Alfonso Barrio Merino, Paloma Donado Palencia, R. Muñoz Codoceo
El sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO) es una entidad en la que las bacterias del colon están presentes en mayor número en el intestino delgado. Puede provocar inflamación intestinal y malabsorción de nutrientes. • Los mecanismos del huésped protegen contra la excesiva colonización del intestino delgado por bacterias. Estos incluyen la digestión por ácido gástrico, bilis y enzimas proteolíticas; una válvula ileocecal intacta y un patrón de motilidad anterógrada del íleon que inhibe la translocación retrógrada de bacterias, e IgA secretora, que ayuda a prevenir la proliferación bacteriana. • La absorción deficiente de nutrientes en SIBO resulta de una mala digestión en la luz intestinal o una mala absorción a nivel de la membrana de las microvellosidades intestinales debido al daño de los enterocitos. • El diagnóstico se basa en la correlación entre los hallazgos de la historia clínica, la exploración física y los resultados de las pruebas complementarias. • Debe evitarse tomar decisiones terapéuticas basadas exclusivamente en el resultado de cualquier prueba diagnóstica. • Aun asumiendo sus limitaciones y la ausencia de consenso, el test de H2 espirado con sobrecarga oral de un sustrato, generalmente glucosa o lactulosa, es la prueba clínica de elección para su diagnóstico. • El manejo de pacientes con SIBO irá dirigido a detectar y tratar, si es posible, la causa predisponente, restablecer la microbiota intestinal alterada, tratar las complicaciones y evitar las recurrencias. • Aunque se basa fundamentalmente en la antibioterapia, es imprescindible el correcto apoyo nutricional, así como la corrección de los posibles déficits nutricionales asociados. Debe ser individualizado en función de la clínica y la patología de base, teniendo en cuenta los efectos ¡ndeseados del mismo. • La combinación de un antibiótico junto o seguido por un probiótico durante 7-14 días (o incluso más prolongado según la gravedad) es la pauta con mayor tasa de éxito. La rifaximina es el antibiótico más apropiado, aunque se necesitan más estudios sobre la dosis, seguridad y eficacia en la población pediátrica.
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