómo desplazarnos, con transporte público, compartido o en coche eléctrico; o reduciendo nuestra huella de carbono en muchas de las acciones de nuestro día a día.

¿Desde el IDAE qué comunicación se establece con la ciudadanía?

Para que puedan resolver sus dudas sobre ahorro de energía, eficiencia energética y energías renovables, como autoconsumo, planes de ayuda, etiquetado energético, programas europeos FEDER, MOVES, PREE, rehabilitación energética, movilidad sostenible, comunidades energéticas, etc., tenemos el Servicio de Información a la Ciudadanía en Eficiencia Energética y Energías Renovables (SICER), una plataforma que da respuesta a las consultas de ciudadanía e instituciones sobre cuestiones de índole energética. En 2021, y con la puesta en marcha de los distintos Planes de ayudas (PREE, MOVES, etc.) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, el SICER atendió más de 57.000 consultas.

—¿Cuál será la foto de España en 2030 en materia energética?

Un país que habrá hecho sus deberes a nivel energético y climático: más eficiente, con una economía que dependerá menos de la importación de combustibles fósiles, con mayor desarrollo del hidrógeno verde y donde las empresas, al ahorrar energía mediante la eficiencia energética, tendrán mayor capacidad de ser más competitivas y de movilizar nuevas inversiones. Habrá ciudades más limpias y respirables, ya que todos los municipios de más de 50.000 habitantes contarán con zonas de bajas emisiones y una mayor apuesta por la movilidad a pie y en bicicleta. Será también un país con una movilidad más electrificada, con al menos cinco millones de vehículos eléctricos que no solo evitarán emisiones, sino que ayudarán a gestionar el sistema eléctrico cuando estén conectados y cargándose, y que será al menos un 74 % renovable. Un país de tejados solares en entornos urbanos y donde la ciudadanía será una parte central del sistema energético.