Jamás hubo un derroche de talentos de tal naturaleza como la experimentada en España durante y al término de la guerra civil. Los españoles libres y pensantes de esa época, tuvieron sólo dos alternativas: La de enmudecer allí para siempre o adherirse al nuevo régimen o emprender el camino del éxodo e intentar desarrollarse en otra tierra. Chile, entre otros pocos países, fue, para una parte de esos librepensantes, la tierra prometida y el país tuvo la inmensa fortuna de recibir a parte de ese admirable éxodo.
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