El paso de la adolescencia a la adultez y la asunción en ésta de responsabilidades como la paternidad marcan el recorrido de Adventureland y Un lugar para quedarse, dos películas situadas en los márgenes, no sólo de la producción cinematográfica, sino también en los márgenes vitales que supone la toma de decisiones en momentos fundamentales de la vida. Aunque se desarrollen en espacios y tiempos distantes, ambas y sus personajes se ven enfrentados a una obligación, la de construir un futuro del que, o bien no se poseen pistas claras, o bien éstas sólo apuntan al fracaso, la humillación o la alienación.
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